Partida Rol por web

Empresa de alquiler de almacenes-trastero individuales, situada en un polígono industrial a 5 minutos de Meadowbrook. La nave industrial donde está instalada muestra un enorme letrero, vallas con alambre de espino y cámaras de seguridad sobre las puerta. La cadena "Store-It" es una franquicia presente en gran parte del este del país.

El polígono parece tranquilo: Tiendas de muebles, dos concesionarios de coches, un par de almacenes de material de construcción. Es reciente, aún no están puestas todas las farolas y falta pintar las señales de las calles.

El paseo en coche es breve y hay aparcamiento de sobra. La nave industrial del Store-It tiene adosada a la única puerta pública una recepción-oficina prefabricada. Un guardia de seguridad armado te mira aburrido desde su puesto antes de continuar con los crucigramas, delante de la puerta. El hombre que sale del despacho en cuanto escucha el timbre de la puerta ronda los treinta y pocos años, viste pantalón negro y camisa azul con el logotipo de la empresa y te estrecha la mano sin ninguna fuerza.

- Buenos días, bienvenido al Meadowbrook Store-It. Soy Brian Miglia, ¿en qué puedo ayudarle?

-Buenos días -saluda Stuyvesant, sin ninguna convicción-. Soy el Agente Especial Jacob Stuyvesant, FBI.

Enseña sus credenciales con una desgana que ya no le cuesta ningún esfuerzo fingir. Saca su libreta de notas y se pasa un buen rato simulando releer algo muy aburrido y nebuloso.

-Mmmm... uno de sus... clientes, un tal Garret -le da el número del depósito- ha desaparecido junto con cierta cantidad de dinero, en concepto de impuestos impagados, que presuntamente habría robado. Como sabe, la evasión de impuestos es un delito federal, en el que tienen competencia el Departamento del Tesoro y el FBI... y, verá, tengo orden de inventariar y precintar las posesiones del tal Garret a fin de que puedan usarse como prueba en la causa que se está instruyendo -aquí bosteza- contra él... así que si es tan amable de conducirme hasta su almacén y dejarme la llave...

Miglia enarca las cejas ante la credencial.

- Un momento, déjeme ver el registro, por favor...

Entra en la oficina y revisa el ordenador durante un par de minutos. El guardia de seguridad mira disimuladamente en tu dirección un par de veces, atento a la conversación. Debe ser, de lejos, lo más emocionante que le ha ocurrido en los últimos meses, si no años.

Al cabo, Miglia regresa, con gesto negativo

- No, lo siento, me temo que no hay ningún Garret en el registro... ¿Puede darme una fecha o una descripción? Quizás lo recuerde si tiene una fotografía o similar.

Algo ha despertado de repente su curiosidad... algo que ha visto en el registro.

-Bien, no, no fotografías no tenemos... verá, el número de depósito es 711: no es extraño que no tengan a ningún Garret en su base de datos... si, como sospechamos, guardó en este sitio algún tipo de documento incriminatorio, es lógico que no utilizara su nombre real...

Te mira, mordiéndose el labio un segundo. Inmediatamente, sonríe de nuevo y vuelve al ordenador. Le ves através de la ventana trastear un momento, después imprime una página y la lleva al mostrador

- Esto es lo que tenémos del depósito 711... un tal "Señor Greene"

Deja la hoja sobre el mostrador y cruza las manos. Contiene la respiración un instante en cuanto cojes el papel, delatándose:

Miglia te está ocultándo algo.

Stuyvesant trata de mantener la calma. Mira el papel y habla de manera muy fría, sin levantar la vista hacia Miglia pero dirigiéndose hacia él.

-Bien, señor Miglia. ¿Trató usted directamente con el señor Greene? ¿Recuerda su aspecto, si había algo sospechoso en él? ¿Tienen algún registro de fechas con los días en los que el señor Greene accedió a su depósito 711?

Chasquea un momento la lengua. Sea lo que sea lo que oculta, parece que por ahí van los tiros.

Vuelve a la oficina y esta vez se sienta durante un rato,tecleando furiosamente. Sale con dos hojas de papel.

- Estos son todos los registros del Depósito 711. Tiene unos... tres años, desde que el tal Señor Greene lo abrió. Greene estuvo en él cuatro veces, después, nadie hasta...

Señala una serie de fechas y un nombre, junto a una fotocopia de una identificación del FBI:

Agente Especial Arthur Donnelley. GARRET.

Sus visitas al Store-It se remontan a Julio del 2000, una o dos visitas consecutivas cada 5 o 6 meses. A finales de Abril de 2005 comienza una serie de visitas contínuas, cada 3 o 4 días, hasta la última, el 11 de Mayo de este año.

- Y hasta ahora, nadie había preguntado por el Depósito... Imagino que en realidad es por lo del suicidio, ¿verdad?

Pone de nuevo su sonrisa, aunque con algo de preocupación. Parece tener cierto miedo a lo que pueda pasarle, aunque en el fondo está ansioso por algo.

Stuyvesant clava las uñas en la palma de su mano para no mostrar sorpresa ante la mención del suicidio. El breve informe que le ha llevado hasta Meadowbrook indica que el agente GARRET había muerto, pero no los detalles del suceso. Lo que falta por dilucidar es si GARRET se ha realmente suicidado -algo nada infrecuente en agentes enfrentados cotidianamente al horror y la locura-, o si, por el contrario, su homicidio ha sido encubierto de alguna manera.

Sea como sea -piensa, aún sin levantar los ojos del cuaderno en el que apunta todo lo que le dice Miglia-, este tipo sabe algo. Y que me aspen si me voy de aquí sin averiguarlo.

Pone todo sus conocimientos de psicología en funcionamiento, para poder encontrar la manera más adecuada de que Miglia le cuente todo lo que sabe, y, mientras tanto, dice:

-Mmmm... sí, por el suicidio, evidentemente. ¿Y usted se enteró de ello por...?

Miglia sonrie, se humedece los labios y notas claramente como la tensión desaparece de sus hombros, adquiriendo una pose menos forzada.

- Bueno, lo sabe todo el mundo. Ya sabe, los periódicos locales, y bueno... imaginé que iría por ahí la cosa, ¿sabe? Soy muy observador - Te guiña el ojo, como haciendose el interesante - Cuando vi a ese tipo... - Da un par de golpecitos sobre la fotocopia - Me olí algo raro, ¿sabe? Como si las cosas no fueran bien del todo, ya me entiende. Era nervioso, y alguna vez... - Baja la voz y se te acerca, en plan confidente, mirando de soslayo al Segurita - Alguna vez vino de madrugada trayendo algo grande, y le dijo al chico de guardia que no anotase la visita. Ya sabe, asuntos secretos y eso, pero yo me entero de todo lo que pasa aquí, ¿sabe? Y bueno, sabía que ustedes vendrían tarde o temprano a preguntar.

Se endereza de nuevo, con una radiante sonrisa. Coje un manojo de llaves de debajo del mostrador y sale de detrás, dirigiéndose hacia la puerta.

- Bueno, Agente ¿vamos a ver qué es lo que hay en el Depósito?

Stuyvesant se permite algo así como una media sonrisa mientras alza, por fin, la vista y mira a Miglia.

-Sin duda, eso me ha parecido. Escuche, Brian ¿puedo llamarle Brian? Bien. Voy a necesitar algo de usted, algo importante, en lo que necesito que use toda su capacidad de observación, ¿si? Yo tomaré la llave e iré a mirar el deposito de Greene, pero necesito que usted haga memoria y recuerde los días en los que Greene apareció aquí con paquetes grandes y pocas ganas de ser controlado a al entrada... confeccione una lista, es de vital importancia para la investigación. Luego quiero que busque bolsas de plástico, para guardar las pruebas, así como una cinta métrica. También necesitaré fotocopia de los documentos del alquiler del depósito. Cuando tenga todo eso, avíseme y si hay algo de interés en el depósito necesitaré su ayuda para inventariarlo. ¡Ah!, y, Brian, tenga mucho cuidado: -usa un tono cómplice, aparentando una absoluta confianza en el empleado- que nadie se entere de lo que está usted haciendo.

- Por supuesto, Agente

Miglia parece más que contento. Saca una de las llaves del aro y te la entrega, una pequeña llave azul de seguridad.

- Peter, deja pasar al señor Stuivesant.

Acto seguido, se encierra en el despacho y comienza a teclear en el ordenador y sacar papeles de los archivadores.

Los pasillos blancos están espartanamente decorados con extintores y tubos de neón en la rejilla del techo. Alineados, decenas de pequeños almacenes prefabricados de 3x6 componen el interior del Store-It. Puertas azules diferenciadas sólo por un pequeño número serigrafiado junto a la cerradura forman el mosaico de blanco y azul del interior. Peter, el guardia aburrido, te indica el pasillo adecuado y vuelve a su puesto.

Sus pasos hacen eco mientras se acerca al 711. La llave gira suavemente y el motor eléctrico arranca con un sobresalto, levantando lentamente la persiana. Un interruptor con señal luminosa conecta los neones del interior. Tras cerrar la puerta tras él, Stuyvesant se prepara para descubrir los secretos del Agente GARRET.

Lo primero que llama la atención son dos colchones iguales de 1'80x2'10m, aún empacados en su plástico protector, apoyados en la pared de la derecha.
El fondo lo ocupa un sofá-cama de colores chillones, una pequeña mesa de café de aspecto antiguo y manchado, de madera oscura. Sobre la mesa hay una pequeña libreta de anillas y un bolígrafo, un trozo de cartón con tres llaves pegadas con cinta adhesiva, una cámara de fotos con un objetivo de gran tamaño y una papelera de metal.
En el suelo, junto a la mesa, hay un estuche de cuero del tamaño d eun libro de bolsillo, dos escopetas Mossberg de aspecto nuevo y diez cajas de cartuchos del 12.
Un ataud pequeño, de 1'20 de largo, de madera sucia de tierra, ocupa el centro del pequeño almacén, depositado sobre unos plásticos azules. La tapa está parcialmente destrozada, y desde el interior los restos ennegrecidos de un niño le contemplan bajo las luces fluorescentes.
En un rincón junto al sofá, un bidón de 50l de color rojo, con la palabra "GASOLINA" escrita en negro y una bomba manual. Sobre el bidón, un par de depósitos de plástico de 5l, de color naranja brillante.
Apoyadas junto a la entrada, dos palas de mango largo, cuatro pares de guantes de obra y una lámpara de casco, como la que llevan los mineros.
Al otro lado de la puerta, tres cajas de porexpán, del tamaño de una caja grande de zapatos cada una, con etiquetas de Peligro Biológico amarillas y negras. Encima, dos bolsas de 1'5kg de cal viva, sin abrir.

Durante un instante, uno de los fluorescentes parpadea. Stuyvesant tiene la súbita impresión de que, en algún lugar, un Dios terrible y cruel se está riendo de él.

Stuyvesant lleva su mano al bolsillo, atemorizado, y una vez que ha recuperado la respiración, aferra fuertemente su llavero de trébol. Eso le calma lo suficiente como para cerrar la puerta del depósito por dentro, (para asegurarse de que nadie entre detrás de él por error). Luego se acerca a la mesita de café, evitando en todo momento mirar el siniestro ataud.

Una vez alli, examina el cuaderno.

Stuyvesant guarda con sumo cuidado la libreta en su bolsillo y busca una bolsa en la que poder guardar la cámara de fotos, con intención de llevársela para revelarla -si es que tiene carrete-. Luego, examina con cuidado las llaves pegadas al cartón, que también tiene intención de llevarse, así como el estuche de cuero que hay junto a la mesilla.

Tras la lectura de las crípticas notas, el zumbido de los tubos fluorescentes volvió a llenar la pequeña sala. Con calma, Stuyvesant buscó entre el extraño conjunto de objetos algo donde meter la cámara y el objetivo, sin resultado alguno. Quizás uno de los contenedores de Material Biológico fuera lo bastante grand, aunque si lo que deseaba era cierta discreción, las pegatinas amarillas con el simbolo de Peligro Biológico en rojo no eran la mejor opción.

Las tres llaves parecían normales, nuevas, el tipo de copia de llaves que hacen en las ferreterías. Había dos más grandes, una plateada y otra azul, y una más pequeña de color verde. No mostraban ninguna indicación o señal de dónde habían salido o a qué cerradura pertenecían. Se las metió en el bolsillo interior de la americana y acto seguido se agachó a recoger el estuche.

La cremallera dejó al descubierto una serie de papeles y tarjetas de identificación: Inspector del Servicio de Gas de Meadowbrook, una Placa de la Oficina del Forense del Condado de Harrison, Una identificación de un servicio de instalación de Televisión por Cable, una tarjeta de Encuestador del Censo Estatal y cuatro carnets de conducir, correspondientes a los nombres impresos en las cuatro identificaciones. Además figuran algunos documentos como albaranes de compra de servicio de cable, hojas de encuesta del censo, etc, documentos de cobertura básica para las 4 identidades falsas.
Todos los documentos con fotografía muestran al Agente Especial Donnelley.

Stuyvesant observa con detenimiento el depósito. Es evidente que hay mucho que hacer aquí, pero en gran parte, sabe que no podrá hacerlo solo. En primer lugar, las hojas de la libreta son un galimatías que quizá esconda un mensaje cifrado, inadvertido para él. En segundo lugar, Stuyvesant carece de formación -y de estómago- para ocuparse del análisis forense del niño dentro del ataud; tampoco parece muy dispuesto a indagar dentro de las cajas etiquetadas con la señal de peligro biológico sin tomar antes ciertas precauciones.

Así pues, va a necesitar a alguien bueno con las claves, un criptógrafo de primera, y a alguien capaz de lidiar con la labor forense y científica...

Stuyvesant sonrie, mientras saca el teléfono viejo y cascado de su americana y busca en la agenda los números de OLAYA y OLIVER. Casi dan ganas de creer en Dios. Pero él no cree en Dios, sólo en la Célula A, y en su capacidad para juntar a la gente adecuada...