Partida Rol por web

Tergas afirmó a la pregunta de Devirius, terminando con una mueca a la intervención de la locuela Leanan.

Realmente no los hay, al menos en este ducado. Hace siglos cuando los Neths asolaban este reino se les rendía pleitesía y eran bien valorados, pero cuando Gornamus el traidor les puso al servicio del mal, fueron expulsados al ser encerrado en la aldea maldita su maestro. - Miró con cara de complicidad a los tres miembros de la partida visitante que participaron en la legendaria hazaña. - En Karenthia no hay magos de gran nivel. Solo unos pocos hechiceros y curanderos.

Ya veo. musitó en mitad de su propia reflexión. Umm. Me temo que estamos ante un gran dilema. Y  hay pocas pistas sobre las que trabajar.  ¿Lo ha visto algún curandero o mago? Quizás pudiera determinar si el Duque, tal y como nos tememos, está baja influencia mágica.

Por lo visto no iba a resultar fácil encontrar a un Mago de buen nivel, o al menos con el suficiente para confirmar las sospechas. “Pues mira, ahora que hace falta estamos en un ducado vetado para ellos”, compartió sus pensamientos en aquella forma tan peculiar.

- Buscando por ahí seguro que aparece alguno, pero que quiera darse a conocer es otra cosa –comentó su preocupación- Lo ideal sería tener la situación en cuenta, ser comprensivos y apoyar más que nunca al Duque –miró a Tergas- ¿No le parece?

La situación era algo complicada, pero si seguían los hilos invisibles de aquella trama era probable que les guiara a la misma mano que había prendido hasta los cimientos a Nolsania.

- Tergas, ¿puedo tutearle? Esto de las normas palaciegas es un follón… -dijo eso último casi en un susurro mirando a su fiel amigo, el cual meneo la cola en respuesta- Sobre ese… ehm… ¿sirviente? Bueno, testigo. ¿No se habrá quedado…?

Leanan movió el índice sobre su sien indicando así si aquel hombre estaba loco. Después de la respuesta se acercó a Devirius para hablarle con tono despreocupado.

- Recuérdame que hace un rato me acordé de una cosa que tengo que decirte. Pero no me recuerdes que te dije que me recordaras que hace un rato me acordé de una cosa que tenía que decirte -enfatizó con el índice- Tienes que acordarte que tengo que decirte una cosa de la que me acordé hace un rato. ¿Te acordaras que tienes que recordarme que debo decirte una cosa?

La expresión de Leanan no era para nada de burla. Hablaba muy en serio cuando dijo todo aquello.

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Sí, y concluyen lo mismo que nosotros. Parece que así es, pero su poder es tan alto que es imposible modificarlo.

Un soldado se acercó hasta el jardín, para informar a Tergas de la finalización de los cuidados del médico a Mareik.

Si me disculpan, deseo ver el estado de mi señor, el palacio de mi señor es su casa ahora. Si quieren algo no han de hacer más que avisar a uno de los guardias o sirvientes y les atenderé.

Por supuesto Leanan, te lo ¿recordaré? E iré a llamar a un sirviente del accidente de caza que sobrevivió, para que podáis hacerle las preguntas que dispongáis.

Una vez dicho esto se dirigió hacia la puerta por la que partieron del palacio, dejándoos a solas, con la grata brisa marina de compañía, pues le guardia se alejó hasta colocarse en la puerta mencionada, vigilando de lejos vuestros movimientos, pero evidentemente ignorando vuestras conversaciones.

Plesel no puede evitar sonreír al escuchar la cantinflada de Leanan, había permanecido silencioso escuchando la mentira del hombre, intentando sacar algo en limpio de su historia.

Ahora solo quedaba esperar a tener un poco de privacidad para planificar el próximo movimiento.

Observa mientras Tergas se aleja del lugar.

Por desgracia nuestra tarea será más complicada de lo que habiamos imaginado dijo en tono de complicidad Tenemos que hablar y planificar una estrategia

Cuando la mujer lo creyó oportuno, después de un par de sonrisitas banales a los guardias (sin duda para aparentar), se dispuso a compartir lo que había recordado.

- Toda esa historia que cuenta Tergas, sobre los perros amarillos y demás, son reales –asintió- Pero supuestamente hace tiempo que esas criaturas desaparecieron.

Leanan quería captar la atención de sus compañeros, y cuando vio que la tenía prosiguió.

- En la era de Sellecktesh, hace demasiado tiempo, los Titanes del Sur captaron a un tipo de gente entre muchos: los Kadvuries. Eran hombres salvajes y crueles. En definitiva, temibles. ¿Me seguís? –quiso saber.

No estaban en una vieja taberna amparados por un cálido fuego y bebiendo una buena cerveza mientras escuchaban historias para asustar a la gente. El lugar era agradable, y la fragancia magnífica.

- Los salvajes del Norte, o Kadvuries, utilizaban una raza de perros amarillos llamados Avercanes. Se dice que eran animales inteligentes, y además debían tener alguna especie de conexión con los Kadvuries pues aniquilaban a los enemigos de éstos por voluntad propia –hizo un alto para mirar a los lados con sonrisa fingida. Tras sentirse segura prosiguió- Algunos intentaron domesticarlos, pero parecía que sólo eran capaces de recibir o colaborar bajo la temible mano de los Salvajes del Norte. Por eso se ordenó el exterminio de esa raza.

Sus ojos se centraron en una bonita flor, y por ese instante su mente se interesó más por la repercusión de tomarla y ponérsela en el pelo que continuar. El coletazo de Zupo en su pierna hizo que regresara, aunque parecía que su mirada se centraba en la hermosa flor.

- A parte de eso recuerdo que los Neths son demonios del Inombrable enemigo de Uslako, que generación tras generación se han vuelto incorpóreos. De ahí podemos deducir las armaduras vacías de Nolsania, ¿no os parece? –buscó respuesta en sus compañeros- Bueno, la cuestión es que los muy canallas logran pasar al plano carnal, el nuestro, tras un intrincado cúmulo de conjunciones espirituales que abren el portal que los separa de nuestro mundo. Vamos, un rollo –sentenció- La idea es que al llegar aquí su deseo de aniquilar a Uslako es inmenso,  y… Mmm… ¿Uslako? Sí, tengo algo sobre él que… ¡me cachis! –dio un pisotón en el suelo fruto de la frustración- Dejadme pensar…

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Devirius es el único de los presentes que ha visto a Uslako, lo hizo durante el paso del desfiladero de Sparscret en la aventura de la aldea maldita. Sólo son leyendas lo que sabe.

Fue justo antes de conocer a Plesel, que tal vez también lo viera.

mm posiblemente haya escuyado algo sobre eso...

Me parece que ....

Devirius no pudo evitar dar un respingo al escuchar aquel nombre y recordar la titánica batalla acontecida tiempo atrás en el desfiladero de Sparscre.

Creo que la amenaza que se cierne sobre nosotros va tomando forma y nombre y me temo que es algo más terrible y poderoso de lo que hubieramos deseado.  dijo al fin. Pero la prioridad ahora mismo es solucionar el mal que se ha instalado aquí y que parece desembocar en el Duque.

He de confesar que me encuentro algo confuso ¿A quien debemos creer? ¿A Tergas o a su señor?

Esa entidad, es demasiado poderosa sin duda, Devirius – digo volteando hacia el – yo al menos creo en las palabras del Duke, se que posee recursos que le ayudarían en esta situación y de eso estoy muy seguro.

Muy seguro, hasta ahora comprendí porque ese gesto le había causado tan buena impresión al viejo zorro.  

Me parece que hay que averiguar que tienen que ver los Neths con Tergas  e ir en busca de Poral me pareció que eso quiso decir el Duke.

Plesel habla con soltura y determinación, aunque aun se toca la barbilla.

Mientras intentaba ordenar su mente, inundad de datos, Devirius tomó la delantera. Parecía que estaba convencido de todo en cuanto escuchó el nombre de Uslako.

- Aaaaaah! El asunto del Titán. Entonces, amigo mío, ¿qué tal es Uslako?

Pero aún así la pregunta lanzada era importante, ¿a quién creer?

- Pues depende. Quiero creer en el Duque, pero a la vez hay que reguntarse si el hechicero quiere que las culpas recaigan en Tergas -dedujo- No quiero decir que confíe en él, pero en éste caso lo sensato es actuar desde un punto de vista neutral. Y de sensatez sé un rato -asintió convencida- Mejor sería averiguar lo que pasa y ser precavidos en nuestras deducciones.

La agitación de Zupo atrajo la atención de la mujer.

- No, joven amigo. No puedes ir a buscar información por tu cuenta. No estoy convencida de la sinceridad de tus congéneres en ésta zona -expuso su preocupación.

Sí amigo mío. dijo a Plesel Yo tengo las mismas dudas que tú. Cuando pedí a Tergas que nos dejara hospedarnos en el palacio ducal lo hice con un propósito y es averiguar sus intenciones. Aquí lo tenemos cerca y podremos vigilar sus movimientos.

Había pensado continuo hablando que quizás podriamos colarnos en sus habitaciones de alguna forma y registrar sus cosas. Podriamos encontrar algo que nos fuera util. La cena de esta noche puede ser un buen momento.

Escuchando con interés la conversación de sus compañeros Bergötaj se siente complacido de tener un idea, aunque sea a partir de leyendas, de quien puede estar detrás de estos sucesos. Sobre la cuestión de a quién creer, no lo duda. El desconfía de ambos. Aunque si recela especialmente de Tergas y apoya la decisión de Devirius que quedarse un tiempo en el palacio para averiguar algo más. En la quietud del jardín se siente tranquilo pero no está a gusto en el ambiente de esta ciudad extranjera.

El sol emnpezaba a postrarse tras la colina del interior del puerto, dejando en un remanso de paz la estancia de los jardines. Un sirviente se acercó hasta ellos.

Sus habitaciones ya están, cuando quieran pueden suvir a prepararse para la cena. El señor Tergas me ha pedido que les diga que su señor está algo mejor.

Una vez dijo esto esperó escaleras arriba para que le siguieran a sus habitaciones.