A la noche siguiente acudís de nuevo a los salones del Príncipe Narsés, y nada más llegar os percatáis de algo extraño. En los salones no están ni Roland du Rocher ni Lanzo von Sachsen, ambos del Clan Ventrue.

Saludos Príncipe Narsés. Si me lo permitís voy a obviar las lentas y tediosas reglas protocolarias y voy a ir al grano. En momentos delicados el tiempo es oro. No he podido evitar fijarme en que faltan algunos de los invitados más relevantes en estas negociaciones.

Hago una ligera pausa mientras miro a mí alrededor.

¿Deberíamos esperarlos o quizás se ausentaran hoy?

-No hay motivo para demorar las negociaciones. Supongo que tendrán otros asuntos que atender, y hay más representantes de su Clan presentes aquí para defender su posición.

Excelente. ¿Y bien? ¿En qué estado se encuentra el asunto? ¿Tienen algún motivo los presentes para desear demorar la partida de la Cruzada cuanto antes?

Los miro a todos, uno por uno, con un semblante de absoluta determinación. Podrán no estar de acuerdo pero todo el mundo tiene un precio. Esa era una lección que había aprendido muy bien.

Lo que no tiene sentido es que esos soldados sigan sin un destino. Mientras sea así, su paso por Constantinopla es una posibilidad. Debemos anular esa posibilidad de inmediato.
Afortunadamente, si al menos la mitad de La Cruzada viaja en nuestros barcos, con nuestros Capitanes y nuestra tripulación, una vez a bordo jamás se acercaran a Constantinopla.

Algunos de los presentes están a punto de contestar algo cuando las puertas se abren con un violento golpe. En la sala irrumpe Lanzo von Sachsen con rostro grave, sin dirigir miradas ni saludos a ninguno de los presentes. Se dirige como una exhalación hacia el Príncipe, y gritando para que todo el mundo pueda oírlo, dice:

-¡Roland du Rocher ha sido asesinado! Exijo al Príncipe Narsés que cumpla con Las Tradiciones, que se encuentre al asesino ¡y que se haga justicia!

Un murmullo descontrolado inunda la sala, las voces de todos los presentes discutiendo que ha podido pasar o inculpándose los unos a los otros. De todos ellos, el principal sospechoso es Tommaso Brexiano, principal oponente dialéctico de Roland, y con el que estuvisteis hablando ayer justo antes de marcharos.

-¡¡¡SILENCIO!!! -El lugarteniente de Narsés levanta las manos imponiendo orden antes de que Narsés haga ni un movimiento. El silencio vuelve a reinar en la sala y Guillermo prosigue en voz alta, pero calmada.

-Se hará justicia, pero no permitiré que una turba embravecida intente imponer su voluntad a golpe de martillo. ¡Traed el cuerpo de Roland aquí para que sea examinado! -Guillermo hace un gesto a dos de sus hombres. -Acompañadle y aseguraos de que el cuerpo no es manipulado. -Acto seguido se gira hacia todos los presentes y con voz firme y poderosa proclama: -¡Desde este momento, ningún cainita puede abandonar Venecia, bajo pena de Caza de Sangre! ¡Cualquiera que abandone esta ciudad, será culpado de la muerte de Roland como sospechoso principal!

Miro a mi esposo que parece querer finiquitar todo cuanto antes. Yo misma no deseo permanecer más de lo necesario en Venecia con lo que había observado en el mercado esa mañana. Debiera comentarlo más tarde con Asenoc, no era nada demasiado relevante, pero debía saberlo.

Parece que todo va a llegar a su fin pronto, cuando Lanzo von Sachsen hace su aparición. 

¿Muerto? ¿Caza de Sangre? Alguien está tratando de liar más las cosas y se está aprovechando del caos de la ciudad...

Tomo la mano de mi esposo y la aprieto. Habrá que ver qué ha pasado con el cuerpo para saber quién fue. Algo me dice que la respuesta más evidente no será la correcta. 

Conocía de sobra las intrigas que se tramaban en la corte. Era una de las razones por las que odiaba a esos pedantes nobles. Sin duda, esto era alguna trampa para desacreditar a Tommaso y, posiblemente, a nosotros también.

El problema era descubrir al titiritero antes de que su plan se ejecute por completo.

Siento la mano de mi esposa sobre la mía. También ella se ha dado cuenta del teatro que alguien intentaba vendernos.

Quiere decirme algo. Me aparto de la muchedumbre a un lugar mas tranquilo.

-Si, sin duda es una pena y habrá que aclarar lo sucedido –Dice en voz alta el lobo de mar, irguiéndose en toda su altura –Pero no es menos cierto que la mayoría de nosotros estamos aquí para debatir sobre la nueva cruzada que se avecina, no para llorar como viejas plañideras a alguien incapaz de defenderse y sobrevivir. Yo creo que las discusiones deben seguir inmediatamente, y que su alteza el príncipe Narses tendría que juntar una comisión para investigar la muerte del Du Rocher formada por miembros de clanes independientes, alejados de los enfrentamientos políticos y las luchas de poder. Solo así la verdad saldrá de las tinieblas.

Tras su espontanea parrafada, Paolo se achanta un poco y mira de reojo hacia los presentes, pues desconoce si estuvo bien que levantara la voz o aun peor, que le dijera a otros que debían hacer, entre ellos un príncipe.

Guillermo Aliprando lanza una salvaje mirada de odio a Paolo, y está a punto de alzar la voz cuando Narsés se pone en pie y le indica con la mano que se calme. Acto seguido alza ambas manos y se dirige a todos los presentes para calmar el murmullo que empieza a producirse.

-El buen Paolo tiene razón. Pero dado que no hay facciones independientes, lo mejor será que se cree una comisión de investigación con dos miembros de cada facción. Y dado que la idea ha sido vuestra, vos seréis uno de los investigadores, junto con vuestro amigo Asenoc en representación de los cainitas bizantinos. Las demás facciones deberán elegir a dos representantes que ayuden en la investigación.

La voz de autoridad de Narsés no da lugar a réplica. Las facciones se agrupan en pequeños corros y por unos instantes la sala se llena de murmullos. Poco a poco los grupos van designando a sus representantes. Casi de forma simultánea, los ayudantes de Guillermo irrumpen en la sala con el cuerpo de Roland.

El cuerpo del pobre hombre presenta un aspecto terrible. Su piel está gris y cenicienta, algo inusual incluso para un cainita, sus rasgos hundidos y esqueléticos, no guardan ninguna relación con el hombre vigoroso con el que entablasteis conversación ayer. Pero lo más perturbador es que sus ojos, nariz y boca aparecen cubiertos de un fino polvo negro, similar a cenizas volcánicas. En la mano derecha le faltan dos dedos, que parecen haber sido arrancados sin cuidado ninguno.

Miro de reojo al bocazas de Paolo. Lo último que necesitamos es vernos más relacionados en este asesinato y aquí nos empuja nuestro compañero a ello. Suspiro, no podíamos negarnos a la palabra del Príncipe. Relajo la presión sobre la mano de mi esposo, ya hablaríamos luego y debatiríamos. En esta sala hay demasiados oídos y hay que hablar de nuestro nuevo "cambio de situación".

Mejor no abrir la boca por mi parte. Me dedico a pasear la mirada y ver quién serían los representantes de cada facción. El cadáver me asquea y horroriza demasiado como para mantener la vista fija en él.

-Grrrñññf –Paolo comienza a gruñir, pero cuando va a protestar ante las ordenes del príncipe, recapacita, agacha la cabeza sumiso y se dirige hasta el recadaver.

Agarra la mano del fallecido e intenta analizar la pérdida de sus dedos, si pareciera como si se los hubieran arrancado de un mordisco, corte con arma blanca, arrancados de cuajo, etc.

Paolo se inclina sobre el cuerpo inerte de Roland, y levantando con cuidado la mano de los dedos amputados, la examina con cuidado. Los dedos no han sido cortados ni mordidos. Da más bien de que han sido arrancados con muy poca delicadeza una vez el cuerpo muerto de Roland se resecaba y volvía a recuperar la edad que le correspondía.

Más allá, Paolo descubre una pequeña incisión en el cuello, parece haber sido causada por una daga fina. Al señalar la herida, tanto Asenoc como Carienn pueden (gracias a sus sentidos agudizados por el Auspex) apreciar un líquido rojo y pegajoso que parece veneno.

Guillermo se aproxima con cuidado a la herida señalada por Paolo y usando la punta de un cuchillo coge una pequeña muestra de ese líquido, con cuidado de no tocarlo con las manos. Se lo acerca a la nariz, lo huele, lo examina y finalmente afirma.

-Veneno de sanguinaria.

Nadie de entre los presentes parece conocer dicho veneno, motivo por el que Guillermo se ve obligado a explicar el origen de dicho veneno.

-La sanguinaria es una flor de pétalos grandes rojos y blancos que sólo se da en el norte de África y sur de Iberia. Es en extremo peligroso para los cainitas, e incluso su preparación requiere de manos expertas.

Un Toreador perteneciente a la facción de Roland posa sus manos con cuidado sobre el cuerpo, y tras unos breves instantes de tensión os informa de que el pobre Roland sufrió mucho hasta que alcanzó la muerte definitiva por culpa del veneno. Fue una muerte lenta y dolorosa que no desearía a ninguno de los presentes, no obstante, al parece su asesino no tenía ninguna emoción hacia el pobre Roland, es como si no lo conociera en absoluto o si fuera una persona impasible y carente de sentimientos.

Mientras el Toreador habla, Anna Sgornina se acerca a Carienn y le comenta en un susurro apenas pronunciado.

-¿Las flores aquellas que llevabais en la taberna no eran blancas y rojas?

-¡Los bizantinos tenían esas flores!

La voz del antiguo Toreador inunda la sala al tiempo que os señala con el dedo acusador. Las acusaciones vuelan sobre vosotros, que de repente os veis convertidos en el centro de la atención. Lanzo von Sachsen os acusa de asesinato, y por una vez, Tommaso Brexiano parece de acuerdo con él. Curiosamente, Khadijah intenta poner calma diciendo que las acusaciones son demasiado vagas como para ser tenidas en consideración.

En todo el caos reinante, Guillermo alerta a los guardias, que hacen ánimo de apresaros. El propio Guillermo se interpone entre los guardias y vosotros.

-Si sois inocentes, nada habréis de temer. Resistir sólo demostrará vuestra culpabilidad.

-Grrrrr -Gruñe y muestra los colmillos, se pone en una posición defensiva e intenta hincharse, para parecer más grande y peligroso -Si yo hubiera matado a este desgraciado, podéis tener por seguro que ni lo habría hecho usando veneno, ni tampoco hubierais encontrado sus restos. Además, ¿Quién nos acusa y con qué pruebas? Que alce la voz el valiente, la serpiente que quiere emponzoñar estas negociaciones alejando a los enviados de Bizancio de ellas –Exhorta gritando, nervioso al sentirse rodeado y sin escapatoria física del lugar, sintiéndose utilizado, un peón más en los juegos del poder.