Partida Rol por web

Con el 5 de penalizador que tienes has rozado algo, pero no lo suficiente como para que te afecte.

Manfred se dirigió hacia la zona del barro. ¿Cómo demonios iba a pasar por ahí con la armadura? Echó un vistazo por encima del hombro y sintió la pesadez de los tubos del estabilizador de poder. Suspiró. Calma- dijo para sí mismo- estás pensando demasiado, eso sólo produce nervios innecesarios.

Se echó al suelo y arrancó con prudencia.

Pasa los tubos oscuros, repletos de mugre y los charcos de barro con una soltura presuntuosa que incluso parece que ... se mueve en su medio natural.

Ya venía acelerado de antes y pasó con soltura esta prueba también.

Veamos que sucede con la siguiente.

Manfred empezaba a ver la luz al final del túnel. La escalera horizontal no parecía cosa fácil. Empezaban a dolerle los músculos y sentía el entumecimiento. Le preocupaba resbalar en el momento más inoportuno o que un calambre le hiciera morder el polvo. No obstante, también se veía fortalecido por sus éxitos anteriores.

El hombre respiró y decidió centrarse en la escalera. Cuanto más esperase, más vueltas daría su cerebro y más dudas rondarían su cabeza. Se impulsó, colocó la primera mano y...

Las manos empiezan a avanzar por aquellos barrotes, del que cuelgas, pero algo pasa. Uno de los túbulares estabilizadores que en la espalda portas, ha chocado con tu mano derecha, y en automático la sueltas. No eres capaz de sostenerte con una sola mano y sueltas. Caes.

La decepción te sienta como una patada en el culo y regresas al principio de este obstáculo.

Manfred maldijo para sí. Los malditos tubos. Los había perdido de vista durante un instante y se habían vuelto en su contra.

Volvió al principio. Sintió como los brazos acalambrados empezaban a fallarle y, por un momento, sintió que fallaría de nuevo. Se estaba empezando a derrumbar. No obstante, apretó los dientes y hizo un esfuerzo por mantenerse concentrado y seguro.

Y lo logró. Cada nuevo paso era una mayor probabilidad de fallar en el siguiente.

La penalización por fatiga es de 3, así que caes otra vez.

tirada de fatiga y otra de fuerza. (ojo con los modificadores, ya tienes un -3, pero si fallas fatiga, puede ser otro) Y además, cada fallo, tiene asociado un segundo extra en todo lo que hagas, así que el segundo intento es de 7, no de 6.

Manfred cayó una vez más, exhausto. Los dedos apenas respondían a sus órdenes y las piernas recubiertas de acero de la armadura estaban cubiertas del polvo y el barro del suelo que tantas veces había probado. Por primera vez desde que la armadura no respondiera, parecía que hacía ya tanto tiempo, se sintió frustrado y vencido.

Tras dos mintuso de ejercicio las manos te dan calambres. No eres capaz de cerrarlas, y cuando te das cuenta, te desplomas. Quedas sentado en el suelo y los camilleros, sin montarte en la "carretilla", ya que mal, pero puedes andar, te acercan a la enfermería.

Todos los "abollados" estáis en la misma sala. En camas (no literas) en una sala blanca, y de cuando en cuando, entra un asistente de medicina, o incluso alguno de los Guardianes del Arte, que actúan como médicos usando la Luz.

Todos, molidos, descansáis hasta el día siguiente, en el cual amanecéis bastante descansados y algo hambrientos.

Recuperó el conocimiento entre imágenes borrosas. La luces tenues del techo se difuminaban mientras trataba de abrir los ojos. Notó como los dedos le dolían enormemente y recordó la pesadilla, el circuito, la escalera.

- Mierda- gruñó, cuando volvió a recordar el fallo. Al menos seguía vivo, esa era una buena señal.

Se incorporó con un leve mareo, sentándose en la cama. El estómago protestó, recordándole el tiempo que llevaba sin probar bocado. Miró a la izquierdo y vio a Raphael que empezaba a entreabrir los ojos también.

- Vamos, vago- le dijo con una media sonrisa- vas a llegar tarde a clase.

Me termino de despertar. Quizás el entrenamiento había sido más duro de lo esperado, pero había que reconocer una cosa. No había descansado tanto desde que llegó aquí. Y eso era de agradecer. Me incorporo y me doy cuenta de que Manfred no había terminado el entrenamiento, puesto que también estaba aquí. Sonrío.

- Tampoco has terminado el entrenamiento por lo que veo, ¿no es así? Nunca fui bueno con las escaleras.

Cuando os dais cuenta, estáis todos los "nuevos" allí.

Os han pasado por la máquina de hacer puré...pero eso no era lo único.

Había dos que habían tenido que ser atendidos por heridas de cierta consideración. Uno tenía una pata escayolada, y otro penis, por la sangre que marca sus vendajes, que ha tenido que ser algo de las granadas.

Estáis despertando y es medio día.

Para alegrar el día llega el inquisidor y se situa en la puerta. Desde allí observa en silencio.

Una sensación extraña invadió a Manfred, como si alguien estuviera observándoles. Efectivamente, unos metros más allá, el Inquisidor observaba impertérrito tras su máscara. Sólo el Cardenal sabe qué estaría pasándole por la cabeza. Nada bueno, eso seguro.

Manfred miró a Raphael interrogante, preguntando con un gesto de la cabeza. ¿Qué se supone que debían hacer? ¿Levantarse? ¿Reposar?

No sabía que hora era, pero por el hambre que sentía, tenía la sensación de que era la hora exacta para comer. Además, no recordaba la última vez que comió. Cuando Manfred me miró, me incorporé y me dispuse a arreglarme lo mejor que pude. Mire al Inquisidor, apostado y mirando, y me encogí de hombros. 

- Espero que nos den algo de comer ¿Vamos?

A pesar del descanso, notaba las piernas muy cansadas. Y una sensación en los ojos de pesadez.