Partida Rol por web

Njarda, ciudad corrupta

Cápitulo 1: Grazna el cuervo.

Cargando editor
10/02/2017, 18:20
Directora

Acusando el cansancio del viaje y la llegada a un sitio nuevo os fuisteis muy pronto a dormir. Cada uno había buscado su método de pasar la noche, pues la posada ofrecía diferentes opciones aptas para todos los bolsillos, desde la habitación comunal, hasta habitaciones compartidas, y por supuesto, habitaciones privadas. Lo único con lo que no contaba aquel sitio era con lujosas habitaciones para nobles clientes, pero tampoco esperaba gente de ese nivel en el barrio del puerto. El permanente olor a brea y salitre, en conjunto con el ruidoso ambiente provocado por el movimiento de los barcos y la descarga de mercancías y pescado no lo hacían el lugar idóneo para el descanso. Aunque era una ubicación muy cómoda para aquellos como vosotros que no conocíais la ciudad.

A la mañana siguiente os despertasteis con renovadas fuerzas tras una noche de descanso. No os habíais dado al alcohol de manera que eso dejaba vuestras mentes despejadas para lo que estaba por venir. Si no os despertaban los rayos de sol que anunciaban un nuevo día lo harían el ruido de los barcos o los gritos procedentes de la lonja que anunciaban los diferentes tipos de pescado que se habían capturado. Todo ello acompañado de un agradable olor, aunque por suerte era dejado en segundo plano gracias al olor a leña y pan recién hecho que procedía de las cocinas de la posada. Si bajabais ahora os daría tiempo de desayunar algo antes de ir a ver al gobernador.

El salón de la posada ahora se mostraba limpio y agradable. A diferencia de ayer donde se notaba un fuerte olor a cerveza y a humanidad ahora se os mostraba un sitio cálido y acogedor, donde predominaba el olor a lavanda y a leña. La mitad de las mesas estaban vacías y solo había algunos clientes como vosotros que se preparaban para el desayuno. De momento la puerta principal permanecía cerrada, probablemente porque aún no estarían abiertos al público.

Llega la hora de ponerse en marcha y de decidir como vais a prepararos para la visita y como vais a llegar hasta la casa.

Notas de juego

Este inicio es para que hagáis los preparativos necesarios antes de partir, en cuanto esteis listos seguimos.

Cargando editor
13/02/2017, 14:10
Galdor

Había abandonado pronto la velada, en cuanto apuré mi jarra de leche, o más bien lo que quedara de ella tras compartir una generosa parte con Candela. No estaba de humor para celebraciones de alcohol y cantos de ebriedad, hacía mucho tiempo que aquello había quedado atrás en mi vida, desde que abrazara otro camino, el sendero del Púgil. Mi personal forma de caminar por él, al menos.

Acudí en silencio a la habitación compartida que había podido costearme, algo mejor al menos que la estancia comunal. Había tenido fortuna, además. Era una habitación con cuatro camastros, dos de los cuales ocupaba un matrimonio de humildes comerciantes en viaje de negocios, gente tranquila y honesta que buscaba ganarse la vida honradamente, según me contó él, vendiendo lana a los maestros tejedores de la ciudad. La tercera cama había estado ocupada por un leñador en noches anteriores, un hombre que al matrimonio le había dado algo de miedo por sus formas, pero esa noche había quedado libre.

Como era mi costumbre, desperté buen rato antes del amanecer, tratando de no causar más ruido del imprescindible al abandonar el cuarto. Tarea casi imposible, dado el equipo que cargaba en tal hazaña. Acudí al patio trasero de la posada, donde el amanecer me recibió con mis habituales y sagrados ejercicios. Calentamiento, estiramiento, posturas atléticas con que mostrar a mi dios la evolución de mi físico, el esfuerzo y los frutos del mismo. Porque cada gota de sudor era una luz prendida en honor a Kord. Porque cada músculo marcado, su volumen, las venas marcadas sobre su superficie, eran imágenes erigidas en su veneración. Porque el esfuerzo dedicado a cada ejercicio, el dolor, la dedicación, eran ofrendas en su gloria. Pocos podían entender la comunión sagrada que une a un clérigo de Kord con su dios a través del ejercicio diario y el afán de superación. Nadie apenas lo hacía. Pero, una vez mis rezos y plegarias en forma de sesión de entrenamiento hubo concluido, me sentía en paz.

Sequé como buenamente pude todo mi cuerpo tras remojarme con agua de un cubo extraído del pozo, y me coloqué mis vestimentas y la armadura adecuadamente peinándome ligeramente con los dedos. No era suficiente para desenredarlo completamente, pero con fortuna lograría darle un aspecto adecuado. Me ajusté el escudo en una mano y sujeté mi martillo con la otra, y entré de nuevo en la posada. Me dirigí al salón principal, frunciendo el ceño al percibir aquel aroma a lavanda mezclado con el de la leña. No porque me disgustarse, simplemente por el sorprendente contraste con la noche anterior.

Con la mitad de las mesas desocupadas, busqué la que había sido anfitriona de la cena la noche anterior. Estaba ocupada, no obstante, de modo que me dirigí a la mesa contigua, donde no había nadie aún sentado, y apoyé mi escudo en el respaldo de la silla que tomé para sentarme, dejando el martillo en el suelo entre mis piernas.

Con los puños unidos sobre la mesa, aguardé paciente a que tomasen nota de mi desayuno, pues ya había abierto un voraz apetito.

Cargando editor
16/02/2017, 01:29
Candela Dorne "Triana"

La noche anterior no tardé mucho en recogerme, teniendo que madrugar al día siguiente y no queriendo hacer grandes derroches sin haber verdaderos motivos de celebración. Me tomé la leche que el clérigo había tenido a bien compartir conmigo y subí a la habitación compartida que estaba ocupando.

Mis compañeras, dos hermanas idénticas de cabello negro, tez clara y que decían provenir del este, ya se encontraban durmiendo para aquel entonces. Sonreí al ver cómo habían decidido compartir cama a pesar de disponer de una cama para cada una, sintiendo además de ternura por la estampa, una ligera envidia. Me gustaba mi modo de vida, no me veía en un futuro próximo asentándome en alguna parte, pero a veces echaba de menos tener compañía, alguien con quien poder compartir y en quién confiar.

Me deshice despacio del vestido, posando este en la única silla del pequeño cuarto y me acosté semidesnuda en una de aquellas duras camas. A pesar de no tratarse del camastro más cómodo del mundo, ni mucho menos, me dejé llevar al mundo de los sueños casi de inmediato. Mi consciencia se esfumó, hasta que horas después desperté, pareciendo haber cerrado mis ojos tan sólo segundos atrás.

Me incorporé, y cubriéndome con la sábana miré a la cama de al lado, dándome cuenta de que las hermanas ya no estaban en la habitación. Ya no era necesario ser cuidadosa, y abandoné la ropa de cama, acercándome un momento a la ventana para dejar que los rayos del sol acariciaran mi piel desnuda. Estiré mis brazos, tratando de desperezarme, y antes de darme cuenta me encontraba moviendo mis muñecas y caderas, echándome a reír poco después.

Me aseé con un balde de agua fría que había dejado en el lugar el día anterior y un trozo de jabón que aún conservaba, arreglándome el cabello y poniéndome el vestido después. Echaba en falta algo de perfume, pero era bien poco el que me quedaba, y lo reservaba para alguna ocasión especial. Salí de la habitación, embargándome en seguida el olor a lavanda y pan recién hecho. Me permití cerrar los ojos un instante para disfrutar con calma de aquella fragancia, y tras unos segundos descendí a la posada, encontrándome con que esta aún estaba cerrada al público a pesar de haber pasado ya algún tiempo desde el amanecer.

No tardé en ver a Galdor en una de aquellas mesas, con lo que no lo dudé y me dirigí directamente hacia la misma, sorprendiendo al seguidor de Kord por detrás.

- ¿Qué haces tan sólo, corazón? – dije flanqueándole. - ¿Dónde está tu amigo el gritón? – pregunté posándome en la mesa, junto a él, pero sin sentarme en la misma; mientras mostraba una alegre sonrisa. – Si sigue en pie lo de anoche, me apunto. – añadí en referencia a hacer juntos el camino hacia la casa del gobernador.

Cargando editor
17/02/2017, 17:38
Directora

Poco a poco la posada fue ganando algo de actividad. Candela y Galdor se reunieron, intercambiando sus opiniones sobre la futura reunión con el gobernador. Tras eso les sirvieron la comida mientras se escuchaba cada vez mas ruido de movimiento, pues empezaban a abrir los comercios y la jornada laboral empezaba. Pronto aquel barrio portuario estaría en su punto álgido de actividad.

Tras acabar os pusisteis en marcha hacia la mansión del gobernador. No conocíais su ubicación pero fue fácil preguntarle a alguien. Fue una larga caminanta, donde cruzasteis la ciudad entera saliendo por el norte. Lejos del mal olor y del ruido, atravesando un bosquecillo no muy denso donde solo se escuchaba el trino de los pájaros encontrasteis la mansión sobre una suave colina. Era una amplia finca, con jardines y un muro que la separaba del exterior.

Cuando llegasteis el sol estaba en lo alto aunque aún no era mediodía, había sido una larga caminata pero el camino había sido agradable. En la entrada había dos guardias que os preguntaron vuestros motivos. Cuando les hablasteis de la reunión con el gobernador un mayordomo salió de la casa hasta la entrada y os saludó con la mínima cortesía. - Buenos días, bienvenidos a la mansión del gobernador. Acompáñenme. -

Recorristeis el empedrado sendero hasta la puerta y una vez en la casa apretó el paso por un pasillo hasta un despacho con la intención de que no cotilleaseis nada. Os abrió la puerta de un despacho, pero entró primero. - Mi señor, la compañía ha llegado. - Le dijo con un tono mas cortés. - ¿Deseais que traiga algo de beber? -

Cargando editor
17/02/2017, 17:56
Amajden

El gobernador estaba sentado sobre una silla cómoda, frente a un escritorio de caoba. El despacho era un despliegue de lujo sin ser demasiado llamativo. Aún así un buen ojo podía observar los materiales de primera calidad. Había un cuadro del anterior gobernador a un lado, un tapiz con una delicada máscara de carnaval.

El se levantó y os tendió la mano mostrando un gesto confiado y la mejor de las sonrisas. - Bienvenidos a mi casa. Gracias por acudir y aceptar la invitación. - Les dijo a Candela y a Galdor antes de señalar unas sillas frente al escritorio para que tomaseis asiento.

Miró a su mayordomo y tras pensar un poco chasqueó los dedos. - Es un poco pronto para empezar a beber así que no quiero ofreceros una copa y parecer irresponsable de manera que por favor, trae un poco de café Albert. ¿Queréis leche o azúcar? -

Cargando editor
18/02/2017, 03:19
Galdor

El desayuno terminó siendo una experiencia agradable. A medida que el comedor ganaba en actividad, degustamos un buen inicio de día con alimento suficiente para una jornada de trabajo. La conversación con Candela era más fluida de lo que acostumbraba, y es que la mujer era de palabra fácil y era difícil no seguirle la charla. Me extrañó que nuestros compañeros de la noche anterior, en especial Ragaard, no aparecieran. En el caso de mi antiguo compañero de armas, supuse que se habría excedido con la bebida, y que preferiría dormir la mona.

Finalmente, Candela y yo salimos de la posada dispuestos a compartir camino, dado que acudíamos a la misma cita. Ninguno conocíamos el camino, no así las buenas gentes de la ciudad, preguntando a las cuáles no resultó difícil dar con la dirección.

Llegamos a la finca, sorteando el trámite de los guardias con sinceridad. No había motivo para no exponer abiertamente nuestras intenciones, dado que habíamos sido invitados por el señor de la casa. Fuimos guiados al interior, hasta su despacho, donde el gobernador nos recibió con esa sonrisa tan propia de quienes viven de adular a otros para obtener de ellos lo que desean. Miré en derredor, esperando quizás encontrar a más hombres dispuestos a aceptar la oferta de hombre tan poderoso, incluidos nuestros compañeros. Sin embargo, estábamos sólos.

Gracias a usted por recibirnos. -Respondí con gesto ligeramente hosco, de forma involuntaria- Era una oferta interesante, la que nos hizo anoche. Por eso estamos aquí.

El gobernador nos ofreció tomar asiento, señalando el lugar. Dejé mi escudo tras una de las sillas, y el martillo junto a ella, y esperé mirando al suelo a que Candela tomase asiento para hacer lo propio.

Leche sí, en mi caso. Azúcar no. -Informé al anfitrión- Gracias.

Cargando editor
18/02/2017, 20:57
Ragaard el Destructor

A la mañana siguiente Ragaard se levanto tarde. Para su sorpresa cuando bajo a desayunar sus compañeros ya habían partido a la mansión del Gobernador. Maldición se dijo para sí, la mezcla de bebidas debían haberle sentado realmente mal. Saliendo a la carrera con su equipo se dirigió siguiendo las indicaciones a la residencia. Puaghhh, espero que no sea demasiado tarde, exclamaba mientras que el Goliath corría a la carrera. Cuando llego a la altura de la puerta principal aminoro el paso y recuperando el aliento, entro con porte. El seguidor de Kord por lo menos ya había practicado ejercicio ese día. Saludos, exclamo a la guardia apostada. Vengo a la audiencia con el Gobernador, creo que mis compañeros ya llegaron. Esperando ser dirigido con el resto de la comitiva, siguió a un guardia que le indico donde se encontraba la sala principal.

Abriendo las puertas de esta, entro con pie firme, rascándose la cabeza a modo de disculpa cuando vio a Galdor mirarlo con ojos inquisidores. Mascullando un exabrupto: Mis disculpas, señor Gobernador! Sufrí un retraso. Saludando al resto de sus camaradas, tomando asiento y pidiendo un cafe para despejar su espesa mente.

Cargando editor
19/02/2017, 21:08
Candela Dorne "Triana"

Me extrañó no ver a nadie más de quienes había conocido la noche anterior en el desayuno, pero en seguida supuse que habrían trasnochado demasiado. El desayuno junto al clérigo de Kord resultó bastante agradable, siendo un hombre que si bien no le daba mucho a la lengua, parecía saber escuchar. Al terminar de comer estuvimos de acuerdo en acudir juntos a la cita con el gobernador, internándonos en la cada vez más despierta ciudad rumbo a senderos menos concurridos. Ninguno de los dos conocíamos el camino, pero gracias a preguntar pudimos llegar sin problemas.

Al llegar a la residencia del gobernador no tuvimos ningún tipo de problema en que nos dejaran pasar. El mayordomo nos guió raudo hasta el despacho de su señor, sintiendo que ya no podía más con mi alma. El viaje había sido largo, muy largo, y aunque estaba acostumbrada a caminar, seguir el ritmo de Galdor me había agotado.

El gobernador nos saludó tendiéndonos la mano nada más entrar, dándonos también las gracias; mientras el mayordomo le preguntaba si traía algo de beber, pregunta que su señor nos devolvió después.

- Como dice mi compañero, gracias a usted. – dije con una sonrisa, estrechando su mano pero tirando de ella ligeramente para darle al gobernador un beso en la mejilla a modo de saludo.

Tomé asiento cuando este nos indicó que lo hiciéramos, tras lo cual el clérigo hizo lo mismo. Le miré con media sonrisa cuando pidió leche, dándole un pequeño codazo de manera cómplice mientras le guiñaba un ojo.

- En mi caso, ¿Podría ser sólo agua? – pregunté a nuestro anfitrión. – Estoy seca. – reí, pudiéndose advertir en mi frente cierto brillo por el agotamiento.

Entonces alguien irrumpió en el despacho. Era Ragaard, que sin saber cómo llegaba casi a la vez que nosotros.

Cargando editor
24/02/2017, 21:36
Amajden

El mayordomo se desplazó con rapidez para servirles a todos. Recordó cada petición y todo el mundo recibió lo que había pedido, es más, haciendo gala de una flamante hospitalidad cuando ya estuvisteis servidos empezó a preparar el café del gobernador a la vez que el hombre hablaba con vosotros. El político llamó vuestra atención y al empezar a hablar.

- Gracias por venir, es un placer verles de nuevo y de tan buen ánimo, una empresa de este calibre requiere gente como ustedes. Con iniciativa. - Va dejando caer a la vez que mueve las manos en elocuentes gestos. - La verdad es que como gobernador, me gustaría encontrar un futuro mejor para esta ciudad. Y por ello necesito que vayáis a Dergos a reuniros con la gobernadora. El odio siempre ha formado parte de nuestras relaciones, pero si queremos un futuro mejor para todos es necesario dejar de lado viejos rencores. Dado que ustedes no formal parte de la ciudad y no están llenos de prejuicios me gustaría que fuesen a transportar una misiva de mi parte. La recompensa total son 500 monedas de oro, la mitad por adelantado, por supuesto. Soy un hombre de palabra y se que actualmente hay problemas en el estrecho con la piratería, así que no puedo garantizarles un viaje sin incidentes. -

Os dejó unos segundos para que os lo pensarais antes de lanzar la última pregunta. - ¿Que opinan caballeros? -

Notas de juego

Bien, sentíos libre de hacer todas las preguntas que queráis. Como es una conversación y pueden surgir dudas intentaré contestar a lo largo de la semana.

Cargando editor
27/02/2017, 15:56
Galdor

Aquel mayordomo sirvió el café en una pequeña taza tan minúscula, que la idea de sostenerla por el pequeño asa parecía ridícula. La miré de medio lado, emitiendo un seco gruñido, calculando sin tocarla la posibilidad de que la débil porcelana se partiera en mil pedazos con tan sólo cogerla con dos dedos.

El gobernador regresó en seguida a sus formas de la noche anterior, esa colección de agasajos que tanto me incomodaban, como me incomodara también la aparición tan exagerada de Ragaard. Aquel hombre no podía hacer nada sin soltar un grito, y eso era bueno en un campo de batalla o una celebración, pero no entendía cómo era incapaz de ahorrárselo en otro tipo de circunstancias.

Afortunadamente, el gobernador en esa ocasión no pensaba andarse con rodeos, y expuso su oferta de forma rápida y concisa. Viajar a la vecina ciudad de Dergos, con la que tanta enemistad mantenía Njarda, y entregar a la gobernadora una misiva de su parte. El objetivo no podía ser más noble: dejar de lado los enfrentamientos, evitar la guerra, colaborar en la consecución de una paz entre ambas ciudades.

Una causa, sin duda, que Kord aprobaría.

Sólo se trata de eso, ¿no? Una carta. -Traté de asegurarme, mirando al gobernador de medio lado con suspicacia. Bien podría parecer una acusación, dado que aquella propuesta me parecía demasiado buena para ser real, y no contener gato encerrado- No pasará nada extraño cuando la abra, espero. No se ofenda, pero cosas más raras se han visto, y prefiero morir con dignidad que como cabeza de turco de nadie, ¿entiende? -Me disculpé, a medias, imaginando una bola de fuego cuando la gobernadora abriese la misiva, o veneno impregnando sus dedos al tocarla- ¿Cómo sabe que la gobernadora nos recibirá? No somos gente importante, y si afirmamos venir de su parte podrían tomarnos por enemigos...

Cargando editor
27/02/2017, 17:56
Amajden

- Efectivamente. Solo se trata de una carta. - Dice el hombre con una sonrisa, cuando dudas sobre las posibles represalias el hombre da un trago a su café y os mira con interés. - Puedo prometeros que no contiene nada que pueda poner en peligro vuestra seguridad. Os lo aseguro. - Comenta el hombre con una sonrisa amable y confiada. 

- Debéis entonces enseñarle el sello oficial de la carta a los guardias. Puede que piensen que sois enemigos pero es la forma de garantizar que se trata de un acto oficial. Que quiera llevarlo discretamente no significa que sea una acción encubierta e ilícita.

Cargando editor
28/02/2017, 20:39
Ragaard el Destructor

Manteniendose callado durante la conversación, dejo que su compañero hablará ya que era más dado a la oratoria. Ragaard por el contrario era un ser de acción. Una maquina de aplastar y mutilar a viles criaturas.

Durante la reunión se limito a asentir ante las palabras de Galdor, no estaría bien ser la diana de algún acto malevolo.

Carraspeando, solto al final de la conversación: Así se hara!

Cargando editor
01/03/2017, 14:12
Candela Dorne "Triana"

El mayordomo en seguida sirvió lo que pedimos, lo cual agradecí con una sonrisa y un ligero inclinamiento de cabeza. Di un largo trago de agua mientras el mayordomo se dirigía a preparar el café de su señor, y este tomaba de nuevo la palabra para explicarnos en qué consistía el encargo.

Parecía algo sencillo. Ir hasta Dergos y entregar una carta a la gobernadora, eso sí, con el riesgo que suponían los piratas del estrecho. Miré a un lado y otro, viéndome flanqueada por aquellos grandes hombres, y me resultó poco probable que pudiera correr algún serio peligro.

A menos que aquí haya gato encerrado o alguien sepa de nuestra misión, claro.

Aun así, parecía una misión que seríamos capaces de asumir y la recompensa era más que golosa. Dinero adelantado… Eso suponía cierta garantía.

El clérigo de Kord fue el primero en pronunciarse, planteando de forma clara las dudas que asaltaban su cabeza, dudas más que razonables, la verdad. Por fortuna el gobernador pronto las resolvió, momento en que Ragaard se mostró dispuesto a llevar a cabo la misión sin la más mínima duda. Por mi parte, sí tenía algo que preguntar.

- ¿Alguien más sabe sobre este cometido? – pregunté suspicaz, señalando después al mayordomo. – A parte de él, quiero decir. – volví a mirar al gobernador, de modo más relajado. – Seguro que hay quien no ve con buenos ojos esta intención de congraciarse con Dergos, siempre hay intereses en juego en este tipo de cosas… Detestaría encontrarme con dificultades inesperadas. Si puede haber habido algún tipo de filtración, prefiero estar sobre aviso. – le hice saber con firmeza, tras lo que miré a Galdor. – Por lo demás… Una noble causa y una buena paga, ¿Eh, corazón? – le dije al mismo tiempo que trataba de llamar su atención golpeándole suavemente con uno de mis codos. – ¿Te apuntas? Si es así, yo también lo haré. – añadí con una sonrisa.

Cargando editor
02/03/2017, 06:49
Galdor

El gobernador respondió con aquellas maneras tan amables y educadas. No estaba seguro de cómo tomarme aquello. Mi insinuación, la sospecha y acusación que entrañaba, era tan sumamente evidente que me parecía más lógico que se hubiera sentido ofendido por ella. Sin embargo, la aceptaba con una naturalidad que me incomodó.

Así sea, gobernador. -Respondí con gesto desencantado- Los hombres tienen tendencia a engañarse entre sí. -Afirmé encogiéndome de mis robustos hombros- Mas no pueden mentir a los dioses. El mío, concretamente, tiene a bien susurrarme ciertas cosas, de cuando en cuando. -Era una forma metafórica de hablar, no una mentira. En mis rezos y plegarias, solicitaba ayuda de Kord para poder ejecutar en su nombre hechizos que podían proveerme de información relevante, y estaba más que dispuesto a asegurarme en la medida de mis posibilidades de que esa misiva no ocultase nada raro- Pero si me asegura que obra de buena fe, le tomo la palabra. Y le ruego disculpe la tosquedad de mis palabras. En ocasiones me excedo en la honestidad con que abro mi bocaza. Espero no haberle ofendido.

Me incliné y tomé aquella pequeña tacita entre dos dedos, acercándomela a los labios para probar la bebida caliente. Ragaard carraspeó, llamando la atención antes de hablar. Sin embargo, lo que hizo fue dar un grito aceptando directamente el trabajo, una exclamación que me sobresaltó y, en un acto inconsciente, me hizo apretar más de la cuenta los dedos con que sostenía la taza. Ésta crujió, una esquirla de porcelana saltó y pude ver una grieta que se extendía por uno de los costados de la taza.

Hmmmmf... Maldita sea mi estampa... -Mascullé, contrariado, dejando la taza sobre su platillo en la mesa de nuevo- Descuéntelo de la paga, se lo ruego. -Indiqué al gobernador, maldiciendo la manía del guerrero de hablar siempre a voces, daba igual el momento y el lugar.

Candela también quiso preguntar acerca de la misión. La miré de medio lado mientras alzaba con su agradable voz ciertas dudas acerca del secretismo de la misión. Interesado en la respuesta, volví a mirar al gobernador, pues las pesquisas de la mujer parecían acertadas. Podíamos tener que enfrentarnos a opositores de una paz entre las ciudades, y que nuestro adversario saliera de entre los muros tras los que nos encontrábamos. Sin embargo, antes de que el hombre respondiera Candela me golpeó ligeramente el brazo, comentando con la excesiva complicidad que siempre demostraba las virtudes de aquel encargo, y preguntándome si me apuntaba como si de ello dependiera su decisión.

La determinación de un hombre, o de una mujer... -Dije con voz grave, mirando al frente con aire ceñudo- ...debería surgir de su propio interior, y no de lo que otros puedan decidir. No obstante... sí, me apunto. -Anuncié mirándola de reojo- Como bien apuntas, se trata de una causa noble y una paga justa. Además, alguien debe velar por que este bruto no se meta en líos... -Apunté con cierto grado de humor que no se reflejaría en mi rostro, casi siempre serio, lanzándole una mirada a Ragaard- ...ni te arrastre a ti en ellos. -Concluí volviendo a mirar a Candela, antes de dirigirme al gobernador- Respecto a esos piratas... ¿Se nos podría facilitar una ruta, o acceso a alguien que conozca el territorio, para conocer la forma más segura de llegar a nuestro destino? Quizás un explorador, un comerciante de la región...

Cargando editor
07/03/2017, 18:35
Amajden

El gobernador le dedicó una amable sonrisa a la bella Candela antes de responderle. - Evidentemente hay quien sabe de esto. No me atrevería a embarcarme en esto sin el apoyo de algunas figuras importantes de la ciudad. Me depondrían una vez firmado el tratado si se enterasen de que hago algo así a sus espaldas.  - El hombre se mostraba afable y directo, contestando con honestidad para intentar ganarse vuestra confianza. - Hay desacuerdo al respecto pero confío suficientemente en la gente que lo sabe como para que no se interponga en vuestro destino, y si eso ocurre yo mismo me encargaré de hacérselo pagar.

- No hay nada que disculpar, Galdor. Agradezco vuestra honestidad. Me hace sentir que puedo confiar tanto en ti como en vuestros compañeros para realizar esta misión. - Cuando la taza se rompió el hombre simplemente hizo un gesto con la mano para quitarle importancia a lo ocurrido. - No te preocupes. No pienso hacerlo. Esas tazas son terribles. A mi la semana pasada se me cayó una. - 

- Por cierto, decidle al hombre que os acompañaba anoche que si está interesado estoy de acuerdo de que se sume al encargo. Obviamente a la vuelta pagaría su parte correspondiente. Si estáis de acuerdo, por supuesto. - Fue sacando una bolsa de cuyo interior salió el sonido del tintineo de las monedas y la dejó sobre la mesa, mirándoles. 

- En lo referente a la ruta. Lo mejor será una travesía en barco. No será difícil encontrar uno que os acerque a Dergos. Dado que es una isla suele haber varios buques de transporte de mercancías que viajan hacia allí y la ruta no es muy corta. Al tratarse de una misión discreta no puedo poneros mas medios para no llamar la atención. - 

Se mesa la barbilla. - Hay un mercader con negocios aquí. Su nombre es Agarth Noalanes. Desgraciadamente aunque se que aprecia el dinero no se si será de confianza o estará tentado a irse de la lengua. - 

- ¿Hay alguna duda mas que pueda resolveros antes de partais?

Cargando editor
08/03/2017, 19:52
Bermong de Aguas Profundas

La velada había sido un verdadero placer, por desgracia mis compañeros y la bella Candela habían abandonado pronto el salón cada uno dirigiendose a sus aposentos.

 Así pues libre de cargo me dedique a tomarle el pulso a la noche de la ciudad, estuve por una par de horas más más charlando con todo el qeu estuuviera dispuesto en el salon primero de temas insustanciales  para dirigir posteriormente la conversación con sutileza y profesionalidad a temas mas importantes aunque siempre desde un sesgo amigable, que opinaba la gente de la situación, era inminente la guerra, estaba la gente contenta con la situación actual a nivel de tributos y seguridad en la ciudad, había un gremio de ladroes formal.

 Mi pasión recopilar información, saber todo lo posible de todos y todas, nunca sabes cuando alguien estará interesado en un pequeño detalle. Y un lucrativo negocio para quien sabe tratar con las redes de los Arpistas  por ejemplo, aunque el trono de hierro, los zhentarin, incluso los magos rojos de Thay pagan mejor , no me gustan y prefiero mantenerme alejados de ellos.

 Esta zona geografica es un filón muchos intereses de grandes casas comerciales y de distintos paises y sociedades estan involucrados, conviene buscar cualquier información para ver que facción cuenta con el apoyo de quien y quien mueve los hilos detras de cada posible operación.

 Tras obtener toda la información que creía posible y útil del salón sin despertar sospechas, salgo al exterior a buscar los que trabajan en callejones sordidos y oscuros al amparo de la noche. Los bajos fondos son similares en todos lados, cada lugar con sus peculiaridades, pero si sabes leer la ciudad todas dan pautas al ojo experto.

 Tras varias horas de infructuosa busqueda me doy por vencido  a apenas unas dos horas y media antes del alba, el aumento del las patrullas en el puerto por temor a sabotajes y un posible de acto de guerra por sorpresa han hecho que la "mala gente"  no asomara, y los sitios por donde la ronda no pasaba o pasaba muy rápido no son lugares para entrar sin haber establecido antes un contacto previo.

 Bueno al menos la información recopilada en el viaje de ida por barco había demostrado ser veraz y útil permitiendome moverme por el barrio de los  muelles y almacenes con soltura y sin perderme.

 Cuando vuelvo a la taberna pido el desayuno en mi habitación privada para dentro de dos horas, el soñoliento mozo detras de la barra asiente y me retiro a descansar.

  Dos horas y cuerto mas tarde ese mismo mozo con su misma cara soñolienta aporrea la puerta de mi habitación y me deja una bandeja con queso pan y algo de fiambre junto a una jarra de agua fresca. Comienzo a devorar el refrigerio pues mi estómago me pide alimento, justo cuando acabo y termino de acicalare para mi cita otros fuertes golpes suenan en la puerta seguidos de un grito: "Abra a la guardia" . Sorprendido me dirigo al puerta y la abro, nada m´s abrila dos fornidos guardias se abalanzan contra mi.

 conteniendo el reflejo de defenderme , no ofrezco resistencia y quedo ápidamente inmovilizado, mientras el cabo de la patrulla me dice: " Se os ha identificado esta noche en las cercanías de un robo en el distrito de los almacenes, debéis acompañrnos al cuartel de la guardia del puerto y responder ante el teniente".  

  Perfecto pero el gobernador se enfadará conmigo y mucho más con vosotros por no permitirme llegar a tiempo a la cita qeu tengo con el nada más amanecer. Respondo sin inmutarme. Si no me creeis podéis llevarme escoltado hasta su mansión y si os miento podéis ajusticiarme allí mismo.  La seguridad que mostraba la cara del cabo se esfuma haciendo cálculos del marrón que le puede caer si mis palabras son ciertas.

  De acuerdo, dice titubeando, os llevaremos  ante el gobernador, no intentéis nada u os ensarto como a un cerdo, y como seá mentira desearéis no haber nacido.  

 Así pùes hago el camino en silencio y escoltado por la guardia hasta la casa del gobernador, a un paso bastante cansino y qeu hace qeu llegemos algo más tarde de lo que el decoro y la educación mandan.

Al llegar parece que la reunión con mis otros compañeros de mesa estaba apunto de acabar pués cuando entro escoltado en la habitación parece que estan dispuestos a levantarse ya todos.  

 

Cargando editor
10/03/2017, 14:05
Galdor

La duda acerca de si más gente estaba al corriente de las intenciones del gobernador fue prontamente resuelta, que no satisfactoriamente. Había más gente con conocimiento acerca de ello, y si bien el gobernador afirmaba fiarse de ellos, no podíamos pasar por alto que existía desacuerdo. Y donde había desacuerdo había sitio para la traición. El poder, la ambición y la codicia corrompían a los hombres, eso era casi tan inevitable como el amanecer al final de cada noche. Por ese motivo me esforzaba en no reclamar propiedad alguna para mí mismo, más allá del equipo necesario en mi misión sagrada y el dinero justo para los gastos del día a día. Todo lo demás tenía otro fin muy diferente.

Gruñí con desgana, aceptando a regañadientes la versión del gobernador, su confianza en aquellos hombres que yo no compartiría. Volvió a halagarnos, en esa ocasión por la sinceridad mostrada, y se negó a descontarme el valor de la taza, lo que me hizo gruñir de nuevo, molesto.

Insisto. -Dije tras un seco carraspeo- Usted puede hacer con ellas lo que guste, para eso son suyas. Pero si yo rompo algo que no me pertenece, lo pago.

Tras aquel desacuerdo, nos habló de la ruta a seguir. Obviamente, debíamos tomar un barco, lo que no sería difícil. Nos habló de un comerciante en particular, aficionado al dinero pero poco de fiar.

Bueno, por fortuna no necesita saber nada de lo que pueda ser un inconveniente si habla. -Dije con tosquedad- No es preciso hablarle de nuestro destino final, ni lo que transportamos con nosotros. Podemos ser... ehm... -Torcí la mirada a uno y otro lado, observando el aspecto de mis dos compañeros de arriba a abajo- ¿...una dama y su escolta, rumbo a la ciudad por motivos personales?

En ese momento se formó un cierto revuelo en las inmediaciones del despacho. Se oían pasos firmes, acompasados, y el tintinear del metal. Antes de que la puerta se abriera, ya suponía que serian soldados, o al menos guardias. Me puse alerta, tenso, pero me sorprendió el rostro que les acompañaba, Bermong, escoltado como si fuera un prisionero.

¿Qué sucede aquí? -Inquirí a los guardias, agarrando el mango de mi martillo mientras me ponía en pie- ¿Algún problema? -Pregunté acto seguido, clavando mi mirada en el hombre de mundo con quien habíamos compartido la cena, queriendo saber de qué iba todo aquello.

Cargando editor
12/03/2017, 23:12
Candela Dorne "Triana"

Ahogué una risita ante el incidente de la taza, mirando con ternura al seguidor de Kord cuando pidió que esta le fuera descontada de la paga. No dejaba de sorprenderme la nobleza de aquel hombre, cuyo aspecto hacía pensar que no era precisamente de aquellos que pedían perdón y daban las gracias, sino más bien de quienes tomaban las cosas por la fuerza creyéndose con derecho de ello.

No, las apariencias engañan.

Tras exponer mis dudas al gobernador, pregunté al clérigo por sus intenciones, estando más que dispuesta a embarcarme en aquella misión si contaba con un compañero tan noble y aparentemente competente como él. Su respuesta me sorprendió, aunque no comprendo por qué, pues venía en sintonía con su habitual seriedad; al menos terminó bromeando, ante lo que sonreí, mirándole con picardía justo después.

- Un consejo para el futuro… - susurré. – Cuando una mujer te diga algo bonito, acéptalo, sonríe, y devuélvele el piropo. – volví a ahogar otra risa, callando rápidamente al reparar que no era lugar para aquello.

Galdor se interesó en aquellos piratas, y más concretamente en algún tipo de ruta o algún contacto que pudiera darnos información de ese tipo. El gobernador respondió entonces a la cuestión que le planteaba, confirmando que había gente que conocía de sus intenciones, pero diciendo confiar en que nadie pusiera trabas. Yo no estaba tan segura de aquello, con lo que determiné que debíamos tener especial cuidado. Respecto a lo preguntado por el clérigo, nos dio el nombre de un mercader, así como la indicación de que debíamos dirigirnos a Dergos en barco.

Tras insistir en el tema de la taza, Galdor propuso muy acertadamente no compartir información importante con aquel comerciante, utilizando por ejemplo una tapadera en la que ellos fueran mi escolta.

- Me parece buena idea, aunque demasiada escolta para tan poca mujer, ¿No? – reí, volviéndome seria cuando comencé a escuchar algo en el exterior.

Al abrirse la puerta, me sorprendí al ver a Bermong escoltado por guardias, observando boquiabierta cómo el clérigo se ponía en pie martillo en mano; pidiendo explicaciones.

- Tranquilo, Galdor, seguro que esto tiene una explicación… - reaccioné finalmente, esperando una respuesta de los guardias o del hombre de mundo.

Cargando editor
17/03/2017, 22:36
Ragaard el Destructor

Ragaard miro el revuelo que se producía ante la aparición de Bermong con una pinta algo desaliñada. Jajajaja, rio para sí. Llegaba más tarde que él y su puesta en escena dejaba al Goliath en muy buen lugar. Tras su presentación y contar lo acaecido, procedio a despedirse del gobernador saliendo con el resto de sus compañeros mientras discutian como viajarian y por donde pasarián, ya que a buen seguro habría gente interesado en interceptarlos.

Lo mejor será salir rápido y no mirar hacía atrás. Si alguien no sigue me pararé a darle un saludo, señalando su poderoso martillo.

Cargando editor
21/03/2017, 22:24
Amajden

Cuando Bermong entra por la puerta escoltado por los guardias el gobernador se pone en pie haciendo señales de calma a los mismos con un gesto tranquilizador aunque clavando una mirada autoritaria sobre ellos.  - Caballeros, por favor. Yo invité a este hombre así que este despliegue de autoridad no es necesario.

Los hombres tartamudean mirándose entre ellos y tras eso mirando hacia Bermong, hicieron una inclinación respetuosa y se retiran de la habitación dejándoos solos. El hombres os mira sonriendo. - Bueno, ya estamos todos. Estoy seguro de que tus compañeros podrán hacerte un breve resumen y compartir el adelanto que os he entregado. Me gustaría poder quedarme más a discutir los detalles de la misión pero tengo responsabilidades, ha sido un placer conocerles. 

El hombre os despide amablemente y tras eso el mayordomo os guía hacia la salida de la casa. Ha llegado el momento de avanzar hacia el puerto y discutir los pormenores del plan. El mediodía está próximo y la luz del sol está lo alto, con suerte llegaréis a la ciudad a la hora de comer.