Partida Rol por web

En aquél momento, y justo cuando el temblor aumentaba de intensidad, Ander notó una sensación rara. Sentía una especie de frío que se le colaba por la nariz y las orejas, y entonces le empezó a doler la cabeza, como cuando estaba acatarrado y tenía fiebre.

Mientras el temblor aumentaba, John volvió a sentir una punzada de dolor en la cabeza. Era como si le clavaran agujas en el cerebro, y unas extrañas chispas rojas aparecían y desaparecían frente a sus ojos.

- No... no me encuentro muy bien - dijo llevándose la mano a la cabeza. ¿Qué estaba pasando? Ander miró a un lado y a otro. ¿Nunca conseguirían salir de alli?

-¿Annette..? ¿Que Annette es un qué? -las preguntas se me agolpaban más rápido de lo que yo podía decirlas. Ahora hablaban de la otra niña que habíamos encontrado. No entendía la última palabra, pero lo de "Annette es UN..." me quedó claro.

-Chicos, Kolda está tratando de avisarnos sobre ella. Era un mensaje tan importante que en vez de hablar de sí mismas y de si estaban bien, gastaron su energía en avisarnos contra la niña nueva. Y también en comprobar si nosotros éramos reales con la pregunta de la serpiente, así que... Annette no lo es. ¡Maldita sea! A mí ya no me daba buena espin...

Paré la frase en seco al escuchar el lamento de Ander. 

-¿Que no te encuentras bien? ¿Qué ocurre? ¿te duele algo? -bufff, lo que les faltaba ahora era que alguien cayese enfermo o herido. Ojalá tan solo fuese el miedo, ojalá...

Justo cuando Melhi está revelando información importante, o eso cree, la conexión entre las dos hadas buenas se pierde. A la vez, puede notar un temblor a sus pies. Se sujeta tan fuerte como puede a cualquier cosa que parezca resistente y robusta. No quiere caerse al suelo.

Tienen que salir de ahí. Cueste lo que cueste.

-¡Os dije que no me fiaba! ¡Y también que esta puerta era una trampa! No me creísteis y ahora estamos atrapados y no podemos reunirnos. ¡Y ahora Ander se encuentra mal!

—Ander seguramente esté sólo  un poco mareado, ¿verdad, Ander? — dije, tratando de tranquilizar a la gente.

No estaba del todo seguro de que fuera un simple mareo... ya no me fiaba de nada en este lugar. Pero, por lo menos, esperaba y cruzaba dedos por ello.

—Y Anette — añadí, pero para eso no se me ocurría ninguna solución —. Bueno... no volveremos a caer en la trampa si vemos algún otro niño por aquí...

Sin embargo, ya no sólo me preocupaba que Anette fuera... algo que no sabemos, ni que Ander se encontrara mal... me empezaba a preocupar también que se intensificara tanto el temblor. ¿Qué estaba pasando?

—Melhi, ¿no puedes contactar de nuevo con Kolda, verdad? Deberíamos seguir avanzando cuando termine este temblor, chicos...

Ander cayó de rodillas al suelo. Estaba un poco mareado por el dolor de cabeza. Trataba de sonreír pero al hacerlo surgía en su rostro una mueca rara, debido a los pinchazos de dolor. 

- Si, no pasa nada. Puedo seguir...

John también tenia una mano en la cabeza, y se había agachado junto a una de las paredes, con los ojos cerrados muy fuerte.

—Nnnngh —parecía estarlo pasando también mal, incluso más que Ander—. Hay algo que... no va bien...

Apretó los dientes y se aferró la cabeza con las dos manos.

La alternativa de Robert de seguir avanzando cuando el temblor acabara parecía la única que tenían... pero el temblor no acabó. Al contrario, su intensidad creció hasta que los chicos no pudieron mantenerse apenas en pie sobre la rejilla metálica del rellano en el que estaban. Las linternas volvieron a parpadear, mientras del techo caía un fino polvillo rojo, las barandillas de metal gemían y las paredes de ladrillo empezaban a crujir. ¿Es que iba a derrumbarse todo?

Entonces sucedió. Algunos de ellos gritaron cuando la superficie sobre la que estaban cedió violentamente con un chirrido. Se soltó y quedó colgando, mientras los tramos de escalera que tenían debajo caían a la oscuridad. ¡Tenían que agarrarse a algo o ellos caerían también!

Al notar el suelo quebrarse bajo mis pies, abrí mucho los ojos y di un salto por puro acto de reflejo.

Ni siquiera tuve tiempo de pensarlo... fue todo en milésimas de segundo. Lo que no sabía era si lograría evitar caer... si podría agarrarme a algo o si caería a la oscuridad. Pero... por favor, que no fuera eso último. A saber qué diablos había ahí abajo. ¡Sólo se veía oscuridad! Quizás incluso no hubiera nada... sólo un abismo infinito...

En estos momentos, agradezco que, en situaciones límite, el cuerpo sea el que actúe sin necesidad de que el cerebro haga lo más mínimo.

-¡¡UUUUAAAAAAHHHHHH.....!! -estaba tan preocupada porque Ander y más gente se encontraba mal de pronto, que la caída me pilló desprevenida.

El temblor fue potente, y quise agarrarme a algo, pero... ¿a qué? No había... No sabía... ¡Venga, Jess, céntrate!

El mínimo tiempo que puede ser el comenzar a caer en el vacío, solo me dio para cerrar los ojos. Pensé en un pájaro, en sus alas. Unas alas blancas y grandes, como en esa foto del libro de Literatura, la leyenda de Ícaro. Ícaro y su padre querían escapar de una isla, y construyeron unas alas con plumas y cera. Pero Ícaro era tan curioso y prepotente que quiso acercarse al sol, que derritió sus alas haciéndole caer al mar.

La historia mitogólica.. Ah, no... ¡mitológica! me gustó tanto que me imaginé cómo sería el poder volar con alas, como Pegaso o un pájaro.

Ahora sí las necesitaba... ¡Ahora quería alas! ¡Volar, volar, volar! ¡Unas alas grandes con las que pueda volar y salvar a mis amigos!

El temblor sigue y sigue y se va haciendo cada vez más fuerte. Se hace tan fuerte que acaba cayendo de culo al suelo de rejilla en el que están.

-¡AAAAHHHHH!

Comienza a gritar de nuevo, asustada. Y es que que todo tiemble tanto como para que no se pueda estar de pie es algo muy aterrador. Pero eso no es lo pero. No, lo peor viene cuando todo comienza a caerse al vacío. Un momento. ¿¡Vacío!? ¿¡Desde cuando hay un vacío bajo sus pies!?

-¡¡VAMOS A MORIR!! - grita a pleno pulmón antes de que se desplome todo.

Cierra los ojos, deseando que ocurra un milagro. Quizá hay un suelo de cristal que evite la caída o una nube voladora mágica, como la de esos dibujos japoneses que hay por la tele. Algo así. Algo que les salve de morir. Porque ella no quiere acabar en el vacío y desaparecer.

-¡¡AAAAHHHH!!

El terremoto no sólo no paró, si no que se hizo más intenso. Las barandillas crujieron y finalmente se rompieron bajo los pies de Siobhan. Abajo todo estaba negro, y a la niña se le hizo un nudo en la garganta. No quería caer a la oscuridad...

Apretó los dientes con fuerza, mientras miraba alrededor para buscar algo a lo que agarrarse. ¿Tal vez la escalera, un poco más arriba? Pero no tendría tiempo. El rellano en el que estaban iba a caerse muy deprisa. Entonces recordó el poder que tenía Jess, sabía que su amiga intentaría utilizarlo en una situación así. Se concentró con todas sus fuerzas para que también la sirviese a ella y se preparó para impulsarse en el aire y aferrarse a la parte de escalera que no se estaba rompiendo.

Justo cuando las escaleras terminaron de romperse y los chicos sintieron el inexorable tirón de la gravedad bajo sus pies, un ventarrón fuerte como una tormenta subió desde la negrura. Se arremolinó bajo los pies de Kate y Siobhan como si fuera una nube casi sólida, y a la espalda de Jess de forma que le infló la chaqueta que llevaba como si tuviera debajo una mochila. Eran sensaciones muy raras... pero les dieron tiempo para poder agarrarse a los restos de la escalera o las rejillas que quedaban ancladas a la pared, para evitar caerse.

Robert, por su parte, se había apresurado a cogerse de una de las barandillas que aún eran sólidas, y se quedó colgando sobre el abismo. Menos mal que le gustaba tanto hacer deporte... quizá aquellos reflejos le habían salvado la vida.

Pero John y Ander no fueron tan rápidos. Quizá se habían quedado paralizados por el temor, o quizá el dolor de cabeza que tenían les había impedido reaccionar... pero ambos cayeron como dos frutas maduras y se perdieron en la negrura. Sus compañeros les perdieron de vista enseguida. No se oyó ningún grito, ni ningún ruido de impacto. Simplemente, desaparecieron...

No podían creerlo... ¡Habían perdido a Ander y John! ¿Estarían heridos? O peor aún... ¡No, era mejor no pensar en aquello! Ese no era un mundo normal, no era el mundo real. Se los habían llevado, y si se los habían llevado podrían rescatarlos.

Pero primero tenían que preocuparse por sí mismos. Ellos cuatro seguían juntos, y continuaban en peligro. El terremoto había bajado de intensidad hasta cesar por completo, pero todavía colgaban de unos hierros oxidados sobre un abismo negro. Debían moverse y ponerse a salvo cuanto antes. ¿Hacia arriba? ¿O por las puertas? Porque saltar al vacío no parecía la mejor de las ideas...

Melhi revoloteaba de un lado a otro, histérica. No había podido hacer nada cuando Ander y John habían caído al agujero bajo sus pies, nada salvo gritar sus nombres.

—¡Oh, no! —lloraba desconsolada—. ¡No, no, no! ¡Esto es horrible!

Se tiró encima de uno de los escalones que no habían caído, enterró el rostro entre las manos y siguió sollozando, mientras los pequeños hombros le temblaban. No había podido hacer nada para evitar que continuaran separándoles...

-¡Aaaggghhh! -apenas podía ver quién estaba conmigo. Me quedé agarrada a los hierrajos, haciendo fuerza con las manos para encontrar una postura más cómoda y no caerme. 

No pude evitar mirar moviendo solo la cabeza los resultados de ese terremoto concentrado. ¡Ander y John no estaban! Justo los que se sintieron mal antes de que todo pasase.

-¿¿ANDER?? ¿¿JOHN?? ¿ESTÁIS AHÍ? -les grité, por si podían oírme. Ya daba igual si nos escuchaba algún bicho más, estaba claro que ya sabía que estábamos ahí-. ¿Los demás estáis bien? -pregunté a los que me acompañaban, y esperé la respuesta (o no) de mi pregunta a Ander y John para pensar qué hacer. ¡Quizás estuviesen heridos! 

Siobhan gruñía mientras se impulsaba hacia arriba con los brazos. Por suerte, era una niña muy activa y fuerte para su edad, así que consiguió subirse al tramo de escalera al que se había agarrado para no caer. Se quedó un momento de pie allí, asegurándose de que no temblaba ni estaba a punto de desprenderse también. Cuando se sintió segura, miró al vacío. Reprimió las ganas de dar un puñetazo en la pared.

—¡Mierda! —gritó. Estaba diciendo muchas palabrotas esa noche... pero mamá no estaba, y necesitaba desahogarse. Aquello era horrible. Pero tenían que pensar en los que seguían ahí—. Yo estoy bien, creo... ¡Kate, Robert! Esperad, iré a ayudaros...

Quedaban todavía algunos hierros retorcidos del rellano que se había derrumbado. Siobhan avanzó con cuidado por ellos, agarrándose a todo lo que podía, para tratar de llegar hasta sus otros compañeros y ayudarlos a subir.