Partida Rol por web

La situación era tan espeluznante que los niños no resistieron más y salieron corriendo del sótano. Tenían que salir de allí y tenían que hacerlo sin que ese profesor loco lo notara. Para Brianna fue un poco más complicado, ya que los fantasmas le asustaban mucho, así que se quedo paralizada un momento hasta que otro niño la tomo de la mano y la hizo reaccionar. Pero al salir del sotano se encontraron con que al otro lado del pasillo el profesor Martin volvía de su patrulla y los había visto.

-Alto ahí, pequeños revoltosos! Ahora verán!

Subieron la escalera como un suspiro, tropezando algunos y otros ayudando a los que se quedaban atrás. Marcos aun pensaba en lo que acababa de ver. Ese niño había visto a su padre, quien le había arrancado la vida con sus propias manos luego de intercambiar unas simples palabras. Quizás no fuera su padre, sino… otra cosa que tomara su forma.

No supo si fue llevado o corrió por sus propios medios hasta salir de sótano, pero pronto se encontró en el lóbrego pasillo donde arrancaron esa pesadilla. Y como en toda pesadilla, aun les era imposible despertar. Del otro lado, cerca de la puerta de salida, ese hombre grisáceo les descubrió. Otra vez esa sensación de pavor les recorrió como una marea. Ese tipo no iba a por uno de ellos, iba a por todos. Marcos instintivamente alzó sus puños, aunque fue más un gesto amenazador que una intención de atacarle. Sabía bien que no tenía la fuerza para hacerle daño.

-Tú eres el revoltoso- le grito alzando el dedo índice de la mano derecha, mientras que con la izquierda les hacía señas a los demás para que marcharan*-. Esta escuela es un asco. No puedes ser llamado educador o siquiera un adulto. Deberías estar en un rincón como un niño malcriado.

Solo dejé de correr cuando salí del sótano. Estaba exhausto y muy asustado, incapaz de creer que Carlos David estuviera muerto. El gran Carlos David. No era muy hablador, aunque me caía bien. Tenía un peinado chulo.

-Lo ha... lo ha matado... -murmuré, con miedo-. No podía ser su padre... Los papás no hacen eso...

Entonces escuché las palabras que Marcos le dirigía a aquel hombre extraño que nos perseguía. Cada vez quedábamos menos y tenía la sensación de que aquel hombre sólo reduciría más y más nuestro número si tratábamos de huir. Teníamos que hacerle frente cuanto antes.

-Somos más de diez -dije, entre susurros para que el hombre no lo oyera-. Si nos lanzamos todos a por él, podremos llegar a reducirlo. Incluso podemos lanzarlo al sótano con los papás malos. O Simone le puede clavar la tijera.

Congelada por el miedo me quede paralizada hasta que alguien me tomo por la muñeca para sacarme de alli escaleras arriba. No tenia caso, no podia razonar, solo queria salir de alli y asi mismo subí los escalones sin pensarlo.

Y corri corri y corri hasta donde pudiese llegar.

Sabía que si corria lo suficiente podia alejarme de todo y de todos, la maldad quedaria atras como la muerte de mis padres.

¡No! Grite con una rabia oculta.

La idea de Óscar apestaba en muchos sentidos.

¡Vámonos! forze mi voz aparentando ser un adulto mandándo, en vez de eso, salio una voz chillona suplicando que nos fuéramos.

Corrí a la puerta del patio y con mis dos manos empuje la puerta con todas mis fuerzas, no voltee a esperar a los otros, solo seguí corriendo, ya no aguantaba más, solo quería salir de aquí.

Veo que nuestros compañeros comienzan a correr. En vez de aprovechar la oportunidad para enfrentarnos todos juntos al profesor maníaco, Darrow decide echar a correr para tratar de llegar al patio.

"Este niño es idiota" pensé, para mis adentros. "Hará que mueran todos. Tarde o temprano, nos va a tocar enfrentarnos a ese maestro si no podemos salir de aquí".

Sin embargo, en esos momentos, dirigirnos al patio podía sernos de cierta ayuda, ya que era una zona del colegio que aún no habíamos explorado. Sin pensarlo dos veces, decido echar a correr hacia el patio del colegio, siguiendo a Darrow y Brianna.

         - Pero ... que paso con enfrentar al maestro? -   Grito evidentemente alterada Simone tras alcanzar a los chicos cuando corrían al patio después de reaccionar, tomar de la mano a Maggie para jalar la con ella y poner pies en polvorosa nuevamente antes de reconocer lo que había en el patio trasero de la escuela

Las hamacas y demás juegos rechinaban al compás del viento mientras las hojas secas, que habían escapado hace tiempo de los árboles, revoloteaban por todo el patio. Al otro lado, podían ver claramente un agujero en la pared, lo suficientemente grande como para que pudieran pasar.

El problema es que en el patio tabién se encontraba otro maniquí que se dirigió hacia ellos ni bien los vió. Mientras, el profe se acercaba lentamente...

-Creo que lo que mato a Carlos no era su padre, sino otra cosa que tomó su forma- en su mente, a pesar de que sus padres habian sido tan tontos como para chocar, no creia que fueran capaces de hacerle daño. Por lo que esperaba que ningun padre hiciera algo asi a sus hijos. Asi que compartió este dato con todos, pues quizás fuera importante.*

Mientras corria esperaba que una ferrea mano le agarrar el hombro y le atrapara para nunca volver a ver la luz del sol. pero por suerte ese hombre se tomaba su tiempo, como si supiera que no podrian huir. Al llegar al patio y ver al maniquí correr hacia ellos, supo porque se tomaba su tiempo. Ahora tenian un problema en frente y otro detras.

Intentó poner siempre un obstaculo entre él y la criatura, para que le fuera mas dificil dar con él. Esperaba que todos se separaran todo lo que podian, pues asi seria mas facil que la mayoria sobreviviera.

          - Chicos, creo que debemos regresar al interior de la escuela, cerrar el paso al patio y enfrentar al maestro juntos como ha propuesto antes Oscar, tenemos mas posibilidades que con el maniquí por ahora -    Dijo la chica tomando de la mano a Maggie y con la otra por delante enarbolando el cuchillo de regreso al interior de la escuela mientras que buscaba con la mirada que atorar la puerta al patio para que el maniquí no pudiese atacar los

Al ver a aquel nuevo maniquí en el patio, dejo escapar un sonoro grito de alerta:

-¡¡Ostias!! ¡Otro maniquí de esos! -exclamo, señalándolo con un dedo.

Y sin perder ni un segundo más de tiempo, echo a correr a toda prisa hacia el agujero de la pared con intención de guarecerme en su interior. Ahora mismo, no había ningún sitio más al que movernos por la escuela, pero a través de aquel boquete en la pared quizá explorásemos otras áreas dle edificio que pudieran sernos de utilidad contra aquel malvado maestro.

-¡Un bujero! -grito, alertando a mis compañeros de cuáles son mis intenciones-. ¡Todos para el bujero! ¡Allí estaremos a salvo!

Estaba asustado, apenas había entrado se me apareció en frente un maniquí, y antes de poder devolverme ya estaban todos entrando detrás mio. Lo único que quería hacer era esconderme y eso fue lo que hice, buscando el árbol más cercano trate de esconderme.