Partida Rol por web

Está devanándose los sesos pensando en cómo llegar a las ventanas para salir de ahí cuando la puerta se abre de pronto y deja paso a la negrura absoluta. Y entonces, Zaina lanza el mechero, su mejor arma, a la negrura absoluta para iluminarla. Pero sus temores son otros.

-¿Y si lo que sea que hubiese dentro ha salido? ¿Y si es invisible? O un monstruo de esos que no se ven hasta que no quieren dejarse ver. Hay muchas pelis así, ¿no? Muchos monstruos que se encogen en escondites secretos y nos espían. 

Mira alrededor, como esperando ver algo fuera de lo común.

Miré el petardo volar al interior de la sala a cámara lenta. Aún no podía comprender en qué sentido delatar que estábamos aquí era beneficioso para nosotros. A mi modo de ver, era como zarandear un trozo de carne delante de toda una jauría de lobos.

—Zaina...

No continué... no merecía la pena perder tiempo en eso.

—Vámonos de aquí, donde sea — dije, apoyando a John —. No quiero quedarme esperando a que vengan todos los malos a tratar de pelear con nosotros...

Y, en ese momento, decidí avanzar hacia la puerta que se había abierto. ¿Por qué esa? Pues... porque ya que Zaina había lanzado el petardo, en el momento en el que explotara me diría si debía volver corriendo hacia atrás antes de que me intentaran zampar, o si habíamos elegido bien. Si había algún monstruo, lo sabríamos pronto...

-Si hay algo que no le gusta a la oscuridad, es la luz. Zaina, con tu mechero voy a encender este trasto-me refería a la lámpara de cristal-e iluminaré el camino. Si entramos por la puerta que dice Robert, lo llevaremos delante. Será nuestro escudo.

A mí no me gustaba la oscuridad. Nunca lo hizo. Mamá sabía cómo calmarme cuando me ponía a llorar si me apagaban las luces, y ahora ya era más mayor, pero seguía poniéndome nerviosa. Sentir una acariciante y tranquilizadora luz siempre me calmaba, y esta vez no era una excepción.

Era como un escudo, sí, que me protegía de todo lo malo que la oscuridad esconde. Donde hay luz, no podían pasar cosas malas... ¿o sí? Cerré los ojos un instante, creyendo que realmente la luz sería nuestra aliada.

¡BANG!

El sonido de la explosión retumbó en toda la sala, haciendo eco. El grupo oyó un gritito, y enseguida se dieron cuenta de que la detonación había asustado a Anette, que se había escondido otra vez bajo las mantas raídas.

La luz del petardo había iluminado por un momento lo que había en la otra estancia, y parecía ser una escalera que subía, con una barandilla de hierro. Si estaban aún en algo parecido a un sótano, podía ser una buena idea seguir subiendo. Aparte de eso, no se había visto nada más, ni monstruos, ni Hadas, ni nada que pareciese amenazador. Sólo la oscuridad, que volvió en cuanto el destello del petardo se extinguió.

Jess trató de encender el quinqué que había encontrado... o que había sacado de su gorra... con el mechero de Zaina. Pero el mechero no se encendió, la niña rubia sólo consiguió sacarle chispas.

Kolda se había acercado a Jess mientras avanzaban hacia la puerta, y pudo ver que no conseguía que el mechero prendiese.

—Estupendo —masculló—. Teníamos cerillas, ¿no? Y las linternas todavía funcionarán, o eso espero. No me extrañaría que...

Pero dejó la frase sin terminar, como si sospechase algo que no quisiera decir en voz alta.

Mientras Robert se acercaba al umbral, Melhi se asomó por el hueco de la puerta, con prudencia, y miró hacia arriba. Con la tenue luz que ella misma producía, pudo observar lo que les esperaba por aquél camino.

—Es una escalera —confirmó—. Sube y luego da la vuelta sobre sí misma varias veces... parece como si tuviera varios rellanos. ¿Subimos por aquí o abrimos primero la otra puerta para ver lo que hay?

Se encoje cuando escucha el estallido del petardo. La luz que ha aparecido por un momento, ha mostrado una escalera de caracol que va subiendo poco a poco hasta el infinito. Y parece que las sorpresas no acaban ahí. El mechero de Zaina se ha apagado para siempre y solo salen chispas. Y delante de ellos solo hay una negrura muy negra. 

Mira hacia la otra puerta que pueden probar. Si están en un sótano, no puede llevar a la salida. Pero también es cierto que la otra puerta se ha abierto como queriendo que entren ahí.

-Creo... creo que es una trampa... Se ha abierto porque sí. Quieren que entremos.

Kolda se asomó también a la puerta, junto a Melhi. Al mirar hacia arriba, tragó saliva.

—No me gusta —murmuró—. La última vez que subísteis por una escalera así, acabó por no ser buena idea...

Se estaba acordando de lo que había ocurrido el año pasado en la cabaña del bosque.

—Aunque... esta no es la misma situación. Pero no sé... algo me da mala espina...

-Fue una MUY buena idea. Si no hubiésemos subido no te hubiésemos podido liberar. Y a los demás niños tampoco-. dijo con vehemencia.

Ander no quería seguir dándole vueltas al asunto, ¿acaso no se acordaban de que les seguían los talones?

- Mi madre siempre dice: "Un viaje de un millon de millones de kilometricos, empieza por un simple paso" - se rascó la barbilla - bueno, más o menos es así. 

—Vayamos por aquí — dije, cruzando de una vez por todas el umbral —. ¿Escuchasteis el ruido de antes, verdad? Si no era aquí, era en la otra sala. No creo que sea buena idea abrirla por si acaso...

En ese momento, alumbré la escalera, tragué saliva y...

—Bien, ¡subamos!

-¡Venga, adelante!- no había más. Quizás estaban haciendo el tonto y allá arriba lo que había era una salida. No lo sabrían si no iban, como decía la mamá de Ander.

Era como lo mío con la verdura. A la abuela le costó mucho que la probase, porque no sé... No me tenía una pinta apetitosa. Y me desarmó todos los razonamientos en contra con un simple "¿Y cómo sabes que no te gusta, si no la has probado? Pruébala al menos, y después opina con motivo".

Y estaba en lo cierto... Me gustó.

Aquí igual. Si no íbamos, no sabremos lo que hay arriba. Cierto que nos abrieron la puerta, pero somos muchos y estamos preparados. Quizás nos la abrió alguien que quiere ayudarnos... Mejor pensar eso.

El grupo estaba muy decidido a salir de allí lo más rápido posible, y la escalera les parecía tan buena vía como cualquier otra. Zaina trató de aliviar las dudas de Kolda, mientras Ander, Robert y Jess abrían la marcha. Empezaron a subir la escalera, que era de metal roñoso y sucio. Y chirriaba bajo el peso de los chicos. Pero no parecía haber nada amenazador allí.

Fueron ascendiendo, pasito a pasito, hasta llegar al primer rellano. No había accesos ni puertas o ventanas de ningún tipo, sólo la escalera, que continuaba subiendo en la oscuridad.

Las Hadas buenas iban justo detrás de los tres pequeños que abrían la marcha. Cuando llegaron al primer rellano, Kolda se volvió para ver si Zaina, Kate, Siobhan y John les seguían.

—No nos separemos demasiado... —dijo, nerviosa aún.

Entonces se le ocurrió algo.

—Oye... ¿qué hacemos con la niña nueva? —preguntó, refiriéndose a Anette— ¿La dejamos ahí sin más...?

Justo cuando Kolda terminó de decir aquello, Jess pudo oír una risa. Fue muy breve, y sonaba muy lejana por encima de sus cabezas. Pero estaba segura de que la había oído.

Justo cuando Kolda terminó de decir aquello, Ander pudo oír una risa. Fue muy breve, y sonaba muy lejana por encima de sus cabezas. Pero estaba seguro de que la había oído.

Yo avanzaba sacando fuerzas de flaqueza, intentando que no se me notase el miedo, porque la oscuridad seguía dándome mucho repelús.

Cada escalón se me hacía un mundo, y los latidos del corazón en mi cabeza se oían como cañonazos continuos.

Pero a pesar de ello, por encima de mi y de mi corazón un sonido inesperado me hizo agudizar la oreja.

Sí. Un momento... ¿Eso que oí no fue...?

Con el ceño fruncido por la duda, y aún titubeante, decidí decírselo a los demás.

-¡Quietos todos! He oído una risa. Una risa que viene de arriba. No sé si alguien más la oyó, pero estoy segura de que lo era... Algo nos espera. Si seguimos, preparáos con todo lo que podáis.

Ahora era tontería volver atrás, porque ya habíamos previsto que algo estaría arriba. La risa lo único que hizo es confirmarlo. Pero tenía que decírselo a los demás antes de seguir. Quizás alguno hubiese escuchado otra cosa.

Zaina, con la baraja en la mano, les había seguido, pero no se había fijado en si Annete le había acompañado o no. Cuando Kolda lo hizo notar, la niña giró la cabeza. Parecía confusa, sin saber muy bien que hacer con aquella chiquilla atemorizada.
–Voy a por ella– respondió bajando las escaleras de dos en dos. Intentaría convencerla de buenas maneras, como había convencido a Melhi...aunque como Ander sabía por propia experiencia, era muy capaz de ser muy bruta si creía que hacía falta. Con decisión, se acercó a Annete de nuevo.
–Oye Annete, ven con nosotros. Estarás más segura que sola, sobre todo aquí...– la niña le ofreció la mano, y sonrío intentando parecer amigable. Los dientes blancos contrastaban con su oscura tez–. Pronto saldremos de aquí, y verás como vuelves a casa. Mi familia recorre todo Canadá ¡A veces hasta vamos a Estados Unidos! Seguro que no les importa acercarte. Será divertido. Verás.

¡Quietos todos!

Y yo más que quieto que me quedé. Quizá demasiado brusco, sin dar tiempo a los que venían detrás mía a reaccionar. Estaba un poco nervioso, y el aviso tan repentino de Jess fue el chispazo necesario como para que mis reflejos actuasen de repente, como si mi vida corriera peligro. Bueno... y es que la verdad era que lo corría...

—¿U-una risa?

Sí, tarde o temprano tenía que pasar... demasiado habían tardado este momento.

—¿Serán las hadas? — pregunté finalmente, por si Jess podía reconocer el timbre de la risa con el de aquellas cosas pesadas que nos habían estado persiguiendo hasta ahora —. ¿O es algo nuevo?

Por si acaso, miré a la oscuridad que había al fondo de la escalera. Luego cogí con firmeza mi espada de juguete y... traté de forzar la mirada. Era demasiado oscuro, si algo venía de ahí... lo veríamos justo cuando lo tuviéramos casi encima. Había que estar preparado.

- Yo también la he oído - dijo Ander en voz baja. - ¿Pero venía de delante, o de detrás? ¿O de arriba?