Partida Rol por web

- Vaya... - digo sorprendida. 

Está claro que dejar a los hombres solos, toman decisiones que más adelante lamentarán. ¿O no? Por lo tanto dejando en evidencia que no me agrada esto, no digo nada al respecto y caigo en la cuenta de que lleva una espada con un escudo. Me pregunto si sabrá usar eso y espero que no sea un lastre para el grupo. Aunque, será divertido verlos defenderla si está en apuros. 

- Me encanta cuando las decisiones se toman en grupo. - saludo con cierta ironía. - Parece que tenemos al objetivo. ¿Alguien irá con la princesa en apuros? 

Le pregunto a los demás y señalo a la mujer con un gesto de cabeza, quizás algún noble caballero. Para mi es importante Scarbelly, así que tras ingresar a la Taberna, busco con la mirada al objetivo y tras encontrarlo, sonrío satisfecha. De igual manera decido tomar asiento en una mesa, claramente le indico a Hektor y a los papis de la nueva guerrera para que me acompañen. Estoy pensando en alguna estrategia para abordarlo, quizás usar mis dotes femeninas. 

- Opciones... Seducirlo, vigilarlo y seguir sus pasos una vez salga. Si está solo, será fácil de pillar o... ¿Alguna más? - pregunto un tanto pensativa. 

Escuchó la respuesta de la camarera con atención, meditando acerca de ella. En la mente del druida, parecía evidente que debía estar esperando al desaparecido bibliotecario.

-Gracias, Joline. Creo que voy a charlar un poco con él. –Contestó a la camarera, devolviéndole la hermosa sonrisa que ella le había dedicado. -Pero si pudieras hacerme un favor… si ves que alguien más se sienta con ese orco… como si fuese el tipo que estuviese esperando… no dejes de contármelo cuando vuelva, ¿vale? Y ponme otra copa de lo que sea que haya pedido él.

Cuando la tuvo delante, tomó su propia cerveza y la bebida del pirata, y se acercó a su mesa sujetando ambas.

-Invito a esta ronda, capitán. –Dijo con naturalidad, sentándose a la mesa, y colocando la copa frente al orco con una media sonrisa. –Beber solo no siempre es plato de buen gusto, y tengo la intuición que podríamos encontrar una buena conversación.

Felsom se rió descontroladamente al reparar en que existía cierta tensión entre Helena y Elentirell. A sus ojos, eso hacía aún más divertido que ambas mujeres viajaran juntos. En el mejor de los casos terminarían solucionando sus problemas en una lucha entre el barro.

-¡Ah, vamos! ¡Necesitamos un poco de músculo en el grupo! -exclamó el nigromante, al advertir que a su compañera elfa no le agradaba que hubiera una guerrera en el grupo-. Además, esto... fue ella la que nos siguió hasta la casa. Recuerda que la mayoría nos mostramos a favor de que nos acompañara. Uno -se señaló a sí mismo-, dos -señaló a Hektor con un dedo-, y tres -señaló por último al gnomo, si bien Felsom sospechaba que más bien era un niño con orejas de gaucho, puesto que después de una horas de conocerlo no le daba tanto repelús como hubiera esperado-. Nos vendrá bien tener alguien que conozca la zona. Tal vez os divirtáis juntas... -bromeó Felsom, con malicia, pensando en cómo iba a continuar la relación entre las dos mujeres-. Una vez tuve que hacer equipo con un mediano. Fue horrible pasar tanto tiempo con él. Era incorregible, maleducado y no se lavaba, pero al final me terminó gustando. Tenía un corazón muy sabroso.

Felsom no sabía ser una persona seria. Siempre le sacaba un tono burlón o cómico a las circunstancias, por lo que intentó centrarse cuando finalmente el grupo entra en la taberna.

-Voto por seducirlo -opinó, tras escuchar a Elentirell-. Y crucemos los dedos para que le gusten las bellas elfas y no los tiernos mancebos. Cuando lo logres sacar de la taberna y esté solo, Hektor y yo podemos asaltarlo y lanzarle algún hechizo para aturdirlo mientras le sacamos información. Aunque no sé si ese enfoque le agradará al druida. Los suyos suelen ser muy remilgados.

 Frenni, Felsom y la nueva compañera Helena dan con el paradero del resto del equipo; quizá no de una forma muy intencionada. Pero era bueno que todo el equipo estuviese junto de vuelta; aunque ello significara que tendrían que lidiar con las quejas de la elfa por incoporar a la ex-camarera al equipo. Frenni baja sus orejitas, mientras mira con cara culpable a Elentirell. Y el perturbador mago no ayudaba en nada con sus palabras; solo volvía una situación incómoda en más incómoda.

 El gnomo, al que se le iluminaban los ojitos cada vez que miraba a la muchacha con ansias de ser guerrera, tuvo que interceder para explicar un poco mejor la situación.

- Elen, debes entender... Helena tiene la sangre de una aventurera. Lo pude notar al minuto que la conocí. Es por eso que, cuando fui a orinar en la parte de atrás de la taberna, me asome por la ventana para convencerla de que se diera a la fuga con nosotros. Estoy seguro de que será una gran adición a nuestro humilde grupo...  solo dale un poco de tiempo, ¿sí?

 Frenni vuelve a ver a la chica que se alejaba hacia la plaza y una sonrisa se posa en su rostro. Luego, intentando concentrarse, se golpea los cachetes de la cara.

- En cuanto al plan... la seducción de una mujer nunca falla en doblegar el corazón de un hombre. Apoyo el plan...

Scarbelly arruga el ceño, primero observa a su alrededor y luego fija la mirada en ti, piensa para sí el por qué un Elfo quisiera pasar un rato bebiendo con un desconocido, y más si ese desconocido es un Orco. -Cuéntame tus intenciones Elfo, si estas pensando en algo espero que no sea nada que pueda llevarte a que mi espada corte tu suave garganta- te dice con una voz ronca y grave.

Hektor tuvo que parpadear un par de veces cuando miró hacia el fondo de la taberna. 

-Espera, espera un momento. -señaló con el dedo, nada disimulado. ¿Ese es Scarbelly? 

Tuvo que aguantar una carcajada. ¡Por supuesto que conocía a Scarbelly! Menuda oportunidad. Quizá si consiguiera oírle hablar una vez más podría perfeccionar ese tono de voz suyo tan rasposo y complicado de lograr. 

-Adelante, la noche es joven, mademoiselle -le indicó a la elfa. 

La reacción del orco a su propuesta fue recibida con frialdad, y una amenaza no demasiada velada. Pero al menos, no le había rechazado automáticamente ni le había sugerido que se marchara directamente. Así que se puso cómodo en la silla, mientras que la loba se colocaba a su lado, atenta a los movimientos del pirata orco.

-Bueno, lo cierto es que ni mi garganta es especialmente suave… -Contestó con el mismo tono amable, rascándose la incipiente barba, y añadió. –Ni yo soy especialmente elfo. Y, desde luego, no tengo especial intención de obligarte a menear la espada. Vengo con buenas intenciones.

-Por favor, siéntete libre de aceptar la invitación. Tengo esperanzas de poder hablar un rato, y se habla mal con la boca seca. –Añadió, tomando él mismo un trago de su bebida. –Salvo que esté muy equivocado, debes ser Scarbelly. No hay tantos capitanes orcos en Freeport.

-El caso, capitán… es que creo que podemos tener intereses comunes. –Continuó hablando sin prisa. -Si estoy en lo cierto, está usted esperando a un hombre llamado Lucius. ¿No es así?

Quiero matar con todo mi ser al gnomo, por haber caído tan bajo al invitar el mismo a la mujer, pero como todos lo apoyan prefiero resignarme. Así que más de torcer el gesto, no digo nada más con respecto a ello debido a que sé, no caerá bien y quizás me toman por envidiosa o algo peor. Simplemente llevo una vida muy diferente, donde si no eres fuerte, caes como el mejor y no me agrada ese espíritu aventurero que no lleva a nada, solo a la ruina. 

Lo bueno es que Hektor con sus palabras, logran que regrese a la situación y olvide aquello, prefiero avanzar con nuestra misión. 

- Vale, toca seducir. - digo determinante. 

Con un suspiro apesadumbrado, me quito la armadura liviana que tengo y permito que la blusa oscura sea desabotonada para que un escote bastante sugerente se revele. No sólo eso, al quitarme las la capa, mi corto cabello queda más acomodado y refleja ese contraste entre la palidez de mi piel, el color de mis ojos más el cabello. Revelando unas facciones delicadas y femeninas, que claramente no se aprecian con tanta ropa encima. 

Ya dispuesta a ver que le puedo sacar, desvío la mirada hacia el grupo. 

- No la líen, Hektor confío en ti. Iré por él... Pero deben seguirme si quiere llevarme a un lado y ya saben lo que deben hacer. 

Tras todas las aclaraciones me incorporo caminando de forma sinuosa hacia donde se encuentra Scarbelly, y tras sonreír coqueta, digo:

- ¿No le invitarías una copa a esta dama? 

Brennan luego de tratar de calmar la hostilidad del Orco, escucha unas palabras que le suenan muy familiares según el tono de voz, -¿No le invitarías una copa a esta dama?- 

Cuando la Pícara dice sus palabras en un tono coqueto y sensual, se entera que junto a Scarbelly se encuentra sentado su compañero de aventuras, Brennan, el Orco mueve su rostro en tu dirección, y vuelve la mirada a Brennan, lentamente baja la mano y acaricia la empuñadura de su espada, -no me gusta nada esto y quiero que se larguen de mi mesa o van a tener problemas, no dudare en usarla, no me importa que sea una mujer y con mucho gusto cortaría tu cabeza- dice levantando su mentón mostrando unos puntiagudos dientes hacia el Druida.

Justo unos segundos antes de que la Pícara llegara a la mesa de Scarbelly, su compañero de aventuras, Brennan, se sienta en una de las sillas junto al capitán, aunque la Elfa continua con su plan, pueden observar que el Orco se nota nervioso y mantiene su mano muy cerca de la empuñadura de su espada. Parece que las cosas no van muy bien según el plan que se había demarcado.

- Mierda... - 

- Lo siento, no es mi intención incomodar. - respondo. 

Y no sabía que estaba Brennan ahí, es que si lo hubiera visto no estaría allí. Así que como vine me fui y directamente para regresar junto a mis compañeros. Una vez allí, tomo asiento envuelta en un gesto que refleja cabreo y bastante fastidio en general. 

- Brennan estaba ahí. ¿Lo habían visto? - pregunto. - El tipo me ha echado y a él también... 

Y no sabía que estaba Brennan ahí, es que si lo hubiera visto no estaría allí. Así que como vine me fui y directamente para regresar junto a mis compañeros. Una vez allí, tomo asiento envuelta en un gesto que refleja cabreo y bastante fastidio en general. 

- Brennan estaba ahí. ¿Lo habían visto? - pregunto. - El tipo me ha echado y a él también... 

El hechicero contempló, jarra en mano, el movimiento de Elentirell como si de una apuesta se tratara. Dio un largo sorbo a una cerveza. Cerveza, todo sea dicho, que no tenía ni idea de dónde había salido. Simplemente estaba en su mano. Desde luego, él no la había pagado. 

No le había pasado desapercibido el cambio de aspecto de la elfa. Desde luego todas aquellas capas de fría armadura escondían un cuerpo atractivo y terso, forjado por el ejercicio físico y la alimentación frugal. Nada que ver con el suyo, delgado hasta la extenuación, en el que los huesos casi salían de la carne y se marcaban tanto que muchos de los que le vieran desnudo lo tomarían por un cadáver andante. 

Pero por algún motivo la táctica de la pícara no dio resultado. Y tuvo que volver, cabizbaja, avergonzada quizá, o simplemente con un cabreo monumental. 

-Aquí vuelve nuestra bella heroína, -dijo Hektor con voz cantarina, - con la cabeza gacha, habiéndose dado cuenta de repente que quizá no es tan joven, ni tan atractiva. Que sus muslos no son ya tan suaves ni sus pechos tan turgentes. -le guiñó un ojo a Elentirell, a sabiendas de que sus palabras le harían rabiar. -Vuelve con los tuyos, vieja amiga, para nosotros siempre serás la más bella del reino.

 El cambio de apariencia que había realizado la elfa en su persona era increíble. Paso de ser una figura tosca y masculinizada a aparentar ser una ninfa representante de la belleza terrenal. Sus facciones faciales eran simplemente exquisitas, y a pesar de que al gnomo no le gustaba la piel pálida, tenía que admitir que en ella quedaba maravillosa. Frenni se queda embobado mirando como su compañera va e intenta hablar con el Capitán Scarbelly.

- Muchachos... ¿cuál sería una mejor tempo para una canción para Elen? ¿Un andante o un rondo?

 Lamentablemente, tanto ella como el muchacho desaparecido Brennan habían intentado inmiscuirse en la mesa del orco, provocando que este se sintiese agobiado. Entendiendo el peligro que eso significaba, Elentirell retrocedió en sus pasos y volvió con el grupo, enfadada con la situación, con sus compañeros... y con la vida misma, seguramente. Tampoco le faltaba mucha razón; especialmente con las últimas palabras de Hektor.

- ¡No digas esas cosas, compañero! La belleza de nuestra compañera es incalculable. Es aquel orco el que no comprende lo que es tener a una dama como Elen en frente suyo. Quizá sea de aquellos seres con... atracciones indebidas... quizá tú deberías intentarlo, Hektor: escuché que los marineros puede ser muy... afines a las barbas, ho ho...

Brennan estaba, en el mejor de los casos, sorprendido. Mientras hablaba con el orco, de pronto Elentirell estaba sentada con ellos en la mesa sin que él se hubiera dado cuenta, y por lo visto incluso había llegado a dirigir a Scarbelly unas palabras que él mismo no había sido capaz de escuchar. Tal vez hubiera juzgado mal a la elfa, y en realidad fuese una hechicera. Nada, salvo la magia, podría justificar lo que había sucedido. Pero incluso así, estaba molesto. Hechicera o no, se había metido sin avisar en una conversación privada.

Y lo peor era que no había servido de mucho. Al contrario, aunque se fue tan rápido como había llegado, la irrupción de la elfa sólo había terminado de irritar al pirata orco, que reaccionó con unas amenazas cada vez más directas. Unas que terminaron de acabar con el buen humor de Brennan. Los ojos del druida se estrecharon, mirando con dureza Scarbelly.

-Supongo que habitualmente las amenazas te funcionan. -Dijo con un tono igual de áspero que el del pirata. Sintiendo el cambio de humor de su compañero, Gealach se incorporó, su pelaje erizándose a medida que la conversación se volvía menos alentadora, preparada para intervenir. -Conmigo puedes ahorrártelas. Así que podemos empezar una pelea aquí y ahora, sin tu tripulación, si es que tantas ganas tienes, o podemos hablar y no volver a vernos.

-Esperas a un hombre llamado Lucius. -Insistió, inmediatamente después. Si Elentirell estaba aquí, es posible que los demás también. Y Scarbelly estaba solo. Se sentía lo bastante fuerte como para negociar. -Creo que ha navegado contigo. Cuéntame lo que sepas de él, y no volverás a verme. Incluso podemos llegar a un trato al respecto. Los dos podemos salir ganando de esto.

Chasqueo la lengua ante las palabras de Hektor, pese a todo me cae genial. 

- Eso es algo que no puedes comprobar, viejo. - bromeo y me siento a su lado. - Nada, está Brennan con él y al parecer he arruinado la conversación que tenían. Scarbelly es un orco, está claro que no nos llevaremos genial, pero ya sabemos que es un tipo que no se ve atraído por mujeres. 

Explico a mis compañeros mientras abrocho la blusa y me pongo la armadura de cuero. Me sorprende las palabras del gnomo, aunque cuando pregunta por su canción, pongo los ojos en blanco. Ya me lo imagino todo el viaje enamorado, lo único bueno es que tendremos una bonita música para escuchar. 

- Mi pequeño enamorado, gracias. Te mereces un beso. - digo y se lo doy en la mejilla. - Dependemos de Brennan, si logra algo. En todo caso lo haremos de otra manera, en cuanto salga los seguimos y le hacemos un pequeño atraco. Información sacamos, por las buenas o por las malas. 

Tras decir aquello, cojo el vaso de cerveza y bebo un poco. 

Felsom observó anonadado cómo Elentirell era rechazada por el capitán Scarbelly y regresaba junto a ellos, informando de que Brennan se encontraba también en la taberna.

-No lo entiendo. Ha rechazado a la elfa. ¿Por qué? Si tiene buenas carnes... -murmuró el nigromante, mordiéndose los dedos, mientras pensaba en posibles respuestas a su pregunta. Aunque Felsom era totalmente asexual, era bastante consciente de que Elentirell era bella para los cánones de su raza-. ¡Le gustan los mancebos, eso es!

Desde que Helena les había informado que Scarbelly era un orco con un peculiar sentido de la moda, Felsom había pensado si no tendría otro tipo de gustos más peculiares, que atrayese más lo masculino.

-Pues por lo que veo, ahora mismo dependemos de Brennan para esto -razonó, pensativo-. Si el druida falla en su empeño o nos engaña adrede ocultándonos información, nuestro trabajo se puede dificultar. ¿Llegaste a escuchar parte de lo que conversaban, Elentirell?

Al ver la repentina muestra de afecto de la elfa hacia el gnomo, Hektor alzó su jarra, ya medio borracho. 

-¡Ey! ¿Y para mí no hay beso?  -clavó sus profundos ojos azules en los de la pícara. ¿Es por la barba? ¿Pincha, acaso, como tus orejas? 

El hechicero se mesó las barbas con una mano, palpando bien todo el mentón. Suave como el pelo de una princesa. Parte de la espuma todavía se deshacía lentamente en el vello facial alrededor de su labio superior. Y repleto de birra. ¿Qué mejor beso puede haber?

Ante las palabras de Felsom hago un gesto de sorpresa, totalmente sorprendida. 

- Gracias. - digo poniendo los ojos en blanco. - No he podido escuchar demasiado, sólo que el Orco al aparecer se ha mosqueado y quería echar a Brennan también. Creo que el retirarme ha servido para que sigan juntos, yo creo que a ese hombre le gusta la carne. 

Le respondo a mi compañero alocado y es Hektor que me habla de aquella forma, haciendo que suspire.

- Primero, mis orejas no pinchan. - respondo. - Segundo, ven a dármelo tú. Mueve ese cuerpo de viejo decrépito y dame un beso. 

Ya poniendo a prueba a mi compañero que se impregna la barba con la cerveza, continúo bebiendo un poco de mi vaso mientras contemplo el ambiente. De momento nuestro elfo sigue allí, parece que Scarbelly lo tiene en cuenta y espero que obtenga una información significativa. Aún así, hablar con un orco... Es sumamente asqueroso. 

 Frenni se mostró muy contento con el beso en la mejilla que le dio Elentirell. Sus orejitas se movieron arriba y abajo como las de un pequeño elefante que festejaba una nueva ración de comida. Pide un gran tarro de cerveza y lo bebe, contento de tener en su grupo a una mujer tan interesante como aquella elfa.

 Luego, se queda atento al orco y a cómo Brennan planeaba infiltrarse para ganarse su confianza. Pero al mismo tiempo Frenni tenía los ojos muy atentos a lo que Hektor y Elentirell estaban haciendo, viendo que la tensión subía. Le interesaba saber quién iba a ser el primero que retrocediera, si el despojado hechicero o la atrevida pícara. O quizá ninguno de los dos se iba para atrás y terminaban creando una escena en el bar.

 No era como si a Frenni le molestara en absoluto eso. De hecho, tenía otra pregunta en mente para la elfa.

- Esto... ¿yo también puedo, no?