Partida Rol por web

Obsesión

1. La mansión Lázarus

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15/02/2011, 01:38
Elisabeth Mastrall

Elisabeth se volvió hacia Celeste y levantó las manos en actitud defensiva.

-Oh, no, no, no, no, no... Yo no sé luchar. Apenas sí sé utilizar los cubiertos -dijo, entre apurada y sonriente-. No es lo que debería hacer una joven señorita. Eh... sin ofender, señorita Von Heuser. Es... sencillamente... no me gustan las armas, ni para jugar con ellas.

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15/02/2011, 01:48
Celeste Índigo

 Así que la señorita no sabe luchar. Es bueno saberlo, de una chica que no tendremos que proteger nuestras espaldas. Al menos no de la manera tan directa como un cuchillo.

En apariencia, Celeste no estaba acertando nada de lo que decía, pero lo que estaba consiguiendo eran datos para conocer más a sus "compañeros" a cada palabra que decían, cada dato que soltaban permitían leer entre líneas mucho más de lo que su lengua quería decir. Y eso era bueno para protegerse. Al fin y al cabo, ya lo dice el dicho popular. 

Si a la familia quieres ver reñir, pon la herencia a repartir.

Y además, si la herencia es tan jugosa como promete serlo, las rencillas estarán a punto de saltar. Hay que ser cuidadosa.

Celeste fundió su mente con su amigo, para comentarle una pequeña gracieta.

¿Qué tal si les enseñas tu método? ¿Puede que les sorprendas?

La mañana, aún podía ser muy divertida.

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15/02/2011, 02:11
Celeste Índigo

 Celeste se quedó mirando a Eli, con gesto de sorpresa:

-Espero no haberla ofendido. No era mi intención, en serio... yo creí que... pensaba que Celia... ya sabes, instructora... y.... Da igual. ¿Al menos supongo que sí que podremos ver a Jules batirse verdad? Algo tan bonito como el baile de la esgrima no deberíamos dejarlo en una sola tirada.

Celeste parecía confundida, había sido presa de un malentendido, y sus palabras parecían inconexas, rápidas y no premeditadas. Parecía que toda lo que estaba ocurriendo le superaba, y que estaba perdida en el juego.

Parecer, que verbo tan inofensivo y capaz de ocultar tantas verdades.

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15/02/2011, 02:24
Aleph

 Je. Estoy seguro de que te gustaría verlo

Sólo el imaginarse luchando contra alguno de aquellos personajes, llevando consigo una espada que más bien parecía un mondadientes para él, y jugando a ver quién era más rápido... No. Y, desde luego, tampoco iba a proponerles un combate de lucha libre. A pesar de lo gracioso que pudiera resultar verles tirados en el suelo, el grandullón no tenía ninguna intención de comenzar una pelea por diversión. El combate era un arte sagrado, tan antiguo como el hombre, y debía ser respetado como tal. Era un ejercicio, una forma de alcanzar el equilibrio espiritual, físico, y mental, pero... ¿Una diversión? No, ese no era el estilo de Aleph. Nunca comenzaría una pelea, como Celeste bien sabía, a menos que hubiera una provocación previa. Paradójicamente, había pocas personas tan pacíficas como el grandullón, a pesar de que el aspecto de este podría haber dado a pensar lo contrario fácilmente. Para él, la lucha era, simplemente, necesaria. Ni divertida, ni tediosa, ni trágica, ni satisfactoria. Simplemente necesaria

Yán zhǔ observaba como Aleph terminaba de hacer flexiones. De la frente del joven caían gotas de sudor perlado, pero sus músculos no flaqueaban. Entonces, el viejo maestro hizo un gesto para que su discípulo parara, y este obedeció, sumiso, colocándose en postura de escucha, con las piernas dobladas, apoyándose en las rodillas y en la punta de los pies, mientras bajaba la cabeza levemente para mostrar respeto

-Levántate

Aleph obedeció

-Ahora, golpéame

Aleph obedeció. O lo intentó. Su maestro se movió rápidamente, y esquivó sus golpes sin problemas. El grandullón no se dio por vencido, y volvió a contratacar. Esta vez, un montón de piedras se alzaron alrededor de Yán zhǔ, protegiéndole de los golpes de Aleph, pero el maestro siguió sin devolver los golpes. Al final, Aleph, sintiendo que la adrenalina se disparaba dentro de su cuerpo, soltó la energía concentrada en un grito, e intentó traspasar las rocas con un gran puñetazo, destinado a romper cualquier barrera que encontrara en su camino. Pero su maestro, de nuevo, reaccionó antes. Esquivándole con asombrosa facilidad, golpeó el suelo con un puño, y alrededor de Aleph surgieron multitud de brazos pétreos, que le aprisionaron como si se tratara de un débil infante, en vez de una mole musculosa y temible. La fuerza con la que le sujetaban era tal que ni su fuerza natural era suficiente como para siquiera quebrar cada uno de esos duros apéndices

Yán zhǔ miró a Aleph, pensativo, durante unos segundos. Poco a poco, este último se fue calmando, y dejó de jadear. La excitación de la pelea fue desapareciendo, y solo quedó confusión: ¿Qué había querido enseñarle su maestro? ¿O solo quería dejarle en evidencia, mostrar su debilidad?

Intuyendo los pensamientos de su discípulo, Yán zhǔ comenzó a hablar, y su voz sonó tranquila y sosegada

-Dime, Aleph... ¿Por qué te he ganado?

-Porque es usted más poderoso que yo, Yán zhǔ- Respondió el hombretón, de forma sumisa. Le sacaba al menos dos cabezas a su maestro, pero la mirada que le dirigía era propia de alguien sumiso y dominado. Los brazos comenzaron a ceder, cayendo al suelo entre trozos de barro y tierra

-Eso es cierto, por ahora. Pero no es ahí donde quiero llegar. En esta batalla, me estaba conteniendo ¿Por qué no has podido dañarme?

Aleph se arrodilló en el suelo, en la misma postura que antes, e intentó llegar a una conclusión. Pronto, la idea fue tomando forma en su cabeza

-Por... ¿Por qué he perdido el control?

Yán zhǔ asintió, sonriente

-Exacto. Eres pasional por naturaleza, Aleph, más incluso de lo que una persona normal llegaría a ser. Pero debes aprender a canalizar esos sentimientos, a equilibrar tu espíritu y tu mente. Dime... ¿Has disfrutado luchando?

Aleph sabía que de nada serviría mentir

-Sí, maestro. Lo disfruto siempre

Yán zhǔ volvió a sonreir

-Y eso no es malo. Es normal que disfrutemos del combate, ya que forma parte de nuestra naturaleza. Pero debes aprender a controlar esos sentimientos. Combatimos para equilibrarnos, para defendernos... Porque lo necesitamos. Disfrutamos de ello, sí, pero no combatimos para disfrutar. Algún día comprenderás estos conceptos, joven Aleph. Hasta entonces, haz quinientas flexiones más...

Aleph asintió, y volvió a tumbarse sobre el suelo. Flexionó ligeramente los codos, y luego, comenzó a contar

Aleph no pudo evitar sonreír, cuando se le ocurrió una cosa. Mentalmente, intentó formar en la mente de Celeste, a través de su conexión, la imagen de sí mismo cubierto por las runas que aparecían en su cuerpo cuando realizaba su técnica más poderosa, plantándose delante de Celia y Damien mientras estos le señalaban con el dedo y salían corriendo aterrorizados ante tal muestra de brujería

¿Tampoco parece tan mala idea, no? Su risa se escuchó a través del hilo que les unía Y luego, tú podrías darles un pequeño espectáculo de luces y sonido, a ver como reaccionarían

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15/02/2011, 08:43
Junette Branctorche
Sólo para el director

La joven parpadeó un par de veces rápidamente hasta que su cerebro, que hasta ahora estaba ocupado en repasar mentalmente todas las posibles facetas y formas en que todo podría desarrolarse, emparejaba mentalmente la imagen de la voz embutida en la armadura de esgrima con la de Jules. No es que no supiera perfectamente que Jules sacaba su tiempo para entrenar con la espada- en la tradición de los hombres gabrielenses modernos, cuidaba de su cuerpo y su imagen externa tanto como de sus cuentas- ni que le resultase extraño. Junette era lo bastante lista para saber que, con los generales-nobles ganando posiciones y siendo, cada vez más, los pares de los descendientes de noble cuna, la espada podía ser un instrumento tan eficaz como la pluma en impresionar a la gente adecuada. Jules mismo se lo había dicho, y Junette no era del todo ajena a como ciertas cosas en apariencia sin relación o relevancia podían ser, al final, la baza más crucial a la hora de avanzar en la vida.

Unos cuantos años entrenando para Diva podían tener ese efecto.

Aun así, fue algo inesperado verle de repente en sus ropas de entrenamiento. Que supiera que lo hacía no quería decir que ella estuviese presente. No era algo que incumbiese a sus obligaciones, y a decir verdad la jóven no tenía excesivo interés en ello. Siempre había sido mansa y apacible, y prefería que las cosas afiladas y acabadas en punta permaneciesen todo lo lejos de ella que fuese posible. Y tenía que admitir que su aspecto era temible. La forma de su cuerpo de moverse, entrevista a través de la basta tela acolchada, el vaivén suave y rítmico del florete a su costado y las facciones ocultas tras la densa malla de acero le daban una cierta gracia salvaje que intimidaba un poco a su prima, aunque se cuidó muy bien de mostrarlo.

Junette emitió un leve sonido de protesta al escuchar las palabras de Jules y le miró, enfurruñada. No la molestaba particularmente haber venido en balde (al fin y al cabo, su madre solía estar muy ocupada sintiéndose ofendida para hacer su estancia en su propia casa muy agradable), pero la jóven era extremadamente puntillosa en lo tocante a su trabajo, y le molestaba ligeramente que Jules cancelase asuntos de negocios con tanta facilidad. Era su jefe, claro, y tenía derecho. Además, solía ser cuidadoso con los desplantes, usándolos como una herramienta más, con tanta habilidad como había oído que mostraba con la espada. Pero aún así...

Pese a todo, no pudo evitar que el enfado no le durase mucho. El desparpajo de Jules, cuando decidía mostrarlo, era contagioso. Era lo que más le había gustado de él durante la visita que acabó con ella como su ayudante, cómo era capaz de tomarse hasta las cosas más serias con ironía y humor, ayudando a que ella misma se relajase y viese las cosas desde otros ángulos. Y más importante aún, hacíendola reír. Le tenía un aprecio sincero a su primo, y se sentía a gusto en su compañía. Certamente, había formas peores de pasar un mañana, así que, aunque trató de mantener una expresión seria, no pudo evitar que se le escapase una cálida sonrisa al replicar.

Bueno, quién sabe que cosas terribles podría hacerme tan temible guerrero si le dijese que no. Supongo que no tengo elección.

Su expresión se volvió más seria al proseguir, aunque sus ojos todavía sonreían. Se reprochó a si misma  ser tan desastre. Lo intentara como lo intentase, no era capaz de mostrar duplicidad. Alguna parte de su cuerpo o de sus gestos se empeñaba tercamente en revelar sus verdaderos sentimientos.

Pero no deberíamos dejar esto para más allá del lunes. No es tan importante, pero justo por eso estaría bien quitarnoslo de en medio. Con la...- vaciló- eh... la situación familiar. Bueno, eh... quiero decir... probablemente habrá muchas cosas que atender en breve. Es mejor que no se amontonen. Pero de momento, será un placer quedarme a comer. ¿Qué hay en el menú?- preguntó, contenta de poder cambiar de tema, y con cierta expectación. Los cocineros de los Lazarus eran soberbios, y a Junette, por más que su delgadez sugiriese lo contrario, le gustaba una buena comida como a la que más.

 

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15/02/2011, 14:20
Celia von Heuser

-Quizás podamos tener otro encuentro en los próximos días, si mis tareas como tutora me dejan un hueco -asintió Celia. Ella también se sentó, aunque pulcramente sobre uno de los bancos de piedra.

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15/02/2011, 14:23
Elisabeth Mastrall

-Sí, los fines de semana suelen luchar -afirmó Elisabeth. En tono confidencial, la muchacha se acercó a Celeste-. Aunque la señorita Von Heuser es buena, Jules casi siempre la gana.

Después, recogiéndose el vestido, se acercó a Aleph. Al principio lo miró curiosa pero con cautela, aunque las ganas de saber acabaron pudiendo con ella.

-Eh... señor Aleph... ¿Le molesto si le pregunto... qué hace?

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15/02/2011, 15:55
Aleph

  Aleph abrió los ojos, y observó a la chica. Una sonrisa amistosa se dibujó en su rostro

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No molestas, pequeña. Estoy meditando. Y puedes tutearme, si quieres. Llámame Aleph. Aleph a secas

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15/02/2011, 23:00
Celeste Índigo

 Celeste oteo levemente el cielo, para ver si su compañero se dignaba a acudir. Le encantaría acariciar sus bellas plumas, y verlo volar a su lado. Pero no estaba. Cerrando los ojos con resignación, se levantó, y sus pasos se dirigieron hacia Celia. Le había prometido a Aleph que sería buena, y tocaba un poco de cortesía.

-Ha luchado usted bien, señora. Creo que no nos han presentado debidamente. Mi nombre es Celeste, Celeste Índigo y vengo de la capital. 

La chica tendió su mano para que lo apretara Celia. No sabía si realmente sería mejor darle dos besos, o incluso besarla en la mano. Pero por ahí no pensaba pasar. Una cosa es ser cortés y otra inclinarse. Además, también ella era una señorita.

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16/02/2011, 14:05
Celia von Heuser

La instructora le apretó la mano con decisión, con el mismo desenfado con que se la habría estrechado a un hombre.

-Celia Von Heuser, aunque sospecho que ya lo sabe. ¿De la capital, dice? Del Imperio, ¿verdad? Sí. Pasé dos años enseñando en Arkángel hasta que me ofrecieron trabajar para la familia Lázarus. ¿De qué barrio es usted, exactamente?

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16/02/2011, 14:07
Elisabeth Mastrall

-Está bien. Espero que no le ofenda la pregunta, pero... ¿en qué consiste exactamente? Sólo he visto algo parecido una vez. Mi amiga María era bastante revoltosa, hace mucho tiempo, y sus padres la obligaban a sentarse y a respirar hondo para calmarse, cuando se excitaba demasiado. ¿Está... estás haciendo lo mismo? -preguntó Elisabeth, también de modo amigable.

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16/02/2011, 14:09
Jules Lázarus

-Si mal no recuerdo, ensalada de espárragos verdes con crema de puerro y trucha asada. ¿Aún sigues interesada? Bien -El joven sonrió de nuevo y le acarició el hombro al tiempo que la conducía hacia el patio, donde él mismo estaba dirigiéndose-. Y no te preocupes, Junette, no tengo intención alguna de posponer el trabajo. Pero he decidido tomarme un día de asueto con el fin de conocer a mis nuevos huéspedes, a los que por cierto, no conoces.

A modo de pausa dramática se quedó quieto y la habló en tono bajo.

-Damien Goldman, un muchacho encantador con el que probablemente quieras trabar amistad, ya que es hijo del barón Goldman e hijastro de tu prima Fiona. Luego está mi hermana bastarda, o al menos una de ellas. Celeste Índigo es su nombre, y cometió la osadía de pedirme un abrazo "porque somos hermanos" -Jules sonrió con algo de inocua crueldad antes de proseguir-. Va con un hombre enorme, que por suerte nada tiene que ver con el asunto de la herencia. Se llama Aleph, un nombre curioso para alguien que parece recién llegado de lo más profundo de Alberia. Parece un bárbaro, aunque no tiene aspecto de idiota.

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16/02/2011, 18:03
Aleph

No me ofende, ni mucho menos. La curiosidad es una virtud que se apreciar. Y si: podría decirse que lo que hago es algo parecido a lo que hacía tu amiga

Ensanchó su sonrisa

Es... Complicado de explicar

Dudó si seguir hablando con la chica. Al fin y al cabo, quizás a Jules y compañía no les acababa de gustar que Aleph le llenara a su protegida "la cabeza de pájaros". Pero al final, decidió que poco importaba. Ya que Celeste parecía estar dispuesta a cumplir su pequeño trato, el también pondría de su parte: Nada de reprimirse por ella

Dime, pequeña... ¿Que ves cuando miras este árbol?

Señaló con la mirada el árbol que les daba sombra, bajo el que se encontraban

Notas de juego

 Bueno... Con el "cometarros" ha ido a parar la pobre XD

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16/02/2011, 21:40
Celeste Índigo

 Cuando Celia le preguntó de qué barrio era, la mente de Celeste se nubló durante unos instantes. A su mente llegaron recuerdos pasados, recuerdos de su vida en Arkángel. Memorias perdidas en lo más profundas de su mente pero que afloraban sin quererlo. La chica del pelo azul había aprendido a ocultar sus verdaderos sentimientos cuando estos recuerdos acechaban, pero no a evitar pensar en ellos. Durante un momento, volvió a viajar en el tiempo. A hace casi 18 años atrás.


-A donde vamos ¿mamá?

La niña pequeña de ojos marrones y cabellos azules andaba con una sonrisa al lado de su madre. Su sonrisa ocupaba su cara. Hacía poco tiempo que estaban en Arkángel, apenas unos meses, y aunque su madre no había conseguido aún un buen trabajo con el que alimentar las dos bocas, ella estaba contenta. Al fin y al cabo, estar con su madre era lo que más deseaba pues sabía que su padre no le quería. O al menos, eso le dijo mamá.

-A nuestra nueva casa, Celeste. He conseguido algunos contactos, y creo que podré trabajar como sirvienta en una casa de aquí cerca. Incluso me han permitido traerte. 

Los ojos de su madre se entornaron y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. No podía ser más falsa. Pero la niña, inocente a su tierna edad, apretó con más fuerza la mano de su madre. A su lado, se sentía segura, protegida. Por ahora, a pesar de los sentimientos internos de la mujer, nada buenos para con Celeste, los ocultaba perfectamente.

-Te quiero, mamá.

Fueron las únicas palabras que salieron de la boca de la niña. Realmente pensaba que tendría el futuro tranquilo. Que su vida se iba a estabilizar. En su mente se dibujaban ideas de ella jugando con su madre, las dos felices, cantando, riéndo...

Después de caminar durante mucho tiempo, su madre se detuvo en una esquina.

-Celeste, espera aquí, tengo que ir a preguntar una cosa. No te muevas ¿vale?

La niña se quedó mirando con sus preciosos ojitos, y tras sonreír y afirmar con la cabeza dijo:

-Prometido.

Y le tendió el dedo meñique para que lo estrecharan. Pero su madre ya se había ido, había salido corriendo justo después de decir la frase y no le dio tiempo ni a despedirse. Tendría prisa. Celeste esperó tranquilamente sentada en el sitio, sin hacer ningún ruido. Allí había demasiada gente y podría perderse si se movía, por lo que se dedicó a mirar con disimulo a la muchedumbre que circulaba por la calle. Esperó, y esperó al parecer el asunto que tenía que hacer mamá era muy importante, o muy largo pues tardaba demasiado. Pero Celeste era constante y se quedó allí, sin moverse, esperando que llegara. Pero ese momento se alargaba y la noche tendió su manto sobre Arkángel. Empezaba a hacer frío, la gente empezó a desaparecer lentamente, quedando la calle totalmente desierta, por lo cual la niña se puso nerviosa.

-¿Mamá?

Sus palabras volaban vacías en el exterior, sin que nadie las escuchara. Tal y como el arbol cae en el bosque desierto, esas palabras no hicieron ningún sonido, pues nadie había allí para recibirlo. Celeste, se apretó contra la pared. Ahora se sentía sola, desamparada. ¿Le habría pasado algo a su madre? ¿O simplemente la había abandonado? Esas preguntas azotaban la joven mente de Celeste, tanto o más que la necesidad imperiosa de tener un sitio donde dormir, y donde comer.

-¿Por qué? mamá...


Celeste volvió en sí, realmente había sido totalmente fugaz, y apenas habían pasado unos instantes... pero cuando recordaba esto a la chica se le hacían eternos. Volviendo a prestar atención a Celia, trató de inventar una bonita mentira.

Notas de juego

 Ya que me lo ha dejado tan a huevo, hago como Aleph y relato un poco de mi pasado... ;)

Y no me he copiado :P XD

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16/02/2011, 22:19
Celeste Índigo

 Entornando un poco los ojos, Celeste tardó unos segundos en responder. Parece que la respuesta era más difícil de lo esperado.

-Cuando era pequeña, mi madre y yo vivimos en la Zona Gris. Allí crecí hasta que me convertí en una experta en matemáticas, y física y me mudé a Lys, donde realicé algunas investigaciones. Al amparo de varios hospedados en esa zona. Alguna vez visité las Álas del Ángel, un lugar precioso he de reconocer, para visitar la Capilla de la Resurrección. Siempre me ha fascinado la historia de Cristo, y observarla desde un punto de vista más técnico.

 

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16/02/2011, 23:37
Aleph

Aleph rozó levemente la conciencia de Celeste, para realizar una mera observación

El día que te vea visitar dicha capilla, me raparé el pelo

Tras la pequeña broma, decidió comentar algo más, quizás la razón por la que había intensificado el canal que les unía durante un par de segundos

Esta pequeña me cae bien. Es curiosa, pero su mirada es sincera y pura. Digamos que es sólo un presentimiento, pero estoy seguro de que es una buena persona

Celeste, que ya sabía la debilidad de su compañero por los niños, no pudo evitar mostrarse escéptica ante tal afirmación

Notas de juego

Eso no se considera copiar, hombre. Todo lo que sea para profundizar en el pj, bienvenido sea ;)

Y antes de que alguien cite a Pedobear por la última frase del post... Que sepáis que no me refiero a "esa" clase de debilidad ¬¬ Que Aleph es buen tipo XD

Por cierto... La canción (¿Sadness and sorrow?) que has colgado queda bastante bien, pero he de reconocer que sobre el minuto 2:15 me perturba un poco... XD

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18/02/2011, 08:37
Junette Branctorche
Sólo para el director

Junette asintió enérgicamente cuando Jules mencionó el menú. Era bastante clásico, asi que había probado cosas similares alguna que otra vez. No había sorpresas a la vista, así que por esa parte, el día iba a ir bien. Por la parte de negocios no estaba tan segura. A pesar de sus palabras a Jules y de que su agudo sentido del deber le decía al oído que no debería estar pensando así, lo cierto es que el día era bonito, y la joven no tenía demasiadas ganas de trabajar.

Rebulló un poco cuando notó el tacto de la mano de Jules, esbozando una sonrisa tan fugaz que apenas se vio. No fue una muestra de incomodidad, sino más bien todo lo contrario. Los gestos cariñosos no abundaban ultimamente en su vida, no con su madre marinando su enfado por todos sus "fracasos". No es que le importase- sabía perfectamente que para complacer a su madre tendría que ser de una forma que no quería ser, y no estaba dispuesta a ello-, pero Junette siempre había sido una chica cariñosa a la que le gustaba el contacto físico, de modo que se lo agradeció internamente de todo corazón.

Escuchó mientras hablaba de los invitados en la mansión, y no pudo reprimir una sonrisa cuando oyó hablar del episodio con Celeste.

Cuanta osadía. Alguien debería darle una lección cuanto antes- comentó, riendo. No seas tan duro con la pobre, probablemente no ha tenido mucho contacto con la familia. O a lo mejor es que las apariencias no le importan demasiado. Eso sí que sería interesante, siendo gabrielense. Me habría encantado poder leerte la mente cuando te dijo eso, debió ser todo un poema.

 Frunció levemente el ceño al oír mencionar al hijo de Goldman. Juraría haber oído hablar de él, pero ¿cuándo?.

Juraría que he oído hablar de él, aunque no puedo asegurarlo. Será interesante conocer a un pariente. Además, he oído que los Goldman son tan duros de pelar en la vida real como lo son en los negocios, así que tengo incluso cierta curiosidad por ver que tipo de hombre es. Y tampoco estará mal conocer a alguien de la familia que no me considere un fracaso de mano.

Suspiró. Ultimamente, su madre estaba especialmente disgustada, con esa forma insidiosa aunque sutil de darlo a conocer a todos que tenian las gabrielenses de pura cepa, aunque no tardó mucho en sonreír de nuevo, con una expresión de disculpa.

Perdona. Me estoy portando como una cría, y no es la mejor forma de causar buena impresión en gente importante. Seré buena, lo prometo- dijo, levantando la mano en un gesto de fingida promesa.

No mencionó al otro hombre, Aleph. Secretamente, tenía la esperanza de no cruzarse mucho con él. Al fin y al cabo, sus ocupaciones eran muy distintas. Junette era de natural algo tímida, y la gente excesivamente grande, o excesivamente familiarizada con las armas, la ponía un poco nerviosa.

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18/02/2011, 14:14
Celia von Heuser

-Yo tuve la suerte de residir en las Alas del Ángel el tiempo en que estuve allí. Y coincido en que la Capilla es digna de admirar. Pero lo de observar la religión desde un punto de vista técnico... -Sonrió-. ¿Acaso no es algo que debe de observarse desde un punto de vista más bien subjetivo y espiritual?

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18/02/2011, 14:17
Elisabeth Mastrall

-Hum... Creo que no esperas que te diga que veo un árbol -replicó ella con prudencia-. Pero eso es lo que veo. Perdón.

Las mejillas de Elisabeth se tiñeron de carmesí, mientras ella miraba hacia otro lado con una sonrisa algo boba.

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18/02/2011, 14:19
Jules Lázarus

-No creas que pense nada en particular. No es que la odie -dijo Jules con un gesto de resignación-. Es simplemente que me molesta en parte que se me exija cierta familiaridad con ellos, cuando lo único que nos une es un poco de sangre. No me importa darles lo que es suyo. Si mi padre necesitaba eso para sentirse bien y apto de entrar en el Paraiso, obedeceré sus órdenes. Tengo mucho más dinero, así que no es cuestión de avaricia. Es sólo que... Bueno, estoy acostumbrado a otro tipo de dinámica familiar.

La única persona con la que se mostraba abiertamente afectuoso era con Elisabeth, la niña de sus ojos. Podía ser cordial y amable, pero sólo cariñoso en la intimidad y con ella. Las malas lenguas decían que el joven estaba enamorado de ella pese a llevarla diez años, pero los más cercanos a él sabían que no era más que amor fraternal.

-Y Junette, yo no te considero un fracaso en absoluto. Eres lista y diligente, mucho más que, por ejemplo, mi hermano. Si pudiese elegir, os intercambiaría.

Y tras dirigirle una sonrisa, abrió la puerta al patio.