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Anochecer del 2° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 29)

El grupo de héroes se detuvo a las orillas del puente, no iban a arriesgar a entrar en terreno desconocido y peligroso con la luz del día desvaneciéndose en el horizonte. Por ello, primeramente debatieron sobre como avanzar, a la cual después de hablar sobre diferentes opciones, decidieron enviar a Arvin a investigar, pues tenía una buena capacidad de visión nocturna, y para aquellas horas, practicamente no le costaba ver hasta el otro lado del puente.

El grupo estaba alegre, y a pesar de las rupturas, la moral estaba alta, al menos de momento. Más aún, sabían que si todo salía bien, pronto llegarían también Manfred y los demás para cruzar por ese mismo puente y llegar hasta las cavernas. De hecho Jonad había planteado la posibilidad de usar el puente para retrasar a los orcos y al legado, lo cual vendría bien de no ser por que eso también podría afectar a sus compañeros retrasados si no les esperaban, o ponían sus ideas en acción más tarde.

Mientras Arvin avanzaba por el puente, Arvin se apresuró a explorar el terreno pantanoso de la ciénaga, solo para descubrir que aquel lugar no era natural, había algo raro allí. Wendel, con algo más de experiencia en el tema pudo confirmarle lo mismo, a su vez asegurarle que aquel pantano estaba hechizado, quizá una trampa para los intrusos no deseados. No tenía idea de los posibles efectos, pero le advirtió a todos que sería mejor evitar tocar aquellas aguas.

Arvin por su parte, pudo cruzar sin problemas la ciénaga de lado a lado empleando el puente. Les afirmó entonces que el camino subía de nuevo ligeramente hasta llegar a un valle entre las faldas de las Kaladrun, justo donde debería estar la entrada a las cavernas.

- Avancemos - propuso Wendell en cuanto escucho, en la lejanía las palabras de Arvin - Y tengamos en cuenta este sitio si debemos retirarnos rápidamente - añadió, reacio a utilizar la palabra "huir" - Si los orcos nos persiguen, deberíamos cruzar el puente y cortar las cuerdas cuando ellos estén sobre el puente - explicó - Supongo que si caen en ese pantano tendrán suficientes problemas como para no poder seguirnos con facilidad -

El defensor avanzó por el puente, asegurando con una de sus manos una de las cuerdas que hacían de baranda y llevando la lámpara, todavía apagada, en la otra.

Asintiendo a las palabras del resto, comencé a cruzar vayamos primero los más ligeros, y luego los más pesados.

En caso de que veamos que, por algún punto, puede ceder, os lo diremos para que toméis las medidas oportunas, como ataros, por ejemplo.

Dicho esto, comencé a avanzar por el puente y no os preocupéis por los orcos. Recordad que van con ese puto legado, y no creo que sean tan estúpidos así que, no creo que nos persiguieran por aquí. Volverían al poblado y matarían a todos comento encogiéndome de hombros sin detenerme.

El grupo duda si avanzar por el puente pero un rápido examen de algunos miembros del grupo deja en claro que el puente es la única manera segura de atravesar aquella ciénaga que alguna maldición parece esconder para el incauto que ose tocar el agua. Arvin desea ir primero para guiar en la oscuridad, pero la verdad es que yo también puedo ver en la oscuridad.

 - "No luces. Verses a kilometres. Yo veo oscuridad-en también, Arvin-como. Cerrar marcha, cuidar espaldas. Ya encender fuego en cuevas-dentro mejor."

Digo respondiendo a lo que Wendell indica de la necesidad de luz para buscar cosas, pero si las pareces de la cueva nos protegen de que nuestras antorchas sean faros que llamen la atención de los ojos a kilómetros, ya será algo mucho menos suicida.

A medida que vamos avanzando, escucho al resto hablar y me quedan las palabras de Jonad, en las que hago énfasis:

 - "¿Y si cortamos puente ahora? Legado retrasa, más tiempo para nos tareas. No tiene por qué pensar que no cortado dantes estaba."

Nos seguimos moviendo para intentar cruzar el puente y así llegar luego a la entrada de las cavernas, que Arvin parece ya poder divisar desde el final del puente.

Al oir al enano, niego con la cabeza una vez que llego al otro lado, mientras espero que el resto cruce

EN ENANO

Uffrin, no sabemos si este es el camino que tomarán ellos. Todo hace indicar que no, que ellos deberán de llegar a las cavernas por otro camino. Si lo cortamos, no les estaremos retrasando a ellos, sino quitándonos una vía de escape a nosotros.

Dicho esto, me giro para mirar hacia delante, intentando discernir lo que nos espera.

Anochecer del 2° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 30)

Con la firme decisión tomada de continuar y dejar el puente intacto para que sus compañeros, quienes deberían venir detrás, pudiesen cruzar, el grupo continuo su camino cruzando el puente, primero Arvin, después Jonad y posteriormente los otros. El olor fétido de la ciénaga se hizo notorio cuando se encontraban a mitad del puente, señal inequívoca de que hubiera sido una mala idea cruzar aquel lugar sin tomar el puente. Aunque algo más notaron en aquel puente a medida que lo cruzaban; la madera y las cuerdas estaban ya viejas y gastadas, quizá de muchos años o décadas de uso, lo cual hacia que el puente se curvara en su centro, quedando a no más de una palma de aquellas fétidas aguas lodosas. Un grupo apretujado y apurado por cruzar, acabaría hundiéndolo, o incluso haciendo que la madera o las cuerdas se rompiesen.

Más allá, la tierra pantanosa iba dando paso a una tierra húmeda rocosa, y un poco después, llegaban de lleno al valle junto a las cavernas, un lugar rodeado por las montañas, y probablemente inaccesible desde otro punto que no fuese la ciénaga. Aunque había un caudaloso riachuelo que bajaba desde las cavernas y que se perdía por debajo de una pared de rocas, las cuales bien podrían ser otra forma de entrar al valle, pues, probablemente, eran justa aquellas aguas las que llegaban hasta el poblado de Koln.

Anochecer del 2° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 29)

El grupo de héroes se detuvo a las orillas del puente, no se iban a arriesgar a entrar en terreno desconocido y peligroso con la luz del día desvaneciéndose en el horizonte. Por ello, primeramente debatieron sobre como avanzar, y sobre el terreno mismo, ante lo cual Manfred se mantuvo custodiando tanto a Mika como Hamil, quien en aquellos momentos era incluso más estorboso que el pequeño niño, quien aunque era curioso, seguía traumatizado y como buen cazador, no era estúpido.

Mientras Manfred y los demás avanzaba con cuidado por el puente, Durghall se apresuró a explorar el terreno pantanoso de la ciénaga, solo para descubrir que aunque no lograba borrar sus huellas con facilidad, las de sus compañeros también estaban allí. Claramente pudo ver las pisadas del patudo enano o del pequeño mediado, el lodo era tan pegajoso en las inmediaciones del puente, que era imposible no dejar rastro de que alguien había pasado por allí. Manfred por su parte, descubrió al examinar el lugar mientras cruzaba, que aquella ciénaga no era natural, había algo raro allí. Aquel pantano estaba hechizado, y así se lo hizo saber Manfred a Durghall y los otros, quizá era una trampa para los intrusos no deseados o quizá los años del poder oscuro lo habían corrompido. No tenía idea de los posibles efectos, pero aún así, Manfred les advirtió a todos que sería mejor evitar tocar aquellas aguas.

El grupo continuo su camino entonces, cruzando la ciénega a través del puente tras no poder borrar su rastro y saber que sus compañeros estaban más adelante. El olor fétido de la ciénaga se hizo notorio cuando se encontraban a mitad del puente, señal inequívoca de que hubiera sido una mala idea cruzarlo por debajo del puente. Aunque algo más notaron en aquel puente a medida que lo cruzaban; la madera y las cuerdas estaban ya viejas y gastadas, quizá de muchos años o décadas de uso, lo cual hacia que el puente se curvara en su centro, quedando a no más de una palma de aquellas fétidas aguas lodosas. Un grupo apretujado y apurado por cruzar, acabaría hundiéndolo, o incluso haciendo que la madera o las cuerdas se rompiesen.

Más allá, la tierra pantanosa iba dando paso a una tierra húmeda rocosa, y un poco después, llegaban de lleno al valle junto a las cavernas, un lugar rodeado por las montañas, y probablemente inaccesible desde otro punto que no fuese la ciénaga. Aunque había un caudaloso riachuelo que bajaba desde las cavernas y que se perdía por debajo de una pared de rocas, las cuales bien podrían ser otra forma de entrar al valle, pues, probablemente, eran justa aquellas aguas las que llegaban hasta el poblado de Koln.