Partida Rol por web

Intento quedarme bien con al cara del que compra el libro anterior. Le observo fijamente durante unos instantes, antes de volver la vista a la subasta. Observo la... ¿obra de arte? En serio, nunca comprenderé ese arte. No hay nada más agradable que correr por la pradera junto a los animales salvajes, o montar en moto hasta la proximidad del amanecer. Esto del arte es algo que... ni me va ni me viene.

Miro al gallego. Espero que no sea tan tonto de comprarlo, al menos no me lo ha parecido. Aunque a saber si en los trazos se esconde algun mapa o algo así... no, no creo. Esperemos que no haga una tontería.

La verdad, espero que haya algo más interesante, porque estos dos primeros objetos... psche....

Al parecer, Javi, muy satisfecho consigo mismo tras la compra, pues en su rostro hay una sonrisa burlona. Se le ve relajadísimo, y respecto a la segunda obra, apenas le presta atención, mientras se acomoda en el sillón, y tras poner la mano en uno de sus bolsillos se lleva caramelos a la boca. De vez en cuando susurra algo al oído de los que tiene al lado.

-Perfecto, ya tenemos lo que queríamos, ahora chicos simplemente toca relajarse, y coger el premio, cuando esto acabe. Por si acaso, no perdamos de vista el libro, ni a los malditos.

Mientras me llevo otro caramelo a la boca, no dejo de pensar en que hemos dado un paso importante para la causa Luciferina. Aún pienso en el niño y la puñalada. Tengo que encontrar dónde encaja esa parte, pero por lo que a nosotros respecta, el libro era importante y nos lo quedaremos.

-En cuanto recoja el libro, me teleportaré hasta mi casa, acudid allí y lo revisaremos. No quiero dar la oportunidad a nadie de intentar robarlo.

Todavía no había nada que llamase la atención de Luna. Gallego se interesó por el libro, pero la muchacha solo se limitó a hacer un gesto de desdén.
Llegó el segundo lote de la subasta, y si bien parecía ser una obra llamativa, no parecía venir al caso que los llamaba allí. Sin embargo, procuró tomar nota de quien compraba el cuadro. Cien mil dólares harían a esa persona objeto de su interés.
Lo más curioso de todo aquel asunto era que la UBA estuviera subastando esas cosas tan random.

Jazmín se moviliza rápidamente para poder consultar con su pequeña Netbook a la cual con algunos pocos comandos pudo hacer notar el monto a Danna.

5.032.201 U$S

No quería decirlo en voz alta y rápidamente escondió de nuevo el monto disponible en las arcas digitales de la elohim.

- ¿No les recuerda el pasado, nuestro pasado? Esa pintura no me transmite más que dolor y muerte, lo mismo que sentí al ver la desolación de Sagun, al sentir cómo desaparecía en la nada la música de Jabniel- le digo a mis hermanos, llevándome de repente una mano a la cabeza y frotándome la sien-. O tal vez sea cosa mía, hace un tiempo que no duermo bien.

Intrigado e incluso levemente hipnotizado, observo la mirada inexistente y a la vez extrañamente profunda que el flautista nos brinda. Sus múltiples dedos, la oscuridad que emerge de su ser, el sobrecogedor fondo que ilumina como si se tratar del reflejo de las tenues llamas. "¿Qué tormentos habrán cruzado por la mente de ese hombre? ¿Habrá soñado estas escenas, lo que pintaba? Tal vez era víctima de los ecos del ayer y en sus obras dejó su testimonio", cavilo mientras continúo mirando la obra, hasta que finalmente mi atención se va perdiendo.

- Supongo que la subasta ha subido más de lo que esa pintura me interesa. Javi, ¿estás seguro que el libro es lo único que podría importarnos?- le pregunto en susurros, acercándome a él-. Si entendí bien, la señora Vondik fue quien cedió el libro, e intuyo que es Anne Bowesley quien brindó esta obra. Me pregunto qué vendrá a continuación.

Tomo el caramelo que mi compañero me había pasado en el vestíbulo y me deshago del papel para llevar la golosina a mi boca. Miro unos instantes hacia diversos lugares antes de posar mi vista en los vampiros, y posteriormente continúo paseando la mirada por el lugar.

- Sería interesante saber qué buscan en particular los cainitas. Tanto el libro como la pintura parecen no haber llamado su atención, y sólo queda un objeto. Si ellos están interesados en él, quizás nosotros también deberíamos estarlo- comento a mis compañeros.

Gabriel tiene una mente muy inquisitiva, y la verdad es que me gusta, en parte se parece a mi Casa, en ese aspecto, aunque nosotros solemos llevar un paso más lejos esa curiosidad.

-Estoy seguro que el contacto con ese libro nos acercará a nuestros objetivos. Si el libro es importante o no, es irrelevante hermano mío, sólo estamos hilando el camino. Por supuesto, seguramente el libro tenga interés, desde varias perspectivas, y me extraña que no pujaran por él. Creo que quizás los vampiros estén aquí por otro asunto. Pero tanto mejor para nosotros, que no muestren interés en el libro.

Escucho con atención su teoria sobre el interés Cainita, y la verdad es que hasta el momento no sentía interés alguno en las otras obras, pero ver la reaccion de los vampiros, eso si iba a ser curioso y digno de estudio. Eso llama mi curiosidad como un gigante golpeando a la puerta.

-Maldita sea, soy más facil de convencer que a un sacerdote con los nenes. Vale, vale, pujaremos por la... como se llame... siguiente obra. Pero eso si, no perdáis la vista por el libro, ¿vale? 

Vaya, me ha tocado el de fresa, justo el que quería. Me lo zampo. Soy un tipo con suerte.

Como habian acordado, Maximo, Marcos y Ryuji aguardaban en uno de los barcitos del edificio donde se llevaba a cabo la subasta, esperando futuras instrucciones del grupo al frente.

Los hombres de Marcos se habian infiltrado en distintos estratos de los servidores de la facultad: Uno hacia de guardia de seguridad, otro de mozo, por alli habia algun jardinero, incluso hasta algun ayudante de profesor. Habia sido un milagro maniobrar todo aquello con los pocos dias de aviso que habian tenido, pero valia la pena: El evento era de un calibre que los vastagos no habian predicho.

Los tres hombres charlaban en voz baja sobre nimiedades hasta que, de improvisto, se escucho un sonido caracteristico del bolsillo de Marcos. Era un handy de banda corta: Vieja escuela, pero algo con lo que sus hombres se sentian mas comodos, como un perro que prefiere dormir en un colchon fino con su aroma en vez de una cama mas comoda con olor a nuevo.

-Esto, jefe dijo entre leve interferencia German, uno de sus hombres, del otro lado del aparato esta habiendo actividad sospechosa en el patio. Hombres con mala pinta disimulando muy mal no estar armados. Intervenimos?

Antes de que Marcos pudiera dar una orden, hubo un apagon general en el edificio que duro unos 5 segundos, tras el cual volvio la luz con violencia. Los comensales cercanos suspiraron aliaviados, pero los tres vastagos pudieron sentir de inmediato que algo iba mal. Muy mal.

El subastador repetia en voz alta las cifras de las pujas. Ajena a todo lo que ocurria mas alla de la vista de la gente comun, la vida seguia, ignorante al hecho de que en las sombras los elohim habian dado los primeros pasos que marcaban el ultimo compas de aquel milenario vals que comenzo hacia eones con la Rebelion de Lucifer.

Como si fuera una especie de augurio a lo que venia, las luces del complejo parpadearon unos segundos antes de apagarse compeltamente. Los equipos de sonado vibraron, chillones. Los murmullos comenzarona a invadir el lugar: Por alguna razon se sentia un miasma en el aire, un miedo casi palpable, y la repentina falta de energia habia sido el mero heraldo de aquello.

Tras unos segundos que parecieron eterno, las luces volvieron y los equipos de sonido comenzaron a reactivarse. El ambiente parecio aligerarse en ordenes de magnitud: Los murmullos ansiosos cesaron, se escucharon algunas risitas de alivio en la gente, y el subastador comenzo a pedir disculpas por el incidente, asegurando que todo seguiria como se habia previsto.

El sentimiento de aquel panico que casi fue, sin embargo, quedo como un vaho persistente sobre la cabeza de los Demonios. Podian sentir que algo habia pasado alli afuera.

El subastador repetia en voz alta las cifras de las pujas. Ajena a todo lo que ocurria mas alla de la vista de la gente comun, la vida seguia, ignorante al hecho de que en las sombras del Buenayre, algo acababa de ocurrir. Algo siniestro, que ni siquiera la Estirpe de Cain podia entender del todo, tan ajenos ellos como el ganado que parloteaba en el evento.

Como si fuera una especie de augurio a lo que venia, las luces del complejo parpadearon unos segundos antes de apagarse compeltamente. Los equipos de sonado vibraron, chillones. Los murmullos comenzarona a invadir el lugar: Por alguna razon se sentia un miasma en el aire, un miedo casi palpable, y la repentina falta de energia habia sido el mero heraldo de aquello.

Tras unos segundos que parecieron eterno, las luces volvieron y los equipos de sonido comenzaron a reactivarse. El ambiente parecio aligerarse en ordenes de magnitud: Los murmullos ansiosos cesaron, se escucharon algunas risitas de alivio en la gente, y el subastador comenzo a pedir disculpas por el incidente, asegurando que todo seguiria como se habia previsto.

El sentimiento de aquel panico que casi fue, sin embargo, quedo como un vaho persistente sobre la cabeza de los Vastagos... 

Dejo escapar una risa al escuchar a Javi y asiento una vez menciona el libro. Es verdad, por el momento es lo más importante a tomar en cuenta y por ello no debemos perderle el rastro.

En algunos momentos observo qué es lo que hacen los Cainitas, recorriendo el lugar con la mirada disimuladamente, como si en realidad estuviese ojeando a cada uno de los pujantes que se han hecho presentes esta noche. Sin embargo, de a ratos mis ojos se mueven buscando los de Jazmín y una vez los encuentran le sonrío, como un joven que tímidamente juega mientras observa una muchacha.

"No seas estúpido, no dejes que las emociones de Gabriel te distraigan esta noche, por más reconfortantes, cálidas y agradables que puedan ser", me digo mientras acaricio el puente de mi nariz con dos dedos, sonrío y meneo mi cabeza.

Apenas las luces parpadean, mi cuerpo se tensa un momento y observo en los alrededores, inseguro, tal vez incómodo. Me levanto y aprieto mis puños, pues algo está mal... lo siento aunque no puedo darle forma a aquello que percibo, limitado quizás por lo que mi cascarón puede alcanzar a sentir. Pero al instante las luces regresan y no hago más que sentarme, no sin antes continuar observando con preocupación, consciente de que algo pasa.

Mi atención se vuelve ahora hacia donde se encuentra el subastador y una duda comienza a atraparme.

- El libro, no veo el libro desde aquí. Algo...- comienzo a decir aunque me quedo callado un momento antes de continuar-. Tiene razón Javi, no hay tiempo que perder aquí. Una vez tengamos lo que vinimos a buscar deberíamos marcharnos de inmediato- expreso y continúo recorriendo con la vista el lugar.

22:12

Cuando se disponían a traer el tercer lote que en mayores expectativas debería ser lo que fueron a buscar, una serie de pisadas hicieron eco alrededor de la sala, los participantes no se preocuparían si no fuera por la cara de desconcierto que ponían los organizadores.

De pronto, todas las entradas al lugar fueron invadidas por hombres y mujeres de facciones extrañas, con los ojos rojos y los colmillos sumamente afilados, algunos usaban cadenas que le cruzaban el pecho o las caderas, otros contaban con botellas rotas, navajas y armas de fuego variadas, había otros pocos con trajes tácticos y con fusiles semiautomáticos.

Un hombre se coloca en el centro y con un tiro al aire de su escopeta recortada se dirige a todos los presentes quienes, entre gritos, decidieron tirarse al suelo.

- Buenas noches excelentísimas personas, espero no incordiar ésta fresca velada – el hombre contaba con una larga cabellera que le llegaba hasta los hombros, de cabello canoso y grasoso, usaba un sobrero negro con una extraña placa decorativa con dos pistolas y lo que parecía ser la cabeza de una cobra en la zona frontal, sus ojos parecían vacíos y de un color grisáceo que asemejaban a los de un muerto, su piel parecía seca, arrugada, casi momificada, sus ropajes eran oscuros y su aroma emanaba fuerte esencia a podredumbre – solo hemos venido por una pequeña cosita que se nos ha encargado llevar y nos iremos sin dañar a nadie, así que por favor, entréguenos el Libro Negro – su voz era carrasposa y contaba con un tono burlón y sarcástico en todo momento, en una amabilidad fuertemente simulada y se notaba la peligrosidad en su mirada -

Mi instinto se activa y casi de inmediato me levanto, poniéndome en posición para enfrentar a la amenaza. Miro a mis compañeros, dudando un poco ahora sobre si realmente enfrentarme a ellos o no. Son bastantes, y aunque sé que podría acabar con muchos de ellos, no sé si lo más inteligente es hacerlo aquí, delante de tantos testigos.

Pese a todo, no me achanto y no me tiro al suelo. Me quedo mirando al sujeto. Pero sé que la oratoria no es precisamente mi fuerte, así que solo le miro, con todo el cuerpo en tensión, como si fuera un muelle dispuesto a saltar en cualquier momento, pero todavía sin moverme.

Todavía.

Mis dedos se acercan otro caramelo a la boca, y sólo durante una infinita milésima de segundo, éstos se detienen cuando siento la perturbación, y luego siguen su recorrido tras comerme otro de mis caramelos, mientras la sonrisa se dibuja en mis labios.

-Recordad, en mi casa nos vemos.

Ya en cuando se van las luces, yo siempre parto con ventaja, porqué lo veía venir y me tomé mis precauciones, cómo sentarme cerca de accesos para teleportarme. Así que ni tan siquiera pierdo el tiempo al ver que son los hijos malditos de Dios, haciendo sus escenas vacuas e intranscedentes.

En esos momentos me deslizo por un acceso, con la intención de teleportarme al que está cerca de la vitrina.

Luego veloz como el viento, mientras busco otro caramelo, interrumpo el paso del tiempo a mi alrededor.

Menudo estrés, con lo relajado que estaba yo, me saco la gamuza de las gafas y me las limpio un poco, luego tras recolocarmela y llevarme otro caramelo a la boca, coloco mis manos en los bolsillos y saco unos guantes. Tras colocarmelos para no dejar ADN rastreable, pongo un número al azar en el panel para desbloquear la vitrina.

Voilà, abierta. Por algo me llaman el afortunado. Intuyo y leo los patrones de los futuros. Es un juego de niños.

Tras pronunciar los nombres Celestiales de mis colegas, para que me escuchen en todo momento, les digo:

-Ya tengo lo nuestro, me voy. Fingid ser ovejas si puede ser, y aprovechad para escabulliros. Si necesitáis algo recitad mi nombre y volveré.

Y tras sintonizar con la casa de Javi, me escapo teleportandome por un portal. Luego la burbuja se rompe, y nadie ha visto nada. En un parpadeo había libro, en otro no. Igual lo asocian a que se robó cuando vino la oscuridad. Pero esos vampiros se van a quedar con un palmo de narices.

Tratar de engañar al diablo... sólo a ellos se les ocurre.

Sin embargo, para mi sorpresa, mi plan va estupendamente salvo por un detalle, la teletransportación me impide llevarme el libro. No debería ser así, pero la salvaguarda mágica del mismo supera mi propio poder caído.

Viendo eso, interrumpo el viaje, y guardo el libro bajo mi camiseta, con la calma de tener el tiempo detenido, y lo arrejunto bien con el cinturon de mis pantalones, para que no se caiga si debemos movernos.

-Cambio de planes- informo a los mios con nuestro peculiar lenguaje celestial en sus mentes- el libro no puede viajar salvo métodos convencionales, así que me lo voy a ocultar en mi cuerpo, vuelvo con vosotros y nos hacemos los idiotas hasta que podamos irnos.

Tras eso, vuelvo a ir a un acceso para teleportarme junto a mis compañeros, y sentarme al lado de ellos con el libro, cuando vuelve la luz, fingiendo estar tan sorprendido como el resto.

Observo mi reloj, un tanto inquieto por el extraño sentimiento que me recorre la espalda hasta la nuca. Empiezo a jugar con mi lengua y llevo una mano a la boca al notar el involuntario temblor que comienza a producirse en la comisura de mis labios.

La voz de Kushiel resuena en mi mente mientras nos habla y es recién ahí donde me percato de los movimientos de nuestro compañero. Mis preocupaciones caían en vano y evidentemente no podría ver el libro si nuestro él ya había tomado cartas al respecto.

Sin embargo, la intranquilidad me invade constantemente y no es sino hasta que los no invitados se hacen presentes, irrumpiendo en el lugar. Observo a cada uno de los vampiros que ingresa, contándolos y analizando la situación en la que nos encontramos.

- Son dieciocho cainitas en total y está claro que no son improvisados- digo, expresándome del mismo modo que lo venía haciendo Kushiel-. Enfrentarlos aquí sería estúpido, salvo que no dejen otra opción.

Centro mi vista en el líder del grupo, quien lleva la voz cantante. Sus ojos, su rostro, jamás hubiese pensado que algún sobrenatural estuviese tan abiertamente dispuesto a mostrarse ante los mortales de ese modo. Eso me lleva a pensar en la indudable importancia del libro, o en el desinterés que este grupo tal vez tenga por los humanos y por mantenerse oculto.

Mi respiración se acelera a cada palabra que escucho y hago bailar mis ojos por la sala para hacerme una fotografía mental de cada uno de los recién llegados. En momentos miro hacia los otros vampiros que también se encontraban en la sala, pero el desagrado creciente va ganando terreno en mí y directamente intento calmarme.

- Como bien has dicho, finjamos ser otras ovejas en este lugar- menciono mediante la conexión a mis compañeros-. Sin embargo, si la situación se desborda, escapen de inmediato junto a Jazmín y yo me encargaré de protegerles. El libro podría brindarnos un rastro a seguir después de tanto tiempo... el Lucero del Alba es nuestra prioridad, no debemos olvidarlo- concluyo con una mezcla de orgullo y pesar, temeroso de lo que puedan hacer las cainitas a los presentes.

Asiento a las palabras de mi compañero, cuando encontremos la pista de Lucifer, todo volverá a ser como antes, no podemos distraernos con residuos de la broma cósmica del Dios tirano.

Sigo en idioma Celestial, casi inaudible, que ni tan siquiera parece un idioma, para que nadie sospeche nada.

[El enfrentamiento debería ser la última opción, a unas malas si las cosas se complican, debemos correr todos a la salida más cercana. Podré bloquear el acceso impidiendo a todos los demás que abandonen la sala hasta que pase un largo rato, eso debería darnos el margen que necesitamos. Aunque, preferiría que no fuera necesario. ¿Otras ideas u opciones menos descaradas?]

Me tumbo al suelo junto al resto de mortales, siguiendo la pantomina, también cojo mi placa de policía y la oculto en el bolsillo de la chaqueta. Cuanto menos llame la atención, mejor. Sigo atento a mis compañeros.

El líder de aquel asalto, se chupa el labio superior y lo suelta haciendo un fuerte sonido denotando disconformidad.

- Muy bien – todos aquellos seres levantan sus armas – les daré diez segundos para que me lo entreguen de buena forma, cada dedo abajo será tomado como tres personas eliminadas, si bajo todos mis dedos – silba fuertemente – entonces ahí sí que tendremos problemas – sus seguidores ríen descaradamente mientras levanta todos sus dedos al aire, baja el pulgar derecho y dice – uno… -

Al rato, un martillo de construcción destruye el cráneo de uno de los hombres asiáticos, otro es apuñalado varias veces y una última es degollada brutalmente entre gritos ahogados por los borbotones de sangre los cuales rápidamente pasan a ser cenizas, al parecer habían asesinado a una de los vampiros que habían entrado a la subasta.

- ¡Vaya, vaya! – dice el hombre – con que había algunos hijos de puta aquí también, ¿acaso hay otro más? – dice refiriéndose a los vampiros – no importa, no importa, jugaremos al gato y al ratón – suelta una risa mezclada con chillidos del pecho -