Partida Rol por web

Es un placer, Ashanne. Y... - comento, con un ligero cabeceo, y estoy dispuesto a decir más cuando uno de los cortesanos de Prwnk entra en el local, acercándose a la barra con rostro compungido. - Si me perdonas unos minutos. Enseguida vuelvo. - afirmo, enderezándome de nuevo para acercarme al lugar donde se ha situado el cortesano, no muy lejos del humano que me ha solicitado la habitación.

Cita:

- Claro, Roy se encargará. - le respondo a este, guardando la moneda en uno de mis bolsillos antes de centrarme en el recién llegado, al cual no tardo más que unos instantes en prepararle el licor de endrinas.

Aqui tiene. - le informo, acercándole la copa, antes de mirarlo a la cara por unos segundos. - Tiene mala cara, ¿se encuentra bien?

El cortesano le mira no sabiendo si hablar o no.

Finalmente se acerca a Taurnil y le susurra.

Guerra, mi señor, la guerra acecha. Ha llegado un heraldo de Nolsania Menor, está siendo atacada. Y parece que vienen hacia aquí.

Ante la incertidumbre del cortesano, me apoyo en la barra, y como hiciera con Ashanne, acerco mi rostro al suyo, permitiendole así hablar solo para mi, lejos de los oidos del resto de clientes.

¿Nolsania Menor atacada? ¿Y por quien? - susurro, en un tono alarmante pero extremadamente bajo, sabedor de que esa noticia es demasiado grave como para pronunciarla abiertamente. Inclinado hacia adelante, de forma que nadie pueda oírnos, guardo silencio de nuevo, a la espera de un respuesta antes de dar libertad a otras muchas preguntas.

El elfo se excusa para atender a más gente y yo asiento levemente:

- Claro, faltaría más

Me giro levemente para ver al resto de la gente. Sin lugar a dudas todos parecen hombres de armas o hombres capaces de sobrevivir a cualquier circunstancia, y al pensar en esto, vuelvo a pensar qué diantres hago yo aquí.

Todo parece calmado. El hombre de las pieles y con barba descuidada entabla conversación con el enorme hombre que tiene algún tipo de perjuicio con las mujeres;  el hombre que pedía habitación le consulta al elfo sobre un herrero; el hombrecillo sigue deleitándose con una cerveza que parece saberle a poco, con cara de añoranza; y así, en general, cada uno está con sus cosas.

De repente la quietud relativa del lugar se interrumpe con la llegada de un personaje asustadizo, tenso... cómo si algún problema le acechase en las sombras. Esa mirada no augura nada de tranquilidad. Pide al elfo algo que supongo será como el vino y se sienta tras haberse acercado a la barra. Le miro y está muy pálido. ¿Qué tipos de problemas le apremian?

En percatarme que charla con el elfo de modo confidencial, miro hacia otro lugar y me aparto un poco con disimulo; no me gustaba escuchar conversaciones ajenas...

No lo se señor. El rey ahora está leyendo el mensaje.

El cortesano espera la contestación del elfo.

Eran de sobra conocidos sus largos silencios de concentración y meditación extrema. Aunque se rumoreaba que era debido a sus aficiones etílicas.

Mirando al resto de los que reposan en "El odre de Vida" posa sus ojos en la calavera del extraño hombre y aparta la mirada con algo de susto y estremecimiento.

Pues... yo lo dicho, espero a que la gente vaya posteando sus acciones... Otra cosa no puedo hacer de mientras. A ver si a lo largo del día dan señales de vida o algo :S

Taurnil parece algo inquieto tras lo anunciado por el cortesano de palacio. Susurra algo al oído del paje y sale fuera de la barra.

Ahora vengo. Roy encárgate de todo en mi ausencia, voy a palacio.

Miara a la elfa con condescendencia, tratando de imitar una disculpa.

La elfa está invitada.

Dicho esto sale de la sala hacia el palacio rápidamente.

Observo a los demás presentes distraídamente, dejando confidencialidad a la charla que mantenía el señor Taurnil y aquel extraño personaje. Poco a poco me iba sumiendo en mis pensamientos, como por ejemplo, ¿mañana partiré hacia el sur? ¿Hacia el oeste? ¿Hacia el este quizás? Es una lástima que el mundo sea tan grande y yo no tenga demasiado tiempo como para descubrirlo enteramente tan bien como me gustaría. Pero era por eso que marché de mi cálido hogar, para descubrir nuevos horizontes y comprender la vida.

Tan sumida estaba en mis pensamientos que cuando el señor Taurnil sale de detrás de la barra raudo como el viento me sobresalto. No me esperaba una reacción así y menos sin saber a qué venía.

Cuando sale por la puerta, al fin me da tiempo de decirle adiós...

Miro entonces al extraño hombrecillo con preocupación:

- ¿Hay problemas?

El paje, sorprendido de que le hable una elfa tan bella tarda unos instantes en responder, algo abrumado.

¡Eso parece señorita! - Tras arraspear. - Al parecer hay noticias inquietantes en palacio, pero no le puedo decir más. Si usted me entiende.

¿Alguien va a tomar algo más o necesita algo más? - Casi grita el joven encargado de la posada.

Por el camino al palacio, todo parece igual, hasta llegar a las puertas del mismo. Allí unos soldados parecen estar hablando casi en susurros, uno de ellos tiene una tela manchada de abundante sangre., justo a su lado hay un enorme charco de sangre, que termina en un reguero que se introduce en el castillo.

Tras dejar la espada en manos del herrero (espero que pueda hacer algo decente por ella), regreso a la posada.

Mozo, una jarra de cerveza. me apoyo en la barra a esperar

La cerveza no tarda en estar en la mesa del humano desespadado.

Al cabo de unos instantes un enorme revuelo se forma en la calle, hay tintineo de espadas chocando entre sí, parece un duelo, o no. Mas bien un combate, al menos seis espadas chocan entre si. Cualquier espadachín avezado sabría que son buenos espadachines, por la rapidez de los estoques.

Por la ventana se puede ver a dos hombres de aspecto huraño, golpeando con toscas y oxidadas espadas a un puñado de soldados del reino. Uno de ellos ha caído herido entre un montón de patatas de un puesto apostado en la pared de la taberna. El traje del soldado rápidamente ensangrentado, se torna rojo en pa zona de la herida.

La puerta de la taberna se abre de par en par, un tercer hombre asilvestrado tras la patada que abrió la taberna, entra con su poderoso mandoble sujeto con una sola mano. Al ver al joven Roy dejando la cerveza sobre la mesa de Rufnus, le grita.

¿SALIDA TRASERA? - La voz atruena en el local. - RÁPIDO.

Los otros dos primitivos entran en la posada, tras lanzar poderosos espadazos, uno de ellos seguido de un gemido de dolor fatal. Uno de los guardias reales debía haber muerto o al menos caído mal herido.

Tras entrar, cierran la puerta con rapidez y atraviesan una mesa, echando a los clientes que la ocupaban con sendos golpes.

¡ARRRRG! - Grita uno de ellos al techo, para mirarse una herida en el costado, infringida por una espada de Górnoran sin duda. - ¡SALIDA OTRA!

Se lanza sobre el chico, que se esconde de un salto tras el mostrador, casi lloriqueando. Sin su amo Taurnil, estaba desamparado.

Ante el revuelo montado, Zalkar interrumpio repentinamente su conversación con el interesante viajero y enarbolo con fuerza su hacha de dos manos poniendose en pose de defensa. Sin mediar palabra, atento a cada movimiento de los demas, a la espera para averiguar si tendria que defenderse de ellos o no.

Puede ques estuviese de viaje, puede que intentase soseguar su impetu y puede que respetase a una mujer con mas humos de la cuenta al ser de otra cultura, pero Zalkar Deondeek seguia siendo un guerrero del oso y no iba a quedarse sentado y bebiendo ante tal estruendo.