Partida Rol por web

Todo sucede muy deprisa. El rostro se Geof se contorsiona en una mueca de ira, mientras sus ojos se ponen en blanco. De un salto ágil, impropio de alguien de su condición, se sube a la espalda de Viridius y trata de hacerle caer. No le importa si él mismo recibe daño, está totalmente enajenado.

Resopla con fuerza antes de farfullar.

- No puede subir, no es bienvenido.

Theodora percibió el cambio en el ambiente cuando su compañero había intentando subir para enfrentarse al mago, y notó el movimiento del sirviente. La joven ciega sostuvo con mayor fuerza su bastón, y lanzó un ataque hacia la parte de atrás de la cabeza del hombre, con la intención de hacerlo que soltara al señor Dax y quizás dejarlo inconsciente para poder subir hacia donde se encontraba el mago.

El bastón se movió en las manos de la monje con rapidez, propinando dos golpes certeros en el sirviente. Lo sintió soltarse de la espalda del señor Vax, pero se mantuvo a la expectativa por si debía atacar de nuevo. Lo lamentaba, puesto que el señor Geof había sido amable cuando lo conociera, pero era necesario llegar hasta el mago si querían cambiar el futuro.

Con dos golpes certeros el mayordomo pierde el sentido sin apenas sufrir daño, y Viridius se lo quita de encima como si fuese un abrigo viejo.
Una vez en el suelo comprobáis que se encuentra bien.

Podéis notar como la temperatura desciende varios grados en el interior de la casa. Al final de las escaleras podéis oír unos pasos que se alejan y de pronto todo queda en silencio.

La chica había hecho un trabajo esplendido, sacándole al viejo mayordomo, tenia pasta para ser guardiana de Arcontes, eso sin duda. Seria un buen reemplazo para el viejo Wulgar. Y mucho mas agradable a la vista, eso sin duda.

- Un excelente desempeño, mi querida Señorita. Eso si, para la próxima vez, tal vez sería conveniente que lo deje inconsciente Antes de que suba encima. -

Termino de subir las escaleras con un cierto esfuerzo, ayudado por la baranda, o el bastón.

- A ver viejo Mago. Soy Viridius, Arconte de Atlantis, y vengo a hablar. Es la última ocasión donde seré diplomático. Aparece. Ya sé que estáis aquí!-

La temperatura de la casa sigue descendiendo y la iluminación de la misma comienza a flaquear. Durante unos segundos tenéis la sensación de que os van a engullir las tinieblas.

Sólo una voz rompe el silencio:

- No sois bienvenidos...

Una leve sonrisa se le dibujó en los labios de Theodora ante las palabras del señor Dax. -Lo intentaré.- Dijo, aunque sin hacer más promesas, pues no descartaba que pudieran intentarles tomar por sorpresa, y aunque la joven era rápida, podía no ser suficiente.

Tembló al sentir como la temperatura iba descendiendo, y puso en alerta sus sentidos, intentando percibir donde podría encontrarse el mago, o el ente sin cuerpo al que había escuchado. ¿Quizás estaría dominando al Mago? ¿Habría sido en contra de su voluntad que había llevado a cabo aquel ritual?

En ese caso, ¿quién estaba intentando hacer caer el escudo de Nueva Atlantis? ¿A quien beneficiaría?

- En serio, temperatura y oscuridad… Veo que tienes un gusto por lo teatral. ¿Que sigue, ruido de cadenas y sangre que se desprende de las paredes? ¿Libros que se caen de la bilioteca? ¿Puertas que se abren y cierran? – Dijo sarcásticamente el Arconte y acto seguido, conjuro uno de su conjuros favoritos.

Tras las palabras y pases mágicos de Viridius todo vuelve a la normalidad. El ambiente dentro del edificio deja de ser frío, oscuro y opresivo.

Aún así tenéis la sensación de que algo os vigila, además de notar una leve energía estática flotando en el aire.

- ELLOS SON MIOS. NO PODÉIS EVITARLO- grita una voz que se arrastra con lentitud por las paredes y resuena como si cientos de bocas hablasen creando un sonido envolvente.

Theodora se estremeció ante aquella voz, o más bien voces, que sonaban como si fueran parte de la casa. Incluso aunque el frío había desaparecido, la monje era consciente de la presencia de algo sobrenatural en ese lugar.

-¿Quién eres?- Preguntó ella a la voz, mientras intentaba sentir el entorno, detectar de donde provenía la voz, si había un foco en específico, algún tipo de manifestación contra la cual pudieran ir.

- YO SOY CALIBAN.

Mientras ruge la voz la casa se estremece con un ligero temblor.

- Vosotros no deberíais estar aquí. No he fragmentado mi alma y enviado mi cuerpo al exilio para que frustréis mis planes.

Y todo volvía adonde comenzaba. Así daba gusto. Historias circulares. Dax meneo la cabeza, al tiempo. El joven Viridius Dax se hubiera tomado todo esto muy seriamente, pero a medida que crecía en poder, conocimiento y sobre todo, Edad, el viejo se iba poniendo mas cínico y sarcástico. Si moría, ese seria el final. De modo que ahora se atrevía a decir cosas que de joven arconte no hubiera dicho jamás.

- Tú no sabes donde está tu cuerpo, Caliban. Solo yo sé donde quedaron tus restos. Y no podras dominar el nuevo cuerpo que pretendes. Por que te obligaremos a volver al decrepito anterior. Ya sabemos todo. Ahora ven y confróntame. – Tiro su farol. Miro hacia arriba.
Se sostuvo en su baston. Le molestaba mas subir escaleras que el duelo mágico en si. ¿Por que siempre tenia que haber escaleras últimamente?

Como si fuese una aparición, el alma del mago se deja ver sobre las escaleras.

- Caliban está débil tras dividirse y dominarnos, a Geof y a mi.
>> Su poder ha sobrepasado el mío, cosa que pensé que sería imposible...

Como un simple espejismo la imagen parpadea.

-Yo no preparé el ritual para reencarnarme, poniéndolo todo en peligro, derribando el equilibrio...

Con una mueca de dolor, desaparece.

- ¡CÁLLATE! -grita Caliban y su voz de resuena en el piso superior, antes de soltar una sonora carcajada.

>> No estropearéis mi plan de conseguir un cuerpo nuevo, y empezar de cero sin ser buscado por la justicia. No impediréis que convierta este lugar en un páramo salvaje arrasado por la magia.