Partida Rol por web

Kyoshi había llegado con su propio equipo, pero a la vista quedaban su armadura pesada propia de los Cangrejo, el daisho a su cintura, amarrado en un angulo determinado a conciencia, y el tetsubo cuya empuñadura asomaba por encima del hombro. Era alto, bastante alto para su edad, con una corpulencia suficiente como para respaldarlo. Con tanta pereza como diligencia presentó su pergamino para despues separarse, observando al grupo de los que a partir de ese momento serían sus compañeros.

No se engañaba: Sabía que hacer lazos traería más pena que gloria. Lo más seguro es que la mayoría no sobrevivieran - Demonios, lo más seguro era que él mismo no sobreviviera. Pero era lo que podía decirse un mal necesario, se necesitarían unos a otros. La causa por la que luchaban se extendía más allá de sus propias vidas, y si eso significaba que tendrían que sufrir a los caidos, no había un honor mayor posible.

Se acercó finalmente al grupo. Parecía que se estaban presentando, de modo que esperó hasta un momento de silencio para finalmente intervenir. Su voz era fuerte, seca.

- Me llamo Kiyoshi - Durante un momento, pareció que iba a dejarlo ahí, pero al final añadió algo más, de una manera más bien escueta - Y mientras estemos aquí, todos somos compañeros sirviendo a una causa mayor. Sin importar la procedencia.

- No dejaré que caigas en la batalla, Hida-sama.- dijo sonriendo observando al muchacha, al cuál delataba su altura y tetsubo.- Si los kami lo desean así. Mi nombre es Hirotaro, Kuni Hirotaro. Como...miembro... - arrastró un poco estas palabras, con un poco de duda.- de la familia Kuni, soy un shugenja.  Comentó observando al resto, rascándose la cabeza y haciendo una reverencia y sonriendo. - Coincido con Kiyoshi-sama, creo que seremos todos compañeros y nos tenemos que llevar bien.- asintió.

- Por cierto, Nanako-sama, sería un honor poder charlar sobre como podríamos ayudar a nuestros compañeros con nuestras dotes.- sonrió asintiendo.  

¿Otra Shugenja? es un alivio oir eso.

Las historias de guerra y las palabras del Sensei me recordaban a la lección más triste y cruel con que todo Shugenja se termina encontrando:

Dos amigos. Ambos heridos. Ambos en peligro de muerte. Y aunque tienes poder suficiente para salvar a ambos, no tienes TIEMPO de salvarlos a la vez.
La presencia de Hirotaro, la maquillada Shugenja de la familia Kuni, deja claro que al menos tendremos una oportunidad.

"El honor es mio, de poder estar con una heredera de los valerosos cazabrujas Kuni"

Puedo entender el sentimiento de Yasuki Tetsuko, apenas se puede decir que yo este preparado para esto pero entre los presentes hay muchos que juraría que nunca han visto la muralla hasta ahora ni siquiera desde el lado seguro... esos desde luego no están preparados para lo que nos espera en absoluto. 

Chasqueo la lengua con fastidio.

Si alguien se refiere a mi como "novato" o "verde" no tendría demasiado que objetar pero como referirse entonces al resto de los aquí reunidos... ¿muertos que aun no lo saben?

Desde luego no todos son así, hay algunos bastante prometedores, por muy novatos que sean la mayoría de los Hida son imponentes, y me he entrenado con alguno de los Hiruma lo suficiente como para no subestimarlos...

Veo que algunos empiezan a hablar entre si yo por ahora prefiero mantener la distancia, creo que será mejor no conocer demasiado a quien va a morir en apenas unas horas.

Las palabras del joven impertinente le trajeron parcialmente de vuelta, lo suficiente para verdaderamente reparar en él. Sin embargo, sus ojos seguían vacíos, entre dos mundos. Su voz fue un susurro frío:

- No quedan héroes vivos, como tampoco sobrevivirán niños a la prueba de este día. - Hizo una pausa, como si tratase de recordar.- Saito, el nombre que buscas es Saito, Ginawa-San, ya que estamos. - Sus ojos volvieron a la normalidad cuando oyó al Kuni Hirotaro mencionar Shugenja y a Nanako mencionar "Cazabrujas Kuni", inclinó la cabeza en su dirección para oír más sobre ello.

Ginawa, que si sobrevivía al día de hoy sería un hombre, escuchó a la mayoría de sus compañeros intercambiar opiniones mientras estaban ahí, salvo a los dos espabiladops de turno que debían tener en mente "historias" sobre la Muralla. Es que como si los hubiera parido él mismo: no tenía más que verlos como para saber que se veían ellos por encima de todo aquello y que los demás eran bebés que estorbaban en Su Verdadera Misión Cangrejo. En resumen, eran guerreros.

"...en serio"

Un guerrero no es un soldado. Samurai es el que sirve, así que más vale que lo tuviesen en cuenta o estarían jodiendo las posibilidades de todo el mundo por ser un eslabón conflictivo de la cadena.

"No quedan héroes vivos, como tampoco sobrevivirán niños a la prueba de este día"

Exhaló entre dientes un pequeño suspiro rítmico.

-Eso es tan cierto que no hay mucho que discutir, Saito-san -asintió, inclinando la cabeza. No parecía especialmente conmovido por el tono, actuando como si lo hubiera dicho normal, bromeando. Quizá porque estaba más preocupado por lo que les venía- Y tener con nosotros habladores de los kami, personas sagradas, es... bueno. Un alivio. Nanako-san, Hirotaro-san, celebramos tenerles aquí: todos hemos oido grandes historias sobre los hacedores de milagros.

Aunque nunca había visto realmente en acción todos habían oído historias, y los Kuni tenían una fama. Una fama horrible, siniestra y macabra pero también poderosa, como correspondía a su reputación de obradores de prodigios divinales y maestros indisputables de la mente del hombre y sus (terriblemente numerosas) formas de desviarse que existen en el mundo.

"todos somos compañeros sirviendo a una causa mayor. Sin importar la procedencia"

Yups.

Por esa razón era por lo que Ginawa trataba de que todo el mundo acabara presentándose, en contra del bno del todo desconocido instinto Cangrejo de comportarse como un completo anormal, lo que era altamente perjudicial para el correcto desempeño de una unidad. Y ellos no eran ni remotamente parecido a una unidad competente, pero eran lo que había y si cada paso que dieran en falso era una posible muerte POR LOS SIETE INFIERNOS DE CADENAS-EN-LOS-OJOS QUE NO IBA A PERMITIRLO.

- Un hacedor de milagros es un vínculo con los kami - Digo cuando a conversación ya está enfilada - Una bendición en estos lares malditos por la mancha de los kansen... - Y volviéndome a Ginawa - Los héroes son humanos y pueden perecer fíicamente como cualquier otro rokuganés, pero son sus hazañas, su valor, su coraje, su honor y su determinación la que los hace inmortales a ojos de los demás samurais. Un ejemplo que nos enseña que todo es posible si el propósito es elevado y el alma pura rectitud en el Código - Haciendo una pausa - Exacto, nóveles o experimentados, en la muralla todos somos iguales entre nosotros... Con la bendición de los kami, la determinación de Hida, el sigilo de Hiruma, la voluntad de Kuni y la astucia de Yasuki todo es posible y nada podemos temer pues nosotros somos la propia muralla

Resultaba sorprendente que a pesar del barullo que se veía a vuestro alrededor, vuestras voces sonaban como un estruendo rompiendo la tensión que comenzaba a ser palpable. Fue por eso que cuando una voz sonó más alto que las vuestras proveniente desde lo más alto de la Muralla, todo el mundo se giró para oir que decía, incluída la gunso que tras haberos despachado a la mayoría, alternaba entre un lado y otro del horizonte, como esperando algo proveniente desde cada lado.

- ¡Los de la fila! ¡Si tenéis tiempo para discutir preparaos para el combate!

Os chilló sin tapujos, consiguiendo que todo aquel que le prestaba atención en aquellos momentos, se girara para miraros antes de proseguir con sus propios preparativos.

Como si los gritos de Yasuki Tetsuko hubiesen sido algún tipo de señal, la puerta del almacen se deslizó hasta golpear secamente contra su tope. La samurai-ko se habia recogido el pelo en una coleta de caballo alta que habia ceñido con la ayuda de un trozo de seda azul. Habia cambiado sus resistentes ropas por una armadura ligera nueva y reluciente, sin la más minima señal de uso.

Caminaba deprisa, con la mano izquierda sosteniendo su daisho y la mano derecha cargando una naginata sobre el hombro. Sin perder tiempo se colocó en la fila, junto a Nanako.

- ¡¡Hai!!.- Respondió a voz en grito, adoptando una posición de firme mientras esperaba lo que fuese que la gunso de la tropa estaba esperando.

El muchacho rebuscó bajo sus ropas y su armadura hasta sacar un colgante con un tosco trozo de jade atado en él, estaba seccionado en varios trozos y cada uno estaba atado de forma independiente. Tomó uno de ellos y deshizo el nudo para meterse una porción en la boca, luego tomó la calabaza de su cinto apurando un buen trago de sake empujando así el trozo garganta abajo. En una batalla podía pasar cualquier cosa, si sobrevivía lo haría maculo no portando la mancha de las Tierras Sombrías por haber sido bañado en los icores de alguna de las abominaciones a las que se enfrentaría.

Acto seguido cerró el nudo y guardó de nuevo el abalorio bajo el do-maru de su armadura pesada minimizando así el riesgo de que se le cayera en el fragor de la batalla.-Armaduras pesadas delante, armas largas y armadura ligera detrás, arqueros y por último los shugenjas. Cuando todo empiece será lo mejor que podremos hacer-no era una ordén, ni un grito, tan solo un consejo al viento fruto de la pequeña experiencia de Ryoga. Él mismo se dispuso entre dos almenas predicando con su propio ejemplo, preparándose para cubrir esa zona, dejó rodar el tetsubo sobre la tierra creando un pequeño arañazo el cual marcaba el espacio vital que necesitaba para combatir esperando que la fila no se distanciara demasiado ni se apelotonara demasiado, pero aquello ya era mucho pedir para una panda de novatos. Respiró hondo mientras trataba de calmarse, asiendo el tetsubo con fuerza en espera de las ordenes del gunso.

Master ¿Puedo hacer una tirada de saber hehiceria o saber teologia para ver si comer jade ANTES de correr por la muralla es buena idea?

Al fin y al cabo, el jade se corrompe y uno no quierw tener jade corrupto en el estomago!

Tras despedirse de la la familia y presentar respeto a sus ancestros. Niou se dirigió a la vigésimo séptima torre al sureste de Kamisori,  tal como indicaba el pergamino que tan nerviosamente portaba en sus manos.

Durante el viaje se le fue acrecentando un nudo en el estómago, resultado de un gran cúmulo de nervios. Habría llegado el momento, tras tantos años de entrenamiento, para servir en el Rokugan y Honrar a sus antepasados. Pronto lo sabría.

Aproximándose a la muralla, el joven Hiruma se quedó boquiabierto con la colosal obra de ingeniería. De donde venía sólo los pajaros volaban tan alto. Y a pocos pasos de su objetivo observó un tumulto. Se trataba de un grupo de jovenes, que portaban pergminos como el, presentándose ante una Gunso y formando una fila una vez les habían entregado unas armas.

Que suerte la mía, parecía que no estaría sólo y mis nuevos compañeros parecen tan verdes como yo.

​​Hiruma Niou, a sus órdenes. El joven recluta se presentó ante aquella mujer de la manera más marcial que supo. Inclinando su cabeza como muestra de respeto, una vez agarró la katana, se dirijió a su lugar en la fila con total silencio.

Aunque era un saco de nervios andante, Niou pudo dominar sus traicioneros movimientos. Deseaba que su nerviosismo no hubiese sido captado por nadie. Pero justo cuando llegó al final de la fila, bajando la guardia creyendo que había pasado totalmente desapercibido, un fuerte gritó lo sorprendió. La voz provenía de lo alto de la muralla y tras el sobresalto el joven Cangrejo casi se cayó de espaldas.

Su corazón se aceleró y apenas pudo entender la palabras que resonaban en su cabeza, lo único que oía eran los latidos de su corazón. Y a punto estuvo de devolver el contenido de su estómago..... preparáos para el combate???

Como un resorte Hiruma Niou se incorporó más rígido que el filo de su Katana y respondió al unísono de sus nuevos compañeros. HAI. Milagrosamente pudo contener las arcadas, pero su tez se volvió tan verde como su corta experiencia.

Hirotaro sonrió a quienes hablaban de hacedores de milagros y demás. Iba a comentar que todavía no era cazador de brujas de plenos derecho, cuando una voz los llamó desde lo alto de la muralla. Asintió, diciendo, no muy convencido. Hai...- y resoplando. No quería morir todavía, aunque estaba en una situación en la que volver a su hogar era menos que una locura, así que aquel iba a ser su nuevo hogar... y su tumba. Negando con la cabeza, se preparó para marchar, y mirando de reojo a Ryoga, comentó:

- Agarraos bien a vuestros pedazos de jade, si no tendré que preparar alguna visita con te de pétalos de jade...- apretando los dientes con una sonrisa un tanto macabra...

El berrido de

PREPARAOS PARA EL COMBATE!

que llegó a las filas le puso instantáneamente en firmes, horas y horas, días y días y años y años de condicionamiento desde que apenas llevaba unos calzones de tela hasta el día de hoy: era su cuerpo el que respondía por él. Las manos fueron por orden de prioridad a comprobar las cinchas (3-2-4, 4-3-2), asegurar el cinto y desenvainar. En su caso, desenvainar el acero de la katana por primera vez en su vida como arma de adulto (¿sería verdad que los dioses no permitirían que se desenvainase sin que bebiese sangre?) y el tessen a su lado, como el arma y herramienta de mensajes y comunicación que era.

Por todas la fila había hecho efecto: hombres o niños, el entrenamiento de los Cangrejo los hacía a todos iguales en el momento final.

"Agarraos bien a vuestros pedazos de jade, si no tendré que preparar alguna visita con te de pétalos de jade"

Se ajustó la máscara del kabuto, cerrándola.

-Tío, no.

Aferró el colgante como si fuera una plegaria. Lo había tenido casi desde que era un crío, pero nunca había tenido que usarlo.

¿Y me serviria para saber acerca del jade, que se corrompe y todo eso?

Lo decia por si conviene que, en voz alta, me cuestione si es buena idea ingerirlo.
Que el jade se corrompe creo que deberia de ser conocimiento general, igual que lo es que un jade no te dura toda la vida)

La voz de un comandante resonó desde lo alto de la muralla, cortando las preparaciones. La mayoría de los jóvenes se sobresaltó y empezó a tomar posiciones, algunos dando recomendaciones al aire y otros preparándose para desenvainar.

Yo, por mi parte, me di media vuelta y empecé a enfilar rápidamente al almacén, pasando por al lado de Doji Ako, esquivándola por poco, mientras aseguraba que el arco que portaba en el hombro no se cayera con las prisas. Antes de empezar la batalla necesitaba terminar de equiparme. -Si me presentase al combate sin todo lo necesario, mi sensei me considerarían deshonrado. - Pensé mientras entraba.

La advertencia desde lo alto no volvió a producirse y un silencio tenso se adueñó de toda la edificación como la lluvia en una tormenta de verano, aunque a diferencia de instantes antes, Tetsuko levantó el brazo a la vez que cerraba su mano formando un puño.

- Silencio.

Os ordenó mientras volvía a otear los diferentes horizontes en busca de algo que se os escapaba. Esta situación de incertidumbre se prolongó durante varios segundos cuando varios tambores comenzaron a sonar al unisono a lo largo de toda la Muralla.

- ¡TODOS A LA MURALLA! - bramó al segundo mientras se ponía en camino a las escaleras - ¡ARQUEROS AL FRENTE! ¡DIEZMARLOS LO MÁXIMO ANTES DE QUE LLEGUEN!

Ordenó conforme comenzaba a subir los estrechos interiores de la Muralla.

Durante seis pisos, apenas visteis secciones de escaleras, roca y pequeñas oberturas hacia el lado rokuganí por las que apenas cabría una cabeza y que únicamente servían para ventilar el trayecto hasta lo alto. El séptimo piso era algo diferente, con troneras hacia el sur ocupadas por varios samuráis con los arcos preparados en clara tensión, se notaba que estaban preparados para disparar aunque como vosotros, se notaba que no llevaban demasiado tiempo aquí, pero si lo suficiente para que les hubieran explicado algunos detalles sobre qué debían hacer y que no, pero la gunso no se detenió frente a ellos.

En su lugar continuó subiendo las escaleras hasta el último piso cuando los samuráis apostados lanzaron la primera andanada y algo rompía con estruendo contra la muralla y multitud de cascotes y piedras volaron por toda la sección causando verdaderos estragos entre vuestras filas.

La calma que precedía a la tormenta había terminado.

Pegó un último tirón al equipo de su espalda y lo ajustó para que no se bamboleara con el movimiento antes de, como otros tantos, empezar a seguir al grupo hacia los escalones. Mientras subía el primer tramo de escaleras se ajustó el yelmo, para su verguenza, con algo de torpeza. Estaba más nervioso de lo que habría querido admitir, pero tenía un deber. Eso se repetía una y otra vez, como un mantra: Tenía un deber y tenía que cumplirlo hasta el final. Los escalones se le antojaron durante un momento infinitos, la armadura pesada complicando la subida. Perdió el equilibrio ante el golpe, necesitando apoyarse sobre una mano antes de impulsarse y continuar la subida. No sabía qué había podido golpear la muralla con tanta fuerza... pero supuso que iba a saberlo pronto.

Su respiración bajo el kabuto era pesada: Estaba acostumbrado al ejercicio, sí, pero esto era una situación real. Las tecnicas para controlar la respiración no son tan fáciles de aplicar fuera de la practica. Aún así, no se detuvo, no se permitió ser un estorbo para el grupo. Miró de soslayo a los arqueros del septimo piso, pero no se paró ahí, en su lugar escalando hasta el octavo. Una vez allí alcanzó su tetsubo, apretandolo entre las manos, y se apartó para dejar que los arqueros tomaran la primera linea. No sabía el protocolo, pero al menos esa orden sí la había escuchado.