Partida Rol por web

Damien se encontraba algo aturdido por la velocidad a la que se sucedían los acontecimientos, afortunadamente había logrado encontrar a la responsable del intento de asesinato de Elisabeth y entre Celeste y Aleph la habían sujetado y obligado a cantar.

Debo confiar más en mis instintos... esa Serena, me cayó mal desde el principio. Los celos... Pero ya está resuelto, un cabo menos, solo queda verla colgando de una cuerda por sus crímenes... ¿Pero que dice de ayudar a buscar a María?. Nosotros nos encargamos.

-Esperadme Jules, voy con vosotros. María confía en mí. -Creo. Y diciendo esto subió a por la espada a la vez que subía Jules y luego partió junto con él y Tristán.

Al salir , de pasada murmuró a Celeste y Aleph-Vigilad por favor a Elisabeth ¿Donde está? Hay otras amenazas contra ella y sólo vosotros podéis ayudar en el asunto.-

Y corrió detrás de Jules y el nuevo, ¿Tristán?, María era una chiquilla encantadora e iba a necesitar ayuda. A ver si él con su afamada labia podía dársela.

-Sí. Nosotros nos quedaremos con Eli, no sea que por irnos de aquí ocurra algo en la propia casa. No sería la primera vez.

Celeste estaba decidida a quedarse en la mansión mientras los demás iban a buscar a María. Aleph era un buen protector, y con él cerca Eli no tendría nada que temer. Además, tenía algunos planes en mente.

Aleph asintió

Ya lo había pensado. Está fuera, con su guardaespaldas, pero nuestra presencia no la hará daño. Tened cuidado

Luego esperó a Celeste para salir al jardín a buscar a la niña

No cierres el contacto con Jules. Si han despertado a algo parecido a Sandor, necesitarán toda la ayuda posible. Quizás no puedan hacerle frente ellos solos...

-Precisamente tengo algo pensado con Jules. Le diré que nos avise si ven algo, pero quiero investigar el despacho de mi hermanastro. El día del ataque de Sandor se mostró muy indignado cuando un sirviente entró en su despacho, a pesar del miedo y la confusión. 

Ahora tengo el pretexto perfecto para quedarme aquí, mientras él está fuera buscando a María.

Y ella no me despierta el mismo sentimiento que Eli, realmente. Quizá si María muere, no me importe.

Se guardo la última frase para sí. Seguramente a Aleph no le hubiera gustado escucharla. En la mente de Celeste dos sentimientos estaban enfrentados, si algo del estilo de sandor ocurría, ir allí les pondría en un peligro mortal y no sabía si haría lo mismo por María que por Eli. En cambio, estar allí proporcionaba más datos sobre el paradero de su "maestro", o quizá de su otro aprendiz... sería revolver de nuevo su pasado, pero tenía tantas ganas...

...

Celeste ya sabía lo que pensaba Aleph sobre entrar en el despacho de Jules a hurtadillas mientras este no estaba sin necesidad de que este lo expresara. Quizás por eso, quizás porque, en realidad, sabía que no podía convencerla, decidió no decir nada al respecto. Aleph siempre aceptaba el veredicto de Celeste sin rechistar. Pero la chica no se iba a ir sin un par de palabras de advertencia

Está bien, yo iré con Elisabeth. Pero no te alejes mucho, y a la mínima señal de que algo no marcha como debería... De hecho, no dejes de hablarme mediante tu magia. Si te callas, sabré que te ha pasado algo. ¿Ten cuidado, de acuerdo?

A Aleph se le hacía duro separarse de ella en un momento como aquel, pero hasta un tonto se daría cuenta de que Elisabeth corría mucho más peligro... Y de que, por mucho que lo intentara, Aleph no era ningún experto en registrar despachos de forma sigilosa. Más bien lo contrario

Jules no puso pegas a que Damien les acompañara. Cuando el trío se marchó, dejó solos a Aleph, Junette y Celeste.

Celeste entró con cuidado en el despacho. Tenía el aspecto sobrio, ordenado y pulcro de siempre. A pesar de que había un gran montón de papeles y de libros de cuentas, parecían tener su propio orden interno y no desentonaban con la estructura de la habitación. Jules era realmente metódico.

Cuando Aleph regresó al jardín, encontró a Elisabeth de pie en mitad del mismo, con Erik a su lado. Estaba encogida como si temiera que un asesino saliese de entre los arbustos en cualquier momento, pero al ver la figura del tao se sonrió y echó a andar hacia él.

-¿Qué ha pasado, Aleph? ¿Han vuelto... ellos?

Jules propuso ir al hotel a ver si María se había dirigido allí. Los cuatro subieron al coche de caballos que los esperaba en la entrada y que se puso en marcha tan pronto el joven burgués se lo indicó. Jules estaba bastante nervioso, mientras que su acompañante parecía más bien confuso.

-Tristán es capitán de la guardia -informó Jules mientras cruzaban la calle atestada-. Es un amigo de la familia y tiene mi completa confianza. Sabe algunas cosas.

-Un placer conocerle, Capitán, y desearía haberlo hecho en circunstancias mas afortunadas.- dijo Damien mientras extendía su mano.

-Hace unos días alguien trató de asesinar a...-recuerda en el último instante que Jules prefería que no se hablara de Elisabeth.- alguien en la mansión Lázarus. El asesino llevaba una daga con un símbolo de un unicornio. Hace un momento hemos visto otra daga igual en manos de Serena, -dijo señalando a la mujer, en la que todos parecían confiar de repente. Bueno, cuanto mas lejos de Elizabeth mejor, si digo algo ahora de detenerla con María en peligro la montará y perderemos tiempo.-la guardaespaldas de María. Al parecer María y Elisabeth eran amigas y Serena, aquí presente, se ha obsesionado con María y... no se, quiere separarla de sus amigos y mandó a uno de sus esbirros a matar a alguien en nuestra casa. Lo ha reconocido hace un momento. A instancias de María, que ha huido al escuchar algo tan horrible.-

-Debemos encontrarla antes de que cometa alguna estupidez. Vayamos al hotel. Porque no sé donde puede haber ido en vez de allí. Debe estar confusa.-

-Se me ocurren un par de lugares por si no la encontramos allí. Pero por empezar... -dijo Jules rascándose la nuca.

-Vaya -dijo el capitán con asombro-. ¿Y por qué tanta prisa?

-Maria siempre está siendo acosada por admiradores y chiflados, por su hermosa voz. Por ello requirió una guardaespaldas en primer lugar. No quiero dejarla sola, no es seguro. Algunos de ellos son violentos.-dijo Damien mientras miraba por la ventana con cara entre preocupada y de disgusto tratando de ver a la muchacha. Si ha ido hacia el hotel habrá seguido este camino ¿No? Ya deberíamos verla porque vamos más rápido que ella...

Celeste entró con cuidado en el despacho de Jules. No quería desordenar todo, quería dejarlo tal y como estaba. En teoría, y si era capaz de conseguirlo, volvería a dejar todo en su lugar cuando se fuera, haciendo que pareciera que nunca había estado allí. Pero, en el caso de no ser capaz, si cometía cualquier error, o si preveía que Jules se daría cuenta de su estancia Celeste inventaría una excusa, parecía factible. Sus habilidades hacían que la gente le creyera, y además, podría crear realmente su excusa, haciendo salir a un hombre de la habitación, aunque fuera una ilusión, se aseguraría de que alguien lo viera... como Elisabeth, así no tendría razón para culparle, sino para alabarla por defender su despacho.

Pero eso, era solo si todo salía mal.

Y no iba a salir mal. Es más Celeste iba a tratar de que saliera especialmente bien. Cuando entró en el despacho, celeste cerró los ojos, y trató de concentrar todo su poder. Iba a ser un conjuro muy poderoso, iba a lanzar casi todo su potencial en moldear de nuevo la realidad. Necesitaba concentración.

Empezó a respirar a respirar con tranquilidad, sintiendo como su concentración aumentaba, sintiendo como los poderes de la red de almas fluían hacia ella. Estaba concentrando un gran poder... y el despacho empezó a vibrar ligeramente. Pequeños objetos en la mesa de Jules rebotaban frenéticos, pero sin la fuerza necesaria para caer al suelo. Realmente no era de los hechizos más poderosos que Celeste había lanzado, pero sabía que iba a acabar muy cansada cuando terminara de recitarlo. Aún así, tenía que hacerlo, había algo en su "hermano" que le escamaba.

De pronto, alzó su mano derecha y se acarició la cara en un primer lugar con la palma con la frente. Su palma albergaba una luz intensa que, tras el contacto con su faz, desapareció parcialmente. Había entrado dentro de la mente de Celeste, y en ese instante, multitud de carácteres luminosos de un tamaño realmente minúsculo empezaron a pasar por delante de los ojos de Celeste, suspendidos como a dos centímetros de sus ojos cerrados. Parecía como si estuviera leyendo un pequeño libro a gran velocidad. Algo así era, realmente.

Pero aún quedaba una pequeña bola de luz en su mano, y su siguiente gesto fue acariciarse los ojos. Suavemente, mientras aún permanecían cerrados, deslizó las yemas de su corazón e índice por los ojos y el brillo mágico desapareció de sus manos. En su lugar se notaba como algo bullía dentro de las cuencas de Celeste.

La chica abrió los ojos, y éstos parecieron dos luceros. Un brillo sobrenatural salía de ellos. Realmente, no iluminaba nada, era solo un artificio mágico, pero lo que realmente había ocurrido es que su percepción había aumentado increiblemente. La imagen de Celeste era espectacular, pero solo para alguien capaz de percibir la magia. Unos ojos luminosos sobre los cuales pasaban sin descanso, como en un pequeño papel a poca distancia multitud de simbolos rúnicos, tipográficos y arcanos.

Celeste pretendía encontrar cualquier cosa que allí hubiera, y si no había nada sospechoso, al menos aprendería todo lo que allí guardaba. Jules no tendría secretos para ella, al menos, eso es lo que pensaba la peliazul.

Una vez terminado el conjuro, la chica cayó de rodillas extenuada, lanzar conjuros poderosos siempre había sido su debilidad, su alma no estaba entera, estaba intentando salir de su cuerpo desde su malsana experiencia con su captor. Pero, salvando ese aspecto, Celeste era una gran hechicera.

Hora de la búsqueda.

La información que Celeste absorbió fue tanta, tan variada y tan compleja que le costó algo de tiempo digerirlo. Comprendió que lo que primaba en la habitación eran cuentas, tratos y acuerdos comerciales. Y que, a juzgar por ellos, los Lázarus eran muy, muy ricos, y que Jules era tan inteligente como ella. La mayor parte de aquellos acuerdos eran astutos y muy beneficiosos para la familia, utilizando revocecos legales y oportunidades únicas. En definitiva, Jules era un zorro avispado en los negocios que sabía perfectamente lo que hacía.

Pero no fue lo único que Celeste encontró. Descubrió que en el escritorio había un compartimento secreto que se abría deslizando un panel de madera hacia la derecha. Dentro encontró un montón de papeles, como apresuradas anotaciones y esbozos, y un símbolo que se repetía: los siete círculos.

La información fue rápida de absorber. Eran un montón de pistas, una investigación a medias, sobre el culto. Jules parecía haber reunido algunas pistas que no había compartido con ellos: fechas, encuentros, posibles miembros. Destacaba un nombre: Lucian, que parecía ser el jefe. Había datos sobre Jorosh y Kyrie la invocadora, las cinco reliquias y los cuatro guardianes. Jules sabía más de lo que aparentaba...

Aleph negó con la cabeza

No, en principio. Aún así, creo que sería prudente entrar en la casa. No te preocupes: Me voy a quedar contigo, y Erik está también aquí

Intentó sonreír, mostrando más confianza de la que realmente sentía

El hilo que unía a ambos empezó a vibrar de forma muy intensa. Celeste parecía muy ilusionada con lo que iba a decir, y la propia sensación se trasmitió por el enlace. Quizá fuera un mensaje de triunfo o algo parecido.

-Aleph, cariño, creo que al final no me vas a poder recriminar lo que acabo de hacer, he descubierto cosas apasionantes, y la más importante es que Jules nos oculta datos. Tiene un gran alijo de infomación en un estante secreto aquí mismo. Estoy pensando la manera de dejar algún espía en esta habitación. Sería muy útil saber cuando nos oculta infomación. 

Todo por el bien de Elisabeth.

JA. Aleph sabría muy bien que no era por ello, pero con esa palabra intentaba ganarse su aprobación. Celeste lo hacía por su necesidad de información. Por su manía de conocer todos los datos. Celeste pensaba científicamente, y quería conocer todos los frentes para sacar conclusiones más firmes. Pero... ¿Como lo haría? En este momento, ni ella lo sabía.

Celeste trató de memorizar a toda prisa todo lo que allí había antes de salir por la puerta dejándolo todo tal y como lo había encontrado. Ya sabía el sitio secreto, y sabía que podría entrar allí cuando quisiera. Solo tendría que separar el alma de su cuerpo y nadie podría verla llegando hasta allí. No tendría ni que abrir la puerta.

Antes de salir se aseguró de que lo que veía era la misma imagen que había cuando había entrado.