Partida Rol por web

 El gnomo se queda con la boca abierta, sorprendido con el renovado aspecto que tenía la ex-camarera. Se estaba tomando muy en serio seguir una vida de aventuras, lo cual alegraba profundamente a Frenni. El joven comparte su alegría con Felsom, al cual por primera vez le dirige una sonrisa verdadera.

- ¡Helena, viniste! Oh, sabio es el destino que te ha traído... bueno, y mis palabras... ¡Mira que equipada estás! Pareces una guerrera; justo lo que andamos necesitando en nuestro debilucho grupo... ¡Oh, Helena! Podría dedicarte una oda ahora mismo... ¡pero mejor será esperar a que logres alguna hazaña!

 Le faltaba un poco más al gnomo para saltar de un lugar a otro. Estaba emocionado de que sus palabras hubiesen resonado en la muchacha. Y le emocionaba más el aspecto guerrillero que portaba Helena. Parecía una mujer más tosca que Elentirell, y en aquel grupo andaban escasos de gente tosca.

- ¿Qué te parece, viejo mago?

A Felsom le costó reconocer a Helena en un primer momento al advertir que llevaba el atuendo propio de una guerrera. De manera inevitable, el nigromante se fijó en las bonitas piernas de la camarera y se relamió de gusto, no con pensamientos de lujuria, sino pensando en que si la joven moría durante la misión, sus piernas bien asadas probablemente fueran una de las partes más sabrosas de Helena.

-Bien, bien, me alegra que hayas venido, muchacha -dijo Felsom, adoptando un tono más melifluo y amable-. A pesar de lo que nuestros dos compañeros de orejas picudas dijeran, siempre se agradece disponer de una espada más. Sí...

El nigromante notó la alegría y la emoción que mostraba su compañero Frenni. Ya iban dos veces en las que se encontraba de acuerdo con el pequeño gnomo y eso era raro. ¿Se estaría volviendo blando? ¿Le habría pegado algo? ¿Sería realmente un gnomo o tal vez era un niño elfo de pequeño tamaño haciéndose pasar por gnomo?

-Llámame "viejo" otra vez y me comeré tus pulgares -aseguró Felsom, en tono sombrío, mirando a Frenni con los ojos fuera de las órbitas mientras sostenía su daga durante unos segundos, presionando la yema de su propio pulgar hasta que brotaron unas gotas de sangre.

No quería iniciar ningún enfrentamiento con el bardo, por lo que el mago volvió a colgarse la daga del cinto y declaró, en tono ofendido:

-¡Solo tengo treinta y cinco años! -Dirigió entonces una mirada hacia la recién llegada Helena, mientras Felsom se chupaba el pulgar para detener el sangrado que él mismo se había producido-. Muchacha... ¿conocéis a un tal capitán Scarbelly?

Hektor casi lo tenía. Podía notar el desconcierto inicial en las caras de aquellos vigilantes. La expresión da casi total credibilidad... Casi. 

Aparentemente todavía quedaba alguien en ese barco con más de cinco neuronas. El truco de la ilusión se desvaneció cuando la flecha la atravesó, pero instantes antes el hechicero ya había dado por perdida la treta. Chascó la lengua, en señal de disgusto. 

-Un público difícil, no hay duda. 

Ante la orden de ese tal Aggro, Hektor decide de que es un buen momento para poner pies en polvorosa. No sabe tampoco quien es ese tal Kenzil del que todos hablan, pero tampoco le están entrando muchas ganas de quedarse a averiguarlo. Agarra de la manga a Elentirell y le susurra. 

-Creo que es hora de largarnos.

Dicho y hecho. No espera a una respuesta. Hektor se larga de allí, a poder ser, con la elfa. 

Helena dibuja media sonrisa ante las palabras del Gnomo y el Mago, -es parte de la armadura de mi padre, como ven no todo me quedaba, pero de algo servirá- sin más, la chica da un par de pasos ingresando a la vivienda de Lucius, -no sé si podría atribuirme ese título de guerrera, el escudo aun me pesa, aunque he estado entrenando a las afueras de Freeport, en el bosque… mi madrastra no sabe que guardé algunos objetos de mi padre, lo demás ella lo tiró o lo regaló-.

La joven toma asiento y piensa un momento antes de responder a la pregunta de Felsom, -tal vez, si mal no recuerdo es uno de los piratas de la embarcación de Orcos, aunque es extraño, este Orco no hace honor a su raza, viste como un aristócrata mas que como un hampón del mar; algunas veces va a la taberna, se toma una o dos jarras, parece que esperara a alguien, pero luego se marcha- Helena levanta la mirada y mira a todos los rincones de la casa, -¿y el resto de sus amigos?- pregunta un tanto inquieta.

Una pena en verdad, el espectáculo me estaba gustando y ver aquello en primera persona me resulta muy divertido. Sólo que no se han creído esto y rápidamente reaccionan. Lo que a nosotros si tenemos un poco de cordura, sólo nos queda salir corriendo y muy rápido. Así que tras sentir como Hektor me coge de la manga, desvío la mirada hacia sus ojos y no hacen falta palabras para saber lo que debemos hacer. 

Huir

Y así es, como estoy acostumbrada a ser una sombra, pues salgo corriendo. Aunque el asunto grave es que no conozco el lugar y puedo perderme. Así que sigo los pasos de aquel hombre, mi compañero mientras susurro. 

- Como nos pillen, no nos acordamos ni cómo nos llamamos. ¡Corre! - digo con fervor. 

Al menos me quedaría en última línea, lo que sea para que no se coma los ataques él. Creo que puedo defenderme, no sé contra cuantos, pero algo puedo hacer. Y mientras avanzo, no dejo de mirar hacia atrás para ver si se avivan de que estamos y siguen nuestros pasos. 

Felsom se rió, divertido, al escuchar que el capitán Scarbelly era un orco que vestía como si fuera un aristócrata. Le costaba creer que un pielverde se volviera tan refinado, y sin duda eso tendría que ser digno de ver.

-Nuestros compañeros se marcharon al puerto -informó el nigromante, recordando lo que habían dicho estos-. El druida se fue a sacar a pasear a su loba, y Hektor fraguó una cita a solas con Ellentirel. -Puso los ojos en blanco, preguntándose si la elfa habría apuñalado ya al hechicero o, por el contrario, seguiría con vida-. ¡Estos enamorados...!

No obstante, Felsom consideraba que Helena era una buena fuente de información. Ella conocía a Scarbelly, por lo tal vez supiera cómo llegar hasta él.

-¿Sabes dónde encontrar la embarcación de Scarbelly? -le preguntó a la joven, arqueando una ceja. Luego dirigió una mirada a Frenni-. Podríamos ir nosotros también al puerto para buscar a ese Scarbelly. Los demás están tardando mucho en volver.

 Helena probaba ser más que una cara bonita o una potencial guerrera. También actuaba como fuente de información, conociendo a aquel capitán enigmático Scarbelly. Frenni estaba orgulloso de haber vuelto a por ella, y la sed de aventura del gnomo parecía encenderse. Luego de la propuesta del mago, estaba claro lo que quería hacer.

- ¡Por supuesto! ¡Una nueva aventura aguarda, de la mano de nuestra nueva camarada!

 Dijo el gnomo, señalando a Helena.

Tus dos compañeros no se quedan para averiguar qué sucedería o si quiera si los habían visto, simplemente comienzan a correr alejándose en dirección a la casa de Lucius. Ahora estás solo en el lugar, si te quedas en ese sitio probablemente den contigo, es tu decisión de volver a la casa o tomar otra dirección.

Con el corazón casi en la mano, su carrera los lleva lejos de la vista de aquellos Orcos, estuvieron a punto de ser parte del filo de sus espadas, ahora entre los callejones alejados del muelle, queda el decidir si vuelven a la casa de Lucius o intentan seguir el rastro de Scarbelly.

Helena se encoje de hombros y responde al Mago, -realmente no sabría dónde encontrar su barco, aunque es probable que visite la taberna de mi madrastra-, pone su dedo índice sobre sus labios mirando hacia el techo, -tal vez visite la taberna esta noche, hace mucho que no lo he visto entrar, generalmente cuando tarda, no pasan mas de tres días para que vuelva-.

La chica organiza la correa de su escudo y lo pone en su espalda, como si de una mochila se tratara, acto seguido guarda la reluciente espada en su cinto y los mira con curiosidad, -espero que sus amigos… siendo concreta, su compañera no se enfade por haber venido-.

Brennan, al ver cómo sus dos compañeros salían corriendo del lugar, esperó aún unos instantes. Los suficientes como para que la atención de los orcos se fijara en las dos figuras que se alejaban ya del muelle, y aprovechando esa misma distracción, comenzó a alejarse con sigilo y sin prisa. Gealach, como una sombra protectora, lo siguió a través de los muelles.

-Bueno, aún tenemos algo de tiempo. -Dijo al animal con una sonrisa. -Vamos a ver a hasta dónde va ese capitán, ¿vale? Y luego volveremos a esa casa para descansar.

Rodeas el camino sin alejarte demasiado y luego de unos minutos de caminata, la primera taberna que encuentras en el camino es la que arribaron en primer momento con Egil, La Rata de Agua, con cuidado te acercas y observas al interior; evidentemente el Orco se encuentra sentado al fondo, con una jarra de cerveza frente a él y sin compañía.

-Bueno... esto está lleno de gente... supongo que no pasa nada por tomarnos una antes de volver. -Musitó mientras miraba de reojo el cielo, antes de decidirse y entrar en la taberna, que estaba al menos tan llena como recordaba, si no más.

Al entrar, el hombre se dirigió directamente a la barra, abriéndose camino con la misma soltura con la que hubiera pasado entre un zarzal. Al llegar allí, buscó inmediatamente un rostro conocido. Cualquiera de las dos chicas que habían servido las cervezas convidadas por Egil servirían. Sería más fácil con Helena, pero Joline también servía. 

-Una cerveza, por favor. -Pidió con amabilidad, antes de lanzarse a su verdadero interés. -No he podido evitar fijarme en el orco sentado ahí al fondo. ¿Es un habitual de la taberna? ¿Sabéis si suele venir a beber sólo... o estará esperando a alguien? Había pensado en charlar con él, estoy seguro de que tiene más de una buena historia que contar, pero no querría molestarle si una cita está a punto de llegar.

-Hmm, creo que podríamos dirigirnos a la taberna para comprobar si ese capitán hace acto de aparición -decidió el nigromante, mesándose la barbilla, pensativo. No sabía qué habrían averiguado sus compañeros, pero en esos instantes la idea de que Scarbelly pasase por la taberna era lo mejor que él y Frenni tenían-. Vamos, gnomo, hora de desangrasarnos un poco, ¡o terminaremos echando raíces en esta vivienda!

Felsom mostró entonces una expresión seria cuando Helena mostró su preocupación acerca de que Elentirell se enfadase de saber que ella se les había unido al grupo.

-Ah, no te preocupes por la elfa -le indicó, restándole importancia-. Apuesto a que te dejará de odiar cuando mates a alguien -le aseguró, disponiéndose a abrir la puerta de la casa para salir hacia la taberna-. Vamos. Vayamos a la taberna.

 El gnomo miraba embobado a Helena. Cada oración que decía la muchacha le parecía de una astucia e inteligencia grandiosas, por no mencionar lo guapa que era la chica. Y el hecho de que tuviera aspiraciones a ser guerrera o luchadora eran la cereza del postre; toda una figura a la cual admirar. La única duda que tenía Frenni era si la oda que iba a escribir para aquella muchacha iba a estar en Do mayor o en La menor.

- Eso, no te preocupes. Elentirell solo teme que tu belleza opaque la de ella, pero eso no es razón para que las damas se peleen... ahora, vámonos de aquí antes de que el espíritu de Lucius me castigue por usar su cama, ho ho...

 Frenni, cargándose su mochilita en el hombro y con el flautín en la mano, se prepara para salir. Con suerte darían con el Capitán Scarbelly, aunque lo peor que les podía pasar sería encontrarse con la madrastra de Helena. Mujer que al gnomo le había caído mal desde el inicio. Negadora de sueños.

Tan pronto como estuvieron fuera del alcance de los orcos Hektor comenzó a reír fuertemente. Lo hacía con unas carcajadas casi dementes, como si le acabaran de contar el mejor chiste que había oído en su vida, o simplemente como si estuviera perdiendo la cabeza. 

-¿Ha sido bastante divertido al menos, no? -quiso saber. -¿Qué quieres hacer ahora? ¿Nos tomamos una última cerveza antes de volver a casa? Si es así, te advierto, tendrás que invitarme, ya que no tengo ni una moneda en el bolsillo. 

Aquello no fue malo, hemos podido salvarnos de convertirnos en filete para los orcos. Me apunto que mi compañero a la hora de escapar, tiene talento y eso es de agradecer. Una vez nos encontramos fuera de peligro desvío la mirada hacia Hektor mientras surgen las propuestas. 

- Vamos por una cerveza, invito yo. - digo sonriendo. 

El haber compartido esto, ha aligerado mi actitud y ya no es tan gélida como al principio. Hay un poco de humanidad en mi, pese a todo. Solo es entrar en confianza y que las situaciones ameriten a ello. 

- Además, quien te dice encontramos alguien del Scarbelly. Nunca pierdo la esperanza. 

Tras decidir aquello, juntos nos dirigimos hacia la Taberna. Toca ponernos un poco borrachos, echar unas risas y quizás obtener algo de información. ¿Quien sabe?

-Scarbelly, Scarbelly... dónde te esconderás...

Con aire distraído, Hektor caminó junto a su nueva compañera rumbo a la taberna más cercana. O simplemente a la única que estuviera abierta en una noche como aquella.

Como puedes darte cuenta, la taberna está mucho mas llena que cuando vinieron en el día, ahora hay gente de todo tipo y caras muy extrañas; buscaste con la mirada a Helena pero no la viste por ninguna lado, aunque si pudiste ver a Joline, quien se acerca cuando levantas la mano, la camarera asiente con la cabeza mientras escucha tus preguntas, -¿el Orco de allá?- dice levantando su mano mientras señala en su dirección, -no es un cliente habitual, pero hace unos días que viene al bar con frecuencia, que yo sepa siempre bebe solo y si espera a alguien parece que nunca vendrá- se encoje de hombros como no teniendo nada más que aportar mientras te dedica una bonita sonrisa.

Los aventureros caminan bajo un cielo estrellado con una brisa aun cálida, típica de la zona tropical, y como si fuera de una invitación a una fiesta, Hektor, Elentirell, Frenni y Felsom cruzan sus caminos justo al llegar a la taberna, el Hechicero y la Elfa pueden notar la presencia de una acompañante femenina, quien porta un escudo en su espalda y una espada que a simple vista se nota reluciente, no es nada más que Helena que al parecer ha hecho caso omiso a las advertencias de la Pícara o tan solo esta deseosa de tener una aventura.

-Yo me quedare alejada de la taberna, no quiero que mi madrastra me vea, aunque ya debe saber que me he ido, los esperaré en la plaza-, Helena dedica una mirada nerviosa a la Elfa y camina en dirección a la plaza, esperando no ser reconocida por ninguno de los cercanos en la taberna. Al ingresar al sitio, pueden ver que Brennan se encuentra en la barra, con una jarra de cerveza frente a él, mirando hacia una mesa cercana; tanto Hektor como Elen, saben de quién se trata, y no era difícil saber que miraba a Scarbelly.