Partida Rol por web

Oakley mira distraídamente los documentos. Parece preocupado por otra cosa.

-Bien. Tendremos que comprobarlo luego. Olaya me ha llamado diciendo que hay un problema estúpido con el Store It. Uno de esos problemas estúpidos que pueden mandarlo todo al infierno, así que es mejor que vayamos a buscarla y hablemos los tres con el responsable de este lugar.

-Hola chicos!-Dice OLAYA mientras sale de su coche. Aún tiene manchas de mayonesa en las comisuras de la boca. Espero que no se den cuenta de que vengo de comer, en vez de estar trabajando. Se las limpia disimuladamente mientras dice:
-Oh, el problema es esa sabandija de Brian Miglia, es el gerente aquí. Aparte de ponerme multitud de pegas para acceder al Box 711, ha querido meter su nariz en nuestros asuntos y se lo he prohibido terminantemente. Bien, pues ahora dice que el alquiler de ese Box no está pagado y alguien debe apoquinar doce de los grandes! Si no se los pagamos no nos va a dejar entrar. Y lo peor de todo esque he dejado mi maletín con todos mis avances en el tema dentro! Necesitamos tiempo. Ya examiné todas los objetos sospechosos, menos el cadaver del niño, que pensé dejarlo para el final. Asíque si no podemos pagar el dinero, necesito esta tarde como mínimo para analizarlo completamente!

Se pone la mano en el pecho y coje aire.

-Luego me contareis vuestros avances, ahora vamos a hablar con Miglia.

Miglia deja el teléfono en cuanto os ve entrar por la puerta. La mirada que le lanza a la Agente OLAYA es una mezcla de odio y miedo. Parece que no esperaba semejante comitiva.

- Agente Stuyvesant.- Estrecha la mano del Agente OAKLEY - Espero que la Agente Van Dyck le haya informado del pequeño problema que hemos encontrado...

En cuanto abre la boca, recupera su sonrisa de vendedor de coches usados. Sin embargo, es fácil notar un cierto nerviosismo en su voz. Sus ojos no dejan de ir de uno a otro miembro de la Célula.

El interior de la oficina es pequeño y blanco, con ese aspecto de juguete de plástico que tienen todas las franquicias, sin importar de lo que sea. Un guardia de seguridad de aspecto bastante imponente permanece de pie junto a la puerta que da acceso a la nave industrial. A la derecha de la entrada, un mostrados gris y tras el la pequeña oficina de la que sale Brian Miglia, Gerente. O eso dicen las letras pintadas en la puerta.

Miglia es joven y algo blando de aspecto, como un trozo de pan húmedo. La sonrisa que luce en cuanto se acerca a OAKLEY no le llega a los ojos.

Oakley mira a Miglia con cara de pocos amigos. La agente Van Dyck, evidentemente, es Olaya. Otro apellido holandés, como el suyo. Diablos. ¿Es que este país lo fundaron cuatro palurdos con zuecos?

-Señor Miglia, el único problema que veo aquí es que ayer pedí su colaboración en un asunto de gran importancia y no le veo dispuesto a prestárnosla. Evidentemente ha debido de haber un malentendido: nosotros no somos los usuarios de un depósito, y como tales no podemos ser responsables del pago de su alquiler atrasado. Al contrario, el arrendatario de ese espacio, como le dije, ha fallecido, y el contenido de esa habitación lo constituyen pruebas de un proceso criminal en marcha. Si no he precintado ya este edificio, requisado los objetos del depósito e iniciado un registro como mandan los prodecimientos estándar es por consideración a usted, a su empresa y a las indudables pérdidas que supondría para ustedes que el FBI empezara a husmear en sus depósitos privados... imagino que más de uno de sus clientes buscaría mejor un hueco en su desván para su pornografía usada, en lugar de contratar uno de sus depósitos...

Hace una pausa, mientras se quita las gafas y las limpia lentamente.

-Así pues, señor Miglia, tiene usted dos opciones. Puede seguir insistiendo en que se le pague el alquiler atrasado, en cuyo caso tendrá que esperar, en primer lugar, a que se cierre el caso en marcha sobre su muerte, y, en segundo lugar, a que un albacea haga inventario de las posesiones del difunto y decida liquidar sus deudas... ponga unos tres años, entre una cosa y otra; eso sí, desalojaríamos su depósito mañana mismo, aunque tendríamos que llamar a un equipo forense de Charleston, precintar el depósito, investigar entre sus registros minuciosamente, y rellenar una y otra vez cientos de formularios infernales. O... puede dejar que la agente Van Dyck, mi otro compañero y yo hagamos nuestro trabajo pertinentemente y de manera discreta, y tener todo esto solucionado para dentro de una semana... supongo que he sido claro, ¿no?

OLAYA quedó prendada como de costumbre de OAKLEY cuando abria la boca.

Es un puto mago de las palabras

Cuando acabó su compañero de hablar, puso las manos en jarra y mirando escépticamente a Miglia chasquea suavemente la lengua.

Lo que no consiga un agente del FBI de un paleto avaricioso, no lo consigue nadie. Me temo que yo hubiera sido menos sutil y posiblemente menos efectivo.

Miglia se encoje visiblemente ante la calmada y monótona declaración. Quizás esa falta de "entusiasmo" de OAKLEY sea lo más aterrador: la impresión de que realmente la persona que está delante tuya va a llevar a cabo todas y cada una de las amenazas sin tomárselo ni por un segundo como algo personal, si no como un proceso rutinario y repetitivo, rellenando al fina un informe por triplicado y archivándolo con sus pegatinas correspondientes.

Su sonrisa se esfuma y balbucea una disculpa mientras vuelve a guardar los documentos bajo el mostrador y os indica humildemente la entrada.

El guardia de seguridad a duras penas contiene la sonrisa mientras os deja acceder a los pasillos de los Depósitos.

Los pasillos blancos están espartanamente decorados con extintores y tubos de neón en la rejilla del techo. Alineados, decenas de pequeños almacenes prefabricados de 3x6 componen el interior del Store-It. Puertas azules diferenciadas sólo por un pequeño número serigrafiado junto a la cerradura forman el mosaico de blanco y azul del interior.

Bien, esto fue bastante motivador, Miglia se lo pensará dos veces antes de volver a meter su grasienta nariz en los asuntos del FBI

Comienzo a caminar hacia el depósito, no sin antes dedicar una sonrisa al fórnido guardia de seguridad. Estoy impaciente por comunicar mis avances a mis compañeros.

Oakley comienza a caminar por el pasillo, siguiendo los pasos que él mismo había recorrido la tarde anterior. Procuraba andar erguido y sin resoplar. Sabía que si cerraba los ojos, aunque fuera por un momento, vería nuevamente el grotesco ataud, casi de juguete, antinatural y aberrante, y a través de la madera carcomida...

-Bien. Vamos a recuperar tu maletín, Olaya. ¿Algo que puedas contarnos de tu investigación esta mañana?

Mientras caminaban les contestó en voz baja:

-Hay bastantes cosas interesantes en el Box, lo que he podido averiguar sobre el cadaver del ... niño es que tenia 9 años cuando murió, hace unos 30, aún falta hacer la autopsia y os podré enseñar el informe completo.

-En el sofá descubrí varios juegos de huellas, a las que deberemos poner un nombre. También, en el fondo de la papelera, había unas fotografias quemadas, tras un proceso de reconstrucción, se ven bastante bien. En todas sale una mujer en su casa, las fotografias están sacadas desde afuera. En una de ellas sale la chica con un bebé... es bastante extraño.

-Y por último, aunque no tiene nada que ver con mi especialidad, me fijé en unos formularios que hay, son encuestas, la mayoría eran de preguntas sobre cuanto tiempo lleva el encuestado viviendo en esta ciudad, no sé que quería buscar nuestro hombre... También rebuscando he encontrado multitud de carnets falsos, hechos por profesionales, este tipo se lo montaba bien...

El pequeño Depósito 711 se abre con un giro de la llave del Agente OAKLEY. Lo primero que se percibe es un notable olor a vinagre y amoniaco. El interior se presenta igual de abarrotado que antes, y las manchas negras y naranja del polvo para huellas dactilares son visibles en el sofá y en el plástico de que envuelve los colchones, ahora abiertos.

Junto al maletín de la Agente OLAYA hay una gran cantidad de recipientes de muestras y bolsas de papel y plástico selladas y etiquetadas, así como unas cuantas tarjetas para huellas dactilares. Las cajas de porexpán han sido precintadas y metidas en bolsas de plástico negras con pegatinas de aviso.

En el centro de la sala permanece el pequeño ataúd, ahora con la tapa abierta, mostrando los huesos ennegrecidos, irreales bajo las luces fluorescentes del almacén.

-Bien.-Digo sintiendome como en caso, oh el dulce olor a productos quimicos.- En esas bolsitas está todo lo que necesitaremos analizar. Hechad un vistazo a todos esos carnets de identidad falsos que hay en la mesita...

Me pongo los guantes algo incómoda, nunca he hecho una autopsia con más gente que no fuera mi mentor, aunque hay confianza me gustaria hacerlo sóla.

-Dentro de poco comenzaré a hacer la autopsia al niño. Vosotros que habeis avanzado en esta mañana?

Oakley evita mirar al ataud. Puede ser un tipo aburrido, aparentemente inexpresivo y acostumbrado a cierta dósis de macabras visiones. Pero es un niño muerto, por el amor de Jesus. No tiene ninguna intención de quedarse a ver cómo Olaya manipula el cadáver, así que cuando ella se pone sus guantes mira para otro lado.

-Bien, Oliver podrá contártelo mejor que yo, pero hemos hecho una investigación en cierto modo paralela. Él ha mirado los registros de propiedad de la casa, y tiene una lista bastante amplia de antiguos propietarios. Yo he indagado en la compañía eléctrica los nombres de los usuarios que pagaron la electricidad de la casa durante los últimos diez años. Parece que ambas listas coinciden en lo básico, aunque la de Oliver se extiende más en el tiempo y es más precisa... creo que eso nos da un buen número de nombres para comprobar en la base de datos del FBI. Testigos que pueden contarnos qué pasa en esa casa antes de que tengamos que entrar con la célula Y y todo su equipo militar guardando nuestras espaldas.

-Oh estupendo.-Contesta OLAYA mientras manosea el craneo del niño muerto, se ha manchado un poco la punta de los guantes.- OAKLEY me haces el favor? Coje un par de guantes de la maleta y ven, hechame una mano. Acercame ese escalpelo, creo que aquí hay algo duro.-Dice al presionar las costillas del bebé. Se escuchó un repugnante 'crac' pringoso.

Centro mi atención en CUALQUIER otra cosa excepto la autopsia. Trato de bloquear mis oídos para no escuchar los ruidos desagradables.

No es más que un crío, por Dios... cuando la locura sale a escena, no distingue edad ni condición.

Os... os dejo trabajar. Después cotejamos ...

Reprimo una arcada. No me avergüenza mostrarme sensible ante mis compañeros. Eso demuestra que soy humano, algo que procuro mantener presente como base de mi cordura. Si alguna vez llego a dudarlo, será señal de que mi mente ha saltado por los aires.