Partida Rol por web

Rakas esbozo una sonrisa que no termino en carcajada al ver como el mediano quedaba suspendido sobre la nada, había esperado una caída más aparatosa al volver la cabra al mundo físico, pero parecía que aquel plano donde había derrotado a Thazar tenía otras leyes. Girándose busco al druida, tenía que ocuparse de su perro, era él quien tenía la responsabilidad sobre este, no el resto del grupo aunque trataran de hacer lo posible por ayudar, estaba claro que si hacía caso a alguien sería a su dueño.

- Gliriel me temo que Kuznak tiene problemas para salir de.

El bábaro no sabía bien como explicar aquello, aunque lo entendía superficialmente y lo suficiente como para interactuar con la idea de los planos si era necesario, no sabía como definirlo.

- De allí, de donde acabamos con Thazr, el resto están tratando de ayudarle, pero no sé si serán capaces.

Mientras hablaban otro suceso que podría ser de suma importancia estaba teniendo lugar en la sala, las luces que habían tapizado las paredes y suelo del lugar comenzaban lentamente a disiparse, aquello no auguraba nada bueno y un ojo más versado en las artes mágicas seguramente pudiera asegurar que la unión entre los planos, una vez muerto el creador de ésta, comenzaba a disiparse lo que implicaba que quienes permanecieran en el otro plano no tendrían muchas posibilidades de regresar.

Estaba impaciente esperando a que vuelva su perro, pero éste no volvía. Se estaba comenzando a preocupar.
¡Rakas! - gritó al ver aparecer al enorme bárbaro. Iba a seguir hablando pero al instante fue Rakas quien se dirigió al gnomo.

¡uf! ¿y qué pasa si no logro que regrese? ¿como hago para que vuelva? ¡NO SE QUE HACER!
Comenzó a mirar hacia todas partes y a moverse en círculos.
¡Miren las paredes! ¡las luces desaparecen! - miró a sus compañeros totalmente desesperado - ¿qué pasa si no logro que vuelva? ...no puedo permitirlo. ¡Debo volver, no me iré hasta que él vuelva!

Poco a poco, el grupo se fue reagrupando, mirando a su alrededor y dándose cuenta que estaban en una gran sala. Y que si bien las luces azules seguían en el lugar, estas no los atraian tanto como antes.

Seguramente al haber vencido al señor del plano azul, en su mismo plano, estas no los afectaban tanto como antes del combate. O más probablemente la influencia del mismo Thazar Rho en el lugar, esa que le permitía que los planos se hubieran juntado tanto como para poder pasar de uno a otro simplemente por la fuerza de voluntad se estaba acabando.

Finalmente el perro parecía haber regresado así como el mediano retornaba junto a su cabra a la que abrazó y felicitó nada más volver a su plano de existencia. Poco a poco parecían ir retornando todos, sin embargo aun faltaban algunos de los compañeros y la alerta que lanzará Gliriel sobre el desvanecimiento de las luces volvía la situación mucho más tensa de lo que pudiera parecer.

- ¡A qué demonios esperáis!, ¡las luces se están apagando y si no regresáis os quedaréis atrapados!

Sin pensarlo Rakas vociferó deseando que sus amigos le escucharan, sin embargo cuando acabo la frase se dio cuenta de que no era posible que le escucharan, igualmente le había ocurrido a él, si podían observar la cara de concentración de Arianne, el gesto preocupado de Gliadel o el semblante imperturbable de Arza, aunque el bárbaro podría asegurar que estos comenzaban, al igual que los destellos, a difuminarse lentamente. Sería una experiencia muy desagradable ver como alguien quedaba atrapado y perdido en aquel inhóspito y ajeno lugar, ver lentamente como se alejaba sin que ellos pudieran más que ser meros observadores.

Viendo que la mayoría ya estaban desazulados, incluyendo animales Arza se concentró para salir de allí. El tiempo iba pasando y ya tenía ganas de salir de ese sitio encerrado.
Apenas cerró los ojos los compañeros que seguían azulados le perdieron de vista.

Por más que lo estaba intentado, no parecía ser capaz de concentrarse lo suficiente. ¡Pero bueno!... Comenzó a lamentarse para sí, quejándose internamente.

- Bufffff... - resopló esta vez en voz alta al abrir de nuevo los ojos y encontrarse acunada dulcemente por aquel resplandor azul - ¡Pues estamos buenos!... - Se dio una palmada en la frente mientras se mordía nerviosamente el labio inferior - ¡Tengo que conseguirlo como sea! - Ese mundo no era el suyo... ¡Diantres! Y total... ¿qué se le había perdido allí? Apretó los puños y volvió a intentarlo, esta vez tratando de relajarse al mismo tiempo y pensando en todas las cosas que apreciaba de su mundo.

Entonces despacio, muy lentamente, sus músculos se fueron destensando y la sensación de que en esta ocasión quizás tuviera mejor suerte se fue forjando en su interior.

Ya estaban todos en casa, bueno, pro lo menos en el mismo plano en que habían nacido, en una enorme sala de piedra trabajada donde, cada vez más levemente podían observar los destellos azules que iban desapareciendo.

Lo habían conseguido. Habían librado al mundo de la locura que Thazar Rho representaba. Y al mirarse entre Uds descubrieron que ahora las cosas serían más sencillas. Quizás demasiado sencillas. Estarían dispuestos a cambiar la tensión y la adrenalina por la paz y tranquilidad de una vida normal?

De camino de regreso a la aldea, Menzo notó un cansancio que nunca antes había sentido, un cansancio que iba más allá del propiamente físico; habían derrotado a criaturas provenientes de otros planos e incluso ellos mismos se habían visto hipnotizados por luces extrañas que evadían la mente. Se llevó la mano al pecho y pudo confirmar que aún llevaba colgado el colgante con aquel símbolo extraño de los tres dedos. Se lo entregaría a Galezas según lo viera. No quería volver a ver aquel colgante en su vida. Pese que sabía que habían derrotado y eliminado un terrible mal de la faz de la tierra, por el corazón del mediano corría un cierto pesimismo y un justificado temor: ¿dónde, en qué lugar o rincón del mundo estaría germinando un nuevo mal? ¿Tendrían los Reinos suficientes héroes para atajar esos males incipientes como ellos habían hecho? ¿Dónde estaba el límite de la perversidad? ¿Qué ocurriría si las sombras conseguían su objetivo? ¿Qué de sus vidas?

Iba en cabeza del grupo mientras todos estos interrogantes se paseaban por su cerebro. De repente se detuvo y señaló al frente. Abajo, en el valle se divisaba el humo de las chimeneas. En la lontananza se podía ver el templo y sentado en un tronco tronzado y dispuesto a modo de banco en un lateral de la puerta, estaba Galezas fumando en su pipa. Alzó el brazo a modo de saludo.

- Bueno, ¡por fin ya está esto limpio de patraña!… - Elevó la voz y en simultáneo asintió con la cabeza, reforzando ese hecho en sí mismo - yo diría que podemos regresar cuando nos plazca… - afirmó y la verdad era que ella misma acababa justo de “regresar” de aquel azul añil intenso que le había robado la voluntad e incluso por poco casi hasta el seso. A pesar de aquel recuerdo, sonrió y se frotó las manos con insistencia, unas manos que ahora permanecían ligeras, vacías tras haber dejado atrás el peso de unas armas que hasta hacía escasos segundos empuñaban. Las observó, estaban enrojecidas por el salitre de aquellas olas de sangre que les habían embestido en la estancia anterior.

Si había algo que deseaba por encima del cansancio que sentía, era abandonar aquellas malditas cuevas de una vez por todas, unas cuevas que les habían robado incluso la vida de un compadre, un reducto plagado de maldad, bandidos, redifuntos, arañones y mequetrefes desquiciados. ¡Pues anda que no tengo cosas que contar! ¡Ya te digo! Sí… se dijo y, acto seguido sin más demora, comenzó su andadura tras el mediano como quien siguiese la estela de una estrella fugaz hasta su ocaso con la esperanza de hallar un tope en algún punto que le permitiese pararse a digerir el camino realizado.

Se desplazó agotada y cabizbaja en un inicio, ni siquiera el agua helada que utilizó para lavar sus manos y en la que introdujo su cabeza hasta el cuello, sirvió para animarla. Necesitaba salir de allí y abandonar aquel enclave claustrofóbico. Ese era su principal objetivo.

Una vez en el exterior la cosa cambio totalmente. Aire fresco, resol… en una palabra: vida. Sonrisa de oreja a oreja, versos que comenzaban a entrelazarse en su cabeza, trabándole el entendimiento de lo inmediato y música, una tonada suave que brotaba quedo de sus labios. Hasta tal punto se abstrajo que en el preciso instante en que Menzo se frenó en seco, la moza se dio de bruces con él. Justo entonces, alzó la vista sorprendida, tras haber logrado milagrosamente no trastabillarse, y avanzó con la vista por el brazo del mediano hasta alcanzar el objetivo señalado por éste, que no era otro que… Galezas. ¡Ja!... Se animó aún más.

- ¡Buenas tardes tenga usted!… - Instantáneamente dobló la cerviz, se sacó el colorido gorro de la cabeza y lo agitó ligeramente. Traían buenas nuevas y eso era siempre memorable - ¡Misión cumplida!... – Anunció y plantó el trasero a su lado, sentándose allí sobre el tronco improvisado a modo de banco.

El clérigo levantó la mirada y observó al grupo que se acercaba, movió la mano, en respuesta al gesto de Menzo y adivino las palabras de la espadachina, respondiendo algo que no pudieron escuchar.

Sin embargo, estaba claro que había hablado a otra persona. Al instante se acercó un novicio que escuchó respetuosamente lo que Galezas le decía y volvió a ingresar en el templo. En ese templo que cada vez se veía más reparado.

Pronto se acercaron a quien los había enviado a esa misión casi suicida que los recibió alegremente - Misión Cumplida? Y tan pronto? Creo que tendréis mucho que contarme. Mi acólito, en un momento nos traerá algo de comer y beber - se interrumpió a si mismo, antes de continuar con las preguntas - Nunca pensé veros por aquí tan pronto. Mande un mensaje y supongo que en poco tiempo llegarán los refuerzos... aunque por lo que decís no harán falta... o eso espero -

- Aunque... no os acompañaba un joven... pero seguís siendo siete. No lo entiendo. Acaso me está fallando la memoria? No recuerdo que os acompañara una dama... acaso ese joven que conocí se ha transformado? Si es así ese lugar era más extraño de lo que suponía. Debeis contarme todo - En el rostro del anciano se dibujaron las dudas y la curiosidad - Os escucho con interés -

Hizo el camino de regreso totalente en silencio, mirando atrás de vez en cuando, recordando todos los pasos que habían dado en su aventura. Miró al resto del grupo y pensó que aún con la pena de la perdida de un compañero se podían considerar afortunados por no haber sufrido mas bajas.

Al llegar junto al templo saludó a Galezas, buscó un sitio confortable y se sentó. Se quitó la mochila y comenzó a guardar todo dentro de ella y a revisar el resto de las cosas mientras aguardaba a que el ayudante de Galezas.

Arza no tenía pensado hablar, siempre había preferido que fueran los demás quienes llevaran la voz cantante de contar los hechos pero ante la mención de Dramir, el compañero que había caido no se contuvo.

Efectivamente antes había otro compañero que cayó en combate. Aún así encontramos a otra persona; estaba apresada por unas arañas que tenían pensado usarla como comida.

No dió más explicaciones, pues las palabras no eran su fuerte salvo que se pusiera a discutir de algún precio o tratara de engañar a alguien. Además, notaba el agotamiento de estos dias y de tantas peleas.

Al llegar al pueblo, lo primero en lo que pensó el gnomo fue en lavarse un poco y en comer y beber cerveza hasta no poder más. Cuando vió que el grupo se acercaba a Galezas, el siguió su camino por el lado de la taberna, pero no pudo evitar escuchar la frase "nos traerá algo de comer y beber". Inmediatamente dió un giro y se aproximó a sus compañeros y Galezas.
Y su nombre es Arianne. -añadió a las palabras de Arza.
Se sentó por ahi y escuchó lo que sus compañeros tenían para contar. Pero nadie habló, al parecer todos estaban exhaustos, al igual que él.
¿Refuerzos? no creo que sean necesarios, limpiamos esa cueva por completo. Mira, ese que ves ahi -le dice señalando a la cabeza que llevaba Rakas - solía ser Thazar Rho, y era el que trajo a todas esas criaturas consigo. Era una especie de semidios proveniente del plano de las luces azules, que quería apoderarse del mundo. ¿no? -miró a sus compañeros buscando su aprovación.
¡y la misma cueva era un portal hacia ese plano! las paredes eran azules, y si no te concentrabas con todas tus fuerzas, tu alma dejaba tu cuerpo e iba a parar a ese plano.

Se vió obligado a dejar de hablar al ver que el acólito llevaba un par de bandejas con jarras. Tomó una y se mantuvo callado por un rato.
Luego, cuando trajo la comida, se abalanzó sobre ella casi con violencia.
Mientras masticaba y bebía, hablaba con Galezas (o lo intentaba).
Thazar Rho estaba haciendo un ejército compuesto por orcos y trolls hasta gusanos gigantes y enanos de cuatro brazos. También recuerdo unos muertos vivientes, ¡y las arpías! -exclamó levantando un dedo - las malditas arpías que acabaron con la vida de nuestro amigo Dramir...

Intentó tragar un pedazo de comida tan grande que se atoró. Fue necesaria la ayuda de Galezas, que era el más proximo, para que el druida no muera.
Pero ya no hay de qué preocuparse. Acabamos con todos. -dijo luego de escupir el pedazo de comida.

La mezcolanza de palabras fue, aparentemente, bien interpretada por el clerigo que asintió mientras comentaba - Entonces... Ese Thazar Rho era el problema. Semidios, claro, por eso Pelor quería que interviniéramos -

Mientras agradecía a su acólito por las bandejas con comida y las jarras de bebida insistió - Entonces... están seguros de que ese ser ha muerto. Claro que si, si aquí está la cabeza. Pero... ese portal que nombrais, no puede ser que otro de esos... que es? parece un Vroc... no puede ser que algún compañero intente repetir su intento? -

De vuelta al templo el clérigo había estado radiante de felicidad, recordando en voz alta durante todo el camino el bien que habían hecho al mundo. Miraba la cabeza del monstruo en las manos de Rakas, se la pedía para verla, y cuando finalmente creía sentirse satisfecho se la devolvía al bárbaro, solo para pedirla de vuelta para verla un rato después. Se imaginaba la cara de admiración que pondría Galezas en cuanto viera la pieza que habían traído y escuchara su historia, y se reía mientras pensaba en alto… ¡¡¡Ya veréis a Galezas, jaja, se le va a torcer el culo de la sorpresa jajaja!!! – Pero nada más lejos de la verdad,  el antiguo mentor de Gliadel no se dejó llevar por las emociones ni al ver la cabeza del monstruo, ni al escuchar la historia contada en la boca dispersa del gnomo. El joven apenas si podía leer alguna emoción en las facciones del maestro, salvo los signos de preocupación en su frente, por que su victoria contra el mal fuera más aparente que efectiva, algo temporal. El clérigo da un paso al frente hacia su maestro, e inclinando la cabeza en señal de respeto, dedicada en parte también a la memoria de Dramir, intenta disipar las dudas a su maestro. – No creo que sea posible. Yo mismo me quedé esperando hasta el último momento hasta que el otro plano prácticamente hubo desaparecido. Era como si la fuerza del monstruo fuera lo que mantenía abierto ese plano, y una vez hubo desaparecido, empezó a desaparecer. – El joven parece muy convencido de lo que dice, pero mientras habla, la fortaleza y la seguridad en si mismo que traía de la mazmorra van desapareciendo ante la mirada escrutadora de Galezas, que le lleva a reflexionar sobre un asunto que había olvidado por completo hasta ahora. – Recuerdo que encontramos en una habitación una especie de espejo, que parecía llevar a otro plano, pero en el que no llegamos a entrar. Por el uso que le daban los derros que lo usaban, parecía más bien una especie de plano para echar la basura, pero salimos sin comprobarlo ¡Maldita sea! Convendrá revisar eso pero por lo demás, parece que hemos cumplido con la tarea que Pelor requería de nosotros allí. –