Partida Rol por web

El tabernero parece extrañado de la pregunta.

Eres de muy lejos ¿verdad? - Ríe abiertamente sin ser burlón. - Para entrar en palacio hay que tener algún salvo conducto firmado por algún amigo del rey o el mismo rey.

Aunque la risa fuera inocente al enano le indignaba que alguien se atreviera a reirse de su desconocimiento y así lo mostró frunciendo fuertemente el entrecejo, apuro la ceveza y la pagó... Tu cerveza apesta... Acto seguido salió por la puerta hacia el edificio que ya antes pretendía visitar, el barracón de la guardia humana, mientras elucubraba como conseguir el papelajo, quizas el senescal le consiguiera uno, pero para ello tendría que volver a encontarse con él...

Al llegar al recinto de la guardia humana. Unos soldados le dieron el alto amablemente.

¿Qué es lo que quieres, enano?

El trasiego de soldados himanos era muy ajetreado y a los astutos ojos de Grimshrek, no se le pasó que algo no era normal. Los soldados no estaban acostumbrados a tanta actividad. Eso seguro.

El enano se asomó a un lado del guardía intencionadamente para observár el trasiego y una corta sonrisa se asomó en su cara, quizas despues de tanta busqueda diera con algo tangible...

Mi nombre es Gimshrek, humano, y soy un hacha de alquiler, quizas necesiteis de alguna ayuda o haya algún trabajo que no podais abordar. Aunque por lo que puedo ver tras de tí, andais un poco desorientados...

Mientras decía esto se bajo del poni, despues de todo le parecía de mala educación seguir montado, aunque no superara la altura del humano.

El soldado socarrón ante el enano no quiso burlarse, pues había sigo muy amable.

Ahora mismo, maese, no necesitamos de nadie, excepto para un cometido de... - Suspiró amargamente. - Atdopmi, el goblin ordenanza de Drerick. Necesitaba un guerrero de guardaespaldas, y no se fía de los humanos y menos de sus congéneres los goblins. Supongo que te pagará, aunque ignoro como.

El humano nmuestra con el dedo la entrada al castillo.

Dí a esos necios verdes, que vas de parte de Féldamar, de la guardia humana, que has de entrevistarte con Atdopmi. No te aseguro nada, todo depende de tu precio y tu estómago. ¿A quien le gusta servir a un gobl...?

Se paró en seco al recordar de que raza era su rey.

Toma esto. - Le tendión una sinta de su traje con las letras F.A. escritas en ella. - Te dejarán pasar.

Una ceja se enarcó al escuchar que habría un encargo, pero bajo rápidamente junto a los dos párpados al escuchar que el cliente sería un goblin... aún así escuchó lo que tenía que decir y no tardó en asomar un brillo en los ojos al sobre entender el cariño de la guardia por su propio rey.

Bueno como mínimo habré conseguido un pase para entrar en palacio, ya veremos dentro en que queda la cosa... Gracias humano, que tu rey goblin siga siendo benévolo... estas últimas palabras ácidas las acompañaba de una pequeña inclinación mientras recogía la cinta y partía de nuevo hacia el castillo.

¿Otra vez tú? - Fue la fría bienvenida del goblin de la puerta del palacio.

Con una sonrisa burlona el enano le mostro la banda del guardia Si... otra vez yo... Lo cierto era que estuvo a punto de gastarle una pesada broma, y así de paso burlarse, pero trocó sus palabras Féldamar, de la guardia humana, me dijo que con esto bastaría... Y si pudieras indicarme como encontrar a Atdopmi, aún mejor.

El goblin ridículamente vestido miró la cinta y con un gesto de complicidad asintió a su compañero.

Dame la cinta. Entra y ve hacia la puerta principal, allí pregunta por Atdopmi, es un goblin amarillento y borracho, no tiene pérdida.

Dicho esto abrieron paso a la puerta, extendiendo la mano para recibir la cinta el que habló.

Cometió una leve inclinación, espoleó a su poni através de las puertas, tendió la cinta hacia el guardia y continuo observando la plaza de armas al otro lado del portón, con ojos inquisitivos hurgaba en cada hueco, no quería que nada se le escapase. Pero tal y como se le había dicho buscó la puerta principal y a un goblin amarillento y borracho ante el que presentarse. De paso por el camino intentó oir que era lo que había movido al senescal y al rey a buscar mercenarios.

Muchas gentes de varias razas deambulaban por el patio de armas del palacio. Unos mas aprisa que otros, pero todos en las mismas direcciones. Hacia el portón de salida, las caballerizas o hacia ubna enorme puerta de bloques de mármol pulido, que abiertas permiten el paso.

Se escucha hablar de varias noticias. Fuego en el sur, dragonuts, el senescal, el rey, magia, enanos. Todo conversaciones rotas y dispersas.

En la puerta principal de mármol, dos guardias humanos hacen guardia y miran al enano con recelo.

El pony debe dejarlo en las caballerizas. - Una sorrisilla se escapa de los labios del soldado. - De comer será difícil que le den, debido a que los pesebres están altos.

El enano sonríe y parpadea Vaya, veo que no solo tenemos un rey goblin sino que la guardia tiene humor de goblin tambien... mientras desmonta de su poni y se dispone a llevarlo a las caballerizas vuelve a observar por la puerta con la esperanza de encontrar al ordenanza del rey...

Visto el éxito va a dejar a su querido poni para volver a pie Guardía, donde puedo encontrar a Atdopmi...

Una vez sale de la caballeriza, por la puerta principal ve salir hacia el patio, a un goblin de aspecto enfermizo, más amarillento de lo normal. Los guardias le saludan sin mucho afán.

El enano que volvía con determinación como para cruzar las marmoleas puertas se detiene al ver al goblin amarillento.... suelta un bufido mientras se acerca... joder no solo es un goblin, sino que encima es un enfermo... todo sea por el oro... Vos debeis ser Atdopmi, cierto?... mi nombre es Gimshrek, Féldamar de la guardia humana menciono que teníais un trabajo para alguien capaz...

Sorprendido por la por de avasallarle del enano. El goblin amarillento mira con desdén al intruso.

- Ciertamente, tengo trabajos para gentes. Féldamar es de confianza. Creo que serás útil. Ven conmigo.

El goblin condujo durante unos instantes al enano por los enrevesados pasillos del interior del palacio, hasta llegar a una sala atestada de gentes, donde vió a, su ya cómodo a la vista, Senescal Tuldar entre otros.