Partida Rol por web

En dos coches de policía, y bajo la continua e intensa lluvia acompañada de siniestros y atronadores rayos que ha creado charcos tan grandes que hasta en un par de ocasiones los vehículos son forzados a detenerse, viajáis vigilados por la policía hacia un extraño lugar retirado de la ciudad de Lúxor.
Pronto llegáis a un edificio de dos planta, y probablemente sótano, rodeado de maleza en medio de un campo desértico y embarrado. El policía que ya os encontrasteis en el aeropuerto habla con un par de tipos en la puerta de entrada y os deja con ellos. Estos van vestidos con túnicas, tocado y sandalias y habrán al menos media docena repartidos entre las habitaciones. Sin más demora, y sin hablar ni una pizca de inglés, estos hombres de malas pulgas os encierran en una habitación tras haber terminado de curar la herida de Mardigan que, aunque agotado, se encuentra fuera de peligro.

Esta habitación contiene tres catres dispuestos en la pared del fondo. la incesante lluvia golpea el techo y se filtra a través de las grietas del yeso. Bajo una ventana con barrotes hay un sucio urinario. Por el olor asqueroso que de él emana, y por el enjambre de moscas que revolotean a su alrededor, resulta obvio que se usa habitualmente. Evidentemente la recia puerta se encuentra cerrada desde fuera.

Os han desprovisto de todas vuestras pertenencias y estáis vestidos únicamente con camiseta y pantalón de algodón y sandalias. Los siniestros y silenciosos hombres de malas pulgas os han llevado, poco después, algo de comer; arroz, curry, agua y pan, y algo más tarde té y galletas rancias...

Deben ser alrededor de las 21 horas.

La nota con los grabados que Champollion le dio a Kramer debe estar aún en el bolsillo de su chaqueta, en algún lugar de la casa.

Mardigan se recupera, tras los primeros auxilios y el posterior vendaje, de 3 puntos de vida. Sin embargo te encuentras agotado y necesitas aunque sea un breve descanso. Tras unas horas de sueño tu vida subirá a 13.

- Esto no me parece normal. Si podemos deberíamos salir de aqui. Estos individuos no parecen policías. Tal vez podríamos simular que Mardugan ha caído inconsciente...

Estaba consternado. Todo parecía estar perdido. Mi única opción, que era hablar con Rose, se había esfumado inalcanzable tras los barrotes. ¿Dónde diablos estamos? ¿Quién es esa gente tan extravagante? Primero aquel mensaje tan extraño sobre los "profundos" y una inundación del Nilo... desde luego como siga lloviendo así, tendremos que pedirle a Kramer que construya un arca de madera, pensé, el humor me mantenía cuerdo. Todo aquello parecía irreal, absurdo, soy un profesor de universidad, ¿dónde se ha visto que un profesor se meta en esta clase de líos?

—Desde luego que hay que hacer algo, pero si seguimos su plan ya me dirá qué hacemos a continuación. ¿Noquearles? ¿Acaso hay algo que sirva como arma?— pregunto mientras me levanto del suelo, me estiro y examino nuestro "lujoso" compartimento.

Ervin, mas preocupado de lo que parece, mira al techo.

- Tal vez podamos forzar el yeso, esta agrietado y con la lluvia se habra ablandado.

Y se sube al catre para examinarlo.

Gracias a las atenciones de mis compañeros y a las rudimentarias curas de los egipcios mi herida estaba estable y aunque me encontraba ciertamente agotado quise ayudar al señor Price a buscar una salida.

-Vaya, se lo han llevado todo, hasta mi cámara... ¡Maldita sea! A mi tampoco me apetece quedarme a esperar qué quieren de nosotros, ¿cómo lo ve señor Price? ¿hay forma de salir por ahí?

Mientras el buscaba una salida por el techo yo lo hacía en las paredes, quizá alguna fuera lo suficientemente débil como para que cuatro hombres trataran de echarla abajo.

Me senté en uno de los catres mientras mis compañeros examinaban la habitación. Desprovisto de todo, encerrado, sin esperanza. Me sentía mucho más cercano a mi pueblo que nunca. Era cautivo en Egipto, las casualidades no existían y la Historia siempre se repite.

¿Debíamos encontrar una salida o esperar a que nos liberasen ellos? ¿Qué intenciones tienen los egipcios? Todo me sonaba demasiado raro. 

Al menos Mardigan está fuera de peligro...

El excelente trabajo en equipo da resultados. El profesor localiza una escobilla de esparto que, si bien no servirá para dañar a otro ser humano (o lo que se antoje) se puede usar para rascar la fisura hallada por un exhausto Mardigan formada en el yeso del techo cargado de humedad por donde caen incesantemente gotas de agua de la interminable lluvia del exterior.

En este preciso instante la cerradura de la puerta se abre con un pestillazo y os reunís en el centro de la celda mientras la puerta se abre. Aparece una mujer de unos cincuenta y tantos, de pelo negro, mirada siniestra y labios marcados e inamovibles. Está acompañada de otro hombre egipcio; lleva tocado y va mejor vestido que el resto. La mujer se presenta como Madam Carlisle y a su silencioso acompañante como Jack Saul.

- Espero que mis hombres les hayan tratado adecuadamente. Después de lo que han visto esta noche... - dice con voz firme y un tono que denota seguridad en sí misma.

Ervin se levanto con cara de indignacion.

- Soy ciudadano americano.

Quiero hablar con la embajada.

Nada mas llegar a este pais nos hemos topado con este macabro y dantesco escenario y encima nos echa a este cuchitril.

Exijo mis derechos, saber de que se me acusam un abogado y hablar con la embajada.

Estaba al límite de mis fuerzas, los intentos por buscar una salida eran desesperados pero no me gustaba quedarme quieto por muy cansado que estuviera y menos en una situación como la nuestra.

Me sorprendió la llegada de la señora Carlisle, y más su comentario, no pude evitar en hacer la pregunta:

¿Lo que hemos visto? ¿Ha estado en la Casa Chicago? Es una carnicería...

El señor Ervin protestó con razón, nos estaban reteniendo en contra de nuestra voluntad.

Supongo que viene a sacarnos de aquí y a devolvernos nuestras pertenecias.

En ese momento recordé mi vieja cámara de fotos y me deje caér abatido y agotado sobre el catre.

Procuré dejar la escobilla ahí donde la encontré en cuanto escuché que alguien se aproximaba. Mientras un indignado señor Price y un agotado Mardigan hablaban con sus "anfitriones", me quedé al margen. Estaba exhausto por todos los sucesos de aquella noche, pero mi motivo para no pronunciarme era que mi fuerza de voluntad se debatía con la desesperación y la rabia. Debía mostrarme sereno delante de mis alumnos, sereno y resuelto. Mi mirada era de intenso odio y estaba a punto de saltar como un animal, tal y como nos habían tratado.

Al ver a August caer pesadamente sobre el catre, le dirigí una mirada preocupada, sin embargo era mejor no atosigarle. Puede que fuese mi responsabilidad como profesor o mi instinto paternal, pero juré que quien estuviese detrás de todo esto lo iba a pagar muy caro.

Mi sentido común se impuso. Sí, estaba furioso, era evidente que ellos no eran las autoridades pertinentes, y daba la impresión de tener algo que ver con la muerte de Abraham; sin embargo, me limité a acercarme lentamente a la mujer y a sostenerle hoscamente la mirada, escudriñando la expresión en su rostro.

Si, de alguna forma, descubro que tuvieron algo que ver en los sucesos de la Casa Chicago, yo mismo me aseguraré de que sean ustedes los que están pudriéndose entre rejas.

Madam Carlisle, de unos cincuenta y tantos al menos, es una mujer fría de mirada penetrante. Permanece con las manos cruzadas en su regazo, sin moverse y sin apenas gesticular. Imposible adivinar sus intenciones. Sus palabras denotan tranquilidad, paciencia y una sabiduría innata, aunque su forma de expresión resulte algo extraña o rara.

- Lo sentimos mucho señor Price, pero no podemos arriesgarnos a que entorpezcan nuestra misión entrometiéndose. Les aseguro que en cuanto todo haya acabado y acabemos con la locura que desató el profesor Bollacher involuntariamente, les dejaré libres y podrán volver a América.

Asintiendo levemente contesta a Mardigan.
- No he estado en Casa Chicago, pero me han informado con todo detalle de lo ocurrido. - la mujer se toma su tiempo para seguir hablando - Su amigo el profesor Bollacher no pudo soportar la presión al descubrir esa nueva cripta y se volvió loco. Creemos que la infidelidad de su esposa pudo ser el detonante de la masacre.

La mujer observa vuestros rostros incrédulos y en su inmutable rostro parece dibujarse ligeramente una especie de sonrisa.
- Jack Saúl es de los nuestros. - dice señalando al nativo que la acompaña, que fue presentado como Jack Saúl - Pero estuvo infiltrado en la expedición de Bollacher el tiempo suficiente como para saber algunos detalles acerca de la vida privada del profesor.

- ¿Que mision es esa? ¿Que volvio loco a Bollacher? ¿Donde esta su mujer? ¿Y con que autoridad nos retiene?

Ervin parecia especialmente tenso.

El señor Price había dejado claro que su profesión era la de periodista acribillando a preguntas a la misteriosa señora.

Al principio creí que venía a sacarnos de aquí pero me equivocaba, quiere dejarnos aquí encerrados, me gustaría saber de qué misión se trataba por lo que me quedé a la espera de respuestas.

El profesor se mantenía en silencio pero sus ojos destilaban odio, nunca viera en el ese gesto de furia retando con la mirada a la mujer, temía que llegara a perder los nervios.

En cuanto se fuera debíamos continuar con nuestro plan de fuga, no parecía que fueran a tener buenas intenciones para con nosotros.

En el momento en el que mencionan a Rose, termino por exasperarme.

—¡Miente! Yo conocí a Rose, la buena esposa del profesor. ¡Se querían! Me resulta difícil creer que le fuese infiel a Abraham— digo, alzando la voz —. ¿Pretende decirme que mi amigo fue el responsable de lo que sucedió en ese lugar? ¡No pienso tolerar que hable así de él!

Intento no perder de todo los nervios, pero no puedo evitar un tono brusco. Es indignante que hablen así de Abraham; ¿cómo se atreven?

- Centremonos en lo importante, profesor.

Dejennos salir de aqui y aclarenos este embrollo.

Madam Carlisle era una persona que no encajaba en todo aquel embrollo. La observaba desde la distancia tratando de averiguar qué demonios hacía esa señora allí, y por qué parecía tener control sobre toda aquella horrible y extraña situación.

Teníamos que encontrar nuestras pertenencias, llegar a un hotel cercano y desde allí planificar lo que íbamos a hacer. Supongo que se acabaron las investigaciones acerca de los Pueblos del Mar, pero si el Profesor quería investigar la muerte de su amigo tenía el compromiso moral de ayudarle.

Me disgustaba un poco el estar encerrado, pero tenía suficientes cosas en la cabeza como para que las paredes se me viniesen encima.

Me fijé entonces en  Jack Saúl. Parecía una auténtica sombra. No me extrañaba que ni siquiera el Profesor supiese de su existencia y de su relación con Bollacher. Algo me decía que había gato encerrado en todo aquello y que nos enfrentábamos ante algo realmente gordo...