Partida Rol por web

El capitán de la guardia esperó unos instantes y tomó la decisión.

La idea de Leanan me gusta. Separemos nuestros informadores. PLesel, Leanan, Bergotag y yo, desembarcaremos en la capital, que el resto avance hacia el bosque y pregunte en las aldeas cercanas. Nos veremos en Kap, dentro de una semana. No creo que el rey de Karentia nos niegue unas monturas.

Esperando la respuesta de los nombrados para desembarcar en Kaptol, aguardó en silencio.

Bergötaj se queda un segundo pensativo y luego responde un firme. Si, Señor. Acata las ordenes disciplinadamente, pero no le gusta la idea de separarse de los dragonuts. Le preocupa no poder garantizar la seguridad de su Señor. Esperemos que los Kerantianos sean tean amigables como los supone Devirius.

Leanan elevó sus brazos para estirar su cuerpo. “Por fin nos movemos. Esta gente es de lo menos decidida que he visto”, dijo en alto como siempre. ¿Algún día se le quitaría aquella peculiaridad?

- Vale –se giró con una sonrisa en la boca hacia sus compañeros- Me voy con el grupo que hable con la gente de a pie. Las pomposidades para Plesel, que se le da de miedo.

Volvió a sonreír, esta vez entrecerrando sus ojos dándole así una aspecto agradable y tierno, hasta que zupo apoyó sus patas en el torso de la mujer. Ahora el perro, de un tamaño medio-grande, estaba a dos patas. El rostro de la mujer era una mezcla de sorpresa y disgusto.

- Zupo, ¿cuántas veces te he dicho que no hagas eso sin avisarme antes? –le regañó mientras agarraba los mofletes del animal- Un poco más y me tiras "patrás". Nos habríamos caído al agua, y ahora no me apetece un baño.

Así estaba la situación mientras el resto decidía qué hacer.

Finalmente el barco se acerca a Kaptol para dejar en el puerto a los insignes miembros de la antigua compañía de la corona a los que acompañan Ruwulf y Bergotag. Rápidamente bajan del barco y se dirigen a donde les espera el jefe de puerto. Éste les pide sus identidades aunque no es necesario, pues Plesel es muy conocido por sus negocios de ultramar.

Los dragonuts y los marineros de Plesel se preparan para avituallar el Plesel D'Oro y partir al este, al bosque de Karetia.

-¿Cuál es el motivo de vuestra visita? Maese Plesel ya sabe que la época de recogida del percebe ya ha terminado. - Pregunta intrigado el jefe de puerto. - Y acompañado por tan bella dama y el mismísimo Lord Devirius, debe ser algo importante sin duda.

Complacido por el tono en que aquel hombre se había referido a él,  Lord Devirius se inclinó en gesto de  reciproco y respetuoso saludo hacia el jefe portuario. Sin embrago se mantuvo en un segundo plano y dejó que fuera Plesel quien hablara, despues de todo su reputación allí era irreprochable

Bergötaj se encuentra serio y desconfiado a la espalda de Devirius cuando desembarcan en el puerto de Kaptol. Mira a la ciudad de recelo incluso antes de alejarse de los dragonuts que garantizan la seguridad del Lord. Veamos que podemos sacar de provecho de este sitio rapidamente y largémonos rápido hacia bosque.

Plesel hace una reverencia al jefe Tergas, al que conoce bien desde los tiempos en que comerciaba con galjas.

Muy buenas Tergas, nuestra visita a Kaptol me temo que no es lúdica, sino todo lo contrario, somos portadores de malas noticias. Quisiéramos hablar con Mareik, señor de estas tierras y prevenirle, en privado.

Plesel recordó las palabras de Leanan de no entregar toda la información y guardó la información para mas adelante.

Las palabras de Plesel no parecieron impresionar al jefe de dársenas.

Faltaría más. Prepararé de inmediato una entrevista señor Lagsol. - Con una reverncia les indicó el camino a seguir. - Vengan por aquí.

No tardaron mucho en salir del puerto, a una distancia prudencial, controlando el puerto se elevaba una imponente contrucción esculpida en mármol y alabastro blanco. Pendones azules con el escudo de Karenthia ondeaban en sus almenas, custodiadas por guardias muy bien armados. Plesel no recuerda haber visto tan bien preparados a los soldados en un pasado, pero sus visitas eran por otras circunstancias y tal vez no reparó en ello.

Atravesando un mercado plagado de puestos que apestaban a pescado fresco o no tanto, el jefe portuario se giró sobre ellos llamando a unos guardias cercanos.

Si no les importa iré a preparar la sudiencia con mi señor, no le gustan las sorpresas repentinas, estos guardias le permitirán entrar en el palacio y les servirán de escolta. Enviaré a un cortesano para darles la orden de entrar, si ustedes me permiten.

Una vez dicho esto se giró hacia los guardias que había llamado a las puertas del palacio, juasto bajo las escaleras de negro alabastro estriado para evitar sabiamente los resbalones en época de lluvia.

Sed su sombra, en breve enviaré a uno de los sirvientes para que se reunan con el duque, solo cuando estén ante él les perderéis de vista.

Los guardias aceptaron de buena mano la orden, haciendo una reverencia marcial ante los seis invitados de su señor.

Muy bien, son libres de moverse por donde quieran, pero no se alejen mucho. - Terminó Tergas. - Me ausento. Con permiso...

Una vez dicho se alejó escaleras arriba.

Bergötaj tuerce el morro mientras observa a su alrededor pareciendo desinteresado pero prestando mucha atención a las defensas del palacio. Estima la dureza de las murallas, busca puntos débiles y posibles estrategias de defensa, tampoco omite a los guardas, a su estado de ánimo así como a la calidad de sus armas y armaduras.

Bergotag observa que los guardias están equipados con armaduras de cuero endurecido al fuego, ligeras y duras. Sus armas son enormes alabardas de más de 2 metros de largo y afilados filos.

Las murallas parecen sólidas, pero el marmol no es un material muy duro, así como el alabastro, sin duda no están acostumbrados a muchos ataques en la ciudad. Sin embardo sus múltiples troneras de las que asoman soldados con arcos, dicen bastante de su tipo de defensa.

Los soldados muestran un cariz marcial habitual, para un dragonut. Sin embargo les nota algo molestos con la orden del jefe de puerto, como si debiesen estar en otro lugar y no aquí. Están al go nerviosos.

Una vez el jefe portuario se ha ido los miembros de la expedición de Sitti recorren el tramo de plaza siempre acompañados de los guardias. Pasados unos minutos un cortesano se acerca a los guardias.

¡Hazles entrar! - Le ordena. - El Duque les espera.

Una vez dicho esto se va escaleras arriba por donde bajó.

El guardia que parece tener más graduación con una sonrisa os invita a seguirle, e iniciais la subida de las escaleras del palacio de mármol y alabastro. Al culminar las escalras, comtempláis un patio de armas vacio con algún soldado corriendo hacia alguna parte, para desaparecer por completo en los soportales wue rodean el interior.

Entonces un hombre de gran envergadura, alrededor de los dos metros, se acerca hasta vosotros, tiene los ribetes en su túnica clásicos de los heraldos.

Bienvenidos al palacio ducal de Kaptol.

No estaba demasiado contenta la mujer, pues había entendido que se dividirían para buscar información. Ahora, en cambio, iban a visitar al Señor de aquellas tierras. “Genial, ahora toca sonreír coma una imbécil e inclinarse hasta besar el suelo”, dijo de mala gana.

Por todo el camino hacía señas a Zupo para que se mantuviera a su lado, aunque tenía tantas ganas como él de recorrer el lugar a ver qué encontraba. Al cabo de un rato les recibió un hombre realmente alto con la vestimenta típica de los heraldos.

- Bueno, cada vez estamos más cerca –comentó en un susurro.

¿Cómo sería el Duque?

Gracias señor habló Lord Devirius al mismo tiempo que se inclinaba en reverencia estudiada He de admirar en primer lugar la belleza de la ciudad y debo felicitaros por ello no olvidó las formas que exigía la diplomacia

Todos os agradecemos el trato que nos habeis ofrecido desde nuestra reciente llegada. señaló a los demás haciendo extensivo el cumplido a sus acompañantes.

Traemos noticias para el Duque. Noticias urgentes. sus palabras se volcaron ahora hacia el tono serio y formal. Algo terrible ha sucedido y el Duque debe ser informado.

Síganme por favor.

El cortesano os guía hacia el interior del palacio. Tras pasar varias puertas se detiene y manda marchar a los guardias, una vez quedáis solos con él, parece comprobar que la estancia es segura, sus ojos trasmiten algo de pesar.

Mucho me temo, que mi señor está algo turbado en los últimos tiempos. Su hija Nigrala, falleció hace tan solo unos meses y está como fuera de sí. De hecho ha empeorado y no parece coherente. Por favor no le avasallen con preguntas e informaciones que su mente no podrá interpretar. Estoy preocupado, pues si el Duque muere, el reino caerá en una guerra civil sin duda. Nigrala era la única descendiente y estaba prometida al príncipe de Grûm; Gefeç. Sin embargo la corona es solicitada por el sobrino del duque Vallwas, heredero al ducado si no hay descendencia. De ahí mis temores.

Hizo una pausa apesumbrado, miró a Lord Devirius y prosiguió.

El duque está muy confundido y habla incoherencias desde hace unas semanas, no parece ni la sombra de lo que fue. Ordena cosas sin sentido. Vuestra visita viene muy bien, pues caras conocidas tal vez le hagan revivir.

Bergötaj escucha preocupado las informaciones del cortesano Tergas hablando de las incertidumbres que se ciernen sobre el futuro del ducado. La amenaza de una guerra siempre es algo preocupante, un rey chalado es un peligro para un país y por si fuera poco, un ejercito invencible. Esto cada vez se pone más dificil.

Rumia en silencio e inmobil los últimos descubrimientos tratando de parecer inalterado por las noticias.