El resto del viaje transcurre sin mayores incidentes. Ayleen declina amablemente vuestra hospitalidad, pero se aloja en una de las casas que hay disponibles en la villa al pie de vuestro castillo. Cerca del lugar donde se va a construir la nueva catedral.

El embarazo de Carienn transcurre sin complicaciones, y al cabo del mismo un precioso niño pasa a formar parte de vuestra familia. Tanto el padre de Carienn como sus hermanos se alegran mucho por la noticia, y (uno por uno) viajan hasta Constantinopla para conocer al recién nacido.

Por otra parte, al poco de nacer vuestro primogénito, una noche cualquiera se acerca hasta vuestras puertas Ayleen, acompañada de un misterioso monje.

-Buenas noches, espero no molestarles a estas horas de la noche, pero deseaba hablar con ustedes de la nueva Catedral, y con Carienn en particular de sus extraordinarias aptitudes. Mi nombre es Abetorius, como ya os ha mencionado Ayleen, soy su mentor y Sire, y el antiguo del Clan Tremere en Constatinopla.

Miro al monje con curiosidad e invito a entrar a ambos.

-Un placer conocerle por fin señor Abetorius...- inclino mi cabeza como señal de respeto.

-Soy Carienn, esposa del conde Zibanitum e hija de Ayleen... Pero éso ya lo sabéis...- digo levemente cohibida. Aparte de mi madre, es el primer vampiro con el que me cruzo.

Antiguo de clan... Suena a algo importante... ¿Cómo funcionará eso de los clanes? ¿Será como los clanes de mi tierra natal, familias con parentela común?

-Un placer conoceros Lady Carienn, deseaba que llegara este momento desde que Ayleen me habló de vos y de vuestros recién adquiridos poderes. -Abetorius realiza un besamanos con exquisita elegancia- Más adelante hablaremos de vuestros poderes y de como controlarlos, aunque os adelanto que la única forma que hasta el momento ha encontrado el Clan para ello es convertiros en lo mismo que es vuestro marido. Pero esto tiene dos consecuencias... La primera es que no envejeceréis más... La segunda, que no podréis engendrar más hijos.

Abetorius habla con toda naturalidad, a pesar de estar presente Asenoc, y dirigiéndose a éste continúa.

-Se me ha encomendado la tarea de hallar un refugio para los miembros de mi Clan en esta ciudad, y vuestro proyecto de catedral nos ofrece una enorme ventaja, al brindar la posibilidad de crear desde cero el lugar. Nosotros podríamos ayudaros en todos los trámites con la iglesia, lo que acelerará de forma sustancial el proyecto, a cambio de que sea una catedral monasterio y se nos deje administrar el monasterio.

Es un gran placer conoceros Señor Abetorius.
Y es un gran honor que haya elegido nuestra catedral como refugio para su clan.

Por supuesto acepto las condiciones de su propuesta. Estoy seguro de que esta alianza sera provechosa para ambos. Respecto al asunto de Carienn...

Miro a Carienn con cariño.

Ella sabe que la apoyare en la decision que tome.
 

Miro a mi esposo indecisa y luego a Abetorius, por último poso la mirada en mi madre.

No tener más hijos... Eso significa no dar más hermanos a mi pequeño... O hermanas... Siempre quise tener una niña, aunque quizás para mi esposo con un primogénito que herede todo será suficiente. Pero una niña...- pienso para mi contrariada.- Si es la única forma de controlar mis poderes, vendrían a por mi antes de pensar si quiera en otro bebé... ¿Si llega el momento que no pueda controlarme? 

Asiento ante las palabras de Asenoc, sin saber bien que contestar. Al menos me reconforta que seguirá a mi lado pase lo que pase. Tomo su mano como apoyo y me acerco a él.

-No puedo contestaros ahora a esa propuesta... Me disculpo, pero es algo que debo pensar...

-Lo comprendo. Tampoco es necesario que os decidáis ya mismo, pero no demoréis la decisión. Cuanto más tardéis en tomarla, más inestables serán vuestros poderes y más difícil el entrenamiento. -Abetorius se despide con cortesía de ambos- -Me agrada esta nueva alianza, en breve veréis como el proyecto de la Catedral prospera y como las trabas burocráticas por parte de la Iglesia desaparecen. Mi estimada Carienn, cuando estéis preparada comentádselo a vuestra madre y ella hablará conmigo.

Asiento ante sus palabras.

-¿De cuánto tiempo dispondría antes de que no pudiera controlar nada...?- miro a Abetorius en mi ignorancia. Luego miro a mi madre, ella pudo tener cuatro hijos antes de desaparecer. 

Me apena saber que solo tendría un hijo... Si se demorara el mal que me viene, ese descontrol, Asenoc y yo podríamos tener otro..

-Depende de cada persona. Los cambios producidos durante la gestación son los que más agravan su manifestación. En tu madre se volvieron incontrolables al cuarto embarazo... Pero nunca se sabe -Abetorius niega con la cabeza- Tal vez ha sido un fenómeno puntual, tal vez se manifieste de forma incontrolable en el próximo embarazo, o tal vez se descontrole por la primera menstruación tras el parto.

Asiento, comprendiendo.

Igual debería hablarlo con Asenoc, la idea de otro hijo no para de rondar mi cabeza...

Acabo de despedir a mi madre y a su maestro, con pesar para mí.

Despido con un saludo a nuestros visitantes y veo a mi esposa algo consternada.
Mi rostro permanece impasible pero no tanto mi mente.

¿Poderes inestables? ¿A qué se refiere exactamente? ¿Inestables como mal humor o chispas en sus dedos o inestables en plan “gran bada boom”?

Carienn, amor mío, no quiero ser indiscreto pero me preocupa el asunto de la inestabilidad de tus poderes. ¿De qué se trata? ¿En que afecta a tu posibilidad de tener más hijos o a su seguridad? No tienes por qué contestarme si no quieres pero… te agradecería que confiaras en mí.

Miro a mi esposo preocupada.
- No se a qué se refiere... y eso es lo que temo. No sé qué pasará, hasta ahora solo sentí cosas... Lo último que deseo es haceros daño o causaros mal esposo mío, pero mentiría si dijera que no deseo otro hijo vuestro... O una niña... Me entristece pensar que no podré tener más descendencia...- miro a Asenoc, con ojos vidriosos por las lágrimas que quieren aflorar.

La visión de mi esposa triste y afligida me hace temblar el corazón. Deseo consolarla a cualquier precio. Daria lo que fuese por hacer que se sintiese mejor.

Mi pequeña princesa… daría lo que fuese por sentir cualquier dolor en vuestro lugar.

Amada mía. No debéis preocuparos por mí. Me alegra que queráis tener más hijos aunque, por otro lado, me asusta que pudiera pasaros a vos o a nuestros futuros hijos si esos poderes de los que habláis se desatan.

Quizás debamos saber algo más al respecto antes de tomar una decisión.