Partida Rol por web

Ella se lo entrega y dice. Hola Smitt, ¿mi tío ha llamado?

Si señorita. Sonríe con total etiqueta. Dijo que trataría de estar aquí a las 10: 30 p.m, que tiene  una reunión con el respetado señor Dawson. El reloj de la mansión marca las 9:15 p.m

Perfecto, entonces le mostrare la mansión al señor Dawson, te pido por favor me avises cuando llegue mi tío.

Si señorita, con gusto. Dice de manera ejemplar haciendo una venia.

Vamos Richard, te mostrare el lugar. Dice con una sonrisa.

Le tiendo el abrigo al mayordomo, con un gesto no demasiado arrogante. Éste al menos parece más competente que el mío…

Cuando dice la hora a la que debo reunirme con el señor Ross miro al reloj. Aún queda bastante, me pregunto qué misterios esconderá tan magnífico empresario…

-Bien, vayamos pues.- asiento esbozando yo también una sonrisa. Comienzo a seguir a Cristine casi sin preocuparme de a dónde me lleva. Simplemente voy apreciando su figura al caminar, tan perfecta…

Tras pasar un gran pasillo te muestra rápidamente dos grandes salas, un salón de música, otro de arte, luego pasan por un lugar al cual ella no entra pero que de reojo vez una gran  biblioteca, te explica que “su tío” se encargara de mostrártela luego, luego pasan a otros salones llenos de lujo, y por ultimo tras subir unas escaleras te muestra una especie de estudio, que tiene una salilla. Al fondo de la misma se ve una puerta cerrada, la cual ignoras.

Ella cierra la puerta y se sientan en la salilla a conversar y nuevamente unen los labios, y esta vez un poco desenfrenadamente.

La deseas, en realidad en ese momento solo piensas en esa cosa, y poco a poco los besos pasan a caricias más provocativas, y manoseos más intensos hasta que poco a poco básicamente ambos están tan cachondos que no pueden parar.

Ella te conduce a la puerta lateral al cuarto la cual resulta ser una recamara personal  donde básicamente se dejan llevar por sus paciones y hacen el amor de la forma más salvaje posible. Casi sin pensar en nada más quedan ambos dormidos después del acto.

 Escuchas un golpe en la puerta, como un llamado. Y abres los ojos.

El reloj marca las 11 p.m.

La llamada me despierta de mi ensoñación. Por un momento esta noche se había convertido en una fantasía sexual hecha realidad, apartada del mundo exterior. Una burbuja perfecta…

Me quedo mirando el reloj unos segundos, luego caigo en cuenta de que el señor Ross debe de haber llegado ya y resulta que me encuentro en la cama con su sobrina. No…

En ese momento me altero y me levanto rápidamente. No puedo mostrarme así ante el señor Ross. No puedo ser visto así por tan magnífico empresario. Me repito mentalmente a mí mismo la frase mientras me visto lo más rápido que puedo. Cuando tengo ocasión miró atrás para ver cómo está Cristine.

La mujer esta completamente dormida, es más, ella ni nota el golpe en la puerta.

Cuando veo que Cristine sigue dormida vuelvo me olvido de ella momentáneamente. Rápidamente me abrocho el cinturón con una mano mientras me aliso la camisa con la otra mano. Tras unos segundos doy por sentado que estoy visiblemente aceptable.

-¿Quién es?- pregunto en voz no muy alta, pero firme. Comienzo a dirigirme a la puerta mientras acabo de adecentarme. 

Señor Dawson, el señor Ross ha llegado.  Dice el hombre con voz formal. La señorita Diggs me pidio que les informara su llegada, puedo acompañarlo a su encuentro señor, si lo desea.

Me acabo de arreglar el cabello mientras pongo mi mano sobre el pomo de la puerta. Abro lentamente, cubriendo con mi cuerpo la escena en su interior.

-Oh, claro. Estaré encantado de ir a su encuentro. Por favor…- mientras cierro la puerta a mis espaldas le hago una seña, tratando de hacerle entender que mejor que comience a caminar cuanto antes. No quiero que pregunte nada sobre lo que acaba de suceder…

-Entonces, ¿desde cuándo hace que trabaja usted para el señor Ross?- trato de llevar una posible conversación hacia temas banales. Más que nada para no quedarme bloqueado si hace alguna pregunta comprometida. Habiendo acabado de.. eso… no estoy muy atento a lo que sucede a mi alrededor. No quiero ni imaginarme lo que podría llegar a decir…

Mientras avanzamos voy arreglándome los puños de la camisa.

El hombre sonríe con parsimonia. Muchos años señor, muchos años. Con casi solemnidad te conduce hacia una puerta  muy hermosa que sabes conduce a la biblioteca y el hombre hace una venia elegante mostrándole la misma y abriéndola y  dice: Tenga una buena noche señor.

Entras por la puerta y quedas sorprendido, la biblioteca podría ser fácil la mitad de tu mansión. Al fondo observas que Ross está sentado leyendo un libro.

Oh señor Dawson. Se levanta y te da la manola cual esta tremendamente fría. Qué alegría verlo, me disculpara pero la diligencia programada se tardo más de lo usual, espero que no se haya aburrido esperándome.

No puedo evitar impresionarme ante tal grandeza en una sola sala de su mansión. Mientras avanzo lentamente voy apreciando las magníficas estanterías, repletas de libros y de saber. La verdad es que nunca he sido muy aficionado a este tipo de estudios, pero no puedo evitar maravillarme ante tan cantidad de conocimiento concentrado. En cierto modo trato de distraerme del “calentón” que me ha perturbado hace varios minutos.

-Buenas noches, señor Ross.- le digo cuando le estrecho la mano. No puedo evitar sentir un escalofrío ante su frío tacto. –no se preocupe. Cristine ha estado enseñándome la mansión. Es realmente magnífica, si me permite el comentario. Es más, esta biblioteca se podría decir que es de las más grandes que he visto nunca. Es usted una persona privilegiada, señor Ross.

Jeje dice el hombre con mucho estilo. En realidad lo es algo que he aprendido con el tiempo, los privilegios se heredan y se aumentan con el tiempo. Te sonríe. Quería mostrarle esto, se sienta en la mesa  donde vez un libro viejo, de aquellos que posiblemente se hallen en los museos.

Abre el ejemplar, casi sientes que tendría que usar guantes para no arruinarlo, pero él con delicadeza lo abre.

Te muestra una página antigua escrita a mano con hermosa caligrafía que tiene unos gráficos y arboles familiares hermosos a pesar de que se hicieron a mano.

Reconoce a alguien?

Ves el árbol familiar del ex presidente de los estados unidos y abajo, en una línea política esta el nombre de tu bisabuelo Alfred Morgan Dawson.

Me acerco con curiosidad para ver mejor el libro. Parece tan antiguo que me da la sensación de que se haría polvo en mis manos.

Cuando lo observo detenidamente tardo varios segundos en encontrar a mi bisabuelo. Tardo varios segundos en reaccionar. “¿Cómo puede ser que él tenga este documento en su posesión? Debe de ser alguien muy influyente y poderoso como para tener acceso a algo así. O unos antepasados lo bastante privilegiados…”

-E… en efecto. Ahí está mi bisabuelo.- digo, señalando el nombre de mi pariente. –Es algo impresionante que tenga un documento de este tipo en su valor. ¿Cómo lo consiguió? Si no le es molestia la pregunta, por supuesto…

 Una colección personal que tengo desde hace años señor Dawson, en realidad, mi familia es por cultura coleccionista de buenos libros.

Cierra con cuidado el ejemplar y  lo pone en la mesa.

Años y años de buenos genes,

sonríe eso ocurre con la minoría de los seres humanos bendecidos con un apellido de cuna.

Te invita a seguir caminando al lado de él, mientras ves esos libreros repletos, y mientras caminan el sigue hablando. Sabe creo que es algo que tenemos en común usted y yo, buena cuna,  somos tan afortunados. Dice con arrogancia. Me preguntaba, si usted es consciente del privilegio de su sangre?

Asiento a sus palabras. “Apellido de cuna… Cuánta razón.” Comienzo a caminar a su lado mientras va hablando. No puedo evitar seguir maravillándome mientras pasamos junto a las altas y repletas estanterías.

No suelo envidiar nada de nadie, porque lo normal es que mis conocidos sean iguales o inferiores a mí. Pero ésta vez es diferente. Realmente el señor Ross es alguien diferente. “Estaría encantado de poder ser como él y ascender en la escala del poder…”

-El privilegio… ¿de mi sangre? Creo que no he entendido bien esa pregunta…- admito, pensativo. La verdad es que esa pregunta me ha dejado algo confundido. “Como no se refiera al patrimonio de mi familia…”

Oh, hablo de su linaje, de su familia... dice completando sin explicar más.