Partida Rol por web

El vaso que sostenía en la mano, que aún tenía un sorbo de agua, cayó sobre mi cama, cuando dejé de apretarlo, en un súbito ataque de pánico inmovilizante.

No sabía qué hacer, no sabía a quién llamar. Podía avisar a los abuelos, pero.. me daba miedo salir sola de mi cuarto, con todos esos bichos mirándome. Y ellos.. ¿las verían? Ya estaba cansada de que me llamasen loca por lo que pasó el verano pasado. Nadie lo dijo, pero sé que todos lo pensaron..

Con un hilo de voz, comencé a llamar..

-¿A...abuela? ¿Abuela? ¡¡ABUELAAA!!

El hilo de voz se convirtió en un grito. Si nadie en casa se movía, yo misma iría a despertarles.

Jess gritó llamando a su abuela, hasta casi quedarse sin voz. Pero nadie acudió. La niña rubia tenía los ojos fijos en el exterior, en aquél enjambre de lucecitas que flotaban a lo lejos como en medio de una danza macabra. Había cientos, quizá miles... ¿Cómo era posible? Las Hadas eran reales, ella lo sabía bien. Pero no podían salir del bosque...

La niña se levantó temblorosa de la cama. Su abuela no había ido a su cuarto, así que tendría que salir ella misma a buscarla. Según salía a toda prisa de su habitación, recordó las palabras del Hada que habían encontrado en el río.

- Ya no hace falta que nos sigáis... -había dicho.

Jess se quedó aterrorizada al darse cuenta del sentido de aquella frase. Ahora las Hadas podían ir a donde ellos se encontraban, ya no estaban a salvo en ningún sitio.

La niña llegó a la habitación de sus abuelos, pero justo antes de entrar tuvo un presentimiento horrible. Abrió la puerta y para su desgracia, aquella corazonada se confirmó. El cuarto estaba vacío y a oscuras, la cama estaba perfectamente hecha. Los abuelos no estaban allí.

Ví su cama, ví su armario.. todo estaba sin tocar, como si ellos nunca hubiesen estado allí. La sensación de soledad que me invadió fue demasiado grande. ¿Qué iba a hacer? ¿Qué podía hacer?

-¡Cálmate! -murmuré para mí misma-. Ellas quieren que pierdas los nervios, quieren verte asustada, quieren verte llorar.. No lo van a conseguir..

Recordé que había vecinos, pero tendría que salir de casa, y ellas estaban fuera.. ¿Y si llamase por teléfono?

Me dirigí al aparato del pasillo, no muy lejos de donde estaba, porque el abuelo instaló uno cerca de los dormitorios por si alguien llamaba de noche. Cogí el auricular, y busqué en la agendita que la abuela tenía cerca también. Cuántas veces le había hecho yo dibujitos, y ella venga a reñirme que no lo hiciese, que estaba ahí para apuntar teléfonos, y que algún día podría hacer falta..

-Sí, abuela.. ¡Qué razón tenías! -le contesté en voz alta sin darme cuenta, reviviendo la escena a la vez que buscaba el número de teléfono-.. Hoy es ese día.

Encontré el número de la casa de Siobhan, y el de la comisaría de policía. Se me había ocurrido llamar al 911, el número de emergencias que nos enseñan en el cole y en la tele, pero seguro que me tomarían por loca.

Llamaré a Siobhan. Seguro que ella también las ve.. Y si no, las avisaré.

Jessica marcó a toda prisa el número de Siobhan, pero tras los tonos de llamada, no escuchó nada más. O Siobhan no lo oía sonar en su casa, o no estaba allí.

Un relámpago iluminó la habitación, sobresaltando a la niña rubia. El auricular casi se le cayó de la mano, pero logró retenerlo. Tal vez sólo fueran imaginaciones suyas... pero le había parecido oír una risita aguda y burlona proveniente de la ventana.

Sin embargo, cuando miró, no había nada al otro lado...

Se burlaban.. Se burlaban de mí. Me rodeaban y sabían que tenía miedo.. Y eso no iba a permitirlo.

-Sé que estáis ahí -les dije-. ¡Vamos, cobardes! ¿Qué queréis? No os hicimos daño, ni queremos nada de vosotras.. ¡Solo dejadnos en paz!

Y tras vacilar un segundo, hice la pregunta que más me temía de todas..

-¿Qué habéis hecho con mis abuelos?

Estaba segura de que habían sido ellas, se los habían llevado, o hecho desaparecer, o.. lo que fuese. No quería mostrar miedo, pero estaba muy asustada. Por ellos. Por lo que les harían, si era cierto que los tenían..

Abuela.. Abuelo..

Por toda respuesta, lo único que Jess obtuvo fue una retahíla de risas dementes y empezaron a oírse golpes en las paredes. Ahora que las había visto, las Hadas parecían haber decidido dejarse de sutilezas y atacar en masa. La niña empezó a notar una sensación de urgencia que crecía en su interior, agobiándola. Parecía hacer incluso más frío de lo normal en una noche de verano...

A los pocos segundos de aquello, pudo oír con claridad cómo se rompía un cristal en alguna parte de la casa. Habían conseguido entrar.

Sentí que mi cuerpo se tensaba con solo escuchar esa risita malvada. Aún me preguntaba cómo me podçian haber gustado esas criaturas, hasta hace poco..

Eso quedaba ya tan lejano..

Ahora estábamos de nuevo enfrentándonos, y yo no pensaba quedarme atrás. Ya había intentado razonar con ellas por suficiente tiempo, la rabia comenzó a consumirme.

-¡¡Vosotras lo habéis querido, panda de moscardones pijos!! Si queréis guerra, la váis a tener..

Corrí hasta el extremo del pasillo, donde no había más que pared a mis espaldas, y podía ver todo lo que viniese de frente, y hacia allí me situé.

Notaba que mi corazón iba a mil por hora,y agaché la cabeza, concentrándome en aquel chorro de viento tan potente que en su momento hizo temblar un bosque entero.

-¡¡Venid a mí, cobardes bichos asquerozos!! ¿O acaso no os atrevéis?

Ningún Hada apareció en el pasillo, aunque Jess pudo oír un ruido terrible, como un vendaval que azotara la casa entera. ¿Era un huracán o realmente había ahí fuera tantas de esas Hadas como para causar ese tumulto? En cualquier caso, no pensaba huir. Ya había visto que el miedo sólo fortalecía a esas asquerosas criaturas revoloteantes, y ella ya las había derrotado una vez junto a sus compañeros.

Las Hadas también parecían recordarlo, porque ninguna de ellas se dejó ver. ¿Qué estarían tramando? Jessica sólo podía oír sus risitas en las habitaciones, rodeándola. Sabía que estaban dentro de la casa, por todas partes. La acechaban, esperando quizá a que fuera ella la que se moviese. Todo estaba ahora en relativa calma, pero la atmósfera podía cortarse con un cuchillo...

Sentía sus ojillos clavándose en mí, pendientes de mis movimientos.

-¿¿Vamos, es que ninguna se atreve a salir?? -volví a retarlas. No pensaba desanimarme, ni dar nada por perdido. Estaba dispuesta a enfrentarme. Si querían verme llorando, estaban muy equivocadas.

-Os vencimos una vez, y vamos a volver a hacerlo. Voy a salir de esta casa, lo queráis o no. Y como alguna se atreva a atacarme, será hada muerta. Estáis avisadas.

Di un paso hacia las escaleras, pendiente de mi alrededor. Había convocado al viento, y sentía el poder fluyendo en mí. Me concentré en cada paso que daba, quería crear una barrera de viento a mi alrededor. No sabía si podría, pero me sentía a salvo intentándolo. Tal vez un torbellino, como los del Demonio de Tasmania en los dibujos, algo así. Si ellas me atacaban, serían absorbidas.

Sí, eso es.. ¡¡Un torbellino a mi alrededor!!, pensé..

Las amenazas de Jess parecieron surtir efecto, porque aunque las Hadas siguieron sin dejarse ver, sus risitas burlonas también enmudecieron en el acto. Lo único que podía oírse ahora era la lluvia y los aleteos de aquellas criaturas blancas...

La niña rubia caminó poco a poco hacia las escaleras, mientras el tiempo parecía ir cada vez más despacio... Nada la detuvo. ¿Se atrevería a lanzarse al exterior de la casa?

Me preparé para salir, decidida. No iban a pararme, eso jamás. Tenía que ir a casa de Siobhan, o de Zai. Teníamos que encontrarnos, y entonces ya no estaría sola.

Y para eso tenía que salir de casa. A la de YA.

-¡¡Como os atreváis a poneros en mi camino, os fulminaré!!-dije, envalentonada porque mis amenazas parecían darles miedo, o al menos hacerlas dudar.

Me preparé para crear el torbellino, en caso de que una sola de ellas asomase un trozo de ala donde yo pudiese verla, y me dirigí a las escaleras.

No corría, pues sabía que si lo hacía ellas se abalanzarían sobre mí como un enjambre. Caminé despacio, sin dejar de mirar atrás con furia a cada paso, como cuando jugamos al "un, dos, tres, toca la pared", y espero verlas quietas tras de mí cuando me giro.

Poco a poco, llego a las escaleras, la puerta está cerca.

Las amenazas de Jess parecieron surtir efecto. Ninguna de las Hadas la siguió, aunque la niña rubia podía sentir sus miradas clavadas en ella. Probablemente, habrían ignorado lo que fuera que cualquier otro niño les hubiera dicho, haciendo caso omiso de sus palabras... pero no de las de Jess. Sabían bien de lo que era capaz.

Según se fue moviendo, oyó aleteos. Las Hadas la seguían con cautela, sin atacarla. De algún modo, parecía que simplemente la estuvieran vigilando. Poco a poco, Jess llegó hasta las cercanías de la puerta. Podía alcanzarla con el brazo y abrirla si deseaba salir.

Tan enfadada iba, y tan cautelosa de lo que me rodeaba, que cuando quise darme cuenta ya estaba junto a la puerta.. ¡y vaya si saldría!

Agarré el pomo con una mano, y antes de abrir, me giré de nuevo hacia los bichos.

-¡Como alguna me siga, es hada muerta!

Y dicho esto, salí de casa y cerré la puerta velozmente tras de mí. Me parecía oír la voz de la abuela desde dentro diciéndome que no diese portazos, pero no.. Es sólo mi recuerdo, pensé tristemente.

Si perder un instante más, eché a correr hacia donde sabía que Zaina y su familia habían aparcado las caravanas. ¿También la habrían atacado a ella? No quería ni pensarlo. Siobhan.. Seguro que también a ella.

¡Espero que no les haya pasado nada, y podamos juntarnos las tres y acabar con estos bichos ya mismo!

Jessica corrió todo lo que pudo, sin querer mirar atrás para ver si alguna de las Hadas la había seguido. De todas formas, no necesitaba hacerlo... casi podía sentir su presencia, detrás de ella, incansables.

Al cabo de unos minutos, empezó a cansarse, a pesar del frío que hacía. Seguía siendo sólo una niña, y ese esfuerzo era bastante intenso. A pesar de ello, finalmente consiguió distinguir a lo lejos las caravanas de los gitanos.

Verlas me dio fuerzas para seguir un poco más.

Cada vez estaba más y más cerca, pero.. una idea inquietante empezó a abrirse paso en mi cabeza: si a mí me habían atacado.. es más que probable que a las demás también.

Frené en seco.

Parecía que ninguna me seguía, y sin embargo no terminaba de fiarme. Me escondí detrás de un árbol, en la oscuridad, y vigílé el campamento gitano, a ver si veía algo anormal antes de acercarme.

¡Ojalá a Zaina no le hayan hecho nada!

A salvo ya de las Hadas, que efectivamente se habían quedado atrás, Jess vigiló las caravanas. De alguna forma, no estaba tranquila porque sabía que seguía en peligro, pero al menos aquello era un respiro. La única amenaza seria ahora, era aquél terrible, aquél lacerante frío...

Estuvo algunos segundos mirando con atención las caravanas. De la ventanilla de una de ellas pudo ver incluso que salía una tenue luz. ¿Más Hadas...? Según se preguntaba aquello, la luz se apagó y la puerta del vehículo se abrió. Una forma oscura, ataviada con un abrigo que a todas luces le quedaba grande, salió con cuidado. Tenía la estatura de un niño, y se movía con cuidado, como si quisiera pasar inadvertido. No hizo ningún movimiento extraño, aunque parecía hablar con alguien a quien Jess no podía ver, y estaba demasiado lejos para escuchar la conversación...

De todo lo que esperaba encontrarme, eso era lo último..

-Pe... ¿¡pero qué demonios es eso!? , susurré, titubeante. Y enseguida me tapé la boca, al darme cuenta de que había hablado bajito.

Volví a mirar a mi alrededor, para asegurarme de que nadie me había escuchado, y seguí mirando.

Parecía algún niño que había entrado en una de las caravanas. Puede que intentase robar algo.. Me quedé esperando, a ver qué hacía. Si intentaba hacer algo malo, iría a por él, o alertaría a los demás gitanos.

Pero él era el menor de mis problemas.. ¿dónde estaría Zaina?

Jess decidió esperar para ver las intenciones del pequeño que había salido de la caravana. Al menos, ahora sabía que no estaba sola... pero no sabía si podía fiarse de ese chico.

De súbito, el niño se volvió hacia ella y levantó algo que brilló reflejando las lejanas luces del pueblo. Parecía un objeto metálico. Se aproximó a ella poco a poco, y de repente se quedó parado. Luego echó a correr en su dirección, quitándose la capucha. Una mata de pelo negro y ensortijado apareció como por ensalmo. ¡Era Zaina!

Me sorprendió verla con ese aspecto, pero me alegré tanto, que olvidé el silencio que hasta ahora había guardado para que no me encontrasen..

-¡Zaina! -la llamé, y cuando me dí cuenta de mi grito, me tapé la boca con las manos, como si pudiese pararlo inmediatamente de ese modo.

Le hice señas para que se acercase, porque yo estaba muy bien escondida.

-Me alegro tanto de verte.. ¡Se han llevado a mis abuelos! ¡Las hadas se han llevado a mis abuelos! Me enfrenté a ellas, pero.. No fue suficiente.. -dije, y noté que salía en lágrimas toda la pena y el miedo que no me había permitido tener antes.. -¿Qué vamos a hacer? Sniff, sniff.. ¿Y por qué estás vestida así?

Cuando Zaina vio moverse algo con cuidado apuntó con el rifle...pero era Jess, Jess que la llamaba con señas y un inorpotuno grito.La niña corrió hasta llegar a ella y la abrazó con fuerza y con cuidado de no aplastar el bolso ni el arma.

-Jess...iba a buscarte—dijo la niña con lágrimas asomando por los ojos. Se han llevado a mi familia también... me amenazaron... así que me puse el chubasquero de mi tío y cogí cosas para defendernos. explicó señalando la maltrecha y poco amenazadora escopeta. Dispara balines pero como las hadas son pequeñas...además he cogido mas cosas dijo enseñando a Jess el contenido del bolso donde se arrebujaban petardos,una linterna,mechero y una manta envolviendo una botella de agua....y una pequeña hada asustada y tímida que Jess conocía tan bien como Zaina. La niña simplemente añadió "Kolda" pero sus ojos decían que no preguntase nada. Zaina volvió a abrazar a Jess como un animalillo asustado. A pesar de la valentía con la que había salido,la aterrorizaba estar sola; encontrar a la niña había sido un alivio.