Partida Rol por web

Puede que algo suceda pronto. Hemos cambiado el rumbo y ya no vamos hacia Puerto Riesgo sino hacia Calasangrienta, un puerto en la desembocadura del río Vanji, explica disimuladamente Feijud a sus compañeros cuando tiene ocasión.

Y no te falta razón, chico.

Dice el gnomo atusándose los bigotes.

Y en esa zona hay poco que hacer, salvo tal vez visitar a Hake "El Raquítico". Dicen que se dedica a modificar embarcaciones para que no se las reconozca y apuesto a que La Promesa le es una vieja conocida...

Resopla y se alisa la reluciente casaca, nos abe muy bien que hacer.

¿Qué deberíamos hacer, caballeros?

Ahora mismo, nada.

Feijud tenía muy claro que estaban en minoría y que habría que esperar al momento adecuado para hacer algo, sin saber muy bien qué.

Yo he escuchado que su intención es hacerse con el barco de verdad y autonombrarse capitán. Si no hacemos nada puede que nos liquiden al llegar a destino o puede que nos pregunten de buen grado si queremos unirnos a su tripulación. 

Reginard pensaba que les daría noticias frscas a sus compañeros, pero parecia que era algo muy conocido.

Vaya. Veo que no soy el único que tiene contactos en el barco.

Sí. Yo también he oido lo de Hake "el raquitico". Y tengo la misma sospecha que Harper, van a hacerse con el barco. Y nosotros estaremos en aun peor posición que ahora. Si es que eso es posible.
Yo hablaría con la gente que nos tiene algo de confianza y trataría de arrebatarles el barco. Cuanto más esperemos peor será. Más cerca de la Costa DEslizante estaremos y puede que esos cabrones tengas amigos allí.

Aunque mi idea era no decir nada todavía, parecía que los acontecimientos se habían acelerado más de la cuenta. Así, cuando acaba Reginar, miro a ambos lados antes de hablar, asegurándome que nadie nos podría escuchar.

Esta mañana hablé con Sandara, pues ella, a igual que nosotros, no le gusta esta situación. Le comenté sobre la posibilidad de acabar con esos dos bastardos y hacernos con la nave, y parecío que la idea la convencía. Me pidió un par de días para tantear a la tripulación.

Esperemos a ver qué dice. Ella lleva más tiempo aquí que nosotros. Me preguntó qué diría el capitán si se enterase de lo qué quiere hacer su segundo...

Me alegra saber que Sandara está con nosotros. Espero que no tarde mucho, pero es mejor saber cómo reaccionará la tripulación. No es lo mismo enfrentarse a un un par de bellacos que a media tripulación.

Sonrió ante el comentario de Feijud.

Supongo que no le hará gracia. Pero tampoco tenemos manera de hacerselo saber. Por lo que está en nuestras manos.

Cuarto día en La Promesa

A primeras horas de la jornada de hoy, todavía siendo de noche, La Promesa se mete de lleno en una fuerte tormenta. El viento arrecia violentamente y el timonel se ve forzado a desviar el curso de la nave en varias ocasiones para bajar la presión que sufren jarcias y velas. Por un momento, la robusta embarcación rahadoumi llega a bambolearse de tal manera que la tripulación entera os veis envueltos en una desesperada lucha por no perder los aparejos y, quién sabe, si incluso la vida.

Al amanecer, cuando el cielo se ilumina de manera casi imperceptible tras los feos nubarrones, la tormenta multiplica su ferocidad. No obstante, gracias a la poca luz del día que llega a vuestros cansados ojos, podéis contemplar oscuras sombras que sobresalen del mar por todos lados. Según parece, os encontráis en una zona plagada de islotes y arrecifes de coral.

De pronto, se encaraman a la baranda del barco una serie de pequeñas criaturas cabezonas con muchos colmillos. Se trata de una especie de híbrido entre un goblin (de cintura para arriba) y un octópodo (de cintura para abajo). Está claro que buscan carnaza entre los marineros.

¡Por Besmara, qué cosas más asquerosas! ¡A las armas!

Feijud agarra una de sus hachas y corta la mejilla del monstruo que tiene delante mientras retrocede un poco para reagruparse con sus compañeros.

Feijud hace sangre y secciona parte de las patas de la criatura más cercana, que a pesar de todo sigue viva.

Uno de los bichos se acerca para punzar a un despistado Malickud con la lanza, pero al no conseguirlo decide derribarlo con un repentino barrido de sus ocho apéndices. A lo que otro se anima a imitarlo haciendo lo propio con Harper, que tampoco se había percatado aún de la presencia de los atacantes.

Malickud saca su espada desde el suelo y grita:

Ánimo compañeros, haced pagar a estas criaturas el precio del pasaje, ¡en sangre y acero!

Como siempre, las oportunas palabras de aliento del gnomo infunden vuestros corazones con el coraje de los valientes piratas de leyenda. A pesar de todo, los seres legendarios también sufren, como podéis comprobar cuando una de aquellas criaturas ensarta la pierna de Harper con la lanza.