Partida Rol por web

Naufragos

En el Atlántico Sur

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26/05/2022, 18:54
Laura del Carmen Descotte Jourdan

           - ¡Muchas gracias por tu generosa propuesta Lucia!   ¿Qué o quién eres?  ¿Qué es lo que dice el convenio? y ¿A donde iremos? -    Responde Laura mentalmente y si no tiene respuesta o susurra mientras que se agacha asustada a revisar su bolsa para confirmar la existencia del documento en el interior y de reojo toma el cuchillo para pinchar lo que queda se su cachorro, ensuciando de sangre el cuchillo, esperando su respuesta para decidir si firma o no  

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26/05/2022, 18:56
Laura del Carmen Descotte Jourdan

          - ¿Se encuentra bien usted señor Serrano?    ¡Por favor permítame ver su herida! -      Dice Laura al arquitecto tras salir del impacto producido por el miedo que le generó la presencia mortal del tiburón, entonces con el cuchillo ofrecido por la misteriosa chica a la vio asustada por un momento rasgo y cortó un poco de su propio vestido para improvisar tela para limpiar y cubrir la herida del señor Serrano, antes de que Leopoldo se atreviera a tomar la mano de Julieta aparentemente inconsciente, entonces la chica dejó con la improvisada curación a Ignacio para levantar el cuchillo hacia Leopoldo cuando pinchó el dedo de Julieta para decirle amenazante:

          - ¿Pero que demonios hace con la pobre de Julieta?    ¡Suéltela de inmediato!     ¿Por que razón la ha pinchado el dedo con el cuchillo?    ¡No se atreva a intentar hacer con ella lo que proponía con su propio criado señor duque! -     Entonces la joven mujer confundida, asustada, pero decidida levanta el cuchillo frente al noble tratando de proteger a una aparentemente dormida Julieta mientras que de reojo miraba la increíble aparición de la pequeña Lucía sobre las aguas, como esperando que se explicara frente a todos y si no lo hacía tras un momento de gran tensión le expresaría frente a todos sus pensamientos 

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26/05/2022, 20:58
Leopoldo Diego Gabriel Alejandro Díaz Galan

- ¿Podría ser menos escandalosa? - Pregunté a Laura.  - Hago lo que ve. Coger una gotita se sangre y manchar este papel con ella. - Le expliqué con calma a la mujer, la cual no debía ser muy lista si tenía que explicarle lo que ya había visto, mojando aquel papel con sangre de Julia.

Con calma me puse en pie y guardé el cuchillo ante su amenaza, luego el papel. - Yo que usted no amenazaría con tanta facilidad a la gente. Si quisiera matar a alguien, me aseguraría de que no me viese nadie. Así que guardé eso antes de que se corte y deje de hacer el ridículo que algunos queremos dormir. 

Y sin quitarle el ojo a Laura, me alejé de Julia al que era mi lugar de descanso y esperé a que aquella loca se calmarse antes de poder sentarme al menos. Mi postura era claramente defensiva y si me atacaba desarmado, entonces si tendría suficiente justificación como para matarla delante de todos.

Que se viese mi entrenamiento militar y mis clases privadas, aunque fuese contra una mujer, sería lo mejor que podría pasarme. Además, ellos debían sentir la fatiga de la pelea con el tiburón y la falta de alimento. Algo que yo no acusaba, al igual que casi no tenía problemas de hidratación.

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26/05/2022, 21:48
Julieta

La niña-sirena apareció en mis sueños reclamando un tributo de sangre. Abrí los ojos a aquella pesadilla y sonreí. Sabía que aquello era una mera argucia: no sobreviviríamos.

O quizá ya estábamos muertos. 

Ya estamos condenadosmurmuré. —Le has ofrecido lo mismo a los otros, ¿verdad? Por eso nos entregaste los cuchillos. El mar quiere nuestra sangre... 

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27/05/2022, 00:01
Antonio Roma

—¿De verdad cree el Duque que no podemos escuchar lo que hablan? No estamos en un barco de de 140m de eslora ¿Y de verdad cree que no sabemos qué es lo que está haciendo? No creo que todo ese teatrillo le sirva.

Y volvió a acomodarse en su lugar sin perder de vistas a todos sus compañeros de fatiga. —Cuando todo empiece desearan haber sido devorados por el tiburón que dejamos escapar.

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27/05/2022, 00:15
Julieta

Contemplé sin sorpresa, pero con fatal resignación, a la niña-sirena flotando a un palmo del agua y supe que estábamos perdidos. La vi alejarse y perderse en la oscuridad de la noche. Recién entonces regresé la mirada hacia los otros náufragos. ¿Había sido un engaño de mi atormentada mente o ellos también lo vieron? Sus miradas me confirmaron lo que ya sabía: no nos salvaríamos. Hiciéramos lo que hiciéramos, poco y nada importaba, estábamos condenados. 

Luego, me eché a descansar y fue entonces que, entre atroces pesadillas escuché aquellas palabras: "No olvidaré lo que hiciste por Sebastián. Le diste la paz y nos condenaste a la muerte." Y aquel beso en la dorso de mi mano, ¿pero era un beso o una dentellada desgarrándome la carne? Abrí los ojos y contemplé con horror al caníbal aferrado a mi mano, su respiración muy cerca de mí,  y escuché los gritos de aquella mujer. 

No, pensé.

Atónita, miré la sangre en mi dedo, escuché las palabras del Duque y comprendí. Aquel bastardo no iba a devorarme, sino algo peor...

Había sacrificado mi alma.

Y mientras el Duque y la Dama del perrito discutían, tomé mi cuchillo y le hice un ligerísimo corte en el tobillo al hombre, salpicando con unas gotas de su sangre aquella tablilla grabada con extraños jeroglíficos y dibujé una primorosa jota con mi dedo.

El Duque Leopoldo Diego Gabriel Alejandro Díaz Gala se giró y nuestras miradas se cruzaron (que yo recordara) por primera vez.

—Mi Excelentísimo Señor, le agradezco que me haya honrado con este intercambio de sangres —susurré.

Y sonreí.

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27/05/2022, 00:34
Director

Aún no amanecía, aunque quizá las estrellas estuvieran palideciendo. El incidente con el tiburón, la desaparició de Lucía, todo parecía un sueño que hacía imposible dormir. En la claridad de las últimas horas de la noche podía adivinarse al tiburón dando vueltas alrededor de ustedes jugando con el cadáver de Sebastián.

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27/05/2022, 01:59
Laura del Carmen Descotte Jourdan

         Después de haber usado la bengala, pero haber sobrevivido al tiburón, no sabía Laura si lo de Lucia era una alucinación o si debía arriesgarse a firmar el convenio con la sangre que aún le queda a a Laika aunque la misteriosa niña no hubiera contestado 

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27/05/2022, 02:11
Leopoldo Diego Gabriel Alejandro Díaz Galan

- Entonces, ocurra lo que ocurra, creo que usted y yo estamos en paz. - Le dije a Julieta y le tendí mi mano en son de paz. No había cuchillo en ella ni rencor en mi mirada. Habíamos pactado con sangre y quizás caído en la misma trampa... pero no tardaríamos en saberlo.

Esperaba que Julieta al menos fuese honrada, pues su corte fue más profundo y doloroso que mi simple pinchazo en su dedo. Pero simplemente por esa acción, no terminaba de fiarme de ella y menos aún de Laura, a quien no perdía de vista. Aquella mujer estaba desquiciada... a ver ahora aquien amenazaba cuando el agravio mayor lo había recibido yo.

La verdad era que, aún herido, esperaba que Laura viniese por mí. Defensa propia y su muerte nos daría alimento a quienes quisiéramos tomarlo. Nadie podría culparme de nada. Ni del inocente pinchazo a Julieta tras el corte recibido por su parte. Podría haberla cortado el cuello mientras descansaba y me limité a un simple pinchazo.

Pero mis actos causaban terror y tampoco me sorprendía. Cualquiera de ellos pensaría que les mataría para comérmelos, cuando la realidad era que morirían ellos mismos por su debilidad por negarse a comer.

Seguía a la espera de la reacción de Laura. Aún herido sería capaz de desarmarla y con su mismo cuchillo ejecutarla allí mismo. Una cosa era herir al Duque de Lerma en un acto justo, por así decirlo, pues Julieta y yo obtuvimos lo que buscábamos y otra amenazarme y atacarme. Eso solo se pagaba con la muerte.

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27/05/2022, 04:03
Julieta

En paz le respondí, pero no estreché su mano, esa garra infame con la que blandió el cuchillo contra mí mientras yo dormía y que selló mi destino para siempre. 

En paz, no —pensé. —Ambos estamos condenados a un destino peor que la muerte. 

Pero ya poco me importaba lo que acontecería después porque una fatal resignación me envolvía haciéndome inmune al horror que vivía. Estaba condenada. Aquel maldito bastardo me había condenado. Más allá de la muerte, maldita. Por siempre y para siempre...

Maldita

Al menos, le había regresado aquel 'favor', y lo que fuera que aquella fatalidad me deparara, el muy desgraciado recibiría otro tanto. 

En verdad, era harto absurda aquella certeza. ¿Y si todo aquello era solo el fruto del delirio? No, era real. Más real que el mismísimo naufragio. Y más real que cualquier hecho acaecido en mis veintitrés años de vida.

Arropada por el blanco mantel de lino, parecía un fantasma contemplando el inmenso mar, por siempre y para siempre. Y, con esa convicción, la sed y el hambre dejaron de ser importantes. Solo prevaleció el deseo de ver el amanecer por última vez.

—¿Nos honraría con un poco de su arte, señor? —le pedí al músico.

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27/05/2022, 04:48
Laura del Carmen Descotte Jourdan

.       - Basta de tanta violencia entre nosotros por favor!    Tenemos que ayudarnos para sobrevivir juntos!     Ojalá la bengala que encendí hace rato haya sido vista por alguien que busque sobrevivientes del barco y nos encuentren pronto! -.    Dice nerviosa y asustada Laura tras ver como la pareja se había atrevido a usar su arma contra el otro, temblando con el cuchillo que suelta ya que no está acostumbrada a usarlo fuera de la mesa para comer, se negaba a atacar a otras personas si no era realmente necesario, sonrió ante la idea de escuchar la música de Antonio Roma, a quien le sonríe y aplaude antes de preguntar en voz baja mientras que enciende uno de sus 2 cigarros con el encendedor que saca de la bolsa:

.          - Alguien gusta acompañarme fumando un cigarro?    Tal vez sea el último que podamos compartir?  -.     Mientras propone la idea de compartir el cigarro la joven mujer enciende uno y le da una calada antes de ofrecerle al resto pasar el cigarro p

Notas de juego

          Se requiere alguna tirada para algo narrador?

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27/05/2022, 08:36
Ignacio Serrano

Ignacio no se consideraba ningún santo, de hecho no era muy practicante, no siempre acudía a misa. Pero si era creyente, hasta para un hombre de ciencia era complicado evitar los efectos adoctrinantes de toda una vida rodeado de creyentes, y en la que era Dios el que juzgaba todas las actividades humanas. Había hecho cosas malas, las peores, pero solo por desesperación. Y desde luego que estaba muy arrepentido de ellas. 

Aquel sol y la terrible sed, les estaba haciendo a todos perder la cabeza, pero hasta que punto iban a llegar. Aquella niña, claro estaba que no era tal, pactar con ella, era como entregar el alma al diablo. Y allí estaban Leopoldo primero y Julieta después, usando la sangre para firmar aquel demoniaco pacto.

-No se si están pensando bien en lo que están haciendo, sellar un pacto con la sangre de otro. Un pacto con algo que tan solo puede ser demoniaco. ¿Es que quieren ser condenados hasta el final de los tiempos? Cesen en esa locura, de la que nada bueno puede salir. Estamos cerca de la costa, y es muy posible que pronto vengan en en nuestro auxilio. Bastantes penalidades estamos soportando ya, como para tener que estar vigilando a los demás, no sea que estos e ataquen. ¡Serénense, por favor! Si hemos de morir, hagámoslo en paz.- El desde luego no iba a permitir que matasen a nadie, por principios trataría de evitarlo. Y aunque sediento y dolorido, se encontraba en buena forma y su dura vida, le había enseñado a defenderse cuando era necesario.

Al escuchar la propuesta de Laura, se clamo, al menos no todos estaban a las puertas de la locura. O incluso, ya bien traspasado el umbral de esta. Era agradable ver que algunos de sus compañeros y compañeras, continuaban manteniendo las maneras.

-No se si me quedará algo de tabaco, o si este estará en condiciones de ser fumado. Pero me parece una estupenda sugerencia Laura, tratemos de fumar un rato, para engañar a la sed y el desánimo. Fumemos y hablemos un rato, no creo que nos haga ningún mal. Y tal vez, se calmen un poco los alterados ánimos de algunos de nuestros compañeros de infortunio.- Y se dedicó a la nada fácil tarea, de localizar tabaco y los útiles para poder fumar, eso le entretendría un rato, durante el que no pensaría, o lo haría menos, en la extrema situación en la que todos se encontraban.

 

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27/05/2022, 17:14
Antonio Roma

Por supuesto señorita Julieta, —dijo con amabilidad— preste atención, tal vez sea la última musiquilla que pueda escuchar. Y no piense que por una gota de sangre vendió su alma o la del Duque, posiblemente necesite muchas más gotas para salvarse, yo diría que todas las que pueda albergar un cuerpo humano... o dos. Tal vez la pequeña necesite más de lo que le han dado. Por el momento no los he visto flotar.

Antes de empezar a tocar sonrió a la joven Laura, —es muy amable, pero los clarinetistas tememos que cuidar nuestros pulmones, —y comenzó la actuación.

 

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27/05/2022, 18:36
Ignacio Serrano

Un poco de tabaco, algo de música, y hasta una situación tan horrible como en la que se encontraban tenía su lado bueno. Por un rato se olvido de tiburones, extraños pactos a sellar con sangre, el hambre, pero sobre todo de la sed, aquella sed inmensa que amenazaba con no hacerles sentir nada mas. Ahora comprendía aquellas historias de personas que en una situación parecida a la que ellos se encontraban, habían bebido agua de mar, para al menos momentáneamente saciar un poco aquella sensación que todo acaparaba. Aunque luego morirían pronto y con grandes dolores, el de momento no bebería, pero si las cosas seguían su curso. ¿Quién sabe lo que haría dentro de unas horas? Tal vez les encontrasen antes, esa esperanza no podían perderla, o la locura campearía libremente y a su llegada, la vida se extinguiría.

-¡Muchas gracias Don Antonio! Una bella melodía y un poco de tabaco, hacen que todo se vea mucho mejor, al menos durante un rato, y quien sabe si la música pueda traernos la buena fortuna de ser pronto rescatados. Debemos mantener la esperanza.- Y disfruto, todo lo que pudo, de tabaco, música y buena compañía. Los momentos felices era cuestión de aprovecharlos y disfrutarlos al máximo, más tras tanta penuria como estaban pasando. 

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27/05/2022, 19:44
Laura del Carmen Descotte Jourdan

         - Muy cierto colega artista!   Mi prometido no me hubiera dejado mostrar mi arte al público posiblemente!   Y si, fumar es un vicio muy malo!    Así que mejor no caiga en él aunque sean sus ultimas horas, si me permite señor Serrano ... le ofrezco el cigarro que prometí! -     Susurra Laura para no despertar al esto mientras que le pasa el cigarro al arquitecto que ha fumado ya algunas veces, mientras que medita las palabras del resto acerca del acuerdo con la misteriosa chica que ahora saca de su bolsa mientras que con el cuchillo con la sangre aun fresca de su pequeña Laica mantiene por un momento cerca, mientras que termina por decidirse de firma allí frente a todos ... entonces se gira hacia el resto y les pregunta:

           - ¿Alguno de ustedes vio alguna vez esa misteriosa niña alguna vez en el barco?     ¿Será acaso algún tipo de bruja sirena?  Nunca había leído o escuchado leyenda alguna parecida y eso que me consideraba una ávida investigadora del tema! -   

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27/05/2022, 20:14
Leopoldo Diego Gabriel Alejandro Díaz Galan

La loca de Laura bajó el cuchillo y por un momento pensé que se iba a desplomar y ponerse a llorar cuando lo soltó. Ya era justo lo que me hubiese faltado por ver aunque tampoco me hubiese pillado de sorpresa. Al ver que dejaba de amenazarme, simplemente pasé de ella.

Julieta por su parte rechazó estrechar mi mano, lo que me decía que no debía confiar en ella. No me fiaba de nadie que pactaba algo y mínino no estrechaba la mano. Quedaban los hombres, pero viendo que aquella niña había jugado con Julieta y conmigo estaba claro que lo había hecho con los demás.

El día aclaraba, con la música sonando de fondo y el tiburón rondando a Sebastián. Me fui al borde de aquella balsa, donde pudiese coger agua y lavarme el corte mientras controlaba al tiburón, porque sin duda vendría a por mi sangre... a por mí. Aunque Serrano era el que más había sangrado y debía haber sangre derramada en el suelo suya. La mía ya no valía para nada. Ya había sellado un pacto, no serviría para otro al igual que la de Julieta.

Por otro lado, sabía que no funcionaría. La niña lo dijo muy claro, por lo tanto Julieta y yo, a pesar de habernos herido, bueno... haberme herido pues lo suyo no fue nada, sellar el pacto con nuestra sangre solo sirvió para condenarnos porque nuestro destino sería el mismo que el de los demás que no hiciesen nada.

¿Por qué no caí antes en recoger la sangre de Serrano del suelo de la balsa?

Ya daba igual. Estaba hecho. Así pues, tras notar el escozor de la sal en la herida y ver como se cortaba la hemorragia, rasgué mis ropas para vendarme el tobillo. - Debí ponerme las botas, no el zapato bajo. - Me lamenté por aquel incidente. De haber llevado las botas no me hubiese hecho nada.

Con otro pedazo de tela, empapado en agua de mar, fui limpiando mi rastro de sangre, mezclando el agua con ella, diluyéndola, para que nadie pudiese usarla. Estaba seguro de que no serviría, pero aún así no me la iba a jugar. Por otro lado de la balsa, limpié el pedazo de tela y me lo quedé, por si lo necesitaba para alguna cosa más.

Al ver a Laura con el cuchillo nuevamente en su mano y mirándolo de aquella manera, opté por evitarla al moverme y regresar a mi sitio. Estaba claro que no podía fiarme de nadie allí y que debía mantenerme despierto, algo que la tensión por tener al tiburón tan cerca y saber que en cualquier momento sería atacado por sorpresa me ayudarían a lograr no dormir.

Y esta vez sí, delante de todos, saqué mi petaca y bebí su contenido, dejando una parte para el sol del mediodía... si es que sobrevivía tanto tiempo.

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27/05/2022, 20:35
Ignacio Serrano

-No la recuerdo Laura, pero eso no quiere decir que no estuviese entre los pasajeros, había mucha gente en el barco.- Contesto a Laura, la niña era todo un misterio, un vehículo, el estaba seguro que del diablo, para tentarles y tratar de asegurar no solo el fin de sus vidas, sino también el de sus almas. 

Cuando Ignacio vio a Leopoldo bebiendo de su petaca, no se sorprendió, simplemente se lo esperaba. Era el tipo de cosa que podría haberles llevado a un enfrentamiento, por algo de bebida, fuese la que fuese. Y solo alguien perdido, tal vez enajenado por el sol o los acontecimientos, haría algo así. Beber delante del resto, demostrando su desprecio por los demás y su falta total de tacto. De no estar tan a gusto, fumando, escuchando música y charlando, probablemente habría hecho algo. Pero no, no merecía la pena, y menos por alguien que no había dudado en pactar con el diablo, usando la sangre de otra persona. Una jugarreta del destino, había querido que también su sangre sellara otro pacto, el de la pobre Julieta.

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28/05/2022, 00:02
Lucía Belial

Una mesa larga de ébano se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Un gran trono la encabezaba. Manjares de los más variados perfumaban densamente el aire y bailarines y bailarinas danzaban alrededor. Una sucesión de linternas alumbraba la mesa con una luz intensa, luz que se perdían en la oscuridad infinita que rodeaba todo.

—Leopoldo, Julieta, bienvenidos.— Lucía llegó caminando y se trepó lentamente al trono. Una vez allí su aspecto cambió, tomando una forma que costaría decir si era hombre o mujer, pero sí muy bella, de algo más de veinte años.

—Lo que han hecho es un acto de amor. Eso es algo que mi padre no logra entender. El amor a uno mismo es amor. La venganza es amor a la justicia. Por eso es que creo que todos merecen ser salvados, y por eso es que les ofrezco un lugar en mi mesa.

—Pero no crean que los he engañado, no. Vida prometí y vida tendrán. Vayan a la tierra, completen sus cosas, ya habrá tiempo para que vuelvan a mi lado.

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28/05/2022, 00:56
Director

El vapor Patricio de Sarústegui arribó a la zona del naufragio antes del mediodía siguiente. Sólo halló seis cadáveres, con señales de haber sido atacados por un tiburón mientras dormían. A los marinos les llamó la atención que algunos d ellos parecían sonreir, aferrados a un clarinete, o una carpeta, o un bolso manchado de sangre. Pero la mayor sorpresa fueron los dos cadáveres que volvieron a la vida. Milagro lo llamaron. Vivieron para descubrir que el comercio exterior en Buenos Aires era hegemonizado por los ingleses, pero venderle el alma al diablo para ganarse un lugar entre ellos no era tan difícil. Vivieron para recibir la noticia de la muerte de Manuel Gonzalez de Lara atravesado por una daga de hierro negro.