Partida Rol por web

-El Hotel Gatewater II... - murmura el Juez, pensativo, hasta que abre los ojos como si hubiera caído en la cuenta de algo. - ¿No es ese hotel de lujo que abrieron hace un par de años? - el Fiscal Payne asiente, dándole la razón, y el Juez también asiente. - Es un hotel famoso por su exquisito servicio y sus espectaculares suites. ¡Cómo me gustaría pasar una noche ahí...!

-Sí, bueno... - murmura Winston Payne, inclinado sobre su banquillo algo intranquilo al ver que el Juez comienza a divagar. - Como decía, la víctima fue hallada muerta en el interior de una habitación. - repite, incorporándose. - Para ofrecer el servicio tan exquisito y cercano del que Su Señoría tanto ha oído hablar, cada miembro del personal del Hotel Gatewater II se dedica al cuidado de una sola planta del hotel, veinticuatro horas al día. El encargado de la planta en la que se encontró a la víctima es, por supuesto, el acusado.

-Ya veo... - murmura el Juez, pensativo. - ¿Y la habitación en la que se produjo el crimen...?

-Estaba completamente cerrada, y nadie a parte del cuerpo de la víctima se encontraba en su interior. - responde rápidamente el Fiscal Payne. - Pero... una puerta cerrada no es ningún obstáculo si uno dispone de la herramienta adecuada. - comenta Payne, esbozando una desagradable sonrisa de prepotencia. - Me refiero, por supuesto, a la llave de la habitación. O más bien a la tarjeta magnética que los hoteles modernos utilizan como llave. - explica. - Como único encargado de esa planta del hotel, el acusado era el único que tenía acceso a la tarjeta llave que abría la habitación. ¡Sólo él pudo cometer el crimen!

El tribunal se llena de murmullos y cuchicheos tras la última afirmación del fiscal, y el Juez tiene que golpear un par de veces con su maza para que regrese el silencio.

-Siendo así... supongo que merece la pena considerar al acusado como principal sospechoso, sí. - asiente el Juez. - ¿La defensa tiene algo que decir a este respecto?

-Sí... digo, por supuesto, Su Señoría.- Rectificó Hairo en el último momento. No lograba acostumbrarse al tratamiento honorífico que se utilizaba en los juicios, ni tampoco a la costumbre del juez de golpear su martillo para pedir silencio. ¿Por qué tenía que usarse precisamente semejante herramienta para ello? Su función era la de clavar un clavo, no la de mandar callar: para ello, más le valdría usar un micrófono u obligar por ley al público a vendarse la boca antes de entrar. Sin ninguna duda, eso sería más efectivo. -En primer lugar, el crimen no se cometió ayer, se cometió ayer entre las 12:00 y las 13:00, para ser exactos. En segundo lugar, es imposible que un empleado pueda trabajar veinticuatro horas al día sin realizar las funciones básicas de descanso, manutención y excreción, lo cual indica que la información que nos está ofreciendo el fiscal Payne es errónea.

El abogado enumeró las dos matizaciones sin ni tan siquiera pestañear y mucho menos consultar los datos que tenía disponibles hasta el momento, dado que se había molestado en memorizarlos antes de que comenzara la sesión. Todavía no tenía claro si el hombre que tenía ante él era simplemente negligente o estaba ocultando la información a consciencia, pues en la cabeza de Hairo la imprecisión simplemente no se contemplaba como una posibilidad.

-En tercer lugar,- continuó, esta vez llevando un par de dedos a su sien (y torciendo sus gafas sin darse cuenta) mientras agachaba la mirada como hacía cuando reflexionaba -si el acusado poseía una tarjeta llave de la habitación es indudable que debe ser considerado como un posible sospechoso; sin embargo, de haber sido el asesino resulta ilógico pensar que pudiera haber dejado el cadáver dentro de una habitación cerrada si asumimos que solo él tenía acceso: sería lo mismo que incriminarse voluntariamente y nuestro cliente se declara como inocente, dado lo cual no hay ninguna concordancia con los actos del criminal.

-En cuarto lugar y en oposición a lo anterior,- finalizó, volviendo a mirar al frente pero sin retirar su mano de su cabeza -el señor Porter no es el único con capacidad de haber entrado en la sala. Es perfectamente plausible pensar que la víctima también poseía su propia llave así como que era capaz de abrir la puerta desde el interior de su cuarto y, de este modo, podría haber permitido la entrada del verdadero culpable quien no habría necesitado ninguna tarjeta para salir y cerrar la puerta a sus espaldas dejando el cadáver dentro. De este modo, ninguna de ambas suposiciones es bastante por sí misma para culpabilizar a mi cliente del homicidio a falta de pruebas tangibles más contundentes...- Hairo dejó pasar unos segundos antes de añadir, recordando de su anterior caso que la mente del juez distaba mucho de ser brillante. -...Eh, ya he terminado. ¿Lo repito?

Erina dejó caer los brazos, agobiada, ante las dos primeras matizaciones de Hairo Mist. "Señor Hairo... se sobreentienden ambas cuestiones..." Esperaba que no fuera a preguntarle al pobre botones cuántas veces al día o a qué horas abandonaba sus quehaceres para atender la llamada de la naturaleza, solo para confirmar sus dos matizaciones... "No es exactamente errónea la información que ha dado el fiscal Payne... solo imprecisa... ¿ha-ha oído hablar alguna vez de la economía del lenguaje?"

Ahora bien, la tercera matización sí que era pertinente, y Erina comenzó a anotarla nada más escucharla. "De modo que... o bien el asesino entró con él desde un principio, o bien le dejó entrar..." murmuró mientras escribía, y cuando terminó miró al señor Hairo sonriente. "Al final va a tener usted razón y no va a ser un caso de habitación cerrada..." se cruzó de brazos. "Jo, anda que no habría molado..."

-Eh... No, no es necesario, Sr. Mist. - responde el Juez a la última pregunta del abogado. Durante el pequeño discurso de Hairo, el Juez ha adoptado una expresión sorprendida que ahora elimina negando con la cabeza. - Veo que sigue usando esa forma de discurso tan... particular suya. - murmura, para luego dirigirse a la fiscalía. - ¿Y bien, Fiscal Payne? ¿Tiene algo que decir a las... afirmaciones de la defensa?

-Je, je, je, je... - con una risita desagradable, el Fiscal Payne se atusa con la palma de la mano un flequillo inexistente. ¿Tal vez en el pasado llegó a lucir un tupé? Quién sabe. - Oh, sí, tengo algo que decir. Las afirmaciones de la defensa son muy divertidas...

-¿Divertidas...? - se extraña el Juez al escuchar las palabras del fiscal. Niega con la cabeza. - Bueno... reconozco que tal vez los dos primeros puntos del discurso del Sr. Mist no sean demasiado relevantes y se trate sólo de un problema de interpretación... Quiero decir, es cierto que nadie puede trabajar veinticuatro horas seguidas... Imagino que harán turnos o tomarán descansos... - murmura el Juez, antes de darse cuenta de que divaga. Niega con la cabeza para despejarse antes de continuar. - Pero el tema de la llave magnética y la puerta de la habitación de la víctima sí que parece algo a tener en cuenta...

-Su Señoría, no se deje engañar por el discurso de la defensa. - sigue sonriendo Winston Payne, palmeando su tupé invisible. - Sus palabras no hacen más que dejar claro que no tienen ni idea de lo que están hablando. - afirma con orgullo, poniéndose recto. - Pero no tema, mi primer testigo zanjará esas supuestas contradicciones en un instante.

-Oh, eso suena prometedor. - asiente el Juez con satisfacción, alzando tras eso su maza. - ¡Alguacil, haga pasar al primer testigo! - dice, justo antes de golpear con ella para hacer cumplir su orden.

Apenas un par de minutos después de que el Juez de la orden el primer testigo de la acusación ya ha tomado el estrado. Se trata de un hombre joven vestido con camisa y corbata, así como una chaqueta y unos pantalones a juego que, si no estuvieran tan desarreglados, le darían un aspecto bastante formal. Su cabello revuelto tampoco ayuda demasiado a que este hombre, al cual ya conocéis de un caso anterior, parezca el profesional que en realidad es.

-Que el testigo indique su nombre y profesión, por favor. - le pide el Juez con firmeza.

-James Falk. Inspector de policía. Departamento de homicidios. - responde el Inspector Falk sin demasiadas ganas, una actitud a la que ya os habéis acostumbrado. Mientras mantiene una de sus manos metida en el bolsillo del pantalón, alza la otra y la mete bajo la chaqueta para rascarse el costado sin ningún pudor. - Soy el Inspector encargado de este caso...

-Inspector Falk... ¿podría explicar el caso ante este tribunal? - pregunta Winston Payne con formalidad, aunque tras eso vuelve a atusarse su flequillo con la palma de la mano. - De forma que incluso la defensa lo comprenda, si es posible...

El Juez golpea con su maza, asintiendo a las palabras del Fiscal Payne.

-Y de forma que lo comprenda yo también, si puede ser. - vuelve a asentir, mirando al testigo. - Comience con su testimonio, Inspector.

- DECLARACIÓN DEL TESTIGO -
- Resumen del caso - 

El crimen sucedió el día 9 entre las 12:00 y las 13:00, tal y como ha dicho la defensa.

Un par de testigos descubrió el cuerpo sin vida de Doug Diller en una de las suites del Hotel Gatewater II.

La causa de la muerte fue una puñalada letal, por la espalda.

La habitación estaba cerrada, pero el acusado tiene una tarjeta que abre todas las suites de esa planta.

Además, en el arma del crimen se descubrieron las huellas dactilares del acusado.

-Es suficiente por ahora, Inspector Falk. Es un buen resumen. - interrumpe Winston Payne con una sonrisa de satisfacción.

-¿Las huellas del acusado estaban en el arma del crimen...? - reflexiona el Juez en voz alta. - Ahora entiendo por qué la policía lo detuvo como principal sospechoso. Entre el arma del crimen y su capacidad para entrar en las habitaciones con total libertad... Ah, pero... - parece darse cuenta de que está hablando él solo en voz alta. - Continuemos, sí. Que la defensa comience con su interrogatorio.

Apoyando el codo sobre una mano, se llevó la otra a la barbilla en gesto pensativo. "...¿Explicarlo de forma que hasta la defensa pueda comprenderlo...? .............." no acababa de entender a qué se refería el Fiscal Payne con ese comentario, ¿se refería a la escasa información que tenían, o...? "*GASP*" abrió muchos los ojos, tomó aire y estiró los brazos hacia abajo en exclamación de sorpresa. Golpeó la mesa con ambas manos. "¡OIGA! ¡Que el señor Hairo no tiene un pelo de tonto!" protestó, defendiéndole, y luego cayó en la cuenta de que no se había incluido a ella misma. "¡Y-y yo tampoco!" añadió, antes de que el juez golpease la maza llamando al silencio, y pidiera que lo explicara de forma entendible para todos.

Apuntó la declaración y procedió a añadir una vertiente literaria a sus notas. "El desaliñado inspector de policía, con su clásica ropa formal arrugada y el cuello de la camisa todo alborotado, procedió a explicar los detalles del caso, revelando una terrible prueba que estremeció a Sherlock Mist..." comenzó a murmurar escribiendo otra vez. "Hay que ver... con lo guapo que era ese hombre... si cuidara su ropa seguro que le lloverían las pretendientes..." dejó el digicuaderno sobre la mesa y miró al señor Mist de reojo. "Me recuerda a uno que yo me sé..." se le escapó, tosiendo para disimularlo de alguna manera. Cerrando ambos puños y echándolos atrás, en actitud enérgica trató de animar a su jefe: "¡Ejem ejem! ¡Estoy con usted, señor Hairo! ¡Demuéstrele a ese matanovatos que no tenemos ni un pelo de tontos!"

...Luego recordó que su jefe... bueno, no se llevaba bien con las alegorías. _{"...Bueno, matanovatos en el sentido metafórico... es un título que se ganó a fuerza de ganarle caso tras caso a los abogados recién salidos de la academia... ¡Suerte que este es su segundo caso! No podría imaginarme al fiscal Payne matando a ningún novato de forma literal, ¡ja ja ja! ¡Pero si parece un abuelito adorable! Como el Juez, pero más joven... Y más creído... y más calv... no, no, eso no, en eso le gana el Juez."}

Un golpe de maza os sorprende a todos cuando Erina deja de murmurar.

-¡La defensa se abstendrá de hacer comentarios sobre la ausencia de cabello de los miembros de este tribunal! - dice con seriedad el Juez. Parece que alguien ha tocado una fibra sensible.

Hay que ver, qué buena acústica tiene el tribunal...