Partida Rol por web

Njarda, ciudad corrupta

Njarda, la gran ciudad

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16/12/2016, 15:53
Galdor

La reacción de Ragaard ante el lógico desconocimiento de Bermong no se hizo esperar. Tal como cabía esperar, fue una reacción exagerada y tempestuosa, propia de él y de buena parte de los devotos de Kord que había conocido y por los que había velado. No se correspondía con mi forma de ser, sin embargo.

No perderías esa apuesta, Bermong. Son escasos los devotos y fieles de Kord en estas tierras. -Acepté de buen grado, siendo un hecho más que asumido- De hecho, queRagaard y yo nos hayamos encontrado en esta gran ciudad sólo puedo interpretarlo como un buen augurio de dificultades por venir. -Añadí alzando el puño en dirección a Ragaard, esperando que lo chocase- Dificultades que serán superadas con entereza y arrojo, sin lugar a dudas. -Volví a fijar mi atención en el hombre de mundo, asintiendo- Lo habéis entendido a la perfección, Bermong. Ese, exactamente, es mi dios.

Estaba confirmando eso cuando me vi sorprendido por el contacto de Triana en mi brazo, al parecer comprobando el alcance de mi musculatura y sorprendiéndose a voces de nuestro estado de forma. Eso, unido a su risa, me dejó un poco desconcertado, más por falta de costumbre que otra cosa. Estaba más habituado a que la gente mantuviera conmigo las distancias, debido a mi fiero aspecto, y ese tipo de confianzas eran nuevas para mí.

Por supuesto que no... -Negué en voz baja tal posibilidad, inclinándome ligeramente hacia ella- Tu carácter alegre y espontáneo es... -Dudé un instante, sin acertar a encontrar las palabras adecuadas- ...de mi agrado. -Culminé finalmente, no especialmente orgulloso de la elección. Triana mostró entonces un cierto respeto por Kord, si bien sus devociones iban a otras deidades. No sabría decir si me inspiró algo la mención a Corellon Larethian, aunque en realidad poco importó.

El gesto del hombre calvo me sorprendió también, uno que junto a sus palabras me resultaron extrañamente familiares, como si fueran el calco de lo realizado por Triana. Por si eso no fuera suficiente, hizo un comentario acerca de la fuerza y la inteligencia que no me gustó. Sin embargo, no soy dado a las pendencieros formas de quien era mi acompañante, de modo que me limité a recoger nuevamente los cubiertos y continuar comiendo en silencio.

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17/12/2016, 14:09
Master

Tu llegada en barco, escuchando atentamente toda la información que crees que puede ser de utilidad para una persona con tus intereses, te llevan a esta posada, lugar idóneo para poder engordar tu bolsa de dinero.

Notas de juego

Rumores que has escuchado sobre la ciudad: desde que la ciudad vecina de Gmel ha ganado esplendor, han aumentado las personas de Njarda que han emigrado hacia allá y también a aumentado el número de ladrones que roban a las caravanas que se dirigen hacia Gmel, sobretodo en el tramo que pasa cerca de Njarda. Como es de esperar, el gobernador de Gmel hecha la culpa de los robos a los habitantes de Njarda y el gobernador de esta le responde que no insulte a su gente. De hay nació una gran disputa.
Últimamente, se rumorea que el gobernador quiere realizar tratos con la ciudad de Dergos, este hecho ha sorprendido mucho a todos los parroquianos y algunos no se lo pueden creer. También se comenta que se está formando un ejército para reforzar las fronteras con Gmel, ya que se temen posibles incursiones por el tema de la seguridad de las caravanas.
Y como no, el tema recurrente de la subida de impuestos, ha sido desmesurado y en el último año se han visto incrementados en 6 ocasiones.

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17/12/2016, 14:13
Master

llevas en la ciudad un par de días, suficiente para escuchar de las bocas llenas de vino y cerveza los rumores sobre esta ciudad Njarda, un lugar que parece adecuado para poder llenar tu bolsa de las tan apreciadas monedas de oro

Notas de juego

Durante tus primeros días en la ciudad lo que has escuchado importante es: desde que la ciudad vecina de Gmel ha ganado esplendor, han aumentado las personas de Njarda que han emigrado hacia allá y también a aumentado el número de ladrones que roban a las caravanas que se dirigen hacia Gmel, sobretodo en el tramo que pasa cerca de Njarda. Como es de esperar, el gobernador de Gmel hecha la culpa de los robos a los habitantes de Njarda y el gobernador de esta le responde que no insulte a su gente. De hay nació una gran disputa.
Últimamente, se rumorea que el gobernador quiere realizar tratos con la ciudad de Dergos, este hecho ha sorprendido mucho a todos los parroquianos y algunos no se lo pueden creer. También se comenta que se está formando un ejército para reforzar las fronteras con Gmel, ya que se temen posibles incursiones por el tema de la seguridad de las caravanas.
Y como no, el tema recurrente de la subida de impuestos, ha sido desmesurado y en el último año se han visto incrementados en 6 ocasiones.

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17/12/2016, 14:17
Master

Poco a poco habéis ido llenando la mesa, la comida y la bebida es abundante y de una calidad más que aceptable, el lugar estaba más limpio de lo que podía esperarse en una posada de puerto, pero claro Njarda era una ciudad comercial que estaba creciendo cada dia. Sois un grupo variopinto, el enorme goliath, la bella mujer, un encapuchado con extrañas manos. Las cabezas de los parroquianos fueron acercando para cuchichear de vosotros y de los impuestos que han sido aumentados en la ciudad.
Varios de los presentes reconocen a "Triana" y le animan a que les vuelva a cantar y bailar algo, incluso se ofrecen a pagarle la cena si lo hace...

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17/12/2016, 16:47
Candela Dorne "Triana"

Afortunadamente mis maneras no incomodaron al clérigo de Kord, al contrario, me dijo que eran de su agrado, comentario que recibí con una gran sonrisa, dando un par de palmaditas en su musculado brazo antes de continuar hablando.

Me llamó la atención la forma en que Raasad imitaba después mi gesto, piropeando después al clérigo, cosa que me sacó una sonrisa, divirtiéndome la situación. No sabía cómo podría ser interpretado un gesto así por estos lares, pero en mi tierra la actitud del hombre habría sido motivo de mofa. En lo que a mi respectaba, no tenía ningún tipo de problema con los hombres que se interesaban por otros hombres, a mi también me gustaban, ¿Cómo no comprenderlo? Aunque no terminaba de entender cómo sería así la vida. Un hombre necesitaba una mujer que cuidara de él, y en esos casos… ¿Quién se encargaba de cuidar a quién? ¿Tomaría uno el papel de la mujer o repartirían las tareas? Suponía que habiendo amor de por medio, esas cosas quedaban en un segundo plano.

Dejé de perderme en mis pensamientos para escuchar cómo Raasad continuaba hablando, exponiendo que era mucho más de pensar, no un hombre de acción, como parecían ser Galdor y Ragaard.

- Pensar no pasa de moda, pero pensar demasiado no es cosa buena. A veces hay que dejar de pensar y simplemente actuar. Espero que tengas eso en cuenta, primor. – señalé al hombre, antes de volver a coger aquella cuchara, continuando con la comida.

No tardé en notar como los parroquianos cuchicheaban de algo más que de los impuestos. Nuestra mesa parecía haberse convertido de algún modo en el centro de atención, y algunos de los presentes incluso comenzaron a pedirme que cantara y bailara, ofreciéndose a pagarme la cena si lo hacía. Me resistí en un principio, ya que me encontraba terminando de comer, pero finalmente sucumbí.

- Está bien, está bien, si me lo pedís así… No voy a dejaros sin una melodía que alegre vuestros corazones. – dije girándome con una sonrisa y guiñando un ojo al inesperado público, poniéndome en pie después.

No te preocupes que tengo yo el remedio a tu problema,
un pellizquito de alegría, eso que tanto deseas.
Lo que tanto te preguntas, lo que nunca entenderías,
sueño lleno de esperanzas, te traigo mi compañía…

Comencé a cantar, mientras alzaba uno de mis pies para subirme a la silla, utilizando el hombro del clérigo como apoyo, mientras con la otra mano sujetaba mi larga falda. Una vez en la silla me subí a la mesa, situándome en el centro de esta para continuar cantando y comenzar a bailar.

Tu y yo, nos tenemos que encontrar,
como el agua busca al río, como el río encuentra al mar...

Alzaba mis manos, girando mis muñecas y dejando que mis dedos acariciaran el aire, levantando mi vestido ligeramente para taconear sobre la mesa cuando la canción lo requería.

Vuela, vive a tu manera,
supera los miedos, que nada te pueda.
Vuela, donde y con quien quieras,
se libre como el viento, piensa en un momento lo feliz que fueras...

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17/12/2016, 19:04

Después de aquél gesto que Triana había hecho recibiendo un halago, él sólo obtuvo miradas de soslayo que le decían que no había hecho bien, o que no era lo normal. Durante un instante se quedó callado, pensativo, decidiendo por qué ella sí y él no, y entonces supuso que era otro método de coqueteo y que su intención pudo ser malinterpretada. Sus ojos se abrieron mucho, notándose de repente con mucho calor, y negó con la cabeza. 

- Yo no... - Se calló casi al instante, aunque poca diferencia había, ya que apenas había sido un susurro y la mujer ya le estaba interpelando, con un comentario que, si no hubiera sido porque ignoraba -no, ignoraba no, había decidido ignorar- las sutiles muestras de sarcasmo e insulto, habría tomado como un ataque. Pero no se lo había tomado así, sino como un simple comentario, tal vez un consejo bienintencionado al que asintió con la cabeza, volviendo de nuevo a su comida mientras pensaba en ello. "Me temo que no os gustaría verme actuar..." Se dijo a sí mismo, mientras se llevaba un trozo de pan a la boca y lo saboreaba, complacido.

Siguió con su comida, tranquilo, mientras intentaba ignorar las miradas que todos a su alrededor, poco a poco, iban depositando en su mesa. Cuando la vibración de algo similar a una patada hizo que su plato salpicara, alzó la vista, incrédulo, hacia la artista.

Bailaba sobre la mesa, cantando con gracia y moviéndose con elegancia. Era un espectáculo hermoso, algo que hacía mucho tiempo que no vivía. Su gesto se relajó, las comisuras de sus labios se torcieron en un gesto de alegría y un brillo hacía mucho tiempo olvidado destelló en sus ojos mientras la miraba. Sin darse cuenta había dejado su almuerzo y tamborileaba con los dedos sobre la madera.

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18/12/2016, 14:08
Galdor

La conversación perdió parte de su animación inicial, pero la taberna se iba caldeando con otras voces que resonaban a nuestro alrededor. Las gentes hablaban en voz alta, de forma que era incluso difícil no enterarse de gran parte de lo que compartían. Tan sólo quienes se esforzaban en no ser oídos, probablemente por estar hablando de nosotros, lograban que no prestase atención. Demasiado acostumbrado estaba a llamar la atención allá por donde me llevaba mi peregrinación. Sin embargo, las conversaciones acerca de las subidas de impuestos que padecían. Se me ocurrían varios motivos para algo así, pero haber sido testigo de cómo algunas de esas subidas de recaudación servían para sufragar un incremento armamentístico previo a una guerra hacia que me preocupase.

También había quienes, reconociendo a Triana por su arte, comenzaban a acercarse pidiéndole que cantase y bailase. Uno de esos hombres, excediéndose en su entusiasmo, se tomó la libertad de acercarse demasiado, ocupando el espacio entre la artista y yo. Un simple carraspeo fue suficiente para atraer su atención, y mi gesto serio indicándole que se apartase con una dura mirada le disuadió de permanecer en las cercanías.

Fue en ese instante que la mujer se puso en pie, comenzando a cantar y moverse al ritmo de su propia melodía. Mis labios esbozaron una casi imperceptiblemente sonrisa al verla así, pero me incliné nuevamente hacia mi plato dispuesto a continuar con mi comida. No obstante, pude ver por el rabillo del ojo cómo Triana se aupaba sobre su silla, dispuesta a subir a la mesa. Me apresuré a tomar su plato y apartarlo de su camino, mientras la artista se apoyaba en mi hombro para ascender. Retiré mi martillo de guerra, dejándolo en el suelo a mis pies, y dejé su plato con lo que le restaba de cena en su propio asiento, resguardado de accidentes. El mío lo sostuve en una mano, mientras con la otra tomaba pequeños trozos con los que ir apurando lo que quedaba, mientras me dejaba hipnotizar por la alegre voz de la mujer, sus movimientos, el brioso movimiento de su falda y el traqueteo de sus pies sobre la madera.

Fue ese traqueteo el que me transportó a otro tiempo, a otro lugar. Al sonido festivo de los tambores, en noches de hogueras y competiciones de fuerza. Y con ello, a su piel verde y resistente, el calor de sus manos firmes y duras, su sonrisa... Su sangre en mis manos, la vida escapando de su cuerpo. Me perdí el final de la actuación, pues con la mirada perdida terminé abandonado a los recuerdos.

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20/12/2016, 19:19
Master

La actuación de Triana dio paso a vitores de alabanza, animó aún más a todos los presentes hasta que el atardecer dio paso a la noche, la comida llegó en abundancia a todas las mesas del local, la bebida corrió y todo el mundo se animó y soltó su lengua. Quejas sobre los impuestos y la vecina ciudad de Gmel, sobre si es mejor realizar una guerra sobre ellos, defenderse... El alcohol envalentona el corazón de los hombres.
Los rumores comenzaron a realizar su aparición: Se comenta que el nuevo gobernador quiere hacer tratos con la ciudad de Dergos, cosa que sorprende mucho a todo el mundo y alguno que otro no se lo quiere creer. También se comenta que se está formando un ejército para reforzar las fronteras con Gmel, ya que se temen posibles incursiones por el tema de la seguridad de las caravanas. Muchos afirman que se alistaran a la mañana siguiente. El último comentario está dedicado al tema de los impuestos: como se tienen que reforzar las defensas en la frontera, el gobernador ha decidido que el que se aliste no tendrá que pagar los impuestos de este año y se le pagarán 1 mo por semana como paga ( cosa que os parece mucho y de ahí la gran afluencia de voluntarios ).
La noche avanzó y comenzaba a ser hora de retirarse, justo en ese momento la puerta de La Ola Gris se abrió y varios soldados entran en el lugar, flanquearon la puerta hasta que finalmente una persona muy bien vestida, con joyas y una capa de un valor que vendiéndola, seguramente una persona pueda vivir en esta taberna durante un mes entero, entró en la sala.
El silencio se hizo al principio, mientras esa persona comenzó a dirigirse a la primera mesa, se sentó y entablo conversación con los allí presentes.
Un gran alboroto comenzó a formarse al reconocer a esa persona que había entrado en la posada, Amadjen el nuevo gobernador en persona, estaba allí para reclutar, estaba pidiendo a todas las personas que se alistasen en el nuevo ejercito. Comenzaba a ir de mesa en mesa y los vítores y consignas de guerra iban en aumento. Estaba dándose un baño de multitudes y por lo que podéis apreciar, le estaba dando resultado.
Finalmente se acercó a vuestra mesa -Bebed sin preocupación, la cuenta de esta noche es a cargo de Njarda, no pareceis habitantes de la ciudad ¿Quienes sois? parece que podeis sernos de utilidad ¿Buscáis trabajo?¿A que os dedicais?- Es un tipo amable y conocedor del gran poder que ostenta y lo valorado que está, hábil al pagar la bebida está consiguiendo muchos nuevos reclutas, ha escogido cuidadosamente la hora, conocedor de lo sencillo que es cuando el vino ha corrido tanto...

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20/12/2016, 19:39
Bermong de Aguas Profundas

Al acercase a nuestra mesa me levanto e inclino la cabeza suavemente : Milord, honra con su presencia la humilde mesa de unos viajeros extranjeros, solo puedo hablar por mí, pero creo que todos los presentes, siempre estamos interesados, en un trabajo bien remunerado y que pueda poner de manifiesto nuestras habilidades.

Y espero que tome asiento para volver a sentarme.   

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20/12/2016, 22:04
Galdor

Los vítores y aplausos ante la actuación de Triana me arrancaron de los capítulos más oscuros de mi historia. Carraspeando, incómodo, dejé de lado los fantasmas de mi pasado y aparté los recuerdos de mi mente, dando unas pocas palmadas para sumarme al aplauso generalizado. La artista agradecía desde las alturas las muestras de entusiasmo de su entregado público, y cuando creí percibir su intención de descender de su improvisado escenario, me puse en pie, cogí su plato retirándolo de su asiento y, con la otra mano, le ofrecí ayudarla a bajar. De ese modo la acompañé en su descenso, dejando acto seguido su plato sobre la mesa frente a ella, y esperé a que se sentase de nuevo antes de volver yo mismo a tomar asiento.

No es que yo entienda nada en absoluto de estas cosas... -Reconocí a la mujer, una vez sentado, mientras recogía nuevamente mis cubiertos- ...pero la actuación me ha resultado... evocadora. -Afirme sinceramente, antes de proseguir con la cena.

La velada continuó como hasta entonces, con múltiples conversaciones a nuestro alrededor acerca de la situación de la ciudad y sus precarias relaciones con la vecina. La palabra "guerra" surgió en más de una ocasión, causándome un gran malestar. Yo era un guerrero, siempre lo había sido. Al principio, al servicio de mi pueblo, posteriormente al servicio de mi dios. No temía la lucha, y era consciente de que a través de ella se podían obtener suculentos beneficios. Sin embargo, y a pesar de que Kord auspiciaba el valor en la batalla, seguía viendo necesaria una causa tras el enfrentamiento. Una causa justa, digna de una deidad del bien. Y las guerras, en la mayoría de ocasiones, carecían de tales inspiraciones.

Un alboroto hizo que mirase a mi espalda. Un hombre con ropas lujosas se pavoneaba por la taberna buscando algo de los presentes. Reclutar hombres. Alguien dijo su nombre en alto, y más importante, el cargo que ostentaba. Un gobernador, reclutando soldados en una taberna en plena noche. Me pareció curioso, pero no le di mayor importancia. Cogí mi jarra de agua y la apure, alzando la mano para que uno de los mozos se acercase.

¿Sería posible conseguir una de éstas llena de leche? -Le pregunté mostrándole mi jarra vacía. Ante su expresión de desconcierto, fui bien consciente de lo que eso suponía para él. No habría leche en el local, tendría que ir a buscarla fuera, y perdería propinas. Saqué una moneda de mi bolsa y la puse en su mano, reflejando en mi mirada la promesa de otra igual por el servicio.

Fue en ese impas, que el hombre engalanado se apareció a nuestro lado. Sus palabras no me molestaron, pero sus formas no iban conmigo ni con mis principios. Y principios era de lo poco que tenía en esta vida, aparte de fuerza para sostenerlos.

Señor... gobernador, ¿no es así? Agradezco la invitación, pero tengo por costumbre aceptar únicamente lo que me gano con mi propio esfuerzo. Pagaré mi cena, aunque quedo agradecido igualmente por el ofrecimiento. -Dije en un tono neutro, que con mi voz grave y profunda podía sonar seco- Mi nombre es Galdor, y sirvo a Kord el Púgil. Extiendo su palabra con hechos allá donde voy, aunque acepto trabajos remunerados si acometerlos respeta los ideales de mi dios. -Le informé, dandi buena cuenta de sus preguntas en lo que a mí concernía- Las sillas son algo duras, pero os invito a sentar vuestro regio trasero con nosotros, si queréis continuar con esta conversación. A vuestros hombres no les costará conseguiros un asiento...

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22/12/2016, 18:25

Scratty había permanecido alejado durante todo ese rato ignorando todo lo que sucedía durante aquellos minutos. Solo quería tomarse algo tranquilamente y descansar tras un día duro. Pero tras todos los sucesos algo sí que le llamó la atención y fue la presencia de un hombre armado y protegido por una serie de soldados.

El hombre murciélago, sin quitarse la capucha se acercó por detrás del hombre y se limitó a escuchar lo que decía. A él no le habían ofrecido el trabajo, pero aquel tipo parecía buscar cualquiera, independientemente de sexo, raza o condición. Así que se quitó la capa para dar muestra a un rostro peludo y con forma de rata. 

Mi nombre es Scratty, dijo tendiéndole una mezcla de garra y mano. Estaba cubierta por unas vendas blancas y parecían bien fornidas, como si fuera un ser que trabajara con las manos. Yo ando buscando aventuras, quiero salir de la aburrida rutina en la que me hallo y creo que esta puede ser una buena oportunidad.

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22/12/2016, 20:09

El espectáculo terminó, la bebida corrió y los ánimos se enaltecieron. Los parroquianos del lugar, después de la agradable algarabía que había generado Triana, ahora se tornaban molestos y ansiosos por los temas que afectaban a Njarda, a las ciudades vecinas, y al país en general. Rumores de guerra corrían como la pólvora, las taciturnas quejas y las envalentonadas afirmaciones de unos y otros llenaban el ambiente y las voces se elevaban unas sobre otras, algunos a favor de lo que ocurría, viendo en ello una buena oportunidad, y unos cuantos en contra, pensando en la desgracia que traería a mucha gente. 

Él escuchaba todo, sonreía de manera neutra mientras llegaban hasta él las noticias, y bebía de su jarra a pequeños sorbos primero y con largos tragos después que hicieron que, tras varias horas, empezara a sentirse algo mareado. Lo cierto es que después de tanto tiempo sin beber, sabía que no aguantaría el alcohol como cuando era más joven -si es que ahora se le podía considerar más mayor-, pero no le importaba. La música, el baile, habían despertado en él recuerdos lejanos que le habían hecho bajar la guardia, y ahora no podía parar. 

Tal vez ese fue el motivo por el cual pasó lo que pasó. Cuando el adinerado hombre entró, ni más ni menos que el mismísimo gobernador, y empezó a preguntar en las mesas, no se interesó demasiado, pero cuando llegó hasta la suya, invitó a todo lo que habían tomado, e hizo su ofrecimiento, su sonrisa se ensanchó de manera inconsciente. Escuchó a Bermong aceptar el puesto como si de un honor se tratara, escuchó a Galdor exponer su reticencia con diplomacia, sin negarse ni comprometerse, e incluso escuchó a aquél extraño ser que se había acercado y que respondía al nombre de Scratty. Él lo tenía claro, no le gustaba la guerra, había luchado de sobra para llegar a ser libre, y no quería librar las batallas de otro. No quería manifestar sus habilidades para destruir a otra gente. Su respuesta, sin duda alguna, era un rotundo <<NO>>.

Por eso abrió mucho los ojos cuando abrió la boca y todo lo contrario se escapó de su garganta. 

- Será un placer unirme a la causa, mi lord, pero beba con nosotros mientras sellamos el trato.

Antes de acabar supo que la había cagado. La hidromiel, el destendido ambiente, habían hecho su trabajo con demasiada eficacia. Inhibido de toda su compleja y profunda mente que no dejaba de analizar y trabajar, se acababa de dejar llevar como un borracho cualquiera, bravucón y atrevido como lo era cuando había sido un "adolescente". 

Su rostro se tornó serio mientras la situación, extremada por su percepción en ese momento debido a la bebida, le hacía recostarse contra la silla y suspirar. Por desgracia era hombre de palabra y no le gustaba desdecirse, pero había algo más. En realidad, una parte de él, deseaba sentir la emoción que aquella oportunidad le propiciaba. Sobrio jamás lo habría aceptado, pero así, era diferente. Pesaroso, supo que al día siguiente se arrepentiría, sólo que hasta el día siguiente quedaban muchas horas.

Volvió a sonreír mientras ladeaba la cabeza y la parte de él que mantenía atrapada se liberaba. Esto, sin duda alguna, va a ser divertido... Pensó para sus adentros, mientras recobraba el ánimo y se llevaba la jarra de nuevo a los labios.

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23/12/2016, 02:17
Candela Dorne "Triana"

Canté y bailé con todas mis ganas. Estaba contenta y un público caluroso como aquel siempre me ayudaba a dar lo mejor de mí misma. Sentí cómo disfrutaban con mi humilde arte, al igual que yo hacía, y aquello hizo que me sintiera aún más feliz. Cuando terminé no dudé en dar las gracias a mi público, con una sonrisa tan grande que me dolían las mejillas.

- ¡Gracias, amores! ¡Sois un público estupendo! – dije a viva voz, lanzando besos al aire mientras me disponía a bajar del improvisado tablao.

El clérigo de Kord se puso en pie, retirando el plato que él mismo había colocado en mi asiento para hacerme espacio en la mesa, y cediéndome su otra mano para que pudiera bajar. Asentí con una sonrisa tomando esta, o parte de ella, y es que la mano de Galdor era enorme en comparación a la mía. Al terminar de ayudarme a bajar volvió a colocar el plato en su sitio, y al sentarnos, cuando me disponía a darle las gracias, se me adelantó.

- ¿Evocadora? – repetí pensativa, antes de mostrar la blancura de mis dientes en una nueva sonrisa. – No estoy acostumbrada a que me digan cosas así. – admití, explicando mi sorpresa inicial. – Gracias por todo, guapetón. – le guiñé un ojo y me volví hacia mi plato, dispuesta a tomar algo más de aquel potaje que casi había terminado.

La noche fue avanzando, con la gente a nuestro alrededor hablando de la situación de la ciudad, la guerra, la gran paga por los alistamientos… Aquellos asuntos se me escapaban de las manos. Había visto cosas similares en algunas de mis estancias en otros lugares, pero nunca me había tocado vivirlo de cerca. En el pasado había estado demasiado ocupada con los problemas de mi propia familia, y ahora danzaba de un lugar a otro, nunca mejor dicho, y habían pocas cosas que me preocuparan más allá de mi misma.

En un momento dado, algo revolucionó la posada, y no fue que el clérigo pidiera una jarra de leche, cosa que presencié alzando una ceja, extrañada. Los cuchicheos pronto me hicieron saber que el gobernador se encontraba en el local, al parecer reclutando gente, como después pude ver que hacía en mesas contiguas. Para mi sorpresa, terminó en la nuestra, y escuché con atención lo que este y el resto de los presentes tenían que decir.

Ja, que fácil es invitar con dinero ajeno…

Bermong aceptó la oferta de trabajo entusiasmado, mientras que Galdor ponía su devoción por delante de trabajo alguno. El hombre sin cabello también aceptaba con bastante optimismo, pero antes de este, aquel extraño encapuchado se acercó retirando su capucha y tendiendo su mano, haciendo que mi boca se abriera de forma desmesurada.

¿Qué diablos es eso?

Empujé mi barbilla hacia arriba con la mano, cerrando la boca mientras observaba aquel rostro de roedor y esa especie de garras que aquel ¿Hombre? tenía. Una criatura curiosa, un tanto desagradable a la vista, pero sus palabras eran las de alguien inquieto, y la gente de ese estilo solía ser de mi agrado.

Procuré no quedarme mirándole fijamente, sabiendo bien lo que era eso, y decidí presentarme yo también al gobernador.

- Señor gobernador, buenas noches. He de decir que estoy con el clérigo de Kord. Si paga Njarda, que sea al menos para invitar a los habitantes de tan acogedora ciudad, no a nosotros. – esbocé media sonrisa. – Triana, para servirle. – me presenté finalmente. – A parte del cante y el baile, ofrezco mis servicios como bardo a compañías. Pero, dígame… - comencé a decir misteriosa, inclinándome hacia él. - ¿Cuánto? ¿Y por qué? – pregunté levantando ambas cejas un par de veces, queriendo saber cual sería el pago y a cambio de qué exactamente. 

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04/01/2017, 22:40
Ragaard el Destructor

Todo transcurría plácidamente, la bebida corria y la muchacha llamada Candela les amenizo la velada con su dulce voz y sus esbelto cuerpo, realizando una danza nunca vista por esté. Un extraño engalonado entro en aquella taberna resultando ser el Gobernador de la Ciudad. La cosa se ponia interesante, sobre todo cuando escucho la palabra trabajo. Siii, eso es lo que buscaba Ragaard! Si bien sus servicios eran caros.

Sus compañeros comenzaron a hablar y el manteniendose en silencio espero la respuesta del Gobernador.

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11/01/2017, 22:03
Master

Njarda, nuestra amada ciudad necesita hombres valientes y fuertes como vosotros- Amadjen, gobernador de la ciudad hablaba mientras pasaba la mirada por todos vosotros y en especial por la musculatura del descomunal Ragaard y Galdor -Nuestro ejercito está creciendo y necesitan cada día a más personas, la paga es buena y no deberéis tributar si militáis en sus filas, con jurar lealtad a la ciudad y a mi mismo, estaréis enrolados- Pidió una jarra de vino y tomó un trago largo, saboreando su contenido y viendo vuestras reacciones -Aunque quizás uno extranjeros tan capacitados como vosotros... Puede que tenga un trabajo en el que me podéis ser muy útiles- Bajo la cabeza y comenzó a susurrar -Necesito entregar algo fuera de la ciudad, es sencillo pero hay que entregarlo en Dergos- Poco a poco se incorporó nuevamente para volver con sus remilgadas maneras -Espero veros mañana por la mañana en mi casa de las afueras, allí os puedo hacer ciudadanos para alistaros... O daros más detalles- Se levanto de la mesa para continuar con su camino de reclutamiento con el resto de las personas que se encontraban por la ciudad -Njarda es una ciudad rica, tiene suficiente dinero como para enterrar en el a todos nuestros enemigos jajajaj-
La presencia de Scratty no pareció estrañar ni al gobernador ni al resto de los presentes en la posada, la bebida y la euforia por la presencia de un personaje tan importante y motivador a nublado la vista y los pensamientos de la gran mayoría.

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12/01/2017, 11:26
Galdor

Tras dar respuesta al gobernador, me fijé en que el mozo al que había hecho mi pedido regresaba entre el gentío que se amontonaba por el lugar. En sus manos llevaba con sumo cuidado una gran jarra de madera cuyo diámetro superior sostenía mediante un aro metálico una tapa que cubría su apertura superior. El muchacho parecía agobiado, tratando de que nadie le empujase lo bastante como para verter su contenido. Me fijé en que estaba sudado, y que al alcanzar la mesa y depositar la jarra ante mí con cuidado, su respiración estaba entrecortada.

Creo, por las perlas de tu frente, que has tenido que ir lejos a por este pedido... -Le dije, levantando la tapa y comprobando que la jarra casi rebosaba de leche tibia, posiblemente recién ordeñada- Has tenido que ir corriendo, ¿no es así? -No aguardé su respuesta, sencillamente cerré la tapa y eché mano de mi bolsa- El esfuerzo y la dedicación nunca quedan sin recompensa, muchacho. Es palabra de Kord. -Extraje algo de dinero, calculando lo que sería una propina entre justa y generosa por tal tarea fuera de sus deberes habituales, y se la tendí, despachándole con un gesto para que continuase con su labor.

Me giré, viendo que el gobernador conversaba, o más bien escuchaba, a un hombre que se le presentaba. Mis ojos se abrieron, sorprendidos, al ver su rostro tras desprenderse de la capucha. No esperaba encontrar criatura de tal aspecto en una ciudad, esa era la verdad. En una noche oscura en terreno salvaje, sin duda hubiera empuñado mi martillo en su presencia, tan sólo a modo de precaución. Sin embargo, tal como le escuchaba hablar, no parecía que fuera más peligroso que el resto de comensales de la taberna.

Abrí la tapa de la jarra y la dejé abierta, tomándola con una mano y llevándome el tibio líquido, espeso como era, a los labios. El primer trago me satisfizo, lo que se tradujo en una larga expiración con la que casi vacié mis pulmones, con los ojos cerrados.

Deliciosa... -Dije en voz alta, aunque no era más que un pensamiento- Nutritiva y buena para los huesos, según dicen. -Extendí mi explicación, mirando alrededor, por si alguien había mostrado el más mínimo interés. Pero el gobernador estaba hablando de nuevo, hablando de las suculentas ventajas que unirse al ejército de la ciudad podía ofrecernos- Lo siento, pero yo no puedo jurar lealtad a ciudad, ejército u hombre alguno, por razones obvias. -Me excusé, con gesto más hosco de lo que pretendía, mirando al gobernador de soslayo- Mi lealtad ya está en posesión de alguien mucho mayor. -Expliqué, quedando claro, o eso pensaba, que me refería a mi deidad patrona. Era imposible que jurase una lealtad que corriera el riesgo, en algún momento, de situarse en conflicto con mi lealtad y devoción hacia Kord.

Sin embargo, el gobernador también planteó otra posibilidad, la de encomendar a unos extranjeros una misión algo distinta. Una entrega fuera de la ciudad, en Dergos. Recordé los rumores que habían llegado a mis oídos poco antes, acerca de la posible guerra con otra ciudad. Pero no se trataba de esa, Dergos era la ciudad con la que, según se rumoreaba, el gobernador deseaba hacer tratos. ¿Se trataba, pues, de una misión diplomática? ¿Entregar un presente, quizás? ¿Un mensaje? Fuera lo que fuera, sería una misión de escolta, a buen seguro. Me rasqué la barba unos instantes, pensativo. Aquella sí parecía el tipo de trabajo que podía desempeñar sin problemas.

¿Tú que dices, Ragaard? -Pregunté al guerrero, antiguo compañero de batallas- ¿Te alistarás en ese ejército? Creo que yo acudiré a la cita, a saber más acerca de ese encargo. Es un trabajo que Kord me permitiría aceptar, creo yo. -Comenté, antes de dar un nuevo trago a mi jarra de leche- ¿Qué hay de ti, Candela? ¿Bailarás para los soldados de Njarda? ¿Bermong? -Pregunté, curioso por las reacciones de los demás presentes.

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12/01/2017, 12:03

De las tres palabras que había utilizado aquél hombre tras "Njarda", apenas podía estar de acuerdo en una de ellas. Una ciudad era, al menos bajo los cánones humanos, eso no se podía discutir, aunque conocía a quien lo habría hecho. Pero que se hubiera referido a la urbe como "nuestra" y "amada", ante un grupo de paso, a todas luces aventureros cuyo hogar era el camino, era pasarse un poco de condescendiente, un intento banal de llamar la atención de aquellos hombres, y al parecer de él mismo, para unirles a sus filas. Estaba claro que poco iba a conseguir así, aunque suponía que había que mantener las apariencias. Al menos cuando habló de ese "encargo especial", estaba claro que así era.

Para él, que dejándose llevar por la embriagadora bebida había aceptado unirse a la milicia, aquella misión secreta era una mejor manera de actuar. No porque disfrutara de subterfugios ni porque quisiera hacer el trabajo sucio a nadie, ni siquiera tenía ganas de pelear. No, simplemente es que vivía por y para el disfrute de aquella vida que se había ganado con mucho esfuerzo, y visitar Dergos era algo tan bueno como cualquier otra cosa. Además una entrega no podía ser muy difícil, o al menos no muy violenta, así que en ese sentido estaba, o al menos así se creía, a salvo. 

Sonrió, complacido aunque sin pizca de emoción en el gesto, cuando el gobernador se levantó, y luego miró a Scratty otra vez, esta vez manteniendo la atención fíjamente en el pequeño ser con aspecto de ¿rata? ¿murciélago? Que más daba, un roedor alado o uno de tierra, ambos eran alimañas que vivían en las sombras. ¿Qué sería él? 

Se quedó pensando en ello, en silencio, sin apartar los ojos del ser, con una mueca que pretendía mostrar amabilidad pero que resultaba incómoda sin quererlo por su insistencia. No prestó atención al mozo que llegaba con el encargo del enorme y musculoso clérigo, así como tampoco dijo nada -aunque no le pasó desapercibido-, que era excluido de los intereses de este último sobre que haría él. No es que ocultara su frustración por no ser preguntado, simplemente es que no tenía ni idea de si era por mala educación, porque no le gustaba, porque se había olvidado, porque sabía la respuesta, o a saber que otra cosa que realmente importaba poco, pues a él no le molestaba.

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13/01/2017, 11:10
Bermong de Aguas Profundas

 No soy soldado, soy viajero, un espíritu libre en busca del conocimiento y la experiencia, no el ejercito no me llama demasiada gente dando ordenenes, y la mayoría de las veces los que las dan no tienen ni puta idea de lo que hacen. Si hubíera querido una vida marcial me habría alistado al a guardia de Aguas profundas.

 Ahora bien hacer de "embajador" suena emocionante, voluntariamente evite usar el vocablo recadero, pues era una honrada profesión pero mis aspiraciones personales son mucho mas "elevadas" que la de tan humilde y honrosa profesión. Me  atrae la propuesta del   gobernador y siempre esta bien contar con "amigos" en las altas esferas, nunca sabes cuando te viene bien conocer a algún jerifante de la ciudad después de que la guardia te lleve a las celdas de la ciudad por escandalo, tumulto y destrucción de la propiedad privada después de unas cuantas rondas y alguna plabra "mal" interpretada.  Digo sonriendo de oreja a oreja y guiñando un ojo al titan Ragaard y no menos portentoso Galdor, mientras elevo mis ojos recordando la última vez que dicho suceso ocurrió.

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13/01/2017, 13:24
Ragaard el Destructor

Asintiendo a las palabras del gobernante de la ciudad y buscando la mirada complice de Galdor y el resto del grupo, Ragaard respondio a la pregunta de Galdor: He servido en mucho ejercitos compañero, bien lo sabes, pero la verdad es que no es lo que busco actualmente. Sin embargo me parece bien la idea de llevar algo a Dergos.

Mirando al gobernador con porte marcial y viendo que Bermong y el resto del grupo se estaba contangiando de emoción ante la idea de trabajar juntos llevando algo importante y ganarse cierto prestigio en esta ciudad, exclamó: Allí estaremos! Somos los mejores.

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18/01/2017, 22:48
Candela Dorne "Triana"

El gobernador respondió vagamente a mis preguntas, si bien insistió en que la paga sería generosa; información con la que tendría que conformarme por el momento. Antes de que este comenzara a relatarnos los pormenores de su ofrecimiento, vi como el clérigo bebía de aquella jarra de leche, expirando con satisfacción y alabando los beneficios de la bebida que le ocupaba.

- En mi tierra la leche es un artículo de lujo. – murmuré algo apenada, procurando sonreír cuando mi mirada se cruzó con la del clérigo. – Que aproveche. – le deseé, guardando silencio al retomar el gobernador la palabra.

Nos ofreció unirnos al ejército, lo cual no me hacía falta ni pensar. Una cosa era trabajar en grupo de forma ocasional y otra aliarme a una organización de aquel tipo. Era un espíritu libre, necesitaba libertad de movimiento y capacidad de decisión, ser soldado era todo lo contrario; suponía obedecer órdenes a ciegas, dijera lo que dijera tu corazón, y puede que mi libertad fuera lo único que realmente tenía.

Sin embargo, había otra opción. Un encargo para trasladar algo a Dergos, lo cual parecía una misión tentadora, sobretodo al insistir el gobernador en todo el dinero que la ciudad poseía; aunque quizás tanto alarde solo trataba de ocultar algo.

Galdor en seguida rechazó el alistamiento, si bien era por razones muy distintas a las mías; las de Bermong, que también rehusó tal invitación, si me eran más familiares. Ambos parecían estar también interesados en el encargo, cosa que también manifestó Ragaard cuando el clérigo de Kord nos preguntó por el asunto, respondiendo con entusiasmo al gobernador; lo cual hizo que se me escapara una risita.

Miré a Galdor cuando me habló, sacándome una sonrisa son su pregunta.

- Bailo para cualquiera que necesite algo de alegría en su corazón, cariño. – dije guiñándole un ojo. – Pero me interesa ese encargo, podría ser una buena oportunidad de reunir algo de oro, nunca se sabe a dónde me llevarán los pies, ni cuanto aguantarán los zapatos. – reí. – Tendremos que ir mañana a esa casa, ¿No os parece? – añadí dirigiéndome a todos.