Partida Rol por web

—Puta perra —gruñí mientras corría. Esa zorra no podía perseguirnos, no, tenía que volver a mandar a todos los jodidos animales pulgosos de la zona a dar por saco. Lo peor era que no diera la cara y se acercara lo suficiente para darme la oportunidad de hacerla pedacitos y dejársela de regalo a sus amigos. Mierda. Con otro gruñido, no me quedó otra que seguir corriendo hacia las casas.

Y Gaia corrió con todas sus fuerzas, salvando las distancias que le separaban de Cathrain, su objetivo real. Sentía la sangre bullir en su interior y las ansias de clavar sus uñas de gata en la carótida del vampiro.

No escaparás maldito. Eres mío, por mucho que uses tu celeridad... Te atraparé, tarde o temprano tendrás que descansar...

La mentalidad de la hembra se obcecó en su presa, pero aún así notó el olor del césped, así como de los arbustos que rodeaban el tanatorio. Gaia se envalentonó, estaba en un espacio abierto, a pesar de que empezaba a visualizarse una urbanización de casas adosadas.

Van a intentar esconderse como las ratas que son. Hay que impedirlo...

Y aceleró el ritmo, con la firmeza de alguien que sabe, se está jugando la salud por vengar el ataque de un amigo.

Krampus, Gaia y un desconocido que responde al nombre de Lorian salvan la distancia del cementerio. Chatrain, Ratón y, algo por detrás, la Dra Emil; van por delante. Más o menos en la mitad de la distancia antes de llegar a las casas cuando un chirrido cercano, un golpe, maderas saltando por los aires llama su atención. Un vehículo a gran velocidad atraviesa un lateral y destroza un muro de madera.El vehículo está destrozado. Varias ruedas pinchadas, ha perdido faros y retrovisores. La luna delantera está echa añicos. No permite ver quién va en el interior pero acelera con insistencia hacia el grupo de Cathrain.

Unas garras atraviesan el cristal y lo arrancan de cuajo. Molli, la sire de Nicholas, emerge del interior del coche dejándolo sin conductor. Su pelo negro se alborota por el viento, encrespado como un gato. Sus enormes garras imponen.

-Mío...- susurro manteniendo la mente fría pero con una expresión feroz en el rostro. Consigo estar en cuclillas sobre el coche en movimiento, pese a los saltos que éste da, con una garra clavada sobre el capó. Alguien en el interior intenta hacerse con el vehículo que va perdiendo velocidad hasta chocar con una elevación del terreno. Salgo disparada hacia delante. Ruedo por el suelo clavando las garras en la tierra para ralentizar la caída. Con las rodillas y codos despellejados, corro hacia el trío que huye de Gaia mientras todos los sentidos me gritan que él, el brujah, fue quien dejó a Nicholas en ese estado.

Desde el asiento del copiloto intentas hacerte con el control del vehículo que termina chocando contra la elevación. Molli sale disparada pero tú quedas dentro del coche resistiendo el golpe sin lesiones graves aunque con alguna magulladura.

Salgo del coche con tranquilidad pero con brío mientras activo el poder fascinación, aliso la camisa un poco me sacudo los pantalones y localizo con la mirada al objetivo de Molli, "-ese debe set Chatrain-" pienso para mi.

Me concentro y activo el poder brazos de Ahriman para sujetar al objetivo de las piernas y derribarlo "-No debe escapar-", espero pillarlo desprevenido. Mantengo a raya el hambre.

Cathrain, Ratón y Emil Underdown se percatan de sus dos perseguidores. Ellos cruzan la explanada en dirección noreste. Gaia, Krampus y el desconocido Lorian les siguen desde el suroeste. Ya han superado la valla del cementerio. Molli corre desde el este mucho más cerca de los huidizos vampiros. La Gangrel se mueve a gran velocidad dando muestra de su agilidad. Conscientes de que no llegarían a los edificios antes de que Molli alcanzase a Cathrain, Ratón sintió su instinto protector más fuerte que nunca y desvió su trayectoria para encararse a la salvaje Gangrel.

Mientras tanto, del asiento del copiloto del vehículo siniestrado emerge una figura elegante, atrayente, fascinante que, si algo puede caracterizar a este joven en su rostro es la templanza que demuestra frente a la situación.

En ese momento, el suelo bajo Cathrain parece moverse y golpear sus pies y piernas.

Podrías haberlo sospechado desde el ataque al chiquillo de Lorian en las alcantarillas pero ahora lo ves con claridad. Molli y Ratón Malware están igualadas en potencia. Puede que cuando Molli abrazara a su hermano Nicholas éste se convirtiera en un sangre débil pero cuesta creer que el ser salvaje de garras y uñas que tienes delante sea de una generación tan joven como para engendrar mediovampiros.

Y ahora está allí, con un tipo fascinante¹ al que nadie conoce.

Krampus ya había visto a Molly en acción, sin embargo, Malware le estaba dando guerra y aquello no era buena señal. El combate entre ellas dos decantaría aquella contienda, por tanto, el Nosferatu decidió enviar a los perros contra la Brujah. Esperaba ganar tiempo para que su fascinante compañero la apoyase.

Ahora mismo él prefería quedarse en segundo plano apoyando a su hermana, buscando la espalda de Cathrain, si Lorian tardaba mucho en llegar o si su hermana flaqueaba trataría de morderle o estacarle en función de la situación. No era un gran luchador, pero tanto él como los perros podrían decantar la balanza si eran una distracción adecuada. Por el momento la Tremere y el acompañante de Molly se quedaban fuera de la ecuación, los nervios le traicionaban en aquella situación y no podia estar a todo.

¡NO! Sabía que tenía que escapar, que dos —o incluso tres—, no teníamos oportunidad alguna contra cuatro o cinco vampiros, varios de ellos sin duda más viejos y poderosos que yo, pero la sangre Brujah ardía en mi interior y no podía dejar a Ratón allí sola, luchando contra todos, para salvarme. No.

Me giré ágilmente, con movimientos felinos, y gruñí, lanzándome en un parpadeo, con la argéntea espada en mano, contra aquella molesta Gangrel, dispuesto a decapitarla rápidamente. Si íbamos a morir, me llevaría por delante a alguno y descubrirían porque los nuestros seguían siendo alguien a tener en cuenta.

Gaia perseguía a Cathrain y lo marcaba como objetivo sin decaer en su carrera. Todo parecía fluir hasta que un vehículo chocó contra una valla de madera, haciendo soltar astillas por todas partes.

¿Qué diablos?....

El alma que conducía el coche aceleraba, a pesar de que el transporte no estaba en condiciones de avanzar, parecía que el conductor quería acercarse hacia el grupo de Cathrain, temiendo Gaia que su enemigo se escapara.

¿Más aliados de ese indeseable?... Morirá también...

De repente la gangrel vio quien era la vampira que había aparecido en escena. Molli, la sire de Nicholas, su hermana en vida. Gaia sonrió, al final, no iba a estar sola para completar su venganza.

Con fuerzas renovadas la hembra siguió corriendo tras Cathrain, al igual que Molli también lo hacía, con sus poderosas garras expuestas. No tardó Ratón e hacer frente a la sire de Nich, mientras Gaia no dejaría de perseguir al brujah ignorando completamente a la figura desconocida que, elegantemente, salía del vehículo. Gaia no estaba para templanzas, era una completa salvaje en toda regla.

- ¡Maldito cobarde enfréntate a mí! - Exigió la hembra a su enemigo, el cual tuvo un problema un tanto peculiar pues el suelo parecía cobrar vida propia, comenzando a golpear sus piernas, eso podría desestabilizarle.

¿Qué diablos sucede?....

Ella no lo sabía, pero aún así aceleró sin miedo, como un depredador que tiene su presa casi expuesta. Iba, por fin, a darle caza.

Ratón se desvió hacia Molli. Aquello activó a su chiquillo como un resorte que se desplazó en un parpadeo también hacia la Gangrel. Zarzillos de oscuridad se cerraron donde antes se encontraba y, pese a que no lo aferraron, a punto estuvo de perder el equilibrio pero, lo peor, es el brillo de la espada que desenvainó. Un arma que llevaba desde que salió del tanatorio.

En la rápida mente de Molli se formaron varias escenas de combate siendo las más efectiva arremeter con todo contra la Brujah aún cuando aquello implicara recibir un tremendo golpe por su parte que, sin duda, aplastaría sus huesos. Eso era antes de ver que su chiquillo también se dirigía hacia ella y a una velocidad mucho mayor, demasiado.

Molli intenta esquivar el filo inclinándose hacia atrás. No lo hace a tiempo y la hoja besa su cuello paralela a la columna, describiendo una línea por su lateral izquierdo, pasa por la mandíbula inferior y ese lado de la cara. Sin embargo, no consigue atravesar la piel de la Gangrel y solo dibuja un hilo rojo a su paso, un verdugón que provocará un ligero escozor. La Gangrel desliza las piernas hacia delante escurriéndose por el césped mojado, flexionándolas y saltando hacia Ratón que, a su vez, echa hacia atrás su puño derecho midiendo con cuidado para apuntar a su cabeza.

Las garras de Molli penetran en el pecho de Ratón buscando atravesarla cuando el puño de la Hacker impacta en el lateral izquierdo del cráneo. El estruendo del golpe retumba en los edificios pero, para los oídos más finos, es peor el sonido que hacen las garras al abrir el pecho de Molli como si de una cinta de velcro se tratara. La Gangrel sale disparada hacia las casas llevándose entre las uñas gran parte de la carne de la Hacker que se gira sobre sí misma.

Ratón ha perdido parte de la movilidad de los brazos, sobre todo del izquierdo al haber perdido la funcionalidad de los pectorales completamente cercenados. La sangre emana contundente de sus heridas. La Dra Emil se lleva las manos a la boca al presenciarlo con visible asombro.

El cuerpo de Molli rueda aparatosamente varios metros hasta golpear con el muro trasero de una de las casas desplomándose como un muñeco de trapo. Ratón sube la mano derecha a su pecho destrozado que rápidamente se cubre de rojo. Inca una rodilla en tierra. La brujah había vivido cortes, balazos y golpes pero jamás las garras de un ser sobrenatural.

Ahora, Cathrain está más cerca de Gabin, el acompañante de Molli. A unos cuatro metros. Gaia, Krampus y Lorian están en mitad del descampado, tienen delante a Ratón y la Dra Underdown (6 metros), Molli en el muro al fondo (11 metros) y Cathrain a la derecha (a poco menos de 13 metros).

Escupí al suelo. Por poco. Le habría gustado cercenar la cabeza a esa gangrel y lanzársela a los brazos de la otra puta animalista, pero las cosas no habían salido como esperaba. Y se iban a poner mucho peor en breve—. Maldita sea, levántate y corre —gruñí, corriendo yo mismo hacia mi Sire, mirando de paso a Emil—. ¿Y tú qué coño haces, Doc? ¡Muévete!

La doctora iba a tener que apañárselas por su cuenta, pero Ratón no iba a poder dejar atrás al resto por si misma, no tan herida; nos habíamos librado de una enemiga, posiblemente la más peligrosa, pero quedaban más. La recogí, ignorando sus quejas, y salí corriendo con ella.