Partida Rol por web

Fuera, al otro lado de la puerta de la cocina, se escucha el lejano alboroto de los invitados charlando una vez ha comenzado la fiesta. El lugar, la mansión, ha sido limpiado hasta la casi pulimentación de todas sus superficies. De refilón habéis podido ver a algunos de los invitados, hombres y mujeres bien vestidos en general, aunque con alguna excepción que se las debe querer dar de intelectual. Algunas de las mujeres son realmente bellísimas y frías como estatuas. Carly ha ido haciendo su trabajo de anfitriona recibiendo a todo el mundo en la entrada, llevándolo al salón y presentándolos unos a otros. Por fin la fiesta ha llegado a su máximo de ocupación y sin duda en un rato no muy largo comenzarán los discursos. En el salón principal habrá ahora casi un centenar de personas.

-¡Pitrelli! ¡Smith! ¡Salid ya!- dice el jefe de camareros a Albert y a una chica morena de pelo largo que también trabaja esta noche sirviendo copas. La chica agarra una bandeja y copas variadas y sale, no sin antes echarle una mirada a Albert para que se apresure a seguirla. Eso os deja a los tres, Marcus, la chica rubia que va con él y Albert, solos medio minuto.

Marcus y la rubia esta noche trabajan trayendo y llevando bebidas y comida ya preparada a la cocina o de la cocina al salón, según sea menester, pero no ejercen de camareros, por lo que no tienen contacto directo con los invitados.

Marcus como de constumbre se arremango la camisa, decia que así se trabaja mejor, cuando alguién le preguntaba.  Aquello empezaba a ponerle nervioso y su olor corporal hacia meyas en su ropa. Tiene que salir perfecto... Se repetia mentalmente una y otra vez. Miraba a Eve una y otra vez esperando a que alguna mirada se le cruzara en su campo visual. Hasta que aquella encargada entro gritando a Pitrelli y a esa tal Smith. Un vuelco en el corazón hizo que por unas milesimas de segundo no supiera reaccionar pero los pocos segundos que le dejo aquella estupida de Smith fueron suficientes para advertirle mediante los ojos a Pitrelli. Si tu fallas nosotros fallamos... Le decia una y otra vez con la mirada.

Marcus asintio con la cabeza y le dijo Date aire, no querras que nuestros ilustres invitados tengan que esperar a las bebidas. Yo tengo las bebidas más caras como las que suele pedir El Sr. Abaldon. Vamos!

Sin más Marcus Miro esta vez a Eve a los ojos y asintio con la cabeza mientras cruzaba los brazos y al mismo tiempo los dedos.

Pitrelli, que está tomándose un café en la cocina, apura de un sorbo lo que le queda antes de salir apresurado detrás de la chica de la coleta. Aún tuvo el tiempo justo para captar el mensaje que Marcus le transmitía con la mirada, y mascullar una respuesta a la que salía por la puerta aunque, lejos que amedrentarse por las secas órdenes de Marcus, respondió con dejadez:

-Si sirves tu a Abaldon, no sé para qué narices te iba a servir yo, pero me las apañaré, tranquilo...

Sales, atravesando el corto pasillo de servicio y el amplio pasillo oficial, hasta el salón donde se está celebrando la fiesta. La sala ya está llena. Muchos trajes caros, copas de cristal fino y un gusto algo barroco y camareros jóvenes como vosotros que son el único detalle que desentona. Carly anda haciendo de anfitriona, presentando gente aquí y allá.

Tina se ha dirigido a una zona de la sala alejada de la puerta, por lo que te vuelves en dirección contraria.. en efecto, se ha colocado lo más lejos de sus familiares posible. Allí ves a Holden y Michael Abaldon, reconocibles por las fotos que has visto en internet y memorizado para la ocasión. Están en este momento charlando con un tipo de aspecto europeo, latino, vestido un poco más elegante que ellos.

Pitrelli se marcha y os deja allí a ambos a la espera de ver qué tal resulta vuestro plan.

-¿Cómo vamos a saber que se encuentra indispuesto y cómo le vamos a llevar a la salita?- te pregunta Eve acercándosete ahora que no hay nadie para escucharos.

Sin dejar de mirar al tío Mike con gesto disimulado, Albert pasa junto a los Abaldon y el latino llevando su bandeja con el mejor porte de que es capaz, ofreciendo aquí y allá a los invitados, pero evitando intencionadamente a Michael. Termina su recorrido en una mesita apartada, donde deposita la bandeja y aprovecha para observar a su objetivo mientras recoge las copas vacías de otra.