Partida Rol por web

Náhoda či Dopuštění

Bukavu

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04/07/2008, 10:15
Mentzele

Tratar con Mentzele era complicado, y hacerlo en su terreno, no facilitaba las cosas, una nueva cita, nuevamente Emil con Ngeze, el chico sabía que algo no iba bien, y aunque se consideraba un hombre, le bastaba con mirarte a los ojos para saber que no debía preguntar, por lo menos todavía no. La mirada seria del manco al despedirte, por lo menos se hará cargo de tu hijo si algo te sucediera, una esperanza del que el chico no tuviera que pagar tus posibles errores, cualquier esperanza es válida en estos momentos.

La casa amarilla, una tranquila taberna frecuentada por gente de la peor calaña, pero diferente a la anterior, pues aquí se supone que van aquellos que no quieren parecer lo que realmente son, un par de matones en la puerta, con actitud peligrosa, te dejan entrar en cuanto informas de tu nombre. Nunca antes habías entrado allí, en el exterior, el zumbido de un enorme generador eléctrico llenaba el silencio, aquí, lo primero que notas es la agradable sensación del aire acondicionado, que alivia el bochorno del exterior, el local no es muy grande, pero podría pasar por uno de esos restaurantes que había en Kigali, no de los más caros, pero si donde se podía comer con garantías. Está concurrido, pero nadie se vuelve a mirarte cuando entras, aquí no.

En una mesa al fondo, se encuentra el hombre que has venido a ver, solo, con una copa de whisky delante suya, y sus ojos fijos en una pareja que está sentado dos mesas a su derecha, pero conforme te acercas, va girando su rostro hasta ti, su mirada no ha cambiado, nada en absoluto. Muchos en las mesas ríen, parecen divertirse, o incluso pueden que tramen algo, pero Mentzele no hace nada de eso, su gesto es impasible cuando te ofrece que tomes asiento delante suya.

Dentro de ocho días, lo quiero todo preparado

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04/07/2008, 21:27
Obed Semanza

Claro, conciso, simple, directo y contundente. Como un disparo en la cabeza. Noto cómo la carne se me pone de gallina, y no es por el aire acondicionado. Ese momento, esa forma en la que Mentzele desvía la mirada desde aquella pareja hasta mí..., transcurre despacio, como en cámara lenta.

Lo tendría hoy mismo si lo quisiera.- digo tras tomar asiento, sorprendido porque ahora, en el momento de la verdad, soy incapaz de mirarle a los ojos. En vez de eso, echo un vistazo distraído al local, observando sin ver: sólo me llegan ecos de las risas y el olor fétido de una opulencia limitada, no por la avaricia, sino por el ancla que Bukavu impone: sin duda, algunos lastres pesan más que otros.

Son segundos, quizá décimas de ellos, pero la soga que la presencia del Diablo me pone en la garganta empieza a aflojarse, y enfoco imágenes y sensaciones, obligando a mi cerebro a procesar la información: las caras de la pareja sentada dos mesas más allá, la música, lo mullido del asiento, los bultos bajo la ropa que esconden hierros, los que nos observan, los que no lo hacen...Todo como queriendo prorrogar lo inevitable: sus ojos. Ya lo dijo el Manco: Un asesino tremendamente seductor...
A fé que lo es.

De todas formas, no ha sido fácil.- concluyo, perdido en su vaso de whiskey. Levanta el mentón, Obed. Levántalo por lo que más quieras...Usted hizo algo la última vez. Algo que no debería haber ocurrido. Algo que complicó mi situación y perjudicó sus intereses.

Es entonces cuando Saró vuelve, me susurra que mire a los ojos a su asesino...y yo obedezco. Sin ira, pero sin miedo. Pocas veces Mentzele habrá visto una mirada así. Lo sé, y la mantengo.

He tenido que responder a muchas preguntas, Mentzele. Aunque supongo que eso a usted no le importa.

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07/07/2008, 09:44
Mentzele

Mentzele sostiene el vaso con su mano derecha, moviéndolo de manera que el líquido gire en círculos, te mantiene la mirada, incluso se atreve a dejar escapar una ligera sonrisa cuando le dices que podría tenerlo hoy mismo, como sino terminara de creerte del todo, pero cuando nombras el “incidente” vuelve a ponerse serio, pero con la indiferencia reinando en su rostro.

No te equivoques muchacho, nunca me ha gustado perjudicar mis intereses, pero a veces es necesario arriesgarse un poco para conseguir mejores beneficios bebe un sorbo de whisky, despacio, como si tuviera todo el tiempo del mundo, puede que se sintiera como si lo tuviera, o puede que realmente crea tenerlo, una vida no vale nada en comparación con las que pueden ser salvadas, aunque para hacerlo, haya que sacrificar otras, dice con frialdad.

Echa su cuerpo hacia delante, para quedar más cerca tuya, para rodearte aún más con ese halo que parece flotar a su alrededor, Imagínate, tu y tu hijo disfrutando de una vida plácida lejos del infierno, en tu casa, en tu ciudad, en tu país, no hace demasiado de aquello, calla unos segundos, sin dejar de mirarte, parece satisfecho de que seas capaz de aguantar la suya, sólo digo que los que te echaron de allí, disfrutan ahora de esa situación, es ley de vida y de los hombres recuperar aquello que les fue arrebatado, yo sólo proporciono medios para que la naturaleza siga su curso, simplemente eso Semanza, y la naturaleza es cruel, suelta el vaso que aún mantenía aferrado.

Bien, ¿Cuál es la idea que me propones?

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07/07/2008, 13:08
Obed Semanza

No es una...idea lo que le propongo. Son armas.- contesto seco. Había escuchado cientos de veces aquello de que "el fin justifica los medios", sobre todo de boca de Ferdinand. Ahora cobraba esa misma dimensión: una magnitud que me seduce y me asquea a la vez. Pero Mentzele se equivoca, estoy convencido de ello. No habrá una plácida vida en Ruanda. No para mí. La sangre no me devolverá lo que he perdido..., y el ciclo no acabará nunca: demasiados intereses puestos en que la pescadilla siga mordiéndose la cola.

Usted me dice exactamente cuando y donde...y yo hago la entrega. Así de sencillo.- digo mirando al asesino de Saró directamente a los ojos. Y lo hago como el primo de Nsabimana predice el tiempo: de forma natural, sin teatros ni aspavientos. Seguro de mí mismo, de poder con esto. La cuestión es si podré mantener esta certeza cuando sea mi hijo quién me escuche: cuando le diga que no volveré a verle en mucho tiempo, quizá nunca más..., que El Manco es ahora su tutor y que debe obedecerle,...porque su padre estará lejos pagando el precio por su vida.

Le diré algo, Mentzele. No me fío de usted ni de su gente. Sé que le soy útil y sé hasta cuando: también yo arriesgo. No tengo demasiada fé en que mantenga su palabra,...Tampoco espero nada de aquellos que tiene usted en nómina colados en la Guardia, porque, debe saberlo, son lenguas que siban en dos direcciones.- pongo ahora los codos sobre la mesa y, por primera vez, muestro una mueca parecida a una sonrisa.

Pero algo me dice que, dentro de usted, queda algo del padre que fué. Quizá sea su propio nombre de pila, ese que elude darme. Por eso, por lo que fuimos y por lo que nos han quitado...

...le juro que si saca a Emil Semanza de Bukavu, me tendrá a su lado sin condiciones, sin preguntas y sin titubeos.

Una pequeña pausa que parece durar siglos. Suficiente para que vea en mí la determinación de un hombre que acaba de pactar con el mismo Diablo.

¡Camarero!- digo en voz alta, manteniendo aún la mirada del Gran Hombre.Un vaso de agua, por favor.

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08/07/2008, 09:11
Mentzele

Aquel hombre parecía sentirse a gusto en medio de aquella situación, mezcla de amenazas veladas, promesas de dudosos cumplimientos e intrigas de variada consideración, lleva tanto tiempo practicándolas que seguramente se sienta raro si alguna vez consigue es “paz” que tanto promulga.

Queda en silencio, sin decir nada, simplemente observa el movimiento del camarero desde el momento en que lo llamas, hasta que te sirve una pequeña botella de agua y un vaso de cristal limpio y casi transparente, pues a pesar de todo, también se nota que no lo estás estrenando precisamente. Es entonces cuando Mentzele vuelve a fijarse en ti, Estoy al corriente de todo lo que sucede Semanza, sino no seguiría vivo, a veces me anima ver que aún hay gente tan inocente como para menospreciarme, me hace sentirme más joven suelta algo parecido a una risa y mira a una de las mesas de su derecha, donde una mujer joven, bastante atractiva, lo está mirando sin ningún reparo, seguramente la chica sepa quien es, y sepa también que es un pez más gordo que aquel con el que está ella ahora mismo, pero Mentzele no le presta más atención de la que prestaría a un insecto.

Recuerda una cosa, la vida de tu hijo, para mi no vale nada, ni siquiera el precio de tus servicios, me eres útil si, como otros lo fueron con anterioridad, ya hablamos antes de ese tema, no me hagas perder el tiempo, para mi es muy valioso era evidente que al tuyo apenas le da algún valor, aunque por la forma en que te mira, parece decirte que lo aproveches bien, puede que te quede menos de lo que piensas, es difícil amenazar con menos esfuerzo.

La colina de los muertos, en la parte de atrás, tendré un camión esperando después de que anochezca, Trajaj será al único al que entregarás las armas un lugar con un nombre apropiado, seguramente podrías haber escogido cualquier otro sitio, pero el macabro nombre no deja de tener su encanto para alguien como él, un cementerio que habla de odio y venganza, un lugar apropiado.

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08/07/2008, 18:03
Obed Semanza

Gracias.- le digo al aire cuendo el camarero deja el vaso sobre la mesa. Agua embotellada, sin la cruz roja o el logo del Acnur en la etiqueta: es una marca comercial. No veo algo así desde que salí del "Hotel de las Mil Colinas".

¿De verdad cree que le subestimo?. ¿Que no sé que mi vida y la de mi hijo depende de su voluntad?. Si es por eso, puede usted volver a sentirse todo lo viejo que en realidad es, Mentzele.

Una vez más, había sido inútil: intentar llegar al alma de aquel hombre, alcanzar el punto que le hiciese vulnerable,...era tan fácil como encontrar en un pajar la cabeza de un alfiler. Mi extraña sonrisa se transforma en mueca de disgusto, y frunzo el ceño contrariado.

La colina de los muertos, en ocho días.- apuro el vaso, dando por finiquitada la conversación. Me levanto de la silla sin mirar al Gran Hombre. En vez de eso, echo un nuevo vistazo al local y en mis adentros las tripas se revuelven, esperanzado en que, una vez en el Reino de Dios o en los Fuegos del Infierno, el dinero no valga nada.

Sólo quería presentar mi currículum, Mentzele. Quizá me equivoqué en las formas, pero...también tengo ojos y oídos, y si estos no me engañan, juntando la mitad de sus hombres no se llega a sumar ni la mitad de mi cerebro, ni un cuarto de mis agallas.

Eso es lo que pongo a su disposición. Quizá sea lo único que usted no pueda "coger", sino que tenga que "ganarse".

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09/07/2008, 10:16
Director

No obtienes respuesta por su parte mientras abandonas el lugar, aunque apostarías tu vida a que te está mirando con esa expresión que es tan difícil de juzgar, aunque, visto lo visto, puede que el montante de la apuesta sea insignificante, mucho más valioso que hace apenas unas horas.

El bochorno vuelve a golpearte en cuanto abandonas aquel local tan fuera de lugar en medio de la miseria que vuelve a rodearte, que se hace más patente después de lo visto dentro, es increíble como el ser humano es capaz de adaptarse casi a cualquier situación, casi a cualquiera, piensas mientras regresas a recoger a un cada vez más resignado Emil de casa de El Manco.

Este lee en tus ojos, siempre lo ha hecho, y tú en los suyos, el niño aún está despierto, no es momento para hablar, todo camuflado bajo la siempre buena coartada del trabajo, pero, seguramente, dentro de siete noches, cuando lo dejes de nuevo en esta casa, será mucho más complicado que hoy.

Una semana de trabajo, una semana de vida, una semana para un nuevo rumbo, sea para lo que sean, los días pasan rápidos, normalidad y rutina, ¿para qué?, para no despertar las sospechas de un hombre que desconfía de todo, una última guardia, una última caminata de regreso al cuartel, queda poco para la cita, sólo un día.

Notas de juego

te lo dejo aquí, creo que es un buen momento.

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10/07/2008, 17:57
Obed Semanza

Menos de 24 horas. Eso es lo que queda hasta, definitivamente, descubrir mi juego,... poner todas las cartas sobre la mesa y comprobar si se puede ganar jugando de farol contra el Diablo.

Menos de 24 para, Dios no lo quiera, despedirme para siempre de mi hijo. No puedo ser egoísta: le procuro una vida mejor y, para ello, he de separme de él. Y a cada segundo que pasa estoy tentado de volver atrás y confiar, abrazándolo, en que la burbuja nunca se rompa. Pero ya es tarde. Djokovic o Mentzele, cualquiera de los dos...Me valen todas las opciones.

Tras el turno de tarde, busco afanosamente a Nsabimana. A pesar de que durante este tiempo hemos ultimado todos los detalles, es necesario un repaso final: mi cambio de destino como sustituto del encargado de la armería, la furgoneta fuera, el momento de la carga ( Nsabimana debía ser especialmente cuidadoso en procurar que nadie husmeara cerca ), el disparo, la huída...y la posterior confusión de órdenes a una guardia alertada.

Todo controlado,...hasta que se descontrole. He pasado horas durante estas semanas calculando los segundos que me llevaría recoger las armas y colocarlas en el vehículo, la posición de éste - fuera de miradas sospechosas, junto a una de las puertas que comunican con el pasillo de la armería -, la noche como aliada...

Da usted su permiso...- digo entreabriendo la puerta del despacho del Jefe, tras golpearla un par de veces con los nudillos. Espero pacientemente a que otro guardia termine de recoger unos papeles para relajar los hombros. Al salir éste, me aseguro de cerrar bien la puerta y aprieto los dientes, mirando al suelo.

Es extraño, pero...siempre he deseado fumar. Nunca lo hice, no sé bien por qué. Pero el olor del tabaco...no me disgusta.- una pausa, quizá aquella que puede ser la última. Sonrío a Nsabimana con la boca, no con los ojos.
Quizá no sea éste un mal momento.

Trago saliva y tomo asiento, pidiendo permiso antes con un gesto. Solo queda un detalle por acordar.

No sé cuando podré salir una vez esté dentro, Paul...., y la primera vez, será la peor de todas. La más difícil.

De todos modos, encontraré la manera de poder vernos. A partir de ahí, espero que todo sea más sencillo.

Notas de juego

Una vez ultimados todos los flecos con Nsabimana, una visita a Ngeze. (Habrá que explicarle cómo, probablemente, los hombres de Mentzele irán por Emil para sacarlo de Bukavu si la opción Djokovic no funciona..., y eso cruzando los dedos para que todo salga según el plan...Dios, menudo fregao...).

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14/07/2008, 09:31
Paul Nsabimana

Paul Nsabimana había sido definido como un buen hombre de Bukavu, lo que cual, según las propias palabras de Obed significaba bien poco, aunque ahora, al verlo allí sentado, con aquel cigarrillo entre los dedos, mirándote con una mezcla de paternalismo y frialdad, aquella descripción realizada por el doctor cobre un poco más de realidad.

Nunca es un buen momento para fumar, a mí sólo me provoca un aumento de la ansiedad dice mientras apaga el cigarro contra un cenicero metálico que hay sobre su escritorio, luego se vuelve por unos instantes hacia la ventana de su despacho, un ventanuco en realidad con vistas al patio del cuartel, que ahora mismo se encuentra casi vacío, sólo dos hombres de guardia, de aspecto hosco y cansado, pues están a punto de terminar el turno y son muchas las horas que llevan cumpliendo con su cometido. Se recuesta un poco en su silla, girándose hacia ti, y este momento, ya tengo de sobra no sonríe, cruza las manos sobre su pecho, clavando sus ojos en los tuyos, escrutadores.

Me caes bien Obed, eres un hombre inteligente y con dos cojones, incluso te considero algo parecido a un amigo, despega su espalda del respaldo, colocando ambos brazos en la mesa, no te puedo decir que todo saldrá bien porque me tomarías por gilipollas, pero, si hay alguna forma de salir de toda esta mierda en la que te vas a meter, la encontrarás, puedes contar conmigo te tiende la mano mientras se pone de pie, no hay mucho más que decir.

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14/07/2008, 09:32
Laurent Ngeze

Otra vez en la calle y otra vez el camino del cuartel a ver a Ngeze, las mismas calles polvorientas o embarradas, según el clima, la misma gente, esa siempre triste independientemente del tiempo atmosférico, el camino se te antoja más corto de lo habitual, te resulta imposible retener los detalles que lo conforman en tu mente, doblas la última esquina, y allí está la oficina del Manco, allí está tu hijo.

Pero no es él quien te recibe, sino los ojos oscuros y vivaces del hombre al que has admirado durante mucho tiempo, en su único brazo, agita un papel, sin aspavientos, sólo para asegurarse de que lo ves, es un sobre cerrado, asiente con la cabeza cuando preguntas con la mirada y te lo tiende.

Estimado señor Ngeze, ha sido una agradable sorpresa recibir su carta, no me la esperaba después de tanto tiempo, la he leído una y otra vez, a pesar de que el contenido de la misma no es en exceso esperanzador.

No quiero darle falsas esperanzas, ni puedo prometerle nada, la ley internacional hace que sea muy complicado sacar gente de un campo de refugiados, sin embargo, estoy manejando un par de posibilidades que podrían entrar dentro de la viabilidad, aunque le ahorraré los detalles para no extenderme demasiado.

Si recibo una respuesta afirmativa a estas líneas, viajaré a Bukavu en las próximas dos semanas y espero hacerlo con buenas noticias para ustedes, aunque, vuelvo a insistir, todo esto suele ser un proceso largo y tortuoso.

Salude al señor Semanza y al pequeño Emil de mi parte. Un cordial saludo.

Helena Djokovic”

Notas de juego

De vuelta a la normalidad tras mi secuestro, XDDD.

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14/07/2008, 20:10
Obed Semanza

Dos semanas: podría parece poco , pero para un refugiado ruandés cada segundo es una eternidad. Dos semanas es tiempo más que suficiente para que un niño se convierta en hombre, para recorrer la selva entre fosas comunes, para rearmar a un ejército, para ver tantas atrocidades juntas que ni cien millones de occidentales juntos jamás podrían llegar a imaginar. Muchos bebés no llegan a vivir ese tiempo.

Dos semanas.

No puedo esperar, Señor Ngeze.- digo alzando la mirada, doblando la carta con cuidado. Todos quieren algo a cambio: Mentzele quiere armas, Nsabimana quiere a Mentzele..., y ya es tarde para echarse atrás.

Voy a hacerlo...esta noche. Seguramente le parezca una locura, pero no puedo depender de burocracias y papeleos. Debo manejar otras opciones...- y la vista se me desenfoca sobre el hombro de Laurent. No tengo otra salida: si tengo una carta en las manos es porque Nsabimana espera algo de mí. La cabeza de Mentzele en una bandeja es una condición velada: quizá la de Ngeze sea la una amistad verdadera y altruísta que me conservo.

Los hombres de Mentzele vendrán por Emil, tanto si lo que llevo semanas planeando sale bien o sale mal. De cómo sepa manejar todo esto dependerán sus intenciones.- colgado del cuello llevo un pequeño crucifijo. Lo acaricio con los dedos.
Si vienen para sacarlo de Bukavu...llevarán esto. Mientras tanto, le pido un último favor: que sea para Emil lo mismo que ha sido para mí.
Padre cuando no hay Padre.

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15/07/2008, 09:22
Laurent Ngeze

Ngeze se frota los ojos con la mano, demasiado mayor para llorar, o demasiado cansado de hacerlo, mira el crucifijo, luego te mira a ti, triste y apesadumbrado, sus cincuenta y cinco años ya parece más de ordinario, en estos momentos, ciento diez no serían descabellados.

Tu mismo eres mi respuesta Obed, ¿puede un padre negarse a hacer algo por su hijo? se acerca a ti, los ojos ligeramente humedecidos ahora, y te abraza con la fuerza de su único brazo, uno incompleto y que te llena más de lo que pudieras imaginar, un silencio, unos segundos, y luego un escalofrío te recorre.

El chico está ahí dentro, sólo es un niño que cree no serlo se aparta de la puerta, Hay que luchar por aquello en lo que se cree, siempre te lo he dicho, se lo he dicho a quien me ha querido escuchar, y hay muchas maneras de hacerlo, estoy orgulloso de ti Obed

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15/07/2008, 21:15
Obed Semanza

Y ese era justo el empujón que me faltaba.
Aquel abrazo y aquellas palabras demostraban cariño, orgullo y estima recíproca, mucho más allá de la amistad. Laurent Ngeze era mi padre, y yo su hijo. Verlo con la cabeza gacha, apártandose de la puerta, ajustandose su gorra raída con los ojos vidriosos, era una imagen tan tristemente tierna que me encoge el corazón,...y me hace pensar en cómo el amor hace vulnerables a los hombres, jóvenes y viejos.

¿Qué habría sido del Manco de haber nacido blanco,...de haber recibido formación universitaria, de haber tenido tiempo y dinero para estudiar, para investigar, para imaginar...?. ¿Presidente de alguna gran empresa?. ¿Líder político de un poderoso partido?. ¿Consejero influyente de los grandes hombres?.
No, no lo creo. Hay personas, pocas, a las que el poder y el dinero no son nunca suficientes para cambiar su condición. Mi mentor, mi padre, es una buena persona...Jamás aprovecharía la debilidad ajena para conseguir ventajas propias. Esa era la diferencia: Negeze era un muro de hierro frente al odio, y un viejo decrépito e indefenso frente al amor de un hijo.
Y por eso, justo antes de entrar y ver a Emil, respiro hondo y le miro.

No puedo darte mi palabra. No sé que será de todos nosotros después de esta noche. Ni siquiera sé si volveremos a vernos...- digo con la voz quebrada, después de tragar saliva. - Pero quiero que sepas que...me dejaré las entrañas para que este abrazo no sea el último.

Y, tras una pausa en la que un nudo en la garganta casi me impide respirar, vuelvo la cara hacia la puerta y entro en la oficina..., con más miedo que el que sentiría delante de Mentzele y de cien más como él.

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16/07/2008, 09:36
Emil Semanza

Sentado en la mesa, una taza llena de leche a su derecha, el libro que le regalaste frente a el, el codo izquierdo apoyado en la mesa y mano sujetando el mentón mientras mira el libro absorto, esa es la estampa de Emil cuando entras en la habitación, durante un rato, no parece percatarse de tu presencia, unos momentos en los cuales puedes observarlo.

Finalmente levanta la cabeza y mira en tu dirección, regresando de ese mundo de sueños que proporciona la lectura, volviendo al mundo que conoce, que no importa si es bueno o malo, porque está a punto de desmoronarse, se remueve inquieto en la silla, cierra el libro con cuidado y lo mueve un poco hacia delante, apoyando ambos brazos en la mesa ahora.

Papá es imposible ocultar tu miedo ¿Qué ocurre?, ¿Qué está pasando estas últimas semanas? interrogación mezclada con algo de frustración, ¿He hecho algo que no debiera?

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17/07/2008, 17:19
Obed Semanza

Había pensado mucho en este momento. Incluso había imaginado mil veces esta misma escena...y sabía lo que tenía que decir. Pero ahora esa pregunta inocente me desnuda y borra de un plumazo cualquier palabra medida.

No, Emil. No has hecho nada malo. Tú no.- digo tras un lapso en el que se me agolpaban los pensamientos y se me atragantaban las palabras. En realidad, traigo buenas noticias.

Me siento a su lado, girando la silla para encararlo. Con el mentón, señalo el libro.

Qué...¿te gusta?.- digo aparentando normalidad, tratando de relajarme, de quitarme el peso que me aplasta los hombros, de apartar esa sensación que eriza el vello de mi nuca. Es un buen libro, el mejor. Habla de un mundo lejano, de viajes y aventuras, de gente extranjera y costumbres exóticas. Mi cuento favorito es Simbad, sin duda.

Sonrío y acaricio las tapas con las yemas de los dedos, con los ojos puestos en las tapas agrietadas.

Algo muy parecido es lo que vamos a hacer, Emil. Salir en busca de aventuras, ver el mundo y buscar un buen lugar para vivir. Saldremos del Campamento y viajaremos por tierra, mar y aire. Haremos amigos y encontraremos peligrosos enemigos,...pero seremos fuertes y los derrotaremos a todos. Como Simbad, hijo mío.
Como Simbad.

Giro la cabeza y le miro a los ojos...y en ese momento me doy cuenta que la mirada de un ángel es mucho más poderosa que la de un demonio.

Eres ya un hombre, Emil. Te lo he dicho varias veces...porque es verdad. No puedo mentirte y no voy a hacerlo: esto será duro. A veces tendrás miedo y querrás regresar, pero seguirás hacia delante..., porque tu padre confía en tu valentía. Y, aunque partirás solo, te alcanzaré en algún punto del camino y continuaremos juntos.

Es inevitable. A partir de aquí viene lo peor: esa mirada de contrariedad se me clava en el alma.

Para que podamos salir los dos, tengo ausentarme unos días. Debo ultimar los preparativos, hablar con la gente que garantice nuestra salida, trabajar un poco más para poder costearnos el viaje.

Solo quiero que confíes en mí: partiré esta misma noche, hijo. Mientras, tú te quedarás con el Señor Ngeze y le obedecerás, como has hecho hasta ahora. He hablado con él, y dice estar muy orgulloso de tí: te has portado tan bien estas semanas que está pensado en acompañarnos. Si, Emil, los tres. ¿Puedes creérlo?.

...Y, a cada segundo, siento como divago, cómo me aparto de lo que realmente quiero decirle, cómo cada palabra que sale de mi boca pierde fuerza ante el muro infranqueable de sus ojos, cómo el miedo empieza de nuevo a controlarme...

...y con qué angustia espero su respuesta ante mis esfuerzos por, al fin y al cabo, no mentirle.

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18/07/2008, 10:17
Emil Semanza

Emil te mira con recelo, va contestando a tus preguntas sobre si le gusta el libro que le has regalado o no, con convicción en sus palabras y dudas en sus ojos, Aún no he llegado a ese cuento, ¿sabes quien es mi favorito?, te pregunta, pero contesta sin esperar respuesta, la princesa, es increíble como ella se sabe tantos cuentos, tantas historias, o simplemente como es capaz de inventarlas, creo que es muy lista,

Mira el libro y luego te mira a los ojos, un niño, un hombre, no hay diferencia, siempre será tu hijo, Padre, cuando abandonamos nuestra casa, cuando mataron a mama y mis hermanos, tuve mucho miedo, pero, nunca más voy a tenerlo, nunca más voy a tenerlo sus ojos brillan a la luz de la escasa iluminación de la lamparita situada sobre vuestras cabeza, un ligero temblor en su voz.

Se levanta de la silla y se acerca a ti, quedando de pie a apenas un par de palmos de distancia, Obedeceré al señor Ngeze, ahora los esfuerzos por reprimir el llanto empiezan a ser notables, cuando dices que los tres partiréis hacia otro lugar, el niño vuelve a mirarte directamente a los ojos, Los tres papá, prométemelo, me portaré bien si me lo prometes intenta sonreír, pero solo consigue que se escape un sollozo, Antes de que te vayas…antes…tenemos que leer Simbad

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19/07/2008, 17:36
Obed Semanza

Sonrío, aprieto lo labios y maldigo para mis adentros, impotente: Emil perdió su inocencia aquel día en Buguesera, y la enterró de camino de Bukavu..., pero aún conserva la mirada inquieta del niño que aún quiere ser. El niño que desea ver a su padre leyendo junto a él.

Haremos algo mejor que eso, hijo. Este libro...es TU libro, y debes leerlo solo. Nadie puede pasar la páginas por tí, ni relatarlo con una voz que no sea la tuya. Esto es lo que sucede cuando nos convertimos en hombres, Emil: descubrimos la vida y los libros por nosotros mismos.

Trago saliva y tomo aire, sintiendo como el dolor absoluto me nubla la vista. Delante mía, en esta desvencijada casucha, tengo todo cuanto me queda. Mi sangre. Y voy a abandonarla.

Pero lo mejor vendrá cuando, dentro de muy poco, volvamos a estar juntos. Entonces hablaremos de todo cuanto hemos leído...y empezaremos a escribir nuestra propia historia.- digo tratando de disimular toda mi angustia, esforzándome por parecer fuerte, por convencerme y convencerle de que todo esto llevará al final que sueño. Cojo su cara, suavente con las manos, y acaricio sus mejillas con mis pulgares.

Confía en tu padre, Emil. Y obedece a señor Ngeze.- me llevo su cabeza contra mi pecho y siento mi propio palpitar.

Te quiero,hijo mío.

...

A unos metros de la casa de Laurent, el camino se bifurca y una de las sendas dobla hacia una calle de pequeñas chozas. Allí, al abrigo de una esquina tan oscura como sus pensamientos, sentado en el suelo, con la cabeza hundida entre las rodillas y cobijado bajo un rudimentario tejadillo, Obed Semanza llora sin consuelo.

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21/07/2008, 11:08
Trajaj

Ni siquiera disponías del tiempo suficiente para llorar todo lo que desearías, las lágrimas de Emil, Yo también te quiero su respuesta, y su entereza, apretó los dientes y continúa adelante, es un chico fuerte, tiene que serlo para haber pasado por lo que sucedió y seguir con su vida, se mantendrá firme, una luz en medio de tanta oscuridad.

Ha llegado la hora, no hay vuelta atrás desde la primera reunión con Mentzele, pero la sensación es ahora mucho más angustiosa, el camino al cuartel, el plan, todo va transcurriendo según lo previsto, las armas, el camión, los ojos de Nsabimana cuando te dispara, el dolor del impacto de bala, todo eso, es la parte fácil del mismo.

Herido conduces con relativa calma a través de las calles del campo, hasta llegar al lugar acordado, rifles y ametralladoras rodeándote nada más detener el vehículo, cinco, seis hombres, no podrías asegurarlo, y una de ellas se adelanta al resto, otro muchacho, aunque este algo mayor que los demás, es complicado encontrar hombres de cierta edad, en la profesión que ellos practican, la esperanza de vida es muy corta.

Sólo las luces del camión y algunas linternas en manos de los “soldados” son la única iluminación de este tétrico lugar, hogar de cadáveres y fantasmas, aunque bien mirado, tampoco hay demasiada diferencia con cualquier otro sitio del campo. Varias chozas rodeando el espacio abierto del cementerio oculto por la colina que le da nombre, a salvo de mirada que poco querrían ver de todas formas.

Soy Trajaj, ¿has traído lo acordado? pregunta sin dejar de sostener su arma.

Notas de juego

bueno, he acelerado hasta aquí por lo veo en modo película, a Obed realizando todo aquello que me dijiste.

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21/07/2008, 16:03
Obed Semanza

Quizá Dios me había regalado toda la suerte que arrebató a quienes más quería: no es la primera vez que me disparan, pero es la primera vez que me alcanzan..., y es distinto a como lo imaginaba.
Duele, si. Pero no es dolor atroz para el que me había preparado. Además, Nsabimana sabe lo que hace: la bala entró y salió. Un tiro limpio. Un agujero que atraviesa el brazo. Sangre caliente.

Apagad esas linternas.- le digo a Trajaj, aquel que Mentzele me indicó como único intermediario de la carga. Paro el motor y, con él, los faros del camión. Sólo unos delatores haces de luz esparcidos aquí y allá iluminan tenuemente el cementerio. A lo lejos, La Guardia de Bukavu hierve buscándome en la dirección equivocada.

Ahora el brazo comienza a doler de verdad, quizá estimulado por el miedo que trae la noche y, sobre todo, un futuro inmediato tan impredecible. Guardo la llave en el bolsillo del pantalón y salgo del camión, sujetándome la herida sangrante con la mano libre.

He dicho que no quiero ver esas linternas.- digo ligeramente arqueado, apretando los dientes y respirando por entre ellos. Menos que un grito. Más que un susurro. Imperativo, en cualquier caso.
Despistar a la Guardia me ha costado un tiro en el brazo..., y vosotros vais a acabar echándomelos encima.

Apoyo la espalda en la puerta cerrada del vehículo y alzo la cabeza, cansado. Trato de respirar hondo. La mano aprieta la herida y la sangre emieza a desbordarse lentamente por entre los dedos.

Todo tuyo, hijo.- le digo a Trajaj, señalándole con la barbilla la parte trasera del furgón. Es imposible que el chico sea tonto: el propio Mentzele le ha puesto a cargo del asunto, y eso lo dice todo.
De todas formas no hace falta ser muy listo para comprobar que la carga no hará feliz al Diablo.

Notas de juego

Todo bien. Sigamos.

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22/07/2008, 09:33
Trajaj

Las linternas se fueron apagando, aunque no todos lo hicieron, las que quedaron se preocuparon de apuntar al suelo en lugar de al cuerpo de Obed o al camión que acaba de abandonar, Trajaj miró por unos momentos tu brazo, luego tu rostro, temiendo quizás que fueras a desmayarte, Hazte un torniquete, o perderás demasiada sangre te dice mientras se dirige a la parte trasera del vehículo.

Descorre la lona y de un salto sube en el mismo, se oye unos ruidos en el interior, el reflejo de la linterna a través de la tela produce un fantasmal efecto en la noche, que es tan oscura como la situación. El hombre baja del camión y se dirige de nuevo a ti con cara de pocos amigos, ¿Qué cojones es esta mierda que has traído?, en el armario de mi hermano pequeño hay más armas que ahí dentro señala con el rifle y clava sus oscuros ojos que apenas se distinguen en ti.

Puedes notar enseguida dos linternas que vuelven a enfocarte, la tensión, que ya era considerable, aumenta con las palabras de Trajaj.