Partida Rol por web

Dio un paso al frente y sintió cómo sobre su cabeza aquella espada gloriosa avanzaba con ella, era como tener una sombra, dotada de vida propia, caminando a su paso. La acababa de contemplar en plena acción y había sido asombroso, estaba ansiosa por verla otra vez, no fuera a ser que tan sólo se hubiera tratado de un golpe de suerte, de esos que de vez en cuando le envuelven a uno sin saber porqué.

Sonrió y se entregó al ataque, buscando en su avance el punto débil de aquel enemigo que la encaraba daga en mano, pero al que aún recordaba atacándoles a distancia arco en mano, entonces aquel mequetrefe no había escatimado flechas en su afán de ensartarles, ¡deberíais haber practicado con más ahínco vuestra puntería y ahora quizás no os hallaseis en tamaño brete!... Le reprendió con bastante ironía. La vida a veces era un cúmulo de circunstancias curiosas que acababan derivando las unas en las otras.

La singular bailarina con la que compartía espacio se volcó sobre su oponente y así, de manera simultánea, espada artista y artista espadera atacaron a aquel orco, que a lo mejor empezaba a entrever la que se le había venido encima. El impacto de la sutil danzante no erró en la consecución de su objetivo y a su vez su sonriente acompañante de debajo intentó por todos los medios de que disponía a su alcance y sin faltar a las buenas costumbres, o lo que era igual, con sendas espadas en ristre, no irle a la zaga a su compañera.

La combinación de la espada danzante con las dos espadas cortas que empuñaba la espadachina fue demasiado para el pobre orco que se defendía, únicamente, con una daga. El pobre cayo muerto en el lugar, permitiéndoles a quienes se habían internado en ese túnel plantearse la opción de volver sobre sus pasos para investigar que había tras la cortina, o ayudar al gnomo que, junto con su fiel montura se enfrentaban solos al ultimo orco visible.

El explorador retomó la antorcha siempreardiente del suelo y avanzó por la gruta :-¿Dónde está Gliriel? Tenemos que reagruparnos...¿DONDE ESTÁ EL GNOMO? -gritaba Menzo nervioso; los cadáveres de los orcos daban buena cuenta de que nuevamente el grupo era un rival difícil de vencer, pero desperdigados como estaban ahora y en una cueva a oscuras, la fuerza bélica se vía claramente menguada si algún poderoso enemigo les sorprendía...por ejemplo...tras aquella cortina tan misteriosa. -Recordad: tenemos que intentar dejar uno vivo-Dijo pesadumbrado al ver el reguero de muertos que estaban dejando a su paso e inconsciente de que Gliriel se las estaba teniedo con uno.

Tenía muy claro que hacer… hasta ahora. Los gritos de Menzo alertando sobre la ausencia del gnomo me hacen dudar. Aunque el gnomo no haya pedido ayuda quien sabe… Quizás haya caido hacia abajo y con toda la trifulca no le hemos podido oir. Estos orcos son duros por lo que he podido comprobar. Y si está herido nadie le va a poder curar excepto yo. - Maldición… - El exabrupto se escapa de mi boca mientras me acerco hacia el gnomo y extraigo mi varita. No me da ninguna buena espina dar la espalda a lo que pueda venir detrás de la cortina. - No abráis esa cortina aún... tengo una idea. -

El clérigo avanzó en la dirección donde el gnomo montado había avanzado. Su pesada armadura no lo ayudaba a hacerlo rápidamente. Con todo, los movimientos de la punta iluminada de su lanza le dio a entender que seguía vivo y combatiendo, y la enorme sombra que solo podía ser producida por un orco, le hizo entender que no estaba solo, sino acompañado... mal acompañado!

Como no tenían ningún enemigo a la vista, el hechicero decidio colocarse junto a la cortina por si algún orco despistado tenia ganas de salir.

El hechicero e acercó a la cortina, más preocupado por lo que pudiera ocultarse tras esta que por el gnomo y su compañero que estaban combatiendo solos ante el último orco que quedaba... visible

Arza dejó el estoque, sólo el tiempo suficiente para recargar la ballesta y volver a coger el estoque. De esa manera estaba preparado para lo que viniese, bien a través de la cortina bien de algún otro sitio.

Gliriel estaba demasiado concentrado en la batalla como para escuchar los gritos de Menzo. No sabía cuántos orcos quedaban, o si había algun compañero herido, por lo que combatía con desesperación contra el último enemigo visible, con intenciones de matarlo.

Todos los orcos a la vista habían caído, un rápido recuento le hizo ver que faltabam Gliriel y su perro, ahora recordaba como se había lanzado por el tunel sin pensarselo dos veces, insensato, se fue tras el clérigo teniendo cuidado de no toparse de frente con ningún orco, al llegar a la altura de Gliadel, pudo ver al pequeño druida encarando a uno de los enemigos mientras otro yacía tendido en el suelo -vaya-, preparó la varita dispuesto a ayudar a su amigo.

Kuznak seguía atacando ferozmente a su enemigo con bastante presición, aunque los ataques constantes del perro hacían que Gliriel perdiese el equilibrio, luchando por permanecer montado y no escupiendo arena.

Pese a haber quedado solo, el druida demostró que era un hueso duro de roer para cualquier orco, entre su lanza iluminada y el mordisco del perro, este no tuvo oportunidad, simplemente quedó tendido en el suelo de piedra, total y absolutamente muerte

Poco a poco se miraron, habían acabado con un montón de orcos y, aparentemente con su jefe. Solo quedaban dos posibilidades. El túnel que se perdía en la oscuridad y en el que el bárbaro y la espadachina habían avanzado para acabar con algunos de los orcos ó el túnel, aparentemente iluminado que se escondía tras la cortina...

-Bravo- no pudo mas que decir ante la última acción del druida -tu solito has liquidado a dos orcos, estoy impresionado- dió unos leves aplausos mientras decía estas palabras al gnomo.

Se dió la vuelta para encontrarse con el clérigo -Gliadel ya que me tienes cerca podrías aprovechar para curarme un poquillo esto- dijo a la vez que mostraba el último flechazo recibido por parte de los orcos, -tal como atraigo las felchas últimamente prefiero no seguir adelante sin estar complemtamente restablecido-, guiñó un ojo  a gliadel y esperó a que este usase la varita sobre el.

Rakas se resistió al impulso de continuar recorriendo aquel tunel en busca de nuevos enemigos, deteniendose se volvió de nuevo hacia la encrucijada, los sonidos de lucha habían cesado y únicamente las voces de sus amigos rompían el silencio de aquella cavernas. - Será mejor volver con el resto y ver que hacer, parece que aun no abrieron la cortina.- Comentó al pasar junto a Arianne. - Seguro que encontramos nuevos tesoros guardados por los pestilentes orcos.

Al irse acercando recordó otra situación similar que habían sufrido en los primeros túneles que habían recorrido o quizás fuera en otra de las aventuras que habían pasado, encogiendose de hombros decidió centrarse en el momento sin importarle cuando había tenido lugar, nunca había destacado por su memoria, al menos en lo que no le interesaba. En aquella ocasión utilizó un cuerpo de un orco para lanzarlo a través de la puerta y que este sufriera los ataques de quienes esperaban al otro lado, no veía porqué no iba a funcionar nuevamente.

Con la idea de atravesar el cortinaje con un cuerpo caido el bárbaro llegó junto a sus compañeros, la guja aun goteaba sangre y esquirlas de su última víctima, pero poco parecía importarle al joven que al llegar a la encrucijada observó a sus compañeros y el tunel del que provenía aquel resplandor.