Partida Rol por web

Miro los vaivenes del elfo y me sorprendo por su espontánea simpatía, tal actitud no me deja otra opción que esbozar una ligera sonrisa Malditos elfos, tantas flores los tienen completamente hormo nados, cómo pueden tirarle los tejos así a una mujer sin barba...

Consigo relajarme a medida que voy dando curso legal a la jarra de cerveza ¡ARHHHH! No hay nada mejor que un buen trago después de un largo camino.Levanto la jarra hacia arriba en señal de saludo al robusto guerrero que hay en la barra y apuro el último trago de cerveza.

Al darme la vuelta hacia la salida, nuevamente la voz del elfo me interrumpe. Me giro hacia la barra y le miro sin saber bien qué decir. ¿Qué se le dice al protagonista de una leyenda que todo el mundo conoce de una forma u otra? Al pensar esto me doy cuenta que tiene  más labia que yo rapidez en pensar en mi siguiente acción y cuando me doy cuenta ya tengo una copa de vino delante de mí. De nuevo me quedo sin saber qué decir ni qué hacer.

- Ehm... eh... bueno, gracias... no puedo rechazar una invitación así -le miro sonriente y finalmente tomo la copa. Por muy increíble que parezca, es la primera vez que pruebo el vino. Es algo totalmente nuevo. Me parece algo áspero al principio pero cuando queda el sabor en mi boca me parece que es algo realmente delicioso.

- Es ... es... la verdad es que nunca había probado algo así...Uff...vaya -digo tras acabarme la copa. No sé qué llevará ese vino pero la cabeza se me empieza a ir un poco.

Veo a la mujer tomar la copa y bebersela, noto en su mirada la falta de costumbre. No puedo evitar soltar una risilla ante la escena.

-Es normal que te parezca fuerte, el alcohol no es cosa de mujeres. Ensalza las ganas de batalla y libera los instintos. Eso no es algo que que una mujer necesite para sus labores. Cocinar, limpiar y cuidar, eso es lo que una mujer debe hacer.

Digo con firmeza mis palabras tras tomarme el ultimo trago y alzar la copa en dirección al posadero, como muestra de que mi gaznate necesita mas refresco. La joven bebiendo, Ja. Poco duraría en mi tribu una chica asi.

Termino la comida que el elfo me ha traido y, tras apurar el último trago de la jarra, me dirijo a la barra para hablar con Taurnil.

Perdona, tengo que salir a buscar los servicios de un herrero que me enderece la espada. ¿tendrás acaso una habitación libre en la que dejar la silla de montar y donde pasar la noche?.

Miro al enorme hombre de la barra y tal y como habla parece uno de esos bárbaros que me encontré por mis andaduras. Me ofrecieron comida y pasar la noche en su poblado y todos sus integrantes eran muy amables, pero las mujeres parecían apartadas de los hombres por sus quehaceres. Solo se juntaban para comer y dormir. ¡Qué aburridos!

- Oh, perdona, olvidé mi escoba. Siempre la llevo conmigo en mis andaduras por si acaso he de barrer los pies de alguien -digo con cierta sorna. Cuando me doy cuenta de lo que digo, me quedo extrañada. ¡Yo no soy así! Me sonrojo completamente avergonzada y pido disculpas al hombre sentado en la barra- ¡Perdona, perdona! No quería decir tal... Lo lamento muchísimo... Yo... -miro la copa de vino y pienso si no será cosa de haber bebido. Pero...¿solo una copa hace eso?

Un momento, caballero. - interrumpo al hombre que hasta hace poco estaba sentado en una mesa, pera volverme hacia el grandullón de la barra, el cual, sin lugar a dudas, ha sido educado de forma errónea con y para las mujeres. Y cuando me propongo frenar sus palabras, la semielfa parece decidida a que hoy no sea un día tranquilo, por lo que doy dos rápidos pasos y me planto frente al robusto guerrero, incluso antes de que este pueda replicar al comentario de mi invitada.

Está bien, la joven se ha disculpado, así que no hace falta que esto siga adelante. - le informo, mientras relleno su jarra con una nueva cerveza y me inclino hacia adelante, para susurrarle. - Y a partir de ahora mide tus palabras, pues no son pocas las mujeres que conozco que serían capaces de hacerte callar. En mi local no quiero afrentas, y menos de ese tipo, así que bebe y calla. A esta invita la casa.

Tras advertir al hombre, y esperando que este siga mi consejo, me vuelvo de nuevo hacia la joven, a la cual observo cuidadosamente, apreciando su inexperiencia, tanto con el alcohol como con tipos con el que acaba de hablar. En silencio, la invito a mantenerse en su sitio mientras el sirvo una nueva copa, esta de agua, antes de volver a atender al hombre que me solicita alojamiento.

Perdone. ¿Una habitación? Claro. !Roy! - llamo la atención del joven que suele ayudarme, haciéndole señas para que se acerque. Encárgate de este caballero, se quedará en la numero 3. - le informo, ofreciéndole la llave al joven, para que este acompañe a mi nuevo inquilino a su habitación.

Estos bárbaros son recios como ellos sólos, no se me ocurriría decirle eso a una enana... menudo carácer se gastan. Además en cuestiones de beber he visto a algunas de mis congéneres tumbando al más avezado borracho de toda la mina. En fin... oir, ver y callar que ésta no es mi guerra. A ver si el tabernero tiene un segundo y puedo preguntarle por mi cometido.El enano mira a un lado y a otro y vuelve a posar sus ojos en la jarra de cerveza ya vacía.

Levanto la jarra está vez en dirección a Taurnil y girándola hacia abajo dejo ver que ninguna gota mancha la barra.

Ante el gesto del enano, claro y directo, le muestro una amable sonrisa, olvidado ya el percance con el goblin, y como reconocido tabernero, vuelvo a servirle una nueva jarra de cerveza antes de imitar lo que hacen el resto de mis clientes, beber de mi propia copa de licor.

Mientras sirvo la cerveza no dejo de vigilar a la semielfa, asi como al fornido hombre que ha osado insultar a las mujeres, preparado para cualquier cosa que pudiera suceder en caso de que este ultimo no acepte mi consejo.

Buena cerveza, ¿cierto?. Estoy seguro de que no hallarás mejor en ninguna otra taberna de Prwnk.

El elfo parece que es alguein importante por como han reaccionado algunos de los presentes, no tengo necesidad de buscarle probelmas.

-Posadero, joven bebedora, Zalkar Deondeek no provoca problemas. Quedaos tranquilos. Digo golpenadome el pecho y empezando la nueva cerveza. Por lo visto aqui las mujeres se mueven mas libremente que en mi tribu. ¿sera esta una de esas cosas que mi chaman queria que viese de otros sitios?. Mientras no se les suban a la chepa...La joven tiene suerte de que yo sea mas tranquilo que otros guerreros, se de mas de uno que ya estaria liandose a golpes con todos los que hay aqui, aun que solo sea por haberles mandado callar.

Miro con curiosidad a la joven.

Cierto maese elfo, no está mal pero no llega a parecerse ni al orín que meamos los enanos cuando nos tomamos una cerveza de Össtelar. Eso sí que es espuma y espesor, no hay nada más gratificante para el gaznate de un guerrero que una cerveza össtelariana. Lástima que mi hogar quede tan lejos y que la mítica mies esté prácticamente perdida tras las guerras que sufrimos hace años. El enano pone cara de ilusión al recordar aquél viejo elixir y torna su rostro en tristeza al recordar los fatídicos momentos de la guerra.

Tras pedir disculpas al enorme humano, el elfo, el duque Taurnil, se pone de por medio y me siento ridícula, agradeciendo el vaso de agua que más tarde me ofrece. A pesar de no tomar asiento en algún taburete de la barra, me apoyo con el brazo en ella. Tras todo este tiempo fuera de mi hogar había sido prudente, precavida, gentil... y nunca me había sentido así antes. Espero no crear problemas a nadie por mi torpeza.

"Si tengo pensado seguir mi deambular he de aprender a medir más mis palabras, sin echarle la culpa ni al vino ni a lo que sea...", pienso mientras doy un trago y el enorme humano asegura que por su parte no van a haber problemas. Dice llamarse Zalkar Deondeek. Si no me equivoco, seguramente sea originario de alguna cultura que viva en clanes pequeños y por eso el comentario acerca de las mujeres... Mi tío me contó historias sobre pueblos como ése. Me decía que tienen un enorme respeto por su entorno ya que es su hogar y también un alto sentimiento de la palabra, así que si es como me imagino sus palabras no son patrañas. Mientras pienso en ésto miro a Zalkar, el cual me estaba mirando. No sé si porque esté resentido o porque es algo raro verme en un sitio así. Creo que más bien lo segundo. Rápidamente planto mi mirada en los estantes de detrás de la barra, en donde un sinfín de botellas con diversos contenidos cubren la pared casi al completo, tratando de disimular mi sonrojez.

Miro al elfo y también me observa, pero parece como si nos vigilase a mí y al enorme hombre. ¿Cree que le voy a ser un problema? Uf... Ojalá le pudiese explicar que nada más lejos de mi intención.

"Me acabo el vaso y me voy. Me voy que ya se está haciendo tarde..." voy pensando a la vez que me tomo el vaso de agua.

Una de las personas que están ahí pide una habitación para dormir. ¿Pedir una habitación? ¿Cómo pueden dormir en un lugar tan claustrofóbico? No hay nada como dormirse con la suave brisa de la noche y el constante sonido harmónico de un bosque... Aunque a falta de ello iré a explorar los alrededores de la ciudad. Si bien no hay más que campo, lo prefiero.

Finalmente, me dirijo al elfo con cierto reparo. No sé si estará mosqueado o no, porque en poco rato ha tenido bastante jaleo y supongo que a nadie le gusta un ambiente así:

- Disculpe... ¿cuánto le debo? -no sé porque le pregunto nada, quizás por formalidad, ya que no tengo ni una sola moneda creo recordar. Recuerdo que aquella pareja de ancianos se empeñaron en darme unas monedas por ayudarles a curar la pata de su caballo, ya que les dejó tirados con la carreta llena de hortalizas y carne en mitad del camino. Pero creo que las perdí.

Ante la disculpa del tal Zalkar, desvío mi rostro hacia, asintiendo levemente, agradecido de su reacción, antes de mirar de nuevo al enano.

Si, lastima, era una buena cerveza. Pero tranquilo, con el tiempo la recuperareis. - comento, sabedor de que hay poco más que decir al respecto.

Tras mi breve comentario, me vuelvo hacia la semielfa, sonriendo ligeramente al ver que me pide la cuenta.

Nada, señorita, no me debe nada, como bien le dije, al vino invitaba un servidor. - le informo, ya situado frente a ella, apoyado en la barra y observándola directamente a los ojos. - No ha estado nunca por aquí, ¿cierto?

No sé si se trata de alivio o se trata de extrañeza, pero la noticia de que no le debo nada es gratificante. No puedo evitar sonreír ante este pensamiento. Ante la pregunta de Taurnil, me quedo unos segundos pensando. Tampoco hacía mucho que había aprendido el nuevo idioma y que me miraran tan directamente me abrumaba:

- ...No, la verdad es que es la primera vez que visito este territorio... Me informaron que Prwnk es la capital de éste reino, así que como tiempo es algo que me sobra decidí... decidí visitar la ciduad hasta que me topé con este lugar..y... bueno, aquí estoy -definitivamente, no sabía ni qué decir ni qué hacer. ¡Participó en la búsqueda del cetro de poder! Si es que no me lo puedo creer aún - Ehm... a riesgo de parecer indiscreta, pero os lo tengo que preguntar... ¿vos participásteis en la recuperación del cetro de poder? Es que... es que he oído muchas historias acerca de ello, y ...vaya -sonrío nerviosa- mucha gente cree que son sólo leyendas infundadas. Parece increíble que haya gente que piense así -digo esto último como si estuviese indignada.

Ante la pregunta de la semielfa, mi rostro se contraen en una ligera y enigmática sonrisa, y tras beber de mi copa, apurando el licor que aún quedaba en ella, apoyo mis dos brazos en la barra, y sin perder mi sonrisa, me inclino hacia adelante, logrando que mis labios queden a muy pocos centímetros del bello rostro de la joven, y en especial su oido.

Ante la pregunta de la semielfa, mi rostro se contraen en una ligera y enigmática sonrisa, y tras beber de mi copa, apurando el licor que aún quedaba en ella, apoyo mis dos brazos en la barra, y sin perder mi sonrisa, me inclino hacia adelante, logrando que mis labios queden a muy pocos centímetros del bello rostro de la joven, y en especial su oído.

La gente que cree que son meras historias, o, tal como has dicho, leyendas infundadas, está muy, pero muy equivocada. - afirmo, en un intenso susurro cargado de sensaciones, pues en apenas ese instante, un sinfín de recuerdos de semejante empresa vuelan a mi mente, acusando aún más mi añoranza por las aventuras y alguno de aquellos amigos. - Pero dime, ¿quien eres que tanto deseas saber acerca de ello? - agrego, tras un ligero cabeceo, alejando de mi aquella sensación, aquel deseo de partir.