Partida Rol por web

- Sí, sí, Javier. Y debe ser verdad porque en algunos sitios huele bastante mal.

Digo esto mientras miro al grupito de indeseables ricachones. Después me fijo en Gonzalo que va enfurruñado a buscar un barco.

Pero qué bueno está cuando se enfada.

- ¿A dónde vas tú solo?

La conversación entre los ricos no me pasa por alto, sólo hace que mi ceño se frunza y saque mi lado más violento pero no... No podía con ello, había mucha gente de espectadores y lo importante era que estaba Lorena. Tampoco me quería hacer el muy malo para luego terminar en la cárcel y sin mi barco. 

- ¡No me importa nada! - bufó casi escupiendo cuando escucho al comisario, sólo quería subirme al maldito barco y cazar esa cosa, sea en los arrayanes o en la conchinchina, lo cazaría igual. Primero porque era muy obstinado, segundo: sería MI proeza y tercero: no quería más muertes en estas playas. 

Sólo que una voz logra detener mis pasos, se notaba a simple vista como los músculos de mi cuerpo estaban muy tensos. La mandíbula marcada de tanto apretar los dientes y al girar, en mi rostro se podía apreciar mi enojo y las ansias de solucionar esto cuanto antes. 

- A buscar el barco. - afirmo en un tono seco, tironeando de su mano para acercarla a mi y comerle la boca. Luego de unos segundos, tal vez bofetón en medio, sigo mi camino hacia el barco. 

Nada, necesitaba un incentivo y aquí si no besas a Lorena solo bagres de mar hay. - Siempre me ha gustado los improvisto. - murmuro entre dientes mientras caminaba a paso ligero. 

De repente, miles de imágenes de mi época de universidad se me pasan por la cabeza como si fueran diapositivas, y apenas me doy cuenta de que estoy haciendo algo que hacía años que no hacía: besar a Gonzalo.

Quizá es sólo por puro instinto, pero no me resulta raro su contacto, y le sigo el beso como lo hubiera hecho antaño. Sin embargo, al separarse, como cualquier persona que hace algo sin pensar, me quedo quieta y sorprendida, pensando en las mil y una consecuencias negativas de aquello.

Tan atontada, que cuando dice que se va a por el barco no soy capaz más que de mirarle embobada.

Al llegar a la playa te encuentras con una marabunta de veraneantes que se agolpaban en los accesos, la temporada alta estaba a punto de comenzar y ya estaban casi llenas las playas, para la hostelería y el turismo eso era buenísimo, pero si se corría la voz de lo del tiburón se convertiría en un grave problema.

Sin embargo, al parecer el boca a boca había surtido efecto, mucha gente había oído lo del tiburón y realmente esperaban que apareciera en cualquier momento, la gente no se atrevía a meterse más que hasta donde cubría por la cintura.... y eso los más osados. La gran mayoría permanecían en la arena o disfrutaban de la playa desde sus embarcaciones.

Empezaste a ver a gente conocida por la playa. Don Jesús estaba con un grupo de empresarios de la zona y el doctor Gregorio de la Casa tomaba el sol en una tumbona. Don Jesús en ese momento hablaba con el Jefe Gordon y la cara del jefe no era demasiado alegre. 

También pudiste ver en el chiringuito de Manolo a Leti la hija del jefe, y por lo visto estaba disfrutando de un bonito día de playa con Jesulín, el hijo de don Jesús.

Javier y Lorena andaban por la playa y por lo visto de vez en cuando Javier comentaba algo con la gente. Con ellos estaba Gonzalo pero este último parecía más bien fuera de sí, se le veía nervioso y con ganas de marcharse de allí.

Actualizo:

PJs Presentes: A llegao la Alcaldesa!! VIVA la munícipe por antonomasia!!!!

    

 

Pnjs presentes en la playa: 

     

Podéis hablarles, morderles, pegarles, lo que más os guste... 

La conversación con Don Jesús no sirvió para calmar a Carlos, sino más bien todo lo contrario, el pobre estaba ya más quemado que un ninot de Rita Barberá. Primero porque Don Jesús se comportaba como si fuera el puto dueño de Marbella, y no solo de Marbella, sino también de sus habitantes. Él hacía y deshacía a placer, incluso daba la impresión de que consideraba a la hija de Carlos como un mero trofeo que podía regalarle a su hijo.

Pero la sangre empezó a hervirle cuando Don Jesús diréctamente le "sugirió" que quitara las banderas rojas. ¿Pero qué se había creído el cretino este? ¿Iba a poner en peligro a toda esta gente solo por mantener a sus hoteles llenos de turistas? Por ahí no pasaba!

¿Está de broma? ¿Se crée que voy a quitar las banderas porque usted me lo diga? .... Don Jesús, usted podrá hacer lo que quiera en sus hoteles y sus fincas, pero aquí el que manda soy yo y esas banderás seguirán ahí mientras exista el más mínimo riesgo de un ataque. ¿lo ha entendido?!!

Ah! y lo que ande mirando la gente no es mi problema... si no ha existido allanamiento la gente puede mirar lo que le dé la gana.

Carlos ya estaba harto de soportar a ese prepotente, así que se quitó de encima el brazo de Don Jesús y dió media vuelta hacia la playa. En ese momento vió a Gonzalo que parecía que se iba a toda velocidad y con un mosquéo considerable, iba a pararle para preguntarle sobre lo que era un "marrajo" pero en ese momento vió como Lorena le pegaba un morreo considerable así que prefirió no molestar en ese preciso momento. A lo lejos vió a a Javier y se dirigió a él.

Hola Javier, quiero hacerte una pregunta... me han dicho que ayer pescaron un tiburón en estas aguas, al parecer dicen que podría ser un marrajo. ¿Crées que podría ser nuestro tiburón?

Don Jesús no estaba acostumbrado a que nadie le contestara y menos con esas formas. En un momento estuvo tentado de avisar a sus guardaespaldas para que le dieran una lección a ese irreverente pero se lo pensó mejor. 

Aquel policía tenía los días contados en Marbella, vaya si se ocuparía él de ello.... pero ahora había cosas más importante que arreglar. La gente tenía que bañarse o sino la temporada de verano se iría al traste. Echó un vistazo a la playa y vió al Doctor De La Casa que disfrutaba de un baño de sol junto a su mujer y sus hijos.

Don Jesús decidió acercarse a él..

Hola Gregorio, ¿qué tal estás? Preguntó Don Jesús. Hace un día muy bueno, ¿verdad?... ¿por qué no os estáis bañando?

AH!! Hola Don Jesús.... sí lo cierto es que hace un día espléndido. Contestó el Doctor.

Errr. verá yo me iba a bañar pero es que me ha salido un sarpullido... vea, mire cuantos granitos. Dijo enseñandole un brazo en el que no se podía ver nigún grano sino un moreno cangrejo que parecía más propio de un guiri.

Si, ya veo...ya. Pero dicen que el agua salada vá muy bien para los granios y las cosas esas de la piel. Además amigo mío, te estás poniendo como un camarón. Haz el favor y métete en el agua...

Don Jesús se acercó al oido del Doctor y le susurró...

Los buenos Marbellíes deben dar ejemplo, sobre todo los que tienen la única clínica de la ciudad, sería una pena que otros médicos decidieran abrir clínicas... ¿verdad doctor?

El Doctor, no necesitó escuchar más, con una mirada dió a entender que había captado al momento el mensaje. Cogió a su mujer y su flotador de patito y de dirigió hacia el agua. 
Lentamente más gente fué animandose a entrar en el agua... parecía que el mensaje había dado tenido efecto.

Hola Javier, quiero hacerte una pregunta... me han dicho que ayer pescaron un tiburón en estas aguas, al parecer dicen que podría ser un marrajo. ¿Crées que podría ser nuestro tiburón?

Javier no escuchó lo que le dijo el policía al principio. Observaba a Lorena y a ese cerdo de Gonzalo y se los imaginaba devorados por el puto tiburón ese mientras él se reía desde cubierta. Parpadeó saliendo de sus ensoñaciones.

-¿Qué? ¿Perdone? ¿El marrajo? Imposible. La anchura máxima de ese tipo de escualo es de 3,5 metros. 4,5 metros si es una hembra. Por el diente que me ha enseñado Anita nuestro tiburón debe ser al menos el doble de grande. No, es imposible. Ese cabrón sigue ahí fuera...

Después ve como el doctor se mete en el agua provocando un efecto dominó.

-No, ¿pero qué hace esa gente? ¡Se han vuelto locos! ¡Hay que sacarles de ahí!

Las palabras de Javier confirmaban lo que ya se imaginaba Carlos. Aquel asesino seguía nadando tranquilamente por las aguas de Marbella, pero a algunos eso les importaba menos que perder un puñado de pesetas.

Carlos miraba con preocupación como la gente ignoraba totalmente las banderas y se internaba en el agua, era una situación frustrante pues sabía que no tenía autoridad real para obligar a la gente a salir del agua. La única opción era una orden municipal de clausura de las playas, pero era imposible de conseguir.

Frustrado y preocupado, el jefe no se percató de que su hija y el puñetero de Jesulín se subían en un patín y se alejaban léntamente de la orilla. Cuando finalmente los vió ya estaban demasiado lejos como para poder oirle. El jefe se dirigió hacia donde estaban los patines para coger uno, pero estaban en ese momento todos ocupados así que le tocó esperar....

Según esperaba en la orilla, la vena de la frente le palpitaba cada vez más... de hecho iba acompasada con su pié que pateaba impulsivamente la arena.

Que aburrimiento!... esto está totalmente muerto. Pensaba Mordisquitos. Y encima tengo este agujero en la tripa que no me deja vivir.... Ayns.!!! Suspiró. Por aquí no hay ni una triste foca que echarse a la boca.... el pinchito del otro día estuvo bien, pero estaba lleno de pelos y me estaba repitiendo así que tuve que escupirlo.... Dios mío!, ¿me estaré volviendo bulímico?...

Sin embargo, algo llamó la atención de mordisquitos. ¿Y esos ruidos?... mmmm... chapoteos, gritos, fiesta y Jolgorio... ¿Estarán haciendo un picnic?.... A lo mejor hay suerte y les sobra algo a lo que se le pueda echar el diente....

Mordisquitos, fijó los ruidos a 45 grados de demora, provenían de la amura de estribor, así que varió su rumbo para dirigirse al origen de aquellos sonidos. 

Que coño! La curiosidad mató al gato, decía el dicho, pero yo si veo a un gato me lo como... Pensó Mordisquitos. Por cierto... ¿A qué sabrá un gato? Creo que no he visto uno en toda mi vida...

La alcadesa llegó sofocada a la playa después de recorrer media ciudad buscando a don Jesús.

Cuando llegó a la playa repleta de gente divisó a don jesús a lo lejos discutiendo con Carlos
ya están estos dos a la gresca, son como niños

También creyó ver a Lorena y Gonzalo peleando pero no les hizo mucho caso. SU único objetivo era conseguir el dinero de don Jesús.

- Pero Don Jesús, por fin le encuentro. Que día más maravilloso verdad? como está la playa, y mira la gente ya se baña como si nada, menos mal que se han ido las medusas le guiña el ojo
¿Podemos hablar un momento en privado?

Claro Marifé, contesta Don Jesús.

Pero no hace falta que nos vayamos a ningún sitio, esta gente es toda de confianza, dice señalando a los empresarios que le acompañaban.

Cuenta, Cuenta...

Carlos observaba como se alejaba el patín de Jesulín y Leti... el odio hervía en sus venas.

Según se acercaban unos bañistas con un patín, Carlos se dirigió a ellos y los bajó rápidamente del patín, se subió al mismo y salió como un loco pedaleando en dirección a donde estaban los 2 jóvenes.

Mordisquitos, se acercó a la playa, los gritos y chapotéos eran muy intensos, pero sobre todo un sonido le molestaba más de los normal, como un chapoteo contínuo a gran velocidad. Mordisquitos se dirigió a ese chapoteo. Cada vez lo oía más cerca, era muy molesto, por fín vio que una especie de calamares grandes nadaban juntos, eran unos calamares muy raros pues no tenían tentáculos, pero... ¡Qué demonios! Son calamares y bastante grandes!!!

Apuntó hacia los patines y abrió su gran boca. Con la fuerza del impulso medio cuerpo de mordisquitos salió del agua, aterrizando sobre el patín del Jefe Carlos.

Carlos salió despedido al agua y aterrizó a pocos metros del destrozado patín.

Ya estaba llegando a ellos, Leti iba a estar castigada media vida y el gordo de mierda del Jesulín, tendría suerte si no lo usaba de cebo para pescar al puto tib....!!

De pronto, el mundo se dió la vuelta, un fuerte golpe hizo al jefe salir volando por los aires, como si hubiera sido arrollado por un trailer, al momento sintió frio, un frío intenso... 

Al momento se dió cuenta de que estaba en el agua... ¿Que había pasado?.... Se preguntó. ¿Estaba bien...? él creía que sí, entonces lo vió.... una gran aleta sobresalía del agua, justo enfrente de él. Por suerte parecía que estaba lo suficientemente lejos como para que le diera tiempo a llegar nadando a la orilla, se giró y comenzó a dar brazadas en dirección a la arena. Carlos tenía suerte de haber sido un buen nadador en su juventud y rápidamente alcanzó la orilla. Cuando giró la cabeza vio como el patín destrozado se hundía en el mar, sin embargo casi nadie se había dado cuenta de lo que había pasado.