Partida Rol por web

Notas Fúnebres

0.6 - Intro Ian

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03/10/2009, 16:04
Director

Te acaban de llamar para darte la noticia, pero aún no podías creértelo. Tu libro, el que tanto habías tardado en conseguir que te editaran, había sido un superventas en Estados Unidos la primera semana. La verdad es que en el primer momento pensaste que tu editor te estaba tomando el pelo de mala forma, pero cuando te dijo que hicieras las maletas para montar tu trasero en un avión esa misma noche comenzaste a creértelo.

Hiciste las maletas en menos de una hora, no sin antes llamar a tus padres para darles la buena noticia. No cabías de ti en gozo.

Entre una cosa y otra la tarde se pasó volando y antes de que te dieras cuenta, ya estabas en el aeropuesto, esperando tranquilamente a que se avisara de que los pasajeros con destino a Nueva York pudieran embarcar. Por el cristal, la pista de aterrizaja se veía totalmente empapada, lo que no era de extrañar, ya que en Londres llovía un día sí y otro también y podías ver aterrizar enormes aviones mientras te imaginabas como sería firmar un montón de ejemplares mientras todo el mundo te felicitaba. No podías evitar sonreir mientras lo hacías.

Por fin, el tan ansiado mensaje: - Pasajeros con destino a Nueva York embarquen por la puerta cinco. - Sonó la voz informatizada de una mujer, de esas que parecen que se están tapando la nariz cuando hablan.

 

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05/10/2009, 18:54
Ian Wingfield

Fué todo muy rápido, como si un gran relampago cayera en medio del oceano. Nadie, mas que yo mismo notaria su luz, solamente que recién el sonido estaba haciendo efecto en mis oidos.

Durante muchos meses me había avocado en mis estudios, separados definitivamente de mis largos años de entrenamiento militar, queriendo despejar mi cabeza, habia creado "Cronicas duales"; valga la rebundancia que no esperaba que sea tan popular a mi corta edad; aunque pese que la experiencia me habia dado casi todo el potencial para llevarlo a cabo.

De pronto me encontraba en el aeropuerto; Londres era una cascada celestial de noches eternas; redibujando sobre un papel aquellas ideas que en mis genes no habrian de faltar, trazaba los ultimos detalles de una idea que había tenido sobre varios años.

Tan pronto trazaba la antepenultima linea, aquella voz sonó en mis oidos dandome alerta que era hora de partir hacia las Americas. Habían pasado ya tiempo que no pisaba suelo americano, recordaba la ultima vez que había pisado esa tierra fue para acompañar a mis padres a una investigación paramilitar. Tomé mis maletas, aquellas que contenian todo lo necesario para cualquier urgencia. Nunva me habia destacado por ser un adolescente muy descuidado. Por más que en mi presente intentaba llevar una vida normal como adolescente comun sabía muy bien que los tiempos de paz eran momentaneos.

Vaya, parece que los 12 años de estar en el ejercito me han dejado huellas importantes. - Aquellas palabras fueron las unicas que se me cruzaron por la cabeza hasta el momento de llegar a la puerta de embarque.

Entre sonrisas y palabras amables con las azafatas, subí al avión. Traté de relajar mi cabeza, despejar todas aquellas ideas locas que pudieran surgir sobre armas, armaduras y demas cosas tecnologicas que tantos años habían torturado mis pensamientos. Era el primer viaje por sobre el futuro de mi figura, comenzaba a volar solo por la vida. Sin darme cuenta, estaba emocionado.

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06/10/2009, 21:08
Director

El viaje fue tranquilo. Todo lo tranquilo que cabe esperar de viajar en primera clase y recibir toda la atención de las azafatas, a lo que no estaba acostumbrado, pero creías que podrías acostumbrarte.

Pusiste la televisión vía satélite que tenías en el respaldo del asiento delantero y lo primero que apareció fue un noticiero de Nueva York, así que le echaste un vistazo. Comentaban que se estaban produciendo unos asesinatos en serie ( cosa que te pareció casi hasta normal, los americanos siempre tenían gente así por sus calles ). Lo que dejó de hacerte tanta gracia es que comentaban que los tres que habían muerto habían resultado ser mutantes. La D.C.M. negaba tener algo que ver con las muertes y pedían calma, ya que estaban en busca ya del asesino. Entre las imágenes, salieron las casas de las tres víctimas y en todas ellas, se podía observar una pintada en rojo en las paredes. Era un círculo con un triángulo en su interior.

En ese momento apareció a azafata de nuevo con una enorme sonrisa os dijo: - Por favor, abróchense los cinturones, en breves momentos comenzaremos el descenso.

 

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06/10/2009, 22:43
Ian Wingfield

Al comienzo no pareció preocuparme aquella noticia.

La noticia pareció pasar por alto mi apretada agenda. Recordaba aquellas frases de mi libro recientemente famoso Mutantes, no mutantes... Todos moriremos algún dia. - repetia en mi cabeza, mientras apagué rapidamente el monitor.

Sonriendo a la amable azafata quien pidio el abroche de cinturones. En ese instante no quise pensar, estaba totalmente asumido que mis superiores no llamarian por mí; no ahora que comenzaba a disfrutar mi vida. Cerré los ojos por un momento, respiré demasiado hondo y saqué de un fuerte soplido toda contractura que traia cualquier pensamiento.

Tranquilo Ian, tranquilo. Es el comienzo... no pasará nada. Toda buena experiencia trae sus logros.

Mientras el avión planeaba aterrizar, lo unico que pretendía mi cabeza era pisar suelo de admiradores, fotografos y reuniones de trabajo. Lejos, muy lejos en Berlín habian quedado mis genes, mis estudios, mi carrera militar. Ahora estaba siendo demasiado positivo en llevar una vida común.

Habian pasado unos minutos desde que mi cabeza había dejado de pensar, me regocijé mirando el paisaje; aunque tan solo fueran nubes, todo servia para despejarme; mientras mi garganta pedia un poco de alimento, levanté mi mano y llamé a la azafata.

Cuando respondió a mi llamado, sonriendo como es de costumbre en ellas, siempre con su buena voluntad, le pedi:

Me podria traer un vaso de naranja acompañado con algún aperitivo salado por favor. - Amablemente hice un gesto con mi boca.

Giré mi cabeza, y pude ver a lo lejos la majestuosa Estatua de la Libertad, sonreí, y un calosfrío llego por mi cuerpo. Antes que ella se marchara, asistiendo a mi pedido, le pregunte:

Disculpe, algo más. ¿Qué sabe exactamente como están las cosas en la cuidad? - Sin darme cuenta, nuevamente una vez mas mi gran boca había vuelto a salirse con las suyas.

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07/10/2009, 16:51
Director

La azafata te sonrío con esa inmaculada sonrisa que sólo ellas saben poner y te haciendo un gesto con el dedo te repsondió:

- Señor, no le puedo servir nada mientras el avión aterriza, ya lo sabe. Y sobre Nueva York, pues no sé, todo sigue como siempre, ya sabe, es una ciudad de esas que no descansa, ni de noche ni de día. Y ahora, portese bien ya abróchese el cinturón. - Sus últimas palabras las compañó guiñándote un ojo y luego se digió hacia la cortinilla que separa a los pasajeros de primera clase delr esto y desapareció tras ella.

No tardaste en pisar el aeropuerto. Era enorme y había una cantidad de gente impresionante, maletas por todas partes y sobre todo, mucha gente de traje hablando por teléfono o con el portátil sobre las piernas, supones que trabajando mientras esperaban su vuelo.

Mientras recogías la maleta, alguien tocó tu hombro y al girarte viste a un hombre de unos 50 años, más bien calvo y un poco rechoncho.

- Es usted Ian Wingfield? Mi nombre es Robert Meyer y soy el encargado de dejarle en el hotel sano y salvo. - Dice con una sonrisa bonachona.

Ahora que te fijabas, el hombre parecía más un taxista que cualquier otra cosa. Seguramente, si había alguien esperándote se encontraría contigo en el hotel.

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08/10/2009, 16:48
Ian Wingfield

Perfecto, estas mujeres no piensan. Son tan solo subordinadas de sus contratantes. - Acompañé con una sonrisa abrochando mi cinturón.

Luego del aterrizaje, la secuencia fue tan monotona como un circo de hormigas.

Esperando mi equipaje aquel que era demasiado importante para mi, subitamente una persona tomó mi hombro. Dandome razones para conocerme, asimilé por su apariencia quien seria mi "chofer" para que me llevara al hotel.

Si, asi es. Soy el joven Wingfield. ¿Usted es? - Siguiendo con mi monologo, tranquilamente, como detona mi acento cordial ingles, aunque algo en su entonación final me trajo algo de sospecha.

Cita:

soy el encargado de dejarle en el hotel sano y salvo.

¿Qué persona le diria a un extranjero recién llegado tales palabras de sobrevivencia, como si se tratara de un campo de batalla? Era extraño, mi silencio ya era demasiado como para desconfiar lo suficiente, pero ¿qué podía hacer? Después de todo, no era un adolescente común y corriente, aunque me asustaba la idea de tener que hacer uso de mis armas de lucha en caso de defensa.

Luego de mi pensamiento desconcertante y desconfiado atendí con un positivo la idea que me llevara "sano y salvo" al hotel. Aunque en mi cabeza analitica ya se iban formulando hipotesis y preguntas cordiales como un niño hueco normal.

Cargando editor
08/10/2009, 20:21
Director

Notas de juego

Vas a seguir en otra escena, espera para postear hasta que veas mi mensaje :)