Partida Rol por web

El grupo, ahora menor, avanzaba más rápido, por lo que el defensor se sentía agradecido. Sin embargo seguía preocupado por el tiempo que habían perdido durante el camino - Supongo que ahora si podremos ganar terreno - comentó mientras señalaba el paso entre las colinas - Quizás lo suficiente como para que realmente lleguemos antes que el legado - agregó antes de detenerse un momento para mirar, y escuchar, lo que estaba sucediendo a su alrededor.

El susurro del transcurrir del agua hizo centellear los ojos del mediano que sabía por su experiencia que el hongo diente sangrante crecía cerca de ella. 

Sin apartar los ojos del camino trato de discernir si estaba cerca, en que dirección.

En su cabeza ya solo pensaba en el premio.

La vuelta al camino se hizo un tanto rara para mí. El grupo se estaba fraccionando, y no podía dejar de pensar en que Durghall se había quedado con ese estúpido de Manfred. No podía evitar frotarme las manos, nervioso, mientras seguía al resto, cada vez más nervioso ante la llegada a la caverna.

El resto parecía ir un poco a su rollo, sin haberse parado a pensar en todo esto. Una risita tonto se me escapó de mi boca qué irónico sería lograr desbaratar los planes de ese legado para luego caer en manos de nuestros compañeros hacía referencia clara al hecho de que, en caso de que cayeran muertos, éstos se levantarían como caídos, y tendríamos que enfrentarnos a ellos. No me había pasado desapercibido el hecho de que se habían quedado con todo el equipo de los enanos, aunque ¿qué podía haber dicho? yo con la lanza tenía bastante, que para no saber usarla, me daba igual una cosa que la otra, y sin embargo, a ese grandullón quizás le viniera bien.

Aligerar peso ha dado agilidad a nuestros pies, pero hemos perdido resistencia. ¿Asi se sentirán esos alquimistas que van probando con los componentes? ¿quitando de aquí, poniendo de allí, para conseguir un equilibrio perfecto?

Miro mis cosas, comprobando que llevo todo lo necesario para nuestra tarea, antorchas, pico, pala, yesca, pedernal....

¿Qué se pensaban que íbamos a hacer? digo dejando las cosas y mirando al resto como decía mi padre, estamos cagaos y el agua lejos. No queremos ir oliendo a mierda mucho tiempo, cuanto antes nos lavemos, mejor ¿no?

Atardecer del 2° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 27)

Tomando un respiro en lo alto de las colinas, los héroes se detuvieron justo antes de tomar el sendero entre las altas rocas de aquella solitaria montaña. Allí, el silenció perpetuo solo acompañado por el rugir del viento les acompañó durante un momento mientras divisaban el horizonte, observando a lo lejos el gran valle e incluso podrían asegurar que quizá, allá a lo lejos podría verse el poblado de Koln, aunque realmente sus ojos les engañaban, ya estaban muy lejos.

El viento seso se de repente, y de la nada les llegaron murmullos, murmullos furiosos, como gritos lejanos en las montañas. Pero no venían de lo alto, eso pudo confirmárselo Girolamo a Wendell, quien, junto a él, había escuchado aquellas voces lejanas. – Orcos – masculló con seguridad Girolamo.

No podían verlos del todo, solo por momentos, al ser estorbados por la vegetación y las rocas. Pero más allá, bajo la colina, bajando el desfiladero, se encontraban los orcos, habían acampado y parecían descansar.

El defensor se detuvo rápidamente elevando su mano derecha con la palma abierta, dejando en claro a los presentes que les pedía que se mantuvieran quietos.

La única palabra del gnomo, evidentemente, coincidía con sus propios pensamientos por lo que lentamente se alejó de su posición mientras murmuraba - Si, también creo que son los orcos. Creo que nos nos vieron, deberíamos irnos rápido de aquí, antes de que puedan hacerlo -

- Vamos. - sentenció parco el norteño luego de algunos instantes de tensa vigilancia - Apuremos la marcha.

Por la premura que dejaba traslucir, el tono gutural y profundo del dornita sorprendió a sus camaradas. Pero más aún, les llamó especialmente la atención, porque ya todos habían comenzado a acostumbrarse al inmutable silencio de su compañero.

Pues, en verdad, Durghall se habían mantenido extrañamente distante desde la discusión que terminó por separar al grupo. O quizás desde antes, pensaban algunos. Desde el enfrentamiento con los enanos Caídos, tal vez. O, incluso, desde el preciso momento en que pusieran un pie en el siniestro bosquecillo de las fatas.

Como si algo en el extraño ambiente hubiera oscurecido su carácter, ensombreciendo su talente y volviéndolo más ausente y taciturno, si tal cosa era posible en alguien con la rústica impronta del bárbaro.

Ni siquiera la batalla contra los esbirros de la Sombra parecía haber sido suficiente para sacar al norteño de su ensimismamiento. Pues incluso ante la inminente presencia de la muerte, el guerrero había respondido con una parsimonia insoportable, y de manera casi apática, además, reaccionando solo en el último instante, y luego de demorarse peligrosamente antes de tomar alguna iniciativa.

En un principio, muchos de sus compañeros lo habían atribuido a la sorpresa por la emboscada. Pero a juzgar por su conducta posterior, estaba claro que debía de haber algo más atribulando el espíritu del resuelto dornita.

Por supuesto, tampoco se había pronunciado en favor de nadie durante la discusión. Ni para apoyar la posición de MANFRED, ni menos aún para defender a un visiblemente alterado HAMILL. Toda su actitud se había limitado a permanecer inmóvil y en silencio mientras el resto del grupo se alejaba, como si aquello fuera suficiente para hacer saber su voluntad más profunda.

Como fuera, tal parecía que la ominosa sombra que cubría su espíritu había comenzado por fin a despejarse. O quizás simplemente las circunstancias lo obligaban a tomar una posición más activa dentro del grupo.

Sin importar la respuesta, sus camaradas empezaron a respirar más aliviados...

- Esas criaturas tienen extrañas habilidades. Tal vez no puedan vernos, aquí arriba. Pero será mejor no arriesgarnos.

- Y... por cierto... - agregó en un tono bajo y casi ininteligible cuando pasó junto a MANFRED, casi como si prefiriera evitar aquella cuestión - ... ya no puedo ayudar a HAMILL. No por hoy, al menos.

- Simplemente... no funciona así...

Tras decir esto último, me acerqué un poco, más por instinto que porque pudiera oir algo, para intentar escucharlos

Esos están más preocupados de ver lo que van a comer y beber que lo que pueda haber a su alrededor. ¿El león se preocupa de lo que le rodea? no. ¿Por qué? porque no hay nadie que le tosa. Así son esos cabrones, y más yendo con un legado.

Tras esto, asenti a Wendell sigamos. Sabiendo que están ahí, podremos hacernos una idea de la ventaja que les sacamos, que todavía puede ser suficiente.

Jonad, o Arvin ¿podríamos dejar algún tipo de advertencia a Manfred y Durhill para que sean conscientes de esto? no sabemos cuanto tardarán en llegar hasta aquí, y quizás no les oigan, o quizás se hayan marchado. Si supieran que ahí estaban los orcos cuando hemos pasado nosotros, tal vez se puedan hacer una idea.

Al parecer el tiempo es muy sesgado para nosotros, si esos ya están aquí, quizás sea demasiado limitado el margen de acción que nos dan. Trato de afinar mis sentidos para percibir el entorno y escuchar, no sólo los orcos y el legado, también lo que nos rodea.

En cuanto a lo que dicen de avanzar, asiento con la cabeza, discretamente desde mi posición, agazapado, esperando que nadie nos detecte. Pero a la pregunta de Girolamo...

-Podría dejarles una nota escrita, pero dudo que sepan leerla... -al fin de cuentas el analfabetismo es lo que impera- pero ese cabrón de ahí abajo -digo en referencia al legado- seguro que sí sabe hacerlo. En vez de eso, me voy a disfrazar de legado, por si acaso nos detectan, improvisar un plan. Dejemos alguna marca, seguro que Jonad la detecta, y se alertan antes de que les descubran.

Tras mis palabras, abro el doble fondo oculto, de mi mochila y despliego mi disfraz de Legado, junto a al colgante falsificado a Izrador, que me coloco. Con algo del maquillaje natural, que me fabrico, de mis disfraces, trato de palidecer mi rostro para que no me recuerden como el sarcosano de la villa y me calo la capucha bien abajo, para evitar ser demasiado evidente. Espero que resulte si fuera necesario. Luego recojo mi ropa en la mochila y me dispongo a seguir al grupo.

-¡Vamos! Tener oportunidad seguir primeros en carrera esta. El mediano instó a darse prisa para aprovechar y seguir manteniendo la ventaja, ni siquiera aparto la vista del camino, por el que marchaba encabezando la marcha como era constumbre. Avanzaba pensativo ¿ Algo le preocupaba? Dificil saberlo por su semblante de felicidad.

-Mejor no parar a marcar. Aprovechar avanzar.  Camino no tener perdida.  Jonad respondió despreocupado, parecía no importarle ya lo que le ocurriera a su fugaz aprendiz.

Anochecer del 2° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 28)

El grupo decidió dejar atrás a los orcos y al legado, poco podrían hacer contra ellos. Más allá el camino que estos habrían de tomar se unía seguramente al camino bajo, justo donde el riachuelo que bajaba hasta Koln se juntaba con las laderas de las colinas. Intentar bloquearles el paso solo les retrasaría y a la par de complicado, podría causar que les descubrieran, por ello los héroes, apurados por su pequeño montaraz que les guiaba, continuaron su marcha sin detenerse más.

Cruzando el sendero entre las altas rocas de aquella montaña, el grupo salió del otro lado de las colinas, en una zona donde el camino se tornada cada vez más difuso y difícil de seguir, no obstante aquello no importaba, el inconfundible sonido creciente del agua les guiaba. Así, continuando su marcha por unos pocos minutos más, se encontraron con que el terreno iba descendiendo de forma abrupta, teniendo que apurar el paso para no resbalar debido a las rocas sueltas. Y aunque para aquel momento el camino alto ya no se distinguía, frente a ellos, justo en lo bajo de las colinas, se encontraba un sendero que venía desde el otro lado de las colinas, probablemente tratándose del camino bajo. Este mismo a su vez, más atrás, por donde habían dejado a los orcos, se unía al camino principal del pueblo que viajaba hacia la tierra de las fatas, y de cierto modo hacia las cavernas.

Allí, frente a ellos, el terreno volvía a cambiar abruptamente debido a la fuerte presencia de humedad en las cercanías. Las rocas habían quedado atrás, y delante de ellos la tierra empezaba a tornarse oscura y fría para luego empezar a mostrarse húmeda e incluso pastosa. La noche empezaba a acercase a medida que avanzaban, por lo que tendrían que explorar los alrededores y las cuevas probablemente en completa oscuridad. El suelo bajo sus pies se tornaba cada vez más blando conforme avanzaban, y a su vez, si sus ojos no les engañaban, el suelo parecía ondularse un poco suavemente por delante de sus pasos. Justo antes de que el suelo se convirtiera por completo en una ciénaga, con la textura de unas gachas, un puente de cuerdas y madera surgió entre la creciente oscuridad desde el tocón de un viejo y grande árbol solitario que se mostraba sumamente resistente. El puente se extendía más allá de donde la vista de todos alcazaba, salvo para el enano, quien afirmaba que debía tener más de 100 metros de extensión, alcanzando quizá los ciento cincuenta. Por tanto era muy probable que se hubiera puesto allí para cruzar la ciénaga y llegar hasta las cavernas de la lágrima caída.

Anochecer del 2° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 28)

El grupo decidió dejar atrás a los orcos y al legado, poco podrían hacer contra ellos. Más allá el camino que estos habrían de tomar se unía seguramente al camino bajo, justo donde el riachuelo que bajaba hasta Koln se juntaba con las laderas de las colinas. Intentar bloquearles el paso solo les retrasaría y a la par de complicado, podría causar que les descubrieran, por ello los héroes, apurados por el norteño quien había tomado ligeramente el liderazgo y cabeza del grupo, continuaron su marcha sin detenerse más.

Cruzando el sendero entre las altas rocas de aquella montaña, el grupo salió del otro lado de las colinas, en una zona donde el camino se tornada cada vez más difuso y difícil de seguir, no obstante aquello no importaba, el inconfundible sonido creciente del agua les guiaba. Así, continuando su marcha por unos pocos minutos más, se encontraron con que el terreno iba descendiendo de forma abrupta, teniendo que apurar el paso para no resbalar debido a las rocas sueltas. Y aunque para aquel momento el camino alto ya no se distinguía, frente a ellos, justo en lo bajo de las colinas, se encontraba un sendero que venía desde el otro lado de las colinas, probablemente tratándose del camino bajo. Este mismo a su vez, más atrás, por donde habían dejado a los orcos, se unía al camino principal del pueblo que viajaba hacia la tierra de las fatas, y de cierto modo hacia las cavernas.

Allí, frente a ellos, el terreno volvía a cambiar abruptamente debido a la fuerte presencia de humedad en las cercanías. Las rocas habían quedado atrás, y delante de ellos la tierra empezaba a tornarse oscura y fría para luego empezar a mostrarse húmeda e incluso tornarse pastosa. La noche empezaba a acercase a medida que avanzaban, por lo que tendrían que explorar los alrededores y las cuevas probablemente en completa oscuridad. El suelo bajo sus pies se tornaba cada vez más blando conforme avanzaban, y a su vez, si sus ojos no les engañaban, el suelo parecía ondularse un poco suavemente por delante de sus pasos. Justo antes de que el suelo se convirtiera por completo en una ciénaga, con la textura de unas gachas, un puente de cuerdas y madera surgió entre la creciente oscuridad desde el tocón de un viejo y grande árbol solitario que se mostraba sumamente resistente. El puente se extendía más allá de donde la vista de todos alcanzaba a tener claridad; no obstante debía tener más de 100 metros de extensión pues la madera generaba una sombra muy lejana. Por tanto era muy probable que se hubiera puesto allí para cruzar la ciénaga y llegar hasta las cavernas de la lágrima caída.

Manfred respiró el aire puro a la salida del túnel apagando la antorcha y posicionándola nuevamente en su mochila. Una vez que esta ya no estuviera caliente, pues esperó a que se enfriara el paño que prendía la madera mientras tanto la llevaba en su mano izquierda. 

Hacía viento tras pasar el túnel la ventisca golpeó en la cara de Manfred que lo tomó como un soplo de aire fresco, que le ayudó a despejar su mente de tan crueles sucesos que había visto. - La tierra había cambiado para mal, y todo aquello estaba ahora en las manos de un grupo de aventureros. 

Escuchó un murmullo que llegaba del viento más abajo cuando escuchó la palabra orcos de Durhall, y vio a Hamill asomarse, Manfred lo retuvo y le señaló atrás: - ¡Ya está bien!, le dijo entre susurro enfadado por mostrarse tan curioso: - Si nos ven la misión ha fracasado, así que interpuso su cuerpo contra el de Hamill para que este siguiera pegado a la ladera sin asomarse a las cornisas del camino. 

Ahora Hamill iba delante de Manfred y este iba a su espalda obligándolo a pegarse a la ladera con su cuerpo, detrás iba el muchacho, al cual Manfred señaló para que fuera pegado a la ladera sin asomarse. 

Había asentido a las sabias palabras de Durhall al decir de proseguir el sendero, también asintió cuando le dijo que necesitaba descansar para emplear el poder que tenía. - Así que solo les quedaba seguir con su tarea y terminarla antes de que llegara el legado con su séquito.

El camino fue silencioso después de dejar atrás al grupo de rezagados pues ninguno de nosotros tenía demasiadas ganas de hablar. La verdad es que no hay mucho que decir pues todos sabemos que Manfred está equivocado en su forma de ver la realidad y actuar pues está dispuesto a sacrificarlo todo con tal de mantener sus estándares morales. No entiende que en un mundo cruel como este hay que hacer sacrificios constantemente si se desea obtener alguna victoria significativa contra la Sombra.

"Un niño y un joven idiota no son una victoria significativa si se sacrifica un pueblo entero y a nosotros mismos a cambio."

Así que, teniendo todos un acuerdo tácito de no hablar del tema, solo roto por Girolamo que parece tener dificultades para guardar silencio, avanzamos rápidamente por el camino rápido, el camino alto.

Después de unos minutos, escuchamos lo que parecen ser los orcos. No estamos lo suficientemente cerca como para escucharles, por lo que lo mejor que podemos hacer es irnos rápidamente. Lo único que debemos saber de ellos es que están lejos de las cuevas y podemos llegar antes. Con eso es suficiente para mí.

Arvin comienza a disfrazarse de Legado, probablemente por si nos atrapan, pero pienso que es algo sumamente inútil e incluso, contraprovechoso. Susurro mi opinión aunque nadie me haya preguntado:

 - "Mucho tiempo gastar en so. Ademas, si resistencia ve como Legado, matará-nos o huirá antes de hablar."

Pero Arvin tiene derecho a hacer lo que quiere, por lo que no me meto en su decisión. La idea es movernos luego pues tenemos mucha ventaja.

Dejando atrás los murmullos de los orcos, continuamos avanzando hasta que nos encontramos con una ciénaga inmunda. Entonces vemos un puente que se extiende lejos y me imagino que es la mejor forma de cruzar aquel suelo. Miro la ciénaga, intentando dilucidar algo de ella, pero no pierdo más tiempo y comienzo a cruzar el puente sin demora alguna.

Al llegar delante del puente y notar como caía la noche, Wendell rebuscó en su mochila y extrajo una linterna sorda, junto con un vial de aceite - Supongo que estamos lo suficientemente lejos como para que los orcos no vean la luz - comentó, bastante seguro de sus palabras, antes de prepararse para encenderla - Si hay alguien por aquí, espero que sean los rebeldes. Y si es así mejor no llegar en las sombras. Nos pueden confundir con enemigos - agregó ya no tan convencido.

- Caminar a oscuras no es seguro - completó - Y si debemos buscar esa mercadería dentro de las cuevas, está claro que lo mejor es ser capaces de ver por donde nos movemos -

EL terreno montañoso acabó para dar comienzo a un nuevo tipo de terreno, uno pantanoso. Con cada pisada había un pequeño ruido de succión que hacía un tanto desagradable el paseito, pero tampoco teníamos muchas opciones.

Esto me trae sucios y agradables recuerdos comento sonriendo ese ruido como de succión niego con la cabeza sin dejar de reir haciendo, con los dedos de uña mano un pequeño aro y, con el dedo índice de la otra lo metí y saqué a la vez que subía y bajaba los pies provocando ese ruido de succión. ¿Eh? ¿Eh? Jajajjaja. 

Tras ese momento, y pasada la atracción inicial, llegamos a ese puente, largo de cojones Wendell, creo que estamos a suficiente altura y en otro plano digo poniendo una mano paralela al suelo, y luego otra mucho más arriba para que los,oreos no se puedan ver. Pensad que ese Legado tendrá que usar luz también ¿no?. Y aunque no lo usara, nosotros si que la necesitamos, o nos mataremos antes de llegar.

Sera mejor que vaya primero Wendell con la linterna para señalarnos el camino, no vaya a haber algún trozo roto, o Ulfrin, pero si vamos detrás con las La Luz, quizás vea incluso menos que nosotros.

El hosco norteño continuó encabezando la marcha, adelantándose a veces para escudriñar el terreno que tenían por delante, y tratando siempre de imprimirle a su paso toda la urgencia que le permitiera el diezmado grupo. Por supuesto, no pretendía alcanzar al resto. Pero al menos procuraba no quedarse demasiado rezagado. Y evitar algunas sorpresas.

Sin embargo, en tales circunstancias el avance se volvía muy dificultoso. Y por ello, DURGHALL retrocedía cada tanto para ayudar al resto de sus camaradas, sobre todo al herido HAMILL, cuyo paso se hacía más errático por momentos, calzándose al joven sobre el hombro para evitarle el mayor esfuerzo posible.

Cuando volvieron a encontrarse con el sendero que corría por la parte baja de las colinas, el norteño incitó a todos a que trataran de evitarlo, avanzando todo lo posible por sus inmediaciones, pero sin internarse demasiado en él. Otra vez, aquello resultó mucho más sencillo de proponer que de llevar a cabo. Pero DURGAHALL volvió a servir de apoyo a sus camaradas cuando el avance se volvía dificultoso.

Si aquel era el mismo camino por el que llegarían en algún momento los orcos, era mejor ocultar su presencia cuanto les fuera posible. Pues si esas bestias detectaban los rastros demasiado recientes, seguramente crecería su desconfianza, y se avocarían con mayor dedicación a la tarea que tenían entre manos.

De todos modos, en cierto punto el camino se volvía prácticamente intransitable, pues casi se había convertido en una ciénaga. Y allí no le quedó más remedio al norteño que intentar ocultar el paso del grupo lo mejor que pudo, borrando huellas y tratando de confundir como fuese los signos de su paso por allí.

Al llegar al vacilante puente colgante, DURGHALL se detuvo unos instantes a escrutar las inmediaciones, con su normalmente inalterable rostro surcado por una mueca de preocupación.

- Buen lugar para una emboscada...

El cambio en el terreno suposo que el pequeño montaraz relentizara su paso. Hipnotizado por el sonido del agua cual canto de sirena, lo unico que lo saco de su ensimismamiento fueron las risas del gnomo.
Jonad tardo en coger la broma, pero luego rio junto a sus compañeros mientras imitaba a Girolamo para reproducir el sonido.

Una vez volvió a centrarse en el camino el mediano pregunto. - ¿Poder usar puente para retrasar orcos? El montaraz no sabía de puentes, pero quiza algun otro si.

El camino ha sido largo, o así se me hace, y el puente de la ciénaga resulta casi que invite a la desgracia. Me pregunto si bajo al ciénaga podrían haber Caídos esperando. La mera idea me horroriza.

-Chicos, yo puedo ver como nadie en la oscuridad. Desde hace tiempo que me muevo en la oscuridad más absoluta y estoy convencido de que si evitamos crear luces y sombras llamaremos menos la atención. Pero recordad, que los orcos son seres nocturnos y tampoco la necesitarán... es probable que el legado tenga sus propias triquiñuelas al respecto.

Pese al humor que tratan de transmitirse Girolamo y Jonad, mantengo mi semblante serio. Tengo que ir delante, debo ser yo. Quizás hayan rebeldes, pero quiero pensar que tendrán la inteligencia de dudar si me ven de legado, al ir en compañia de un enano, por lo menos hasta que puedan dilucidar si soy amigo o enemigo.

-Dejadme ir delante, trataré de verificar que todo va bien.

- Espero que tengas razón - comenta el defensor que mantiene la lampara apagada, pero sin guardarla, todavía, en su mochila - De cualquier manera el resto de nosotros si necesitará luz cuando lleguemos a las cuevas - se explica, guardando el vial de aceite en la bolsa que rodea su cintura, para tenerla más cerca y empuñando la lampara apagada y vacía en una de sus manos.