Partida Rol por web

La Tierra. Hogar de miles de millones de seres humanos. Un pequeño planeta situado en la tercera órbita de un sistema que gira alrededor de una pequeña estrella, el Sol. Un sistema que alberga siete planetas más, de los cuales, cuatro son más grandes que la Tierra, y que se encuentra en un extremo de un brazo compuesto por astros que pertenecen a una pequeña galaxia, la cual aloja entre doscientos mil y cuatrocientos mil millones de estrellas; la Vía Láctea:

Ésta a su vez, forma parte de un lado exterior de un cúmulo de galaxias conocido como el Grupo Local. Éste cúmulo está formado por otras cincuenta galaxias como la Vía Láctea, con un tamaño total de diez millones de años luz. El Grupo Local se encuentra en el interior del Supercúmulo de Virgo, de un centenar de millones de años luz:

Laniakea. Un supercúmulo en el que se alojan cuatro supercúmulos más pequeños, y entre los cuales se encuentra el de Virgo. Se compone de cien mil galaxias, se trata de uno de los seis millones de supercúmulos que pueden existir en nuestro universo detectable y posee un tamaño aproximado de quinientos veinte millones de años luz. Además de una extraordinaria belleza:

Laniakea podría ser un cuatro por ciento del total del universo observable, y éste, a su vez, es sólo una pequeña parte del universo total.

¿Un hecho aislado ocurrido en un pequeño planeta, que pertenece a una pequeña galaxia de un pequeño cúmulo, que forma parte de un pequeño supercúmulo, podría ser de importancia para el vasto universo? Quizás, y sólo quizás, si se tratara de un hecho que no hubiera ocurrido nunca antes en ningún otro lugar, en ningún otro minúsculo planeta del universo...

Amanece en Whitehorse. Es una fria y bella mañana dominical de principios de otoño, en el tercer año en que el cambio climático produce nevadas prematuras en el Territorio del Yucón.

La luz del sol, aún débil, entra por la ventana del cuarto de Joss inundándola de un color anaranjado e iluminando el rostro del chico, que se despierta de forma natural. Al abrir sus ojos somnolientos, Joss ve su habitación por enésima vez. A si izquierda, cerca de la cama, la ventana. En la pared a su derecha se encuentra el armario, y al lado de éste la puerta de acceso a la estancia. A sus pies, frente a la cama, su ordenador portátil descansa sobre el abarrotado escritorio. Junto al escritorio está la silla en la que tantos ratos se sienta para "perfeccionar" sus fotos y, a veces, estudiar. Su mochila lista para mañana, el primer día de colegio, en el respaldo de la silla, en el que también está colgada su preciada cámara de fotos. Una Nikon de segunda mano que le regaló su madre el otoño pasado en un día como hoy: Su cumpleaños. 

A Joss le encantó el detalle, aunque perdió cierta magia cuando, ayudando a Rossette con el motel, se topó con un e-mail de Ebay en el ordenador de la recepción, que especificaba la transacción de la cámara y el barato precio de la misma. El niño no es como los de su entorno. Su inocencia es casi inexitente, en parte debido a una madre humana y natural, que muestra con frecuencia los defectos inherentes a una empresaria viuda con un hijo adoptivo, y que vive al día no con poco esfuerzo.

Mientras Joss aún se encuentra en la cama, una voz llega desde detrás de la puerta. En algunas ocasiones, las madres tienen un sexto sentido para saber cuándo su hijo acaba de despertarse, aunque la madre sea adoptiva.

-¡Joseeph!, levanta cariño, ¿sabes qué día es hoy, verdad? He preparado donuts y además, alguien ha venido a verte... -Dice con una musicalidad cariñosa. Después se oyen las pisadas de sus pies calzados con calcetines, alejarse  por el suelo de madera y descender las escaleras hasta el piso inferior.

Es el mismo suelo que se encuentra en todo el motel, en el cual Rossette y Joss residen, en un edificio a parte del resto de habitaciones y compartido por la pequeña recepción.

- Voooooy...- dije somnoliento ante la voz de mi madre.

Estaba haciéndome el remolón mas de la cuenta, eso era cierto. Pero al ser mi cumpleaños, creía que me lo podía permitir. Intentar no ir al colegio con la excusa de que era mi cumpleaños era la idea. Bendita inocencia la de un niño. Pero igualmente sabía que si no bajaba, me perdería la bollería y ganaría una regañina. Rossette no era de las que repetía las cosas mas de dos veces.

Estiré el cuello lo suficiente para sacar mi nariz del embozo de la sábana y olfatear el aire. Era fresco. Temblé inconscientemente mientras un escalofrío recorría mi espalda.

-Hoy debería ser día nacional! O Fiesta. El día de Joss!- Pensé con una sonrisa mientras me incorporaba en la cama. La luz de la mañana, me hacía achinar un poco los ojos pero poco a poco me acostumbraba a esa luminosidad. Recordé en ese momento lo que dijo mi madre. ¿Que alguien había venido a verme? ¿A estas horas?

Me puse las zapatillas y recogí la cámara intrigado. Mi pequeño tesoro personal. A lo mejor podía ver a algún inclino salir con el pelo revuelto. Siempre era divertido hacer una foto de alguien bostezando o con cara de sueño. Cerré la puerta de mi cuarto y bajé corriendo por las escaleras, persiguiendo como en los dibujos animados el aroma del desayuno.

-Yummm...donuts- se me escapó por lo bajo mientras esquivaba a algún despistado cliente por el pasillo.

Al bajar las escaleras, Joss esquiva a un despistado cliente que se había adentrado en la zona que ya era vivienda del joven. Al verlo, extrañado, el hombre volvió a la recepción para esperar a ser atendido.

Cuando el niño llega a la cocina, donde también hay una mesa donde ambos comen a veces, puede oler los donuts recién hechos con mayor intensidad. Su madre, que está de espaldas mirando hacia la encimera, se gira con un plato en las manos.

-¡Buenos díaaas grandullóon, Muchas felicidades!. -Dice con una sonrisa al ver a su hijo adoptivo. -Venga, siéntate, en un momento vengo que creo que ha entrado un cliente. -Deja el plato con los donuts rellenos de sirope de arce sobre la mesa, en la que ya había dos tazones de leche con cacao preparadas. Un manjar para el paladar de Joss. 

La mujer se quita el delantal a prisa y se dispone a salir de la cocina, en dirección al hall de la casa, que hace las veces de recepción, con una pequeña mesa como mostrador. -¡Ya vooy!, ¡Buenos días, dígame! -Se oye a la mujer desde lejos.

Cuando se aleja su madre, y antes de que comience a dar cuenta del delicioso desayuno, el niño oye ruidos extraños que parecen venir del cuarto de baño, junto a la cocina. Como si alguien o algo golpeara una caja de cartón repetidas veces...

Sonreí abiertamente con los ojos como platos al ver el desayuno.

- Gracias, Mamá!- Dije sonriente- Yummmm... tengo hambre hoy. Como soy mayor seguro que el estómago también y tengo que comer mucho.- Dije de broma algo...inocente.

Era evidente que no era tan tonto. No por hacerme mayor iba a crecerme de golpe el estómago. Eso solo se lo creían los niños bebés! Pero a veces me gustaba hacerme el despistado para que Rossette sonriera y creyera que aun era la madre que todo niño pequeño necesita. Sentirse útil, vamos. Aunque no fuera su hijo de verdad.

Me senté en la mesa y empecé a destapar el sirope de arce. Posiblemente mi dulce preferido. Creo que podría subsistir a base de sirope de arce "Maple Joe" toda la vida. Pero según caían las gotas del semi ambarino líquido sobre el donuts, creí oir un ruido en el baño. Paré un segundo y volví allí la cabeza.

- ¿Otra vez las cañerías?- Me pregunté extrañado.- Bah! - Y seguí a lo mío.

Pero otra vez elruido me hizo parar y que se me erizara el pelo de la nuca. Dejé la botella de Joe en la mesa y me levanté para ver que había en el bañio. No podían ser las tuberías. ¿Una rata en el desague? No sería la primera vez... pero sonaba a cartón.

¿Un mapache? ¡Mierda Frita! Ahora si tenía miedo. ¿Y si uso mi poder? Lo mismo si cree que soy mamá se va...

Al entrar en el baño, de pie en el marco de la puerta, Joss lanza sus ondas cerebrales para que el ser que estuviera en ese lugar pensara que era su madre. Alguien que sabía imitar a la perfección. Delante de él, al lado del lavabo se encuentra una caja de cartón tambaleante y un gemido sale de ella. Dentro hay un animal que intenta salir. 

En ese momento, como oliendo al muchacho, el animal pone más ahínco y asoma su hocico entre las tapas del cartón, que no le son nada cómodas. 

Un cachorro de husky asoma su cabeza con dificultad y gime, mirando a los ojos de la señora que tiene delante, con sus tristes ojos, uno marrón y el otro de un azul claro glaciar, intentando salir de la caja y no pudiendo por tener la cabeza atrapada entre las tapas. 

En ese instante, Joss oye un golpe detrás, cerca del hall. Algo que cae el suelo, tal vez un móvil. Por el susto y el tiempo que lleva "convertido", la ilusión se desvanece, y oye a su madre suspirar y caer sentada en un sillón. 

-¿Ves como te digo que no puedo más?, si supieras lo que acabo de ver... Necesito vacaciones. -Dice a Joss desde el salón. 

Mis ojos se abre nuevamente como platos.

-Un chachorrito!!- Digo sin poder salir de mi asombro.

No se si ese perrito me ve como soy o si ve a mi madre, pero su húmedo hocico me busca para acercarse, pidiendo ayuda, para que lo saque de la caja. ¿Como no voy a sacarlo? Mis manos se acercaron a las solapas de la caja para liberarlo de su prisión para después acariciarlo.

Es suave, muy suave y su hocico no para de olisquearme y darme lametones. Solo puedo sonreir y reirme  hasta que mi madre dice algo desde el otro lado.

MI poder se desvanece. Me falta la concentración que mi nuevo amigo me da. Pero no me importa. Así que lo cojo en brazo y me acerco corriendo a ver a mi madre, con la cara como un tonto cuando se lo muestro.

-Spike! Lo voy a llamar Spike!- Digo antes de que comience a contarme nada. -¿Es mio?¿Podemos quedárnoslo? Oh, perdona. ¿Que has visto mama?

-Nada, hijo, no te preocupes. Es todo por el estrés. No te voy a fastidiar con mis locuras en el día de tu cumpleaños. Aunque creo que voy a tener que ir al psiquiatra, ésto ha sido la gota que colma el vaso. -Dice Rossette sentada en el sillón, visiblemente afectada. El muchacho puede llegar a la conclusión de que su madre se ha visto a sí misma de espaldas cuando Joss utilizó su habilidad especial.

Cuando ella ve que el regalo le ha encantado, se alegra instantáneamente. 

-¡Claro que podemos quedárnoslo, es tu regalo de cumpleaños!. Lo has visto antes de que haya podido dártelo yo, en fin. -Da un profundo suspiro, se levanta y se acerca a Joss y a su nuevo amigo y comienza a acariciarlo. -Spike, me gusta. Te ha cogido cariño enseguida. -Sonríe mientras lo acaricia. -¡Hola Spike, siento haberte encerrado, pero eras una sorpresa! 

Su madre no le dice de donde ha sacado al animal, pero está claro que no ha sido una compra. El perrito es un cachorro de algunos meses, bastante crecido como para que lo vendan en una tienda. Aunque parece pura raza husky siberiano. 

-Bueno, ahora sí, vamos a desayunar como una familia normal. Lávate las manos antes de tocar los donuts, ¿de acuerdo? -Habla mientras se dirige a la cocina, suspirando y rascándose la cabeza bajo el pelo. -Así me cuentas qué quieres hacer hoy. Te dejo el día libre, ya que mañana empiezas el colegio.

Cuando se sientan en la pequeña mesa de la cocina de nuevo, -Yo no voy a poder acompañarte, lo siento, mi vida. Ya sabes que estamos en plena temporada del alce y no dejamos de recibir cazadores. Aunque ésta noche me puedo escapar si quieres comer una hamburguesa o un helado. -La mujer se sirve un poco de sirope de arce. 

Del 25 de septiembre al 25 de octubre, discurre la temporada de caza del alce salvaje. Normalmente, los cazadores de todo el mundo visitan la Columbia Británica para tal menester, pero últimamente, los que desean más aventura y menos aglomeraciones, prefieren el Yukón. Whitehorse es un punto clave, y el motel de Rossette es un lugar barato y limpio en el que alojarse por unos días. 

Spike se encuentra en el suelo, a los pies de Joss, con el morro levantado, mirando al niño con sus ojos heterocromáticos y aullando levemente. 

- C-claro, mamá. Será por el estrés.- Digo de forma algo alentadora.

Casi es como una disculpa. No debería pero lo es. No me gustan los secretos, ni mentir, pero... salvo una persona, y por error, nadie debe saber de mi habilidad. Había visto demasiadas películas de serie B para saber que ello significaría que me llevaran a algún sitio, médicos, agujas...Arg! Me sentía como un alien o algo así.

Spike empezaba a jugar con los cordones de mis zapatillas y me hacía cosquillas. Puede que fuera por eso. O puede que fuera por que mi madre me diera carta blanca para hacer lo que quisiera ese día. No me hice de rogar. Sabía que estaba mal , pero.. a quién le dan el día libre!

- Tranquila, mama. Iré a jugar con Spike un rato. Puede que incluso vaya a llamar a Will para que vea mi regalo!- Dije emocionado mientras me tiraba en brazos de mi madre y la daba un abrazo de esos que dejan sin respiración. - Gracias mamá. No tardaré mucho. Luego te ayudo con las cosas de aquí.

Poco tiempo después estaba en mi cuarto, para abrigarte todo lo que podía y salir corriendo escalera abajo seguido de Spike.

El travieso Joss, en su cuarto, se abriga rápidamente con su grueso abrigo. Hoy está nevado, así que también se coloca sus guantes a cuadros y su gorro a juego mientras Spike ladra a su lado, moviendo la cola. Sale de su habitación, y entonces recuerda que había olvidado la cámara. Vuelve a entrar de nuevo, la coge rápidamente y después sale despedido golpeando los pies con sus botas sobre las escaleras de madera al bajar corriendo, haciendo un tremendo ruido que sabe que a su madre le molesta. Le diría que ya está bajando como si fuera un caballo. Pero hoy no le dirá nada, es su cumpleaños. 

Llega hasta la puerta de salida, acompañado de su pequeño amigo, que está visiblemente nervioso por la emoción de salir a la calle. Abre la puerta y el aire fresco golpea su rostro. A pesar de que el suelo se encuentra cubierto con algo de nieve, el sol brilla en ésta mañana de domingo.

El chico sale del edifico, atraviesa el recinto del motel, donde varias camionetas y todoterrenos se encuentran aparcados, en dirección a la garita con barrera para automóviles que servía de salida y entrada, y que se rompió hace años, tal vez a sus anteriores dueños, y su madre mantiene siempre abierta. Total, tampoco es necesaria. Aún así, se ha convertido en una especie de seña de identidad del Westmark Inn. 

Al salir, se encuentra con un hombre, con atuendo de cazador y un sombrero, que está preparando su camioneta para ir de caza. Joss pasa a su lado y se da cuenta de que lo conoce, es un asiduo estadounidense que viene cada año en la época del alce. De unos cincuenta años, alto, de complexión normal, pero con barriga. Pelo canoso, un poco largo y descuidado, y la típica barba de patillas anchas que se juntan con el bigote, también canosa y descuidada. 

El hombre se gira al ver pasar a su lado a Joss. -¡Eh, muchacho!, ¿cómo te va?, bonito husky, chico. ¿Es tuyo?, uno de esos me vendría bien ahí arriba. 

Estaba mas que contento.

Estaba eufórico. Tan rápido salí a la calle con mi nuevo amigo que apenas me puse la bufando correctamente. Me costó varios intentos el no ahogarme entre la correa del perro y mi propia bufanda.

Y alguien me llama la atención. Ese cazador. No me olía muy bien. No me gustaba que cazaran a los animales. Si, entendía que las zariguellas eran un plaga y tal. ¿Pero los Alces? Si fueran para comer... Ademas siempre había los típicos que se dedicaban a la caza ilegal, y ese hombre... pese que me sonaba de otros años, no me daba buena espina.

- ¿Spike?- Pregunté recogiendo al cachorrito entre mis brazos, como si quisiera protegerlo.- Es muy pequeño. Además, no quiero que cace nada.- Lancé una mirada al perrito.- Además, es  un perro para tirar del trineo, no creo que sea bueno siguiendo nada.

El hombre, que no quería dar mala impresión, ni enemistarse con su anfitriona durante las temporadas del alce, la señora Williams, se disculpa. 

-Oh, vamos, no te enfades, era broma, muchacho. Revuelve el pelo a Joss mientras sujeta el enorme rifle de mira telescópica con la otra mano. Después se gira y lo coloca en la camioneta. Mientras habla, sale vaho de su boca en ésta fresca mañana otoñal, y sus mejillas están sonrojadas. Tiene un marcado acento sureño, debe de recorrer muchos kilómetros para cazar aquí. 

-¿Vas a alguna parte? Puedo llevarte si quieres. Ahora mismo iba a salir de la ciudad, así que cualquier camino me va bien. -El americano sonríe, mostrando algunos dientes amarillos y pone los brazos en jarra. Después se acerca a la puerta del copiloto, que es la más cercana a donde se encuentran ambos y la abre con un chirrido metálico. Del interior del vehículo sale música country. Joss la ha oído alguna vez en la tele. El muchacho también puede ver algún que otro envoltorio de chocolatina tirado en el interior o sobre el salpicadero polvoriento. 

-Sube y te llevo como disculpa, ¿qué me dices? -Dice el hombre de nuevo sin borrar su sonrisa bajo el bigotón canoso.

Desconfío de ese hombre.

Mucho. Por eso cuando ese hombre alza la mano para tocarme el pelo, me parto gruñendo un poco. El ceño fruncido en mi mente indica que no me gusta que me toquen el pelo. Y menos un desconocido.

- Lo siento señor. Pero... he quedado con una amigo.- Mentí.- Me esta esperando. Está aquí al lado así que...- Miré el interior del vehículo con desconfianza. Mi madre siempre me había dicho que nada de subir a coches de extraños, y ese hombre me parecía muy extraño.

Si, le había visto en algunas ocasiones, sobre todo en la temporada de caza. Pero aun así, no me gustaba, y seguía siendo un extraño.

- Además, Spike aun tiene que hacer pis y caca. - Arrugué la nariz como si también eso me diera asco.- Seguro que se lo pone todo perdido. Pero...gracias.- Sonrei de forma cordialmente falsa y me giré para darme la vuelta.

Casi me rio por dentro por la mentira. Pero sobre todo por la ...caca. Sería la primera vez que decía una palabrota, e mi beneficio y mi madre no me regañara por ello. Además, lo había dicho bien. Caca.

El hombre se levanta el gorro con una mano y se rasca el enmarañado y canoso cabello. 

-Bueno, está bien, chico. Cuídate y saluda a Rossette. -Cierra la puerta del copiloto con el mismo quejido metálico de antes y se dirige pesadamente hacia el lado del conductor. El niño observa que cómo es posible que alguien, aparentemente, tan torpe, pueda moverse con soltura en el bosque y cazar alces. Seguro que se queda quieto en un lugar con su rifle. Así cualquiera...

Arranca el vehículo, que hace un ruido más ronco del que debería y se aleja expulsando humo gris. 

De repente, Spike se queda quieto mirando hacia la cera de enfrente. -Wau, wau!!. 

Ladra, se pone en tensión y sale disparado, cruzando la calle hacia el otro lado. Parace que lo hace en dirección a un estrecho callejón que termina en la parte trasera de los edificios de enfrente. Joss conoce esa zona y sabe que, como mínimo, el animal terminará lleno de barro. También, en esas traseras, vive Kate, una guapísima y taciturna niña de pelo largo y pelirrojo, cuyo padre borracho suele pegarle bastante fuerte, según le contó Will. Ese hombre es violento y desagradable. Ha estado encerrado en la cárcel en alguna ocasión, según dijo Will, que lo había oído a sus padres. 

Un par de vehículos circulan por la calle justo en el momento en que Spike corre hacia el otro lado. No lo han atropellado por pura suerte. Joss pierde de vista a su nuevo amigo y ojalá no haya acabado en el callejón, o peor, en la casa de Kate. 

-Spike, no!!- Grité desesperado al ver como corría en aquella dirección.

El corazón me dio un vuelco cuando los coches estuvieran a punto de atropellarlo, pero llegó hasta aquel callejón sano y salvo ¿ Que le habría hecho llegar hasta allí?

Crucé la calle, con cuidado de que no me pillara un coche, para adentrarme en aquel callejón. No me gustaba nada. Sabía donde llevaba, y aunque ciertamente la zona era la de la casa de Kate, sabía que su padre tenía muy malas pulgas. Tanto que hasta me parecía que no le gustaban los animales.

- Spike! Ven aquí ahora mismo!- dije seriamente, como si el cachorrito me fuera a hacer caso.- Es peligroso como te vea.. - no sabia cómo pero estaba seguro que me iba a meter en algún lio.

Y además apestaba ese sitio. ¿Habría visto un gato o una zariguella?

El niño se adentra en el callejón hasta llegar a una intersección con otro callejón más ancho y perpendicular. Es la calle donde se encuentra la casa de la pelirroja y taciturna Kate, además de otras casas adosadas.

Pueden oírse los ladridos de Spike en el lado izquierdo. Si Joss mira hacia allá, verá, tres casas más allá, la de Kate y su padre. No podrá ver al cachorro, pero sus ladridos indican que está por esa zona. Joss ha visto zarigüeyas rebuscando en la basura en otras ocasiones. Bajan del bosque en busca de comida fácil y carroña, pero normalmente vienen de noche. Puede que alguna haya aguantado hasta el amanecer, quién sabe.

Las casas de ésta zona tienen callejones estrechos en un lateral, los cuales llevan hacia sus partes traseras, donde se encuentran sus jardines. En los cuales suele haber chatarra y desperdicios, ya que muchas de éstas casas están abandonadas.

Mientras el muchacho avanza hacia los ladridos, se oye al animal ladrar con más intensidad, hasta que, de repente, un quejido y característico llanto animal y después silencio... Todo ha sido cerca del estrecho callejón de tierra que pertenece a la casa de Kate, con casi total seguridad.

Si Joseph decide avanzar más hasta el origen del llanto de su cachorro, cuando se encuentre frente a la casa de Kate, la cual ha visto de lejos en otras ocasiones, nunca tan cerca, podrá ver en el jardín delantero: El suelo cubierto de malas hierbas sin cortar, un par de sofás viejos manchados y raídos, húmedos por las nevadas y desgastados por el sol, una barbacoa metálica con una pata rota y cubierta totalmente de óxido, los restos de lo que podría ser una pérgola, una moto sin ruedas y un coche grande y viejo.

La fachada, de madera, se encuentra deteriorada y manchada por la intemperie. Algunas tejas están descoloridas, o directamente son distintas a las demás, y hay una zona del tejado cubierta con un plástico azul oscuro.

A la derecha de donde Joss se encuentra, junto a la vivienda, se adentra el estrecho sendero que va hacia el jardín trasero de la casa, donde se ven algunos restos de más cosas viejas. También ve a un hombre, de espaldas, con el pelo largo y descuidado, con un abrigo grueso de leñador con gorro, que anda hacia la parte trasera refunfuñando y parece que lleva algo entre las manos.

En ese momento, debajo de uno de los viejos sofás del jardín delantero, una sombra pequeña cruza a toda prisa y salta la pequeña valla para adentrarse en el jardín vecino. Joss ve en el último momento que es un gato.

- Spike, Spike- Grito desconsolado mientras me adentro entre los callejones

Empezaba a estar realmente asustado. No solo porque oía como mi nuevo amigo ladraba sin parar, como si algo pasara. Sino porque, a pesar de que era de mañana, entre las casa, la luz no era demasiado buena. De esta manera, el callejón estaba oscuro, frio y con escarcha aún por los rincones debido a la falta de sol.

- Vamos, ven!!- La casa de Kate estaba ahí mismo, y pese que ver a la chica sería como ver un ángel de rubios cabellos, también temía que su malhumorado padre estuviera por allí, cerca.

Lo que vi, en cambio fue a un vagabundo. Intenté ir en silencio, como si fuera el juego del escondite y mi misión fuera que no me pillara el monstruo andrajoso. Pero un gato me asustó al cruzarse de golpe. En ese preciso instante, de forma inconsciente, mi poder se activó de forma defensiva.

Si alguien me veía, mi aspecto y voz serían como los de la última persona con la que me había cruzado: El cazador del la camioneta destartalada.

- ¿Spike?!- Pregunté con esa voz grave que recordaba puso ese hombre.

En ese momento, el hombre de la cazadora de leñador que se encuentra en el sendero de la casa de Kate, se gira cuando oye esa voz grave. 

Se queda mirando a lo que parece el cazador de patilla-bigote canosa, con un gesto de querer intentar conocerlo. Lleva entre sus manos al pobre Spike, que lucha por respirar. Al haberse girado el hombre, el perro se agita, intentando escapar, ya que huele a Joss. Es el padre de Kate, el expresidiario. Tiene que serlo. 

-¿...Otis, Eres tú? -Pregunta el presunto padre de Kate a Joss convertido en cazador. -Cuánto tiempo, amigo. ¿Has vuelto para el alce?. -Continúa, entrecerrando los ojos, no estando seguro del todo de que tiene delante, a unos metros, a Otis. Al cual, habrá conocido, seguramente en algún bar. 

-¿Quién es Spike, éste chucho?. -El animal forcejea y se queja, intentando soltarse de las manos del hombre. 

Joss se da cuenta de que su "habilidad" dura más de la cuenta, y además ha podido hablar. Pero si intenta moverse, tal vez desaparezca. Un dolor de cabeza comienza a inundar al niño, y un pitido empieza, primero suavemente, y ganando intensidad, en sus oídos. 

Algo duele.

Dentro de mi cabeza algo empieza a doler mas de la cuenta. Llevo instintivamente una de mis manos a la oreja y al retirarla veo una gota sangre en ellas. Me asusto un poco mas. Miró al padre de Kate con los dientes apretados.

- Suelta al perro. Es mio. - Me doy cuenta de "quien" soy ahora. Pero no durará. Pese que la voz sale de mi garganta se oye de otra manera. Grave, como la de ese hombre. - Sueltalo!- Digo un poco mas alto.

No se si podré resistir más, pero... tengo que quedarme quieto. Demasiado es que ahora pueda hablar y no solo "ser" cualquier persona. La sombras de las casa en el callejón me protegen, me ayudan en la ilusión pero mi dolor de cabeza aumenta.

 SI ese tio me ve como Joss, no solo Spike estará en peligro asi que digo algo para que todo sea mas rápido.

- Kate esta ahí fuera con un chico. La he visto besándose con él. ¿No vas a hacer nada?- Auch! Duele! Y mas por la pobre Kate. Lo siento, Kate...

 La voy a tener que invitar a un par de batigos de los grandes gratis como compensación.