Partida Rol por web

Calla.

Y aquello no suena como una orden, sino como una recomendación. Por su bien, por el de todos. Ese tipo, John, ya había perdido los nervios una vez cuando algo - la aparición de Karin - no salió conforme lo previsto. Su aspecto formidable, sus músculos...envolvían una mentalidad estrecha. No había que ser muy listo para saber que, sin alguien a quién obedecer, el mercenario podría ser incluso más peligroso de lo que parecía.

Victoria, en cambio, le ha visto las orejas al lobo. Al bajar la cremallera las veo yo también. La herida tiene tan mala pinta que carece de solución, al menos aquí y ahora: quizá debido a ello se explica su repentino cambio de actitud....y es que cuando alguien vé a la muerte de cerca se muestra como realmente es. Despacio, me pongo a su altura y me arrodillo.

Eres dura.- digo en voz baja, sin mirarla, retirando con extremo cuidado las ropas ensangrentadas. Cuatro horas de camino, sin siquiera un triste vendaje. Lo tiene dificil. Mucho. -

Te has ganado un descando. No lo malgastes hablando.

Una mirada, aséptica, se desvía ahora hacia John. He visto mercenarios llevar aunténticas tiendas ambulantes: lo que yo conocí, al menos, aprovechaban incursiones aquí y allá para comerciar con traficantes, piratas...Trato justo, trueque limpio. Placas, uniformes, armas ligera, alcohol, opio...

...¿Un kit de primeros auxilios?.

Si llevas algo para tratarla, acércamelo, por favor.- le digo, quitándome la camiseta, adelantándome a su posible negativa.

John continuaba asegurando el perímetro, pero cuando Obed empieza a tratar a la joven se acerca, Está era un misión sencilla, sin combate, sin disparos, no esperaba heridos mira a Victoria con un extraño brillo en sus ojos, el también ha visto muchas heridas.

Obed se levanta, buscando entre las plantas de la jungla algún tipo que pueda serle de utilidad, no tarda demasiado en encontrar una, por lo que regresa con rapidez, y con cuidado, con la hierba que mastica con los dientes para triturarla, con alguna hoja más grande, y con la camiseta que usa a modo de venda compresora, intenta hacer lo que pueda con respecto a la fea herida de la mercenaria.

Pero al sentir el contacto de la planta, la herida empieza a arderle a Victoria, provocándole un dolor atroz, acrecentado por una mala colocación de la camiseta, despertando de nuevo y por completo la conciencia de la mujer, que empezaba a adormilarse, incluso Karin se da cuenta de lo mal colocada que ha sido puesta la improvisada venda, pero no es eso lo único que detecta la austriaca, pues un rumor, como de algo arrastrándose, llega a sus oídos, el resto está demasiado ocupado para escucharlo, pero a ella le resulta familiar.

Victoria arquea la espalda dándole una muy despectiva patada a Obed en el pecho, alejándolo de ella mientras se echa la manga de su ropa a los dientes, apretándolos por no gritar.

- ¡¡¡NGGGGGGRRRRRRRRRR... NGR HIJM D'PTM...!!!

Se quita el emplasto de la herida y se queda apoyada de lado en el árbol, con el subidón de sangre y tremenda mala leche al cerebro, intentando recordar porqué dejó que esa escoria le pusiera una mano encima...

- ¡¡...NNNNNGGHHHHH!! ¡¡CBRNNNN!! ¡¡Ffff... ffff... ffff...!! - respiraba violentamente entre dientes mientras las venas del cuello se hinchaban y un par de lágrimas caían por el dolor.

Me siento atrapada. Este maldito sitio me ha atraído. Sintiéndome la más completa de las imbéciles, de alguna forma he perdido, seguro.

Por el rabillo del ojo veo lo que siguen haciendo, curar a la mujer, arrugo la nariz con la sensación de que algo de lo que hace no encaja…

... Pero el mundo se para mientras un sonido entra en mi mente, empezando a sentir un fuerte déjà vu, “””Se acercaban arrastrándose en la oscuridad del desierto, con Raiza a mi lado preparada para matarlas con su don.””” Giro bruscamente la cabeza hacia el ruido. LAS VOCES. El nerviosismo empieza a acentuarse y mi respiración a agitarse, los gemidos de sufrimiento de la mujer sólo consiguen que todo se magnifique, ponerme muchísimo más nerviosa…

Zarandeo los brazos, y me giro hacia los que me han traído a este sitio, con ojos desencajados. Los dientes. ¿No… no los oís? ¡VIENEN! Los… humanoides… giro de nuevo mirando hacia la vegetación de la que proviene el ruido y salgo corriendo a donde están los otros dos, señalando con el brazo la dirección, temblando. por ahí, ¡¡¡vienen por ahí!!!… Needle dijo…. El… cuello, el cuello es lo más débil!! ¡Estoy desarmada!

Cierro los ojos y aprieto mis puños, me concentro en la imagen que vi, Annek y Thomas hablando en aquella habitación, una sonrisa acude al recordarla, allí es a donde tengo que ir, allí todo ira bien. ¡Sí! Absolutamente todo.

¡¡¡QUIERO IR CON ANNEK Y THOMAS!!!

La patada que me propina Victoria hace que caiga de bruces contra el suelo. Incrédulo, con la boca entreabierta y el entrecejo arrugado, no hago más que preguntarme qué ha podido salir mal, sin poder apartar la mirada de aquella mujer.
Hasta yo mismo sabía que el vendaje no era bueno, pero sólo era necesario una pequeña sujección para el preparado.

Señora...Yo...

El error estaba en aquel arbusto:Savia de Grájano, como lo llamaba Padre. La última vez que lo mastiqué fué para colocárselo a Emil, después de cortarse con una alambrada durante La Huída. Era una hoja muy común en nuestras selvas, lo mejor para tratar heridas abiertas. La saliva ayudaba a diluirla y las hemorragias solían remitir.

NO solían. Remitían. ¿Cómo puede equivocarme en algo tan...obvio? ¿El cansancio por la marcha? Excusas. Fallé y ella lo paga. Vuelvo la vista hacia el lugar donde recogí la hierba, confuso. La mercenaria sigue gritando de dolor.

Hago el ademán de acercarme a Victoria, sintiéndome culpable y sin saber realmente cómo reparar aquella terrible metedura de pata....cuando Karin de Viena corre hacia nosotros, gritando y señalando un lugar entre la espesura, más allá del claro.

Me incorporo tan rápido como puedo, aún algo descentrado. ¿A quién vas a "ayudar" ahora, Obed?. ¿Le partirás la clavícula cuando la sostengas para intentar camarla?.

Mi mirada desfila a espasmos, nerviosa, entre Karin y Victoria. Rígido, tenso, bloqueado...y sin acertar a moverme del lugar en el que me encuentro.

Esa sensación de energía que desaparece, que implosiona desde tu interior, pero no llega a concentrarse, no como las otras veces, es como si algo te la estuviera arrebatando conforme escapa de tu cuerpo, como si aquel portal de nuevo te arrastrara hacia él, como si consumiera tu energía.

Una terrible sacudida, y un lacerante dolor en tus extremidades, es, es como si te estuvieran separando del cuerpo, tienes que parar, lo sabes, o probablemente el portal te terminara atrapando.

La joven austriaca cae nuevamente al suelo, doblada nuevamente sobre su estómago, un grito escalofriante, de puro dolor, escapa de su garganta, quebrándose casi al final, mientras, el mercenario, apunta a Obed con el rifle al ver la reacción de Victoria, pero todo se vuelve confuso, todos gritan.

!AL SUELO NEGRO!, CABRONAZO; ¿QUË LE HAS HECHO? pero la jungla, la selva, o Dios sabe que, escondía aquello que parece aterrorizar a la chica blanca, aunque seguramente sería más apropiado por el mismo infierno el lugar donde se ocultaban lo que veis a continuación. Docenas de figuras humanoides, de piel clara y rugosa, con las venas palpitando en su interior claramente visibles, arrastrando unas piernas demasiado cortas para lo longitud de sus brazos, elevan su más de metro y medio de estatura por encima del suelo, no tienen ojos, sólo dos rendijas de color amarillo oscuro, una boca poblada de poderosos dientes que se escapan de la misma, se dirigen hacia vuestra posición, sin hacer más ruido que el que produce su roce con el suelo.

John levanta su arma en su dirección totalmente paralizado, salen del lado opuesto al templo, pero extendidas, no en fila, sino ocupando una amplia franja de terreno.

El mercenario se queda paralizado, retrocediendo arma en alto, pero sin atreverse a apretar el gatillo mientras aquellas aberraciones avanzan hacia vosotros de manera inexorable y silenciosa, lo que los hace todavía mucho más inquietantes, si es que eso es posible.

Los ojos de John no se desvían de ellos, de esas cosas que nunca antes había visto, una cosa era disparar a personas, a gente con un arma, o cumplir una misión pero aquello, ni siquiera es capaz de girarse hacia Vi pidiendo instrucciones de cómo actuar, su cabeza se ha bloqueado.

Los humanoides parecen moverse de manera que intenta acorralaros, hay una clara inteligencia, por lo menos cazadora en sus acciones.

He visto de todo en éste puto nido de mierda. He visto parir cosas que jamás habría imaginado que serían hembras (negras, por ejemplo) y me he bañado en sangre muchas veces.
Pero que me coja un puto chamán y me haga la hablación aquí mismo si tengo la menor idea de qué cojones son éstos bichos.
Victoria, asumiendo una expresión de rechazo y repulsa totales, hace lo que mejor se le da. Apuntar a la cabeza de uno de esos bolos con patas y dientes y hacer "boom". No se plantea si es un robot, un monstruo, un experimento o el jodido octavo pasajero. Abre fuego y ya está, porque los amigos que ha traído a la fiesta deberían acojonarse.

Claro que el "bar" no debería estar en medio del "Vaticano". Ni unos "blanquitos" en el África profunda.

Instintivamente, doy un par de pasos hacia atrás. Ancianos y cazadores de Buguesera hablaban con gesto grave del Mokele-Mbembe: de niño, me aterrorizaba...despertando en mí una curiosidad casi masoquista. Como hombre adulto, quiero pensar que se trataban de leyendas para asustar a los chiquillos...pero algo en mí me decía que había muchos lugares de África en los que el hombre no había puesto un pié. Enclaves que escondían criaturas que escapan a nuestro entendimiento.

Retrocedo un par de pasos más, sintiendo un escalofrío helado fruto de la excitación y el miedo. Se mueven en silencio, rodeándonos, empujándonos hacia aquella puerta. Puedo verlos...
Impulsado por el instinto de supervivencia, agarro a Karin de Viena por la cintura y me la llevo a la carrera hasta la escalinata. Allí, justo antes del primer escalón, dejo a la muchacha, y subo...

...hasta llegar a esa puerta que la hiedra casi no deja ver, empujándola.

¡¡¡¡AAAAAAHHHHHH!!!!

Mis fuerzas me abandonan mientras siento como muero, como me arrancan los brazos y las piernas se desploman, apretando los ojos rezando por no morirme de dolor… Abro los ojos, sabiendo antes de hacerlo que ha salido mal. No me he movido ni un centímetro, ni durante un segundo, miro hacia el edificio, maldiciéndolo en silencio. Me retuerzo sobre mi misma, sujetándome el estómago, con lágrimas de impotencia y de dolor deslizándose.

Trago saliva, espantada, levanto la cabeza viendo a esas criaturas acercándose, el pelo pegado a mi cara, parada, completamente paralizada… hasta que una fuerza me sacude, despertándome, llevándome lejos de las criaturas, casi volando, Semanza.

Me dejo caer donde me suelta, y veo lo que pretende. Respiro entrecortadamente, angustiada, asimilando mi destino, voy a entrar. Y ahora mismo hasta me alegro. Mirando alternativamente de él a los que se han quedado atrás, sin dejar de llorar. Niego con la cabeza, Thomas….

El disparo de Victoria resuena en la selva, el sonido de los pájaros al emprender el vuelo en la lejanía, y la silenciosa muerte de uno de aquellos humanoides al impactar el disparo con una precisión meridiana, la mercenaria abre fuego por segunda vez y otro de esos seres cae al suelo, una sangre roja brillante escapa de las heridas, pero los demás no parecen intimidados por las muertes de sus congéneres.

John alza el arma, pero nuevamente permanece inmóvil, un hombre que ha vívido innumerable situaciones de combate, pero que sin embargo es víctima de un terror inhumano, la primera criatura intenta agarrar con sus manos al mercenario, pero este esquiva con un movimiento instintivo el ataque, pero queda a merced la otra, que lanza un poderoso mordisco sobre la pierna del hombro, apuntándola a la altura de la rodilla y arrancando un espantoso alarido por parte de John.

De las tres criaturas que rodeaban a Vi, dos nunca se acercaran, pero la tercera lanza sus manos contra ella en un intento de apresarla, para posteriormente morderla con su monstruosa dentadura.

En el otro lado, Obed Semanza, tras un ligero empujón, desplaza una puerta de piedra sin pomo ni cerradura ni nada, es como si movieras una pared que hay justo debajo del marco, lo hace con bastante más facilidad de lo esperado, pero sólo es oscuridad aquello que hay al otro lado.

- ¡JODER...! - ningún entrenamiento prepara a uno para enfrentarse a algo tan insólito... Salvo el propio instinto.

Victoria se sobrepone a su dolor y se levanta echando a correr, apartando a golpes con su rifle a aquellas horrendas criaturas blanquecinas. Ya habrá tiempo de rezar por el alma de John, ahora toca salvar la vida, cobrar el dinero que haya que cobrar y retirarse a las Seychelles para no pensar nunca más en lo que está viendo.
Tras la nerviosa carrera se sitúa tras Obed, vigilando la retaguardia pero esperando entrar con él al jodido Templo del Mal de Indiana Jones. A partir de aquí, si vivía para contarlo, detestaría esa saga.