Partida Rol por web

La preparación de la mesa de autopsias es un ritual de agua, desinfectantes y acero cromado. Todo tiene sus tiempos y sus pasoso, y es una liturgia dedicada a las deidades del saber. Es una oración al conocimiento, la verdad y la ciencia. Poco a poco, los instrumentos se van alineando, el metal brilla con el reflejo de las lámparas halógenas, el aire se satura del olor del desinfectante y el látex. Los escalpelos ne orden, seguidos de las tenazas para huesos, las sierras manuales, los forceps, los separadores, las pinzas. Después, los botes estériles y numerados para muestras, la bolsa para el estómago, la palangana para el cerebro, la bolsa de drenaje para orina. En último lugar, las herramientas eléctricas, los portaobjetos para los análisis iniciales, el microscopio portátil, la máquina de rayos x.

Un fuerte golpe te sobresalta. Un golpe lleno de furia al que sigue un pandemonium de carne contra metal, golpes, arañazos, ruidos de algo moviéndose en un espacio estrecho, golpeando las paredes de su alrededor.

Alguien se mueve en el frigorífico 27.

El hombre sin cerebro.

-AAAAAhhh!. Exclamo
N-No puede ser, es la cámara del muerto! ¿Qué está pasando aquí?
Salgo de la sala galopando dirigiendome a la habitación de los guardias de seguridad.
-AYUDAAA AYUDAAAA!! Grito por el camino.

Los agentes de seguridad acuden rápidamente a los gritos de auxilio. Enseguida, sin apenas necesidad de una palabra, te indican que te quedes dentro de la sala de control, con otro agente. Desde allí puedes ver las cámaras de seguridad, los monitores que controlan el edificio. Los dos agentes se acercan rápidamente a la sala de autopsias y se detienen junto a la puerta.

- Adelante, vamos a entrar.

Los hombres, con las armas apuntando al suelo, entran cautelosamente en la sala de autopsias, fuera del alcance de las cámaras.

- Todo parece en orden. No vemos nada fuera de lo normal. ¿Puede comunicarnos el orígen de la incidencia?

La voz suena distorsionada por la radio, ajena. Las pantallas ofrecen una seguridad artificial, el distanciamiento mental de lo que está pasando. Allí, sentada entre las tazas de café y los monitores, bajo la brillante luz de las lámparas, todo parece diferente. Quizás sólo haya sido estress.

Me hecho las manos a la cabeza:
-Quizá fueran sólo imaginaciones mías, pero creo haber oido ruido en el frigorifico 27, podrían abrirlo y hechar un vistazo por mi? No me tranquilizaré hasta que no veamos lo que hay dentro.

Hay un momento de silencio. El guardia que está contigo te lanza una mirada extraña antes de volver a hablar por la radio al equipo que acaba de entrar en la sala de autopsias.

- Adelante... revisen la habitación.

Deja la radio sobre el escritorio y fija su vista en el monitor del pasillo de autopsias. De vez en cuando te lanza una mirada furtiva.

Me quedo observando con el corazón en un puño aver que pasa, espero que la puerta se abra y salgan los guardias diciendo que no hay problema.

- Todo parece en orden. No hemos vist...

La voz se interrumpe por el sonido estridente de algo metálico cayendo al suelo. Tas eso, silencio.

El agente de guardia llama insistentemente por la radio, pero nadie responde. En los monitores puedes ver una y otra vez un destello de luz que surje de la puerta de la sala de autopsias: Alguien disparando un arma en el interior, una y otra vez. Apagados por los pasillos y las puertas, crées escuchar los disparos por encima del ruido de llaves girando y armarios abriéndose. La mano del Agente se posa sobre tu hombro, sobresaltándote. Lleva un chaleco antibalas de aspecto incómodo y te entrega una escopeta negra y pesada.

- Póngase un chaleco y sígame.

Sin darte tiempo a responder, sale de la sala tras pulsar un botón de alarma silenciosa.

Me quedo paralizada por lo que acabo de ver y escuchar...
U-un arma... yo no se como funciona esto!- Pienso mientras cojo en mis manos aquel trozo de metal asesino. Cuando veo que el agente de guardia se levanta, me pongo rápidamente el chaleco, aunque pienso que los únicos que tienen armas son los nuestros, asique será una estupidez.

Le sigo al hombre cogiendo la escopeta como si fuera un bate de beisbol y cuando llego a su altura le digo.
-¿No sería mejor llamar a alguien y pedir ayuda?

- Ya lo he hecho. Vamos. - Habla un momento por la radio en un susurro mientras sale al pasillo y gira hacia la zona de laboratorios.

- ¿Marck? ¿Wallton? ¿Hay alguien ahí? Cambio

Se detiene un segundo y revisa su escopeta. Después te mira y con un rápido movimiento, quita el seguro y te levanta el arma hasta el hombro.

- Sujétala con fuerza o se te caerá con el primer disparo. No la utilices a menos que veas que yo no puedo controlar la situación. Ahora silencio.

Avanza lentamente hasta quedar a unos veinte metros de la puerta. se planta en medio del pasillo, con los pies separados y la escopeta al hombro, antes de gritar:

- ¡Agente del FBI! ¡Tire las armas y salga inmediatamente de ahí! ¡Los refuerzos están en camino!

Entonces las puerta doble de cristal salta en pedazos cuando los dos cuerpos de los agentes de seguridad son arrojados con gran fuerza de la sala. El ruido de los huesos y la carne al chocar contra la pared te pone los pelos de punta. Hay sangre, sangre por todos lados, y un intenso olor a mierda inunda el pasillo. Los agentes... son un revoltijo de carne rasgada y vísceras abiertas, amontonadas como dos marionetas de carne enredadas.
La fuerza del golpe ha salpicado de restos hasta el techo, y la luz fluorescente se tiñe ahora de carmesí a medida que escucháis los pasos. Pasos huecos, desacompasados, irregulares.

Contemplo horrorizada la escena. He visto bastantes autopsias, pero esto es realmente repugnante, me mareo y me entran ganas de vomitar.

-Estan... están muertos!! Pero no puede ser, yo misma metí el cadaver en el frigorífico!! No tenia cerebro! Estaba muerto! Vamonos de aquí agente!!- Le grito tirando de su camisa.

El hombre sigue en su posición, sin mirarte. Ves como el sudor comienza a hacerle un cerco en las axilas de la camisa.

- ¡Atrás, señorita! ¡Coja su arma y cúbrame! - Da un paso adelante - ¡¡SALGA INMEDIATAMENTE CON LAS MANOS EN ALTO!!

Entonces, un hombre que debería estar muerto sale caminando con sus pies deformes, desnudo, cubierto de sangre. Lentamiente se gira hacia vosotros, y véis las heridas de bala de su pecho y abdomen. Por los agujeros de bala asoman pequéños tentáculos negros, azotando el aire y moviéndose como extraños gusanos que se hubiesen aferrado a la carne del hombre, retemblando y agitándose alocadamente. Las cicatrices rituales en forma de árbol de su torso se retuercen como si bajo la piel se arrastrase una legión de serpientes enfurecidas, y os mira.
Sus ojos tienen un brillo antinatural, purulento, como si emitiesen una luz muerta y podrida. Os mira y abre la boca en un rugido inarticulado, y se lanza hacia adelante en una carrera irregular y espasmódica sobre sus pies deformes.

- ÏAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!

-AAAAAAAAAAAAAAhh- Cuando veo al cadaver que yo misma estuve examinando hace viente minutos -Con unos tentáculos que antes no estaban ahí- caminar hacia mi, hecho a correr en dirección contraria hacia las escaleras de emergencia del edificio, se me rompe un tacón pero da igual. Corro como alma lleva el diablo sin mirar atrás, con la escopeta cogida como si fuera una barra de pan.

Escuchas a tu espalda el estampido de los disparos de escopeta, seguido por los gritos del Agente, y por encima de todo eso, el ululante alarido del hombre muerto, cada vez más y más alto, más y más agudo, hasta que piensas que te van a estallar los tímpanos.
Entonces, apunto de alcanzar la puerta de emergencia, esta se abre desde fuera y ves a tres agentes con las armas levantadas hacia ti.

- ¡¡AL SUELO!!

Corro como una posesa cuando se abre la puerta de emergencia y encuentro a la rubia de antes apuntandome con su arma.

La primera herida de bala es una de las que se recuerdan siempre. Es un golpe violento, como un martillazo, seguido de un dolor intenso y quemante. Apesar de que los médicos te dijesen que habías tenido suerte, que la trayectoria de la bala había sido limpia, probablemente ese médico no había recibido una bala en el abdomen en su vida.

El postoperatorio fue una mezcla de analgésicos e interrogatorios para saber qué había pasado. Nunca te dejaron acceder al informe final del incidente, auqnue siempre has sospechado que en realidad, el informe no decía nada de un hombre muerto, de los tentáculos, de la sangre, de los túneles oscuros y húmedos y de las cosas que habitan su interior, devorando carne sacada de grandes cajas de madera.

Pero los sucesos extraños continuaron. Semana tras semana, mes a mes, fueron derivándote cada vez más y más casos extraños. Análisis de muestras que no tenían sentido. Cuerpos desangrados por una herida en el pecho que parecía haber cortado la carne a nivel molecular. Cerebros cubiertos con una red de cables microscópicos que desapareciéron en manos de la NSA sin una respuesta a tus protestas.

Cuando aprendiste a ver, oir y callar, Delta Green contactó contigo. Te contaron la verdad, o al menos, su verdad. Te contaron la guerra secreta, te hablaron de los monstruos, pero tu ya sabías bastante. No tuvieron que presionarte ni que esperar tu respuesta: Sabías que la guerra había comenzado y que no había forma de librarse de ella.

Sin emabrgo, no les contaste nada de tus sueños. De los seres de los túneles ni de lo que había bajo sus pies. Había algo perturbadoramente atractivo en los sueños, un anhelo no manifestado de cosas innombrables y blasfemas, un terror apenas entrevisto en las sombras nubladas de la memoria. Y sabías que tu padre, estuviese donde estuviese, tenía algo que ver. Tenías que encontrar la respuesta por ti misma.

Algún momento del año 2002. Oficinas del FBI en Quantico, Virginia.