Partida Rol por web

Recorres la calle a gran velocidad sobre la moto de Ratón. Tu sire conduce con agilidad mientras tú miras su móvil con los puntos parpadeantes de las ubicaciones de Emil y Blazh. Estaban a distancia de una calle el uno del otro. -¡Cathrain!- tu sire atrae tu atención. Alzas la vista de la pantalla y lo primero que ves es la columna de humo negro.

El coche de la Dra Emil Underdown estaba ardiendo. Su cuerpo estaba tumbado, cubriéndose como puede mientras un buen puñado de ratas la mordisquean. No te pasa desapercibido el agujero en la pared, sobre ella, de un disparo contundente. Probablemente del arma de un francotirador.

Miras hacia arriba, en los edificios cercanos, pero no ves a Blazh cerca. Hay luces encendidas y caras preocupadas asomadas a las ventanas. Las ratas empiezan a escabullirse dejando una aterrada Emil que tiembla incontrolablemente. Tiene quemaduras importantes en el brazo derecho y la mitad del rostro. Ha perdido un tacón. Su ropa y medias tienen pequeños agujeros ensangrentados. Su vehículo sigue ardiendo en medio de la calle.

Conduzco hasta estar cerca de la Dra Emil Underdown aplastando algunas ratas a mi paso. Detengo la moto, pongo la pata y salto hacia ella -¡Qué cojones ha pasado!- la cojo e intento levantarla. Huelo el olor de su sangre, de las ratas, de la pólvora del tiro y, sobre todo, de su miedo. -Está conmocionada- revelo a Cathrain.

Acto seguido la levanto sin esfuerzo. -No creo que pueda llevarla en moto- sentencio sacando mi teléfono. -El coche de Blazh está ahí, en aquel callejón- 

Al mirar hacia allí veo el cuerpo del gangrel sobre el pavimento y abro mucho los ojos. -¿Ese es Blazh?- Estaba inmóvil en el suelo sobre un charco de su propia sangre. Miré hacia esa azotea, sin duda lo habían tirado desde lo más alto del edificio. -Puede que esto no haya acabado-

Tras lanzar al gangrel por la cornisa, buscaste aquel individuo que vestía como Krampus y se movía como él. Estás casi segura de haberlo visto justo antes de que se produjera el disparo. -¿Lo estaba apuntando a él?¿A la doctora?- no estabas segura pero reaccionaste casi sin pensar. Volviste a mirar pero había desaparecido. Otra característica de tu "Cosita". Quizá estuviera aún por allí cerca o quizá se haya marchado sin verte.

Segundos después llegaba una moto a gran velocidad. El humo te impidió ver bien hasta que se colocó junto al vehículo ardiendo. Eran Ratón Malware y su chiquillo, Cathrain. Aceleraron hasta colocarse junto a la joven de pelo negro que seguía aterrada, temblando sin parar. Ratón la ayudó a levantarse y, entonces, tu acompañante y tú os apartasteis de su línea de visión.

Sin perder la sonrisa veo el despliegue a ras de suelo. Giro y me pongo al otro lado de la chimenea. Cuando Gaia viene hacia mí puede ver la ira en sus ojos -Ese es Cathrain- confirmo.

Escucho las sirenas a lo lejos y poso mis manos sobre los hombros de Gaia. -Vamos a seguirlo. Aquí no es prudente acabar con él. Hay demasiados testigos y muchas posibilidades de que nos interrumpan y, por lo que veo en tu mirada, no queremos que nos interrumpan ¿verdad?- sigo sonriéndole. -El aceite de esa moto puedo olerlo desde aquí pese al olor a quemado.- Si yo puedo olerlo, para los sentidos de Gaia será un faro en la noche.

La Dra no reacciona. La cojo en volandas y camino con paso firme hacia Blazh. Junto al edificio desde el que ha caído. Me acuclillo junto a él. Apoyo las piernas de ella en el suelo y saco el teléfono con la mano libre. Compruebo dónde ha dejado el coche Blazh. Lo guardo y registro sus bolsillos hasta dar con las llaves. -Ahora vengo a por ti.- digo con cierto desprecio.

El sonido de las sirenas se hace evidente y cada vez hay más luces encendidas y rostros curiosos pegados a los cristales.

Aquello estaba yendo mucho mejor de lo esperado Ratón Malware curraba para el Viejo, y la había jodido, todavía no se habían cargado la Mascara, pero estaban haciendo mucho ruido. Si de algo estaba seguro Krampus era que a los antiguos de Londres no les iba a gustar en absoluto todo aquel estropicio, mucho menos lo que se viera en las noticias, fueran manipuladas o no. Llegado el momento Etarion sería repudiado por sus aliados, en el mundo de las sombras nadie quería estar cerca de los que llamaban la atención.

La situación estaba puesta en bandeja. Gaia había convertido al Gangrel Blazh en una hamburguesa gigante al tirarle del edificio, gracias a ella el disparo que iba dirigido contra su cabeza había fallado por completo, le debía una muy grande a su hermanita. Por otro lado, la Dra y rastreadora Emil Underdown estaba fuera de juego, conmocionada como bien había dicho Ratón. Cuando la Brujah se marchó al coche Krampus apareció para hacer su magia...

Con una afilada sonrisa se acercó a la doctora, sacó la lata de recarga para el zippo abriendo el pequeño pitorro de un bocado para colocárselo en el bolsillo trasero del pantalón. La lata iría poco a poco impregnando la tela, pero lo más divertido sería cuando Ratón la levantase en volandas para llevarla al coche, entonces ella también se estaría meando con la gasofa. Los Brujah podía ser tipos que se creían muy duros, rápidos y fuertes, sin embargo, la fortaleza no era lo suyo. Una vez hubo colocado su sorpresa el Nosferatu volvió a su refugio entre las sombras concentrando su atención en llamar a los perros que merodeasen por las cercanías, ahora no tenía rival alguno que pudiera contrarrestar sus poderes. Obviamente, los animales no serían rivales para la Brujah eso ya lo sabía, se recordó a sí mismo mientras apretaba con fuerza la estaca que había sido para la doctora, aunque eso podría darle el tiempo suficiente a Gaia para llegar hasta allí o a él para colocarse a la espalda de Ratón Malware.

Había llegado el momento de contraatacar, solo quedaban en pie los dos Brujah, no podían desaprovechar aquella situación. La policía se acercaba, para Krampus una bendición pues podía desaparecer en cualquier momento, en cambio, para Puños y Ratón serían un pequeño grano en el culo que les retrasaría. Etarion tendría que dar muchas explicaciones por los desastres acontecidos aquella noche en Londres, y eso sería una pequeña victoria para ellos.

Gaia había actuado por instinto. En la mente de la hembra solo estaba la idea de evitar que aquel gangrel disparase a Krampus y, por eso corrió contra él, haciéndole caer, finalmente, por la azotea del edificio. 

Una segunda mirada no sirvió para detectar a Cosita, así que la hembra olisqueó el aire para ver si su aroma era percibido. Krampus se había llevado la mochila de aquella mujer, y ahora una moto se situaba justo al lado portando a Malware y a Cathrain. Malditos hijos de babosa descompuesta.

Lorian le señaló a Cathrain y Gaia hizo un gruñido gutural suave, lo suficiente como para expresar cuánto lo odiaba, y no tan elevado como para que le escuchasen.

- Les seguiremos y lo haremos en privado, como dices... No voy a perder la pista de ese olor... - Aseguró la hembra, con un brillo diabólico en su mirada, la de una leona que clama venganza por herir a uno de sus cachorros.

- Es una mala puta... - Dijo Gaia respecto Ratón Malware. El trato al gangrel caído era un insulto para ella. A esa vampira nada le importaba su gente. Se merecía la peor de las muertes - No protege a su manada. Es una vergüenza...

Otra vez las putas ratas. Iba a disfrutar cuando diera con el cabrón que se divertía controlándolas, aunque por desgracia no era el momento ni el lugar para hacerlo. Mierda, mierda, mierda. ¿No quería una emboscada? Pues toma, por hablar. La puta mala suerte me acompañaba a todas partes—. Vamos, a su coche, rápido, y a cubierto. Les metemos a los dos ahí y me los llevo, tú en la moto. Esto es un puto polvorín y el Viejo se va a cabrear (otra vez) como la liemos aquí. ¡Joder!

Había conocido a muchos Gangrels en su vida. Enemigos, aliados, compañeros. Una cosa que los caracterizaba era su impulso instintivo. Cuando un animal siente la ira de morder, muerde. Pero Gaia no es así. Canaliza ese instinto de ira y es capaz de enfocarlo, esperar, planificar y desatar todo su potencial en el mejor momento trayendo no solo la victoria sino las mejores consecuencias de ésta. La observo con admiración en los ojos. Es cuando me doy cuenta de la atracción que mi cuerpo muerto experimenta hacia ella. Una mezcla de excitación y respeto. Fijo la vista en Cathrain y, de alguna forma, le estoy agradecido. -No sabes la mujer que tienes de enemiga, pobre infeliz- 

-Vamos al coche- le susurro cuando me percato de algo. Aquí hay alguien más, un ligero olor a rata, cloaca y llamamiento. Miro a Gaia -El que le ha quitado la mochila a la joven morena. Aquel por el que te has abalanzado contra el de tu mismo clan ¿compañero de manada?- pregunto mientras regresamos a la escalera de incendio. Una vez allí confirmo mis sospechas. -Perros- animales fieles a los hombres que se van acumulando, nerviosos, tras cada contenedor, tras cada esquina.

Compruebo que asiente -Fantástico- añado con una sonrisa conectando las piezas. -También huele a sangre. Sangre humana. ¿La hueles? Viene de la tienda de empeños.- Mi estómago reclamó la atención. -Sangre de mujer. Ni joven ni vieja- 

Lamenté no poder detenerme a echar una ojeada. Jamás le haría ese feo a Gaia. Descendimos y fuimos al coche. Nos sentamos y lo primero que hago es coger la libreta que guardo en la guantera. Arranco una hoja y escribo la dirección del tanatorio. El lugar desde el que iniciamos esta persecución. -Toma, pásatelo por el cuello, las axilas, barriga... donde creas conveniente. Imprégnalo con tu olor y déjalo caer por la ventanilla- al ver la mirada de gaia -Ese Cathrain y sus acompañantes están demasiado ocupados para atender esta sutileza pero tu amigo está invocando a los animales con mejor olfato. Con suerte, nos habrá visto meternos en el coche y arrojar este papel. Y, si de todas formas lo encontraran tus enemigos, verían su dirección con tu olor. ¿Se te ocurre mejor amenaza que esa? Si se asustan quizá vayan a refugiarse donde los peces gordos.-

Vas directo a ejecutar el plan de la gasolina cuando te das cuenta que Cathrain también va hacia la Dra Underdown. No sabes si te dará tiempo a meterlo en el bolsillo de la mujer, quizá sí en el de Blazh cuando lo desatienden de aquella manera.

Tras resolverlo, rodeas el edificio. Te acercas lo suficiente a la escalera de incendios como para escuchar la conversación de Gaia y su acompañante. Más que eso, puedes percibir el tono de la voz del tipo y tu instinto revela sus emociones de alianza con tu compañera gangrel.

Allí se estaba liando más de lo que a Ratón y Cathrain les hubiera gustado. Las sirenas cada vez estaban más cerca. Los rostros que habían desaparecido de las ventanas se asomaban ahora a sus puertas. -¿Está bien?- preguntaba uno. -¡He llamado a la ambulancia!- Decía otro. -¡Eh! Pero no lo mováis.- Gritó alguien desde un balcón.

Con el rabillo del ojo ves algunas pantallas de móviles. -Estaban llamando o grabando- imposible saberlo.

Ratón coge a la Dra Emil Underdown y la mete en el coche de Blazh. Cathrain hace lo mismo tras ella, cogiendo al propio Blazh. Sus huesos rotos crujen y éste ahoga un lamento. La Dra Underdown queda recostada en el asiento del copiloto. Blazh en los asientos de atrás y parte en el suelo.

El burjah entra en el coche y arranca con velocidad. Puede ver cómo, efectivamente, algunos móviles empezaron a grabar cuando los testigos se percataron de que estaban cogiendo a los heridos antes de que llegaran las autoridades.

Ratón cierra la puerta del copiloto y se dirige hacia su moto.

Venga... Venga... Venga... Malware era muchas cosas, pero también mi Sire; no iba a dejarla ahí tirada. Aguanté, con el pie puesto en el pedal, acelerando con el coche en punto muerto todavía. Cuando viera a Ratón subirse a la moto y salir echando ostias, él haría lo mismo.

Estaban bien jodidos y lo sabían, la Camarilla estaba atrayendo la atención. En cuanto empezaron a asomar los moviles Ratón Malware apretó el culo, quería pirarse escopetada de allí, pero Krampus no había dicho todavía su última palabra. Decidió no jugársela y meter la lata en la ropa de Blatz, Catharin le recoge de malas y en cuanto están llegando al coche el Nosferatu deja caer el zippo sobre el reguero de gasolina. No es gran cosa, no los matará, esa no es la intención del Nosferatu, ahora mismo Catharin lleva empapados los pantalones cuando empezase a arder se iba a cagar en los pantalones. Ya no actuaría de manera racional, la Mascarada a tomar por culo. Quizás ni siquiera pueda llegar a arrancar el vehículo.

Por otro lado Ratón Malware se va hacia la moto, perfecto, se ha separado de la seguridad de la manada. Krampus se ríe para sus adentros, al igual que él le ha enseñado a Gaia a templar su furia ella misma ha desatado su lado primario, la parte instintiva que lleva años reprimiendo. Esa una mierda es muy jodido para el joven Nosfeo porque sabe que no puede hacer que esconder lo que siente por ella, así es la novida entre los suyos siempre ocultos entre mentiras y apariencias. -Cuanto antes lo asumas, menos te dolerá gilipollas. Ella podría estar con cualquiera- se recrimina a sí mismo.

 Krampus se había vuelto a ofuscar en las sombras incluso antes de que el encendedor tocara el suelo, no quiere ser parte de las noticias, para utilizar su mente no necesitaba desvelarse. De pronto los perros se abalanzan sobre Ratón Malware, no son rivales para ella, sin embargo, le están haciendo perder un tiempo precioso. El Nosferatu sonríe, sabe que la Brujah no se la puede jugar a romper aún más la Mascarada usando sus dones, aunque eso no impide que los perros sigan llegando y abalanzándose sobre ella uno tras otro sin piedad ni cuartel. Está jodida ¿qué hará? Oh los Brujah y su sangre caliente, aquello olía a frenesí, una vez estallase ya solo le quedaría tratar de localizar el coche en el que se había marchado su compañera.

La Dra Emil Underdown quedó en el asiento del copiloto y Ratón Malware fue a pasos rápidos hacia la moto. Cathrain dejó a Blazh en el asiento y, rápidamente, se metió en el coche mirando a Ratón con la intención de no salir de allí hasta que su sire apareciera con la moto calle abajo. Pero nada mas sentarse, le llegó el tufo a gasolina. Miró hacia abajo y vio pequeñas llamas azules subiendo por la pernera de su pantalón.

Para Blazh fue peor. Esta vez en Gangrel sí grito y esto hizo que la Dra Emil también gritara. Las llamas azuladas se concentraban desde la calle hasta la parte trasera del vehículo y concretamente Blazh y el cargador de encendedores que tenía en su bolsillo. En él, las llamas verdes se tornaban amarillas y altas. Blazh, pese a sus huesos partidos, se retorcía gritando, sintiendo oleadas de dolor con cada movimiento y, a cada palmada que daba en el bolsillo ardiente, más gasolina salía del cargador haciendo que las llamas se extendieran.

Mientras tanto, no muy lejos de allí. Un caniche con muy malas pulgas cierra su diminuto hocico en la bota de Ratón Malware antes de que ésta llegue a su moto. Ésta, con el ceño fruncido sacude la pierna lanzando al animal lejos pero, al alzar la vista, tiene un pastor alemán gruñendo, un San Bernardo que ha salido de una casa cercana corre hacia su espalda, tres chuchos de la calle la flanquean por la derecha y un Dóberman seguido con dificultad por un Bulldog a su izquierda... y son solo el principio. -¡Joder!- grita.

El azul de la llama resultaba hipnótico a medida que avanzaba lamiendo el suelo a toda velocidad hacia su presa, mientras Krampus retrocedía movida por el instintivo respeto que le generaba el fuego dada su condición vampírica. El caos no se hizo esperar, los aullidos de dolor del Gangrel aumentaban el ya de per se terrible atentado contra la Mascarada, la Dra Emil rugía atenazada por su propia bestia desesperada por escapar de allí mostrando para de su naturaleza vampírica para escándalo de la Camarilla. El Nosferatu había hecho su trabajo, si los Brujah caían o no era indiferente el daño ya estaba causado. No le importaba el destino de Catharin y Ratón Malware tenía sus propios problemas, era hora de largarse de allí. 

Desde la seguridad de la lejanía envió un sms a Arnold para indicarle que todo estaba a salvo, si los anarquistas querían rematar la faena aquel era el momento oportuno. Aunque Krampus no iba a meterse en ese tipo de guerras, él no era así. Se había arriesgado incluso para ayudar a una simple ghoul, ningún vampiro en su sano juicio hubiera perdido el tiempo en eso, mucho menos con todo lo que estaba cayendo.

Los perros seguirían apareciendo y hostigando a Ratón Malware mientras él buscaba la manera de poder seguir o localizar al vehículo en el cual se había marchado Gaia.

Lorian parecía sentir algún tipo de reacción hacia la gangrel y ésta, fijándose siempre en los detalles, se percataba de que le agradaba al desconocido. Era un sentimiento mutuo. La mujer se movía por la calle con la seguridad de poder tenerla a la espalda sin necesidad de dudar o girarse, pues le sabía amigo. Ambos avanzaron hacia el coche. Él lo sugiere. Ella lo acepta, asintiendo a sus deseos.

- El que ha cogido la mochila a la mujer es mi alfa - Dijo la mujer honrando a Krampus con aquel título que para ella tanto significaba. Alguien por quien daría la vida - No sé qué busca, ni porqué necesita el objeto, pero tengo claro que si ha hecho eso es por una muy buena causa - Y no dudaba de ello. Fe ciega en su compañero.

Llegaron a la escalera de incendios y el olor a perros invadió el ambiente. Las criaturas se concentraban por todas partes. Gaia los miraba como quien veía un canapé.

- Huelo la sangre de la tienda. No me gusta. Yo solo tomo la que la naturaleza me dá - Indicó, dejando claro de que era vegana. Un detalle que sólo comentaba cuando tenía cierta dosis de confianza.

Una vez en el coche Lorian cogió una libreta y escribió en ella una dirección, la de un tanatorio, con la orden de restregarse la misiva por varias partes del cuerpo. Gaia confió en el varón e hizo lo que le pedía, se pasó la nota por el cuello, axilas, barriga e incluso fue algo más atrevida y lo deslizó por su zona genital, guiñando un ojo a su acompañante.

- Por si duda en el rastro... - Indicó ella dejando caer la nota por la ventanilla, tal y como le indicaba su acompañante - ¿Ellos están allí? ¿En el tanatorio?... ¿Es a dónde vamos?... - Le resultó interesante la brillante idea de Lorian. Era un vampiro a quien considerar, sutil donde los hubiera y con recursos suficientes como para poder ejecutar la venganza de un chiquillo muerto. Le encantaba su presencia - Tienes alma de alfa... - Y viniendo de ella, era el mejor de los halagos.

La escena comenzaba a ser peliaguda. Las sirenas sonaban de fondo y había gente grabando. Tanto la mujer muerta como el gangrel caído de la azotea fueron recogidos de la calle y metidos en el coche del compañero de clan de Gaia. A ella no le gustaba el trato que le daban, pues, aunque estaba con el enemigo, compartían un estilo de vida muy similar.

- Dudo que le valoren como mi manada hace conmigo... - Escucharla hablar así era como si contase con una veintena de vampiros en su familia, y al final sólo eran tres. O puede que dos. ¿Cómo estaría Ovillito?

Hubo unas llamas azules y a Gaia le desagradó que el gangrel gritase - Huele a gasolina. ¿Ratón le ha prendido fuego? - No tenía muy claro qué había pasado - ¿Cómo es posible que vea a uno de los suyos así y no se moleste en ayudarle? - La nobleza de la hembra era más que evidente - Los perros están atacando a Ratón... El fuego consume a Cathrain... - Miró a Lorian - ¿Es esta tu obra? - Si así fuese y muriera su enemigo, ya podría cerrar un capítulo y cumplir con Lorian en su venganza. Gaia siempre cumplía.

La hembra habría corrido hacia Cathrain para rematarle, pero el fuego era un enemigo poderoso sobre el que no tenía ningún control. No era momento para abalanzarse y hacer algo que pusiera en peligro su propia existencia. Tan sólo permaneció a la espera a ver cómo se resolvía la situación para proceder.

- ¿Sabes disparar? Sería de gran ayuda que alguien que tuviera un arma con silenciador le reventase las ruedas de la moto a Ratón. Así disfrutaría de un paseo nocturno - Y es que con testigos no quería salir del coche y evidenciarse, pero un tiro desde esa posición, podía facilitar la vida a Krampus.