Partida Rol por web

Obsesión

0. Lux et Tenebrae

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06/04/2012, 12:07
Celeste

El ángel tenía toda su magia acumulada, su alma rebosaba energía y su cuerpo crepitaba en zeón. Todo su poder estaba acabado, gastaría hasta la última gota en ese conjuro.

Y... no sería para ayudar a su amado.

Ni tampoco para ayudar a Jules.

Celeste ya no estaba en ninguno de los dos bandos, La peliazul había perdido uno de sus objetivos fundamentales en la vida por culpa de Aleph... no podía volver con él ahora mismo. Le amaba, de eso no tenía ninguna duda, y le encantaría que saliera vivo de allí, pero ella no podía hacer nada por ello, si había algo que le importara más que la vida de Aleph era su propia vida.

¿Eso es amar? Dirían algunos. 

Sí.

Celeste seguiría recordando a su gigante allá donde fuera. Ese hombre le concedió los momentos más felices de su vida, hizo crecer en ella las sensaciones más... humanas que nunca hubiera sentido. Si ahora ambos morían en esa catedral, no quedaría nadie para recordarlo. Celeste no podía morir allí, y no quería. 

Jules por contra, había enloquecido. La peliazul no le culpaba, no es fácil asimilar que aquello por lo que llevas pelando toda una vida desaparezca inmediatamente sin posibilidad de retorno, y encima por culpa de tu familia. Hasta ese momento, las muertes, el sacrificio de toda la ciudad tenía sentido. Pero en el momento en el que sus antiguos aliados en la catedral y acabaron con la invocación, ya no tenía sentido seguir matando. Había perdido toda la credibilidad que tenía.

Lo siento Jules.

Un halo plateado comenzó a rodear a la peliazul como si la chica se estuviera convirtiendo en el argénteo metal. A la vez, sus poderosas alas la elevaban dentro de la catedral, subiendo cada vez más alto, tomando distancia con el suelo. Celeste cerró los ojos, ya una voz poderosa todo el brillo metálico se convirtió en oscuridad. Oscuridad condensada en una pequeña esfera voladora que empezó a girar en torno a ella a toda velocidad.

-Lo siento Aleph. Lo siento Jules. Ya no hay nada que me ate aquí.

Levantó la mano deteniendo en su palma el vuelo errático de la oscura pelota.

-Jules, atiende a tu razón. Matar ahora no tiene sentido, detén esta barbarie.

-Aleph, pase lo que pase cuando no esté aquí, sabes que siempre te llevaré en el corazón.

Ignoró complétamente a Fiona y a Elías, no tenía palabras para ellos.

-Adios. Siempre os recordaré.

Cerró el puño, apretando con sus afilados dedos la esfera negra...

y desapareció. 

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06/04/2012, 15:07
Jules Lázarus

Tras la desaparición de Celeste, Jules sufrió una nueva convulsión y se arrodilló en el suelo. Escupía sangre por la boca y parecía visiblemente debilitado. El Ebudan se tocó la barbilla chorreante con la mano y se la miró con los ojos nublados.

-Sangre... Pensaba que... No podríais matarme...

Apretó los dientes enrojecidos y miró a Aleph, tan herido como él, con los ojos desorbitados.

-Pensaba que... iba a conseguirlo.

- Tiradas (2)
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06/04/2012, 15:13
Elías Lázarus

-Has matado a demasiada gente como para poder conseguir nada -dijo Elías acercándose a él daga en mano. Le sujetó por el pelo y le tiró la cabeza hacia atrás para exponer su garganta-. Te mereces morir aunque seas mi hermano.

Hizo un movimiento rápido con el arma para sajarle el cuello, pero la piel de Jules no sufrió daño alguno. El Ebudan se echó a reír.

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06/04/2012, 15:15
Jules Lázarus

-Soy algo... más que humano. Soy... mejor que tú, hermano. Tú no tienes... lo que hay que tener... -Sin dejar de reír, Jules apretó la espada dispuesto a dar el golpe final.

- Tiradas (1)
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06/04/2012, 19:13
Aleph

Notas de juego

¿Y esa iniciativa de Jules? ¡Oh mein gotten!

Da igual, me quedo atrás. Si te fijas en mi post anterior, ya tiré iniciativa antes. 46 como resultado final. Aleph va el último, probablemente

Aunque si lo llego a saber tiro con el +80 por ir desarmado. ¿Y ese bajón en el turno de Jules? XD

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06/04/2012, 19:23
Aleph

Aleph miró a Celeste mientras esta terminaba de realizar su hechizo. No dijo nada, pues no había nada más que decir. Frente a toda posibilidad, la peliazul no vio rencor alguno, ni tristeza ni frustración en el rostro del gigante

Lo que vio fue alivio. Alivio porque ahora, ella estaba a salvo

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07/04/2012, 00:00
Jules Lázarus

Jules se impulsó hacia adelante mientras gritaba, buscando matar a Aleph antes de perder la vida.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Ataque final 44

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07/04/2012, 12:37
Aleph

Lo que nos hace buenos no es nuestro poder... Aleph miró a Jules, y se preparó para recibir su embestida. Aquel sería el último ataque, para bien o para mal. Pondría todas sus fuerzas en él. La tierra estaba con él, los espíritus de los caídos también Sino la forma en la que lo utilizamos. Ojalá lo hubieras entendido, Jules

El ángel se lanzaba sobre él como un rayo de luz redentora, pero no tenía miedo. Nunca lo había tenido. De repente, el mundo se movió a cámara lenta: Veía las plumas, volando en el aire. Veía la espada, destellando contra la oscuridad de aquella catedral sumida en las sombras. Veía la locura en los ojos de Jules, la desesperación en los ojos de Elías, la determinación en los ojos de Vicent. Veía el cuerpo de Fiona y el de Damien, y sentía sus espíritus, unidos al de Junette, regresando a donde todo ser vivo debía regresar tras la muerte. Mucho se había perdido. Demasiado, ya

Demasiado

Se movió solo. Esta vez, la espada no le alcanzó, quizás por el estado de Jules, quizás porque, en esta ocasión, pudo preverlo a tiempo. ¿O puede que alguna mano invisible estuviera ayudándole en su cometido? Daba igual. Aleph era uno con el entorno, y nadie puede enfrentarse al poder de los elementos. El Ram Dao se movió tan rápido como una simple daga, levantando un vendaval de aire a su alrededor, sentenciando poco a poco a su objetivo. Aleph ponía todas sus fuerzas en ese último ataque final, toda su capacidad. El filo brillaba con la fuerza de su ki, tal y como lo había hecho antes de atravesar a Lucian

Ahora o nunca

- Tiradas (2)

Notas de juego

Pillo contra con +50, que sumado a mi +140 se convierte en +190. A esto le sumo 2 de cansancio (me quedo a 3, obteniendo un -20 a toda acción) consiguiendo otro +30 que me lo deja a +220. Daño 130. Cruzo los dedos

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07/04/2012, 21:52
Jules Lázarus

El Ram Dao apareció por el este y se abatió sobre Jules como un sol desconocido. El cuerpo del invocador se quedó quieto, como congelado. El estoque en alto y los ojos fijos en Aleph en una estatua perfecta. Jules apretó los dientes y bajó la mirada hasta su costado. La Ram Dao había penetrado a través de sus costillas hasta un punto de no retorno. Había más metal que carne en su torso.

Al retirar Aleph el arma, Jules se llevó la mano a la herida y sus piernas se colapsaron, causándole una caída. La sangre abandonaba su cuerpo con profusión y él apenas podía respirar. Miraba fijamente la cristalera superior, por la cual se colaban los últimos rayos de luz del día, mientras sonreía.

-Aún así... hicieron cosas bonitas.

Jules se sentía demasiado herido como para poder enfadarse por su derrota. En cierto modo, había sabido tan pronto Jorosh había sido destruido que tal era su sino. Se había enfrentado a él con decisión. No deseaba que lo dejasen ir. Había apostado demasiado y lo había perdido todo.

Quizá tendría que haberlo dejado pasar, haber rechazado el manto de Mateo. Pero aquellos sueños que lo atormentaban, aquella tenaza en su vientre... ¿Cómo podría hacer como si nada estuviera ocurriendo? ¿Cómo podía negarse a sí mismo que deseaba ser grande y recordado por su propia naturaleza y no por la herencia de su padre falso? En realidad había elegido lo que había querido. Y, por un momento, había podido volar.

-C-como los ángeles...

Las palabras surgían de sus labios sin sentido aparente, pues ninguno de los que estaban allí podía leer su mente. Y Vincent no iba a buscar en ella si no se lo ordenaban. Aun así, de algún modo se las arreglaba para componer un discurso improvisado si se prestaba atención... Pero Jules ni siquiera era consciente de ello.

Sabía que cuando llegaba el momento de morir los cristianos podían arrepentirse para poder vivir en el Paraíso el resto de la eternidad. Pero Jules no se arrepintió de nada. No, eso era falso. Junette... Había actuado movido por la ira, pero nada malo deseaba para su prima. Había sido leal y competente, y eso le importaba más que casi cualquier otra cosa.

Pero había algo que amaba más que a Junette. Elisabeth. Jules movió una mano temblorosa en busca de algo en sus bolsillos y extrajo un pedazo de papel doblado. Lo desdobló y se lo puso cerca del rostro para mirarlo. Jules sonrió.

-D-después de todo... No soy un monstruo.

Una lágrima surgió de uno de sus ojos y se resbaló por la mejilla hasta el suelo. La mano dejó de tener fuerzas para sujetar el papel y cayó inerte sobre el pecho de Jules. Sus ojos se quedaron vidriosos mirando hacia arriba mientras exhalaba su último aliento.

- Tiradas (1)
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08/04/2012, 12:44
Director

Aun manchada de sangre, la imagen era clara.

Mateo, Fiona y Elisabeth en los días felices.

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08/04/2012, 12:50
Elías Lázarus

-Aleph.

Elías avanzó hacia él y le tocó el hombro.

-¿Puedes andar? Esto se ha acabado, pero tenemos que volver a casa. No sé si Damien está muerto, pero Fiona necesitará descansar.

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09/04/2012, 01:17
Aleph

Aleph observó como el ángel caía al suelo entre estertores de sangre y dolor, y sintió como el mundo iba abajo con él. El sabor metálico en su boca se había entremezclado con el tibio sabor de las lágrimas, y el resultado no era desagradable. No era dulce, ni amargo, sino una mezcla de los dos. Su arma, su brazo, su pecho, sus piernas... Estaba cubierto de sangre. La misma sangre de sus enemigos. Su propia sangre. Daba igual: La sangre era sangre. Significaba dolor, heridas y muerte. Pero también significaba renacimiento

¿Ya estaba? ¿Había acabado todo? ¿O no había sido más que un mal sueño matutino, compuesto entre las dulces notas de una sinfonía interpretada por los primeros destellos del sol naciente? Quiso cerrar los ojos, despertar. Pero no había sueño del que despertar. Y, si lo había, aún no había llegado el momento de hacerlo. Así que no cerró los ojos, ni maldijo a los cielos, ni se pellizcó un brazo con intención de convencerse a sí mismo. Se limitó a observar como la figura caía al suelo, frente a sus pies... Y pensó que era bello

¿Era tan diferente Jules de un ángel? Un coletazo desesperado de los últimos vestigios que una raza anciana y bella pudo ofrecer al mundo. Era su hermano, otro viajero perdido en aquel mar de mentiras y sinsentidos. La vida, como siempre, se mostraba caprichosa, pero la ironía era otro aspecto de la existencia, y aceptarla no era más que otro paso para aceptarnos a nosotros mismos. Quizás Jules no había sido un ángel. Pero tampoco había sido un demonio. Ahora volvía con la madre, y su llama titilaba tímidamente, dispuesta a apagarse ya por fin

El Ram Dao coreó un estruendo metálico al chocar con el suelo, pero Minnotorgon no lo oyó. Solo tenía ojos para el desdichado soñador que, desangrándose a sus pies, acercaba a sus ojos un último recuerdo, un simple pedazo de papel que, por otro lado, contenía un mundo abrazado a trazos de grafito. ¿Qué decir ante esas últimas palabras? Si tenían algún significado, ese significado también moría con Jules. Y así debía ser. Que el alma torturada del joven hijo de Mateo se consolara en sus últimos momentos en un breve remanso de paz. Puede que hubiera rozado la más absoluta divinidad o la más profunda demencia, Aleph no se atrevía a decidirlo. Pero de lo que sí estaba seguro era de que se había ganado una última caricia de paz

Como en un sueño, se agachó y recogió el papel del pecho de Jules. Lo llevó junto a sus ojos, que a esas alturas ya estaban comenzando a secarse, por haberse quedado sin lágrimas. Allí estaban Elisabeth, Fiona... Y Mateo. Y parecían una familia feliz. No, Mateo no había sido ningún monstruo. ¿Era un delito soñar con un mundo mejor? Puede que la sangre nublara su mente, pero su objetivo había sido noble. Y, sin embargo, solo había traído dolor. ¿Merecía la pena un mundo como aquel, que desgajaba algo tan puro como el altruismo en pétalos de amarga crueldad?

Cuando veo esto... Cuando te vi a ti... Pensé que era afortunado. Afortunado de haber podido conocer a alguien como tú. Afortunado de haber nacido en un mundo como este, repleto de maravillas, y de seguir respirando, llenándome los pulmones de aire glacial para levantarme una mañana tras otra. Y una noche como esta... Creo que es algo por lo que merece la pena vivir

Por lo que merece la pena vivir

Minnotorgon desapareció

Fue tan súbito como inesperado. Los recuerdos de Aleph se volvieron borrosos, su mente se compactó. No todo se perdió, pero solo pequeños retazos restaban ahora en la psique del gigante. Sorprendido, intentó retenerlos mientras luchaba por reconstruir el conjunto general. Había sentido que su alma se manifestaba, que una vida perdida afloraba a la superficie. Durante unos minutos, había estado completo. Y, sin embargo, ahora solo le quedaba la imagen difusa de un viejo ser humanoide, con cuernos en la cabeza, y un nombre: Minnotorgon

Nunca volvería a ser el mismo, pues había probado un pequeño destello de su vida pasada, y el ansia de saber más nunca desaparecería del todo. Pero, por ahora, Aleph volvía a ser, simple y llanamente, Aleph

Volvió a mirar el papel que había entre sus manos, y acto seguido se lo guardó. Para no olvidar lo ocurrido. Para no olvidar a Mateo, ni a Jules. Para no olvidar por qué estaba allí

La voz de Elías llegó de ninguna parte, sobresaltándole. Se había olvidado de que el hermano Lázarus seguía allí

Damien... Fiona... Tardó un par de segundos en aclararse. Luego frunció el ceño

Aunque estaba débil, cansado y herido, hacía falta algo más para tumbar a Aleph cuando su ayuda se necesitaba. Y, en esos momentos, la vida de dos personas estaba en juego. Había sentido el espíritu de Damien revolotear junto a él, pero no iba a perder la esperanza. Si el joven quería volver al río de almas con su amada, no sería él el que se lo impidiera, pero si deseaba volver a la vida... Aún podría quedar una pequeña posibilidad

Debemos darnos prisa Dijo mientras se colocaba el gran espadón a la espalda y se acercaba a los cuerpos de los otros dos. Le costaría cargar con ellos en su estado, pero Elías no parecía tan fuerte como él, y sería más sencillo si se echaba a cada uno en un hombro Pues estas paredes han visto ya demasiados horrores como para soportar más muerte en su interior. Vincent, ven con nosotros

Mientras salían de la catedral, dejando un capítulo que marcaría sus vidas detrás, Aleph no pudo evitar replantearse, por última vez, si algo había ocurrido como debería haber sido. Había sido él el que se había propuesto para sacrificarse, pero era uno de los pocos que había sobrevivido. Celeste y Jules tenían todos los factores a su favor, pero su plan había fallado estrepitosamente. La única conclusión eran más muertes sin sentido. Y, sin embargo, no pudo evitar sonreír

Sonreír porque todo había acabado. Sonreír porque, a pesar de haber perdido a uno de los amores de su vida, mañana volvería a ver salir el sol. Sonreír porque, a pesar de todo, aquella ciudad seguía viva, y sus gentes podrían vivir un día más para contarlo

Arriba, las estrellas titilaban contra la negrura, como guiños redentores

Notas de juego

¿Seguimos marcando a Damien y Junette?