Partida Rol por web

-No lo sé... yo iba a la Iglesia.- comienza April mirando al cura. -No tenía que pasarme nada. Me dormí en cuanto abrieron la puerta, sólo intentaba cruzar la calle. No lo sé, no sé qué me han hecho. No puedo estar muerta.- dice esto último con un hilo de voz, mirando ahora al suelo, impotente, incapaz. Michelle puede ver su mente porque es su propia mente en un tiempo pasado. ¿Qué, sino la muerte, me ha ocurrido? ¿Acaso es posible explicarlo de otra manera?

-Creo que April estaba dormida cuando se lo hicieron.- interviene de repente el cura. -No recuerda nada de la... agresión. Ella es una chica especial. Puede hacer cosas especiales en el nombre de Dios. April podía curar a los enfermos, podía hacer que nuestro alma se iluminase. Pero Dios nos pone a prueba haciéndonos perder cosas importantes. Creo que debieron atacarla fanáticos religiosos. Los mismos que luego fueron a por mí.- el padre, cuyo rostro es bien visible, cuyo alma ha asumido mejor y antes lo que ocurre, abre la pechera de su chaqueta y muestra un disparo de arma de fuego, amplio, negruzco en los bordes.

Aquel sacerdote interviene con sorprendente paz y serenidad. No es lo que Michelle habia esperado. Tal fuese cierto aquello de que la muerte nos iguala a todos.

- Oh, padre, tiene que recordar, si no lo hace su mente que lo haga su cuerpo. Oh, padre que venga conmigo, todavia puede hacer cosas especiales en nombre de Dios, todavia puede hacer que quienes hicieron esto paguen por sus actos. ¿Acaso no hay justicia en este mundo? ¿Van a quedar todos los crimenes impunes? ¿Debiles y pequeñas seremos abusadas? Oh, padre, oh, padre, que se venga comigo, que su cuerpo recuerde, que no haya mas muertes en nombre de dioses y endiosados. Por favor, padre.

-Hija, sólo de dios es el poder y la gloria. Sólo él puede y debe castigar. La justicia de los hombres ya no es para nosotros. April debe incluso perdonar.- responde el clérigo con convicción. Mira a su alrededor como si viese cosas muy distintas a las que ve Michelle.

April, por su parte, se queda entre ambos. -¿Para qué me dió Dios mi don si pretendía arrebatármelo tan pronto?- pregunta.

-Designio divino, April. Designio divino. No sé lo que nos puede esperar tras la luz de Dios, pero te ruego que no vayas contra su deseo y me acompañes.- responde el padre.

- ¿La justicia de los hombres? - exclama la muerta con indignacion - ¿Y que pasa con la justicia de las mujeres? ¿Que hay de los que nos usan y abusan? April, Dios no te ha arrebatado nada te lo ha arrebatado un capullo que ahora mismo esta buscando otra mujer a la que matar. Mirate, por el amor de Dios, mirate el vientre, mira lo que te han hecho.

El cura interviene, quiza, despues de todo, no son tan iguales.

- Amigo, si quieres ser otro insecto que corre hacia la luz, haz lo que debas, pero deja a April en paz. - la mira de nuevo a ella impotente - Tienes otros dones ahora, por eso estas aqui y por eso estoy contigo, puedo enseñarte a manejarlos, yo he aprendido, mirate, mira lo que te han hecho, pequeña, que sea Dios quien castigue pero que sea tu mano la que ejecute el castigo.

El odio se apodera de Michelle, quiza recordar su propia historia hace que pierda la calma. Mira a Jess de reojo, ella los contempla con la marca en el rostro de haber visto esto demasiadas veces. Michelle sin embargo, implorante, no deja de intentarlo.

Jess se acerca a Michelle, apoyando las manos sobre los hombros de esta. Transmite confianza, transmite un mensaje: aquí hay dos mujeres, allí sólo un símbolo de esterilidad. La cara de Jess, reflejada en los ojos de April.

-Por fin te muestras, la ramera. Suponía que incluso a las puertas del cielo llegarían las tentaciones como vosotras. Yo...- pero April no deja continuar esta parrafada. Se levanta, se vuelve y se coloca del lado de las otras dos mujeres.

-Padre, cuando yo sólo quería esconder mi don, me dijo que no me avergonzara de él. Me pidió, me exigió que lo usase sobre otros, para ayudar a otros. Me llamó "instrumento de Dios". Siento que no ha llegado mi hora de desaparecer, siento que aún puedo volver y seguir con mi trabajo. Por favor, padre, déjeme partir en paz.-

El cura no parece dispuesto a esto, pues crispa los puños y os mira con fiereza. Pero unamirada de Jess bastará para calmarle. No está jugando en su campo. Está desorientado, perdido, cogido en falta. Despacio, las tres mujeres os retiran mientras él se muerde un labio con otro.

April, la primavera, la doncella, se levanta y se une a ellas, a Jess la anciana y a Michelle la madre. La tríada está formada, ya están juntas. Aquella unión está predestinada a repetirse una y otra vez desde que el mundo es mundo. Aquel sacerdote podría intentar romperla, como muchos otros lo intentaran antaño, pero sería en vano. Vuelve a tu Dios, padre, vuelve al olvido del que naciste.

Las tres hilanderas caminan juntas, la mirada de la luna nueva aparta a cuantos tratan de acercarse, caminan despacio pero al mismo paso. Se abrazan y DESAPARECEN.

mICHELLE NO HABÍA SIDO CONSCIENTE DE EL SIGNIFICADO DE TODO HASTA QUE LAS TRES SE HABÍAN UNIDO COMO SI EL DESTINO LAS HUBIESE LLAMADO. cOGE A SU NUEVA HERMANA POR LAS MANOS Y SE SUMERGE EN SUS OJOS CON UNA DULCE SONRISA EN LOS LABIOS.

- ¿lO SIENTES? - MIRA A jESS BUSCANDO EN ELLA CONFIRMACIÓN A AQUELLO QUE OCURRE - ¿qUÉ NOS HA PASADO jESS? ¿lO SENTÍS?

aPRIL, SONRISA ROTA.

- hAY MUCHO TRABAJO POR HACER. jESS... CREO QUE SÉ DÓNDE ENCONTRAR A jIM.

-¿SABES DÓNDE ENCONTRARLO? eRES UNA CHICA LISTA. sABÍA QUE TENÍAS POTENCIAL. ¿dÓNDE CREES QUE PUEDE ESTAR?- PREGUNTA JESS MIENTRAS COGE LA MANO DE aPRIL. lA CHICA MIRA EL mANHATTAN MUERTO QUE HA CRECIDO A SU ALREDEDOR. aSUSTADA, SE ESCONDE TRAS VUESTRAS FALDAS.

-¿dÓNDE ME HABÉIS TRAÍDO?- REPITE EN VOZ BAJA. jESS MIRA A miCHELLE. hAY QUE HACER ALGO PRIMERO.

-hAY QUE UBICAR A ESTA CHICA EN NUESTRO MUNDO UN POCO O NO SABRÁ HACER NADA, NO PODRÁ MOVERSE POR AQUÍ.- DICE LA ANCIANA, TIRANDO DE SU MANO HACIA ARRIBA, AL APARTAMENTO DE mICHELLE. aBANDONAN LA POCA LUZ QUE LLEGA DE LA CALLE. eN CADA DESCANSILLO HAY UNA BOMBILLA MUERTA QUE ILUMINA COMO UNA LUNA. hAY TRES MOSCAS ALREDEDOR DE CADA BOMBILLA. cADA LUNA LLENA DURA TRES DÍAS. dIOS TIENE TRES OJOS. uN ÚTERO ES UN TRIÁNGULO. hAY TRES ESCALONES EN EL PORTAL DE mICHELLE QUE LLEVAN A LAS ESCALERAS.

jESS PREGUNTA POR jIM Y mICHELLE SÓLO TIENE UNA RESPUESTA. sONRÍE CON CIERTA MALICIA Y LE SUSURRA AL OIDO:

- fUNDACIÓN aBALDON - SE RETIRA DE LA ANCIANA ASINTIENDO CON LA CABEZA PARA DAR MAYOR VEROSIMILITUD A SUS PALABRAS - tE LLEVARÉ A ESE LUGAR DONDE ME LLEVÓ EL REVERENDO, eN EL PUERTO, sI QUIERES

aPRIL REPITE EN VOZ BAJA. jESS TIENE RAZÓN, NECESITA SABER. lAS TRES COMIENZAN SU ASCENSO.

- sED BIENVENIDAS A MI HUMILDE MORADA. lAS PAREDES ESTÁN PODRIDAS, HAY ÓXIDO EN LAS CAÑERÍAS, TELARAÑAS EN LAS ESQUINAS Y POLVO DETRÁS DE LOS CUADROS. lA MUERTE DEJA SU HUELLA EN TODO LO QUE TOCA PORQUE ESTE ES SU REINO, EL REINO DE LA MUERTE. - mICHELLE MIRA A jESS CON UNA SÚPLICA EN SUS OJOS, ES CASI TAN INEXPERTA COMO aPRIL, APENAS SABE QUÉ HA DE HACER - jESS... POR FAVOR...

jESS ASIENTE Y SE VUELVE HACIA aPRIL, LA QUEBRADIZA RAMA DE LA TRIADA. sE DISPONE A HABLARLE, PERO SE DETIENE Y ARRUGA EL ENTRECEJO. hA NOTADO ALGO Y MIRA A mICHELLE.

lA PROPIA JOVEN TAMBIÉN ESTÁ NOTANDO ALGO DIFERENTE, ALGO DISNTINTO EN LA CASA... ¡jOHN! jOHN ESTÁ EN CASA.

"¿Michelle?" lE ESCUCHA DESDE EL OTRO LADO DE LA VIDA.

mICHELLE SE ESTIRA COMO LO HACE UN GATO QUE ESCUCHA AL INFINITO. sE MUERDE EL LABIO ALGO INDECISA. mIRA UN MOMENTO A aPRIL PARA TRASLADAR FINALMENTE UNA SÚPLICA HACIA LA ANCIANA.

- yO... cREO QUE... eS jOHN, TENGO QUE IR - mIRA HACIA aPRIL DUBITATIVA MIENTRAS SE LEVANTA Y SE SEPARA DEL CÍRCULO.

- jESS TE CONTARÁ, PEQUEÑA, jESS TE LO EXPLICARÁ Y PARA ENTONCES YA ESTARÉ DE VUELTA.

cON CIERTA SONRISA NERVIOSA MIRA A jESS Y OBSERVA CÓMO SE VA DIFUMINANDO hasta desparecer. El apartamento vuelve a la vida aunque le es tan ajeno como lo pudo ser en la umbra. John, lo busca con fuerza.

- John - susurra en su oído.

John está en el salón del piso de Michelle... de su piso. Sentado en un sillón, con las manos sujetando su cabeza y apoyadas en las rodillas. MIchelle mira el reloj de la pared. Medianoche. Medianoche del mismo día en que se ha encontrado con Mordecai. El tiempo pasa de forma tan extraña cuando se abren y se cierran tantas puertas...

-John.- susurra Michelle en el oído del joven. Este se levanta de un salto, asustado, pero de inmediato se tranquiliza. La voz de la presencia ya es bien conocida y familiar.

-Michelle.- responde -He estado con William Iron y está claro que ya somos dos los que queremos ayudarte, pero sabemos muy poco, tan poco... hemos estado hablando, pero la verdad, sobre todo hipotetizando. No hemos llegado a nada. Creo que él tiene poder para ayudarte, parece que es capaz de hacer cosas que yo no podría...-

Se calla. Mira a su tocadiscos y camina hasta él para encontrar de nuevo Rubber Soul. Elige un tema.

Is there anybody going to listen to my story,
All about the girl who came to stay?
She's the kind of girl you want so much it makes you sorry,
Still you don't regret a single day.

-De momento yo puedo hacer esto. Espero que te haga sentir un poco mejor.-

John. Un susurro con el que vierte en él su esencia. John. De ese tipo de hombres que las mujeres no merecen. Romántico, leal, sensible. Michelle, su alma de goma se retuerce al verlo.

Con las marcas aún recientes en su rostro, el inquilino deposita la aguja en el tocadiscos con cariño, con delicadeza, despacio, así como gusta de hacerlo todo. ¿Cómo algo tan frágil puede emanar tanta seguridad? ¿Cómo pudo haber estado equivocada una vida entera?

John. Se acerca a él con dulzura en los labios y trata en vano de acariciar su rostro. Es tan duro que todo su calor sólo le provoque frío.

She acts as if it's understood.
She's cool, ooh, ooh, ooh,
Girl! Ffff...Girl!

Lágrimas ruedan por su rostro mientras ella abraza el vacío que él ocupa.

- Oh, John... - dice el fantasma y él no escucha - Tú, tú eres capaz de hacer cosas que nadie podría. Tú, John, mi... mi... oh, John, sólo tú tienes poder para ayudarme. ¿Qué sería de mí si no te encontrase al llegar a casa? Sólo tú puedes verme, sólo tú puedes llegar tocarme, John. Lo haces sin usar los ojos, sin usar las manos, pero lo haces. ¿Cómo podría hacértelo comprender sin que huyeses para no volver? John, oh... John...

De tanto que quiere tocarle, de tanto que desea hacerlo, va volviéndose tangible, cada vez más. Su perfíl se comienza a intuír, la palidez de su piel a desvelarse y sus ojos y labios ansiosos aparecen frente a su rostro. De tanto que quiere estar allí, su esencia se derrama para hacerla estar. Se desteje, deja de ser sólo por ser aunque sea apenas un instante.

Sus ojos brillantes, su rostro mojado de tristeza, sus labios temblorosos que se asoman a la ventana de los vivos.

- John...

Cuando ocurre, John tiene los ojos cerrados. Está disfrutando de la música e imaginando que ella se le acerca y le abraza. Entonces escucha de nuevo su nombre, abre los ojos y tiene la sensación de que no los hubiera abierto, pues su imaginación y lo que tiene delante son lo mismo.

No puede evitarlo, da un paso atrás. Hay una parte de su cerebro que le dice que esto es imposible, que es una violación de la realidad y que si acepta ese abrazo será como abrazar la locura. Michelle puede ver líneas de pálido pánico saliendo de John, líneas que son para ella como la leche materna, como una transfusión, si decide cogerlas.

La mirada de Michelle combina decepción y comprensión y decide no moverse. John la mira, ella le mira. John sonríe, por fin se rinde a una realidad: él ha buscado esto, ha arriesgado su vida probablemente por esto. Podría haber elegido otro camino y no lo ha hecho.

-Así que aquí estamos. Ma belle.- dice y alarga su mano a Michelle. Temblando, sus dedos entran en contacto. Michelle tiene unas manos heladas, suaves, blandas.... húmedas. John retira la mano por instinto, pero vuelve a adelantarla, arrepentido y enlaza sus dedos con los de Michelle, lleno de confianza y rompiendo cualquier escrúpulo.

Hay algo que le reconforta en John y casi se asusta al averiguar que se trata de su propio terror. Su pánico alimenta su esencia lo cual es extrañamente placentero. No le habría gustado que hubiese sido de aquella manera, no habría deseado que fuese con John pero algo en ese hecho le hace evidente el monstruo en el que se ha convertido. Quizá no sea en este momento, pero no mucho después Michelle se dará cuenta de la implicación de aquel acto instintivo de hacer suyos los miedos de los demás.

Ahora sólo estaba él y la maravilla de ver cómo sus ojos que miraban al vacío se mueven para enfocarla. En ella hay una sonrisa de esperanza que separa los dos rios de lágrimas que surcan su rostro. No habla por miedo a perderse, a dejar de ser. Cada segundo cuenta y acepta su mano y deja de mirarle para adentrarse en él, abrazándolo y apoyando la cabeza en su pecho. La música todavía suena lángida. Él siente su peso y su frío, el ritmo de un péndulo que imprime fuerza al baile en ese abrazo. John, sólo él la hace tangible aunque no tuviese cuerpo. John, cómo pudo equivocar una vida para obtener una muerte donde lamentarlo. Su apoyo, su soporte, su vínculo. Si su corazón había dejado de latir, ¿qué lo mueve en su pecho?

Se estira de puntillas para alcanzar con sus labios su oido y vierte en él palabras que resuenan extrañas, como gemidos del viento.

- John, no me dejes.

John, al sentir la fuerza del alma salir de su cuerpo, cambia la expresión del rostro. Sigue aferrado a Michelle, la deja acercarse, hablar. Pero falta el brillo de la ilusión en sus ojos. No es que haya desconfianza... hay... otra cosa. Pérdida. Parece deprimido.

Pero se anima a sí mismo a sonreir, acaricia los brazos cristalinos y ligeros de Michelle. Está buscando las palabras, la forma de darle calor a este cuerpo. ¡Vive, vive! le gustaría gritar cual Victor de Shelley.

-Michelle, yo no...- comienza a decir.

Toc.

Toc, toc.

Al volver ambos la cabeza hacia la ventana, de donde provienen los golpes, ven la figura de un hombre. Sólo la silueta, oscura y recortada contra la luz que sale de la casa, filtrado por las cortinas. Un hombre agazapado en la escalera de incendios, llamando a la ventana.

Toc, toc, toc.

Dos golpes en en el cristal son suficientes para hacerla añicos. Michelle se retrae y desaparece como la antena de un caracol buscada por un dedo. Su imágen fantasmagórica se apaga deprisa, translúcida hasta no ser siquiera una voluta de humo. Invisible lo atraviesa y cae al suelo de rodillas en el hueco que él ocupa.

- No, no, no - lamenta ella su torpeza - No, John, no me dejes. - pero no hay oidos en aquella habitación que puedan recoger sus palabras.

toc...toc...toc

¿John? ¿John, no lo oyes? ¿Has oído eso?
Pum...pum...pum...
Holden... no podía ver allí a John
Hola... PUTA
un fuerte golpe en su estómago... PUM... la dejaba sin respiración y le hacía caer de rodillas al suelo. Aquel no era Holden...

Michelle golpea el suelo con rabia, recupera la perspectiva, todo aquello ya había ocurrido, había ocurrido y no volvería a ocurrír. El siguiente golpe con el puño hace que se levante enfurecida. No volvería a ocurrir. Atraviesa a John. Escalofrío. Atraviesa la ventana para colocarse allí, justo detrás de él. A apenas unos centímetros de su rostro, respiración agitada. ¿Quién eres?