Partida Rol por web

Ocaso

6. Apache (amanecer)

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19/10/2015, 16:16
Director

Las bocanadas de pipa llenan todos tus sentidos y notas como el humo meloso recorre tu cuerpo. Te sientes aislado y solo en la tienda y no puedes apartar la mirada de las danzantes llamas. En la Bíblia ya se advierte de que las trampas del demonio son siempre confusas e hipnotizantes, pero estás aquí por una causa por la que vale la pena ensuciarse.

El calor de la hoguera, las sombras que bailan, el humo de esa pipa larga y blanca… te sientes mareado y adormecido. Como si tu consciencia se hubiera desplazado unos centímetros de tu cuerpo, notas como tu campo de visión cambia lentamente.

De repente te sobresalta el estruendoso trote de caballos. Estás en los Llanos y el Sol brilla en el cielo. La pequeña carreta que conduces va dando saltos bruscamente sobre las piedras del desierto y los dos caballos que tienes enfrente galopan desbocados.

A tu lado tu padre está tumbado casi encima de ti. Su cara refleja mucho dolor y con la mano derecha se agarra la ropa encima de su pecho izquierdo. El otro brazo lo tiene tieso contra su costado.

Lleváis un minuto a la carrera pero parece una eternidad. Echas otro breve vistazo para atrás y tampoco ves nada pero sabes que sí lo hay. Tienes la certeza de que hay alguna cosa cerca vuestro que os está persiguiendo y que enseguida os va atrapar. Vuelves a agitar las riendas pero es inútil: los caballos también notan esa presencia acongojante y corren al límite.

Confirmando tus miedos, alguna cosa enorme impacta contra el costado de la carreta y oyes el crujir de la madera. Enseguida ves como el paisaje se ladea y empieza a dar vueltas hasta que tú impactas duramente contra el suelo. La carreta sale disparada dando tumbos con los caballos atados.

El dolor que te sube por la espalda es indescriptible y gritas con todas tus fuerzas. Te intentas incorporar para poner la mano en tu espalda pero te das cuenta de que no puedes. Tus piernas no responden. A tu lado tu padre está en posición fetal y continua agarrándose muy fuerte su pecho.

Esa presencia se acerca. La temperatura baja de repente y el aire se vuelve denso, te cuesta mucho respirar y tus movimientos se vuelves pesados. No ves nada, no sabes nada pero es evidente que vais a morir aquí.

Un sinfín de rayas empiezan a dibujarse en la arena como si unos dedos invisibles estuvieran acariciando suavemente el suelo. El rastro se acerca a tu padre y entonces… para tu asombro unas formas largas, negras y delgadas aparecen de la nada. Al principio solo ves unos pequeños “dedos” pero a medida que subes la mirada, estos se van ensanchando y enlazándose entre sí hasta que forman una masa negra y purulenta grande como un carro de cuatro caballos. Entre medio de este ovillo de tentáculos crees ver un gigante ojo ciego que parpadea de abajo para arriba, pero el horror de su visión es tanto que cierras los ojos antes de vomitar. Cuando vuelves a abrirlos ves como esa cosa ya está encima de tu padre. Sus centenares de terminaciones están palpando su cuerpo y a medida que se van posando sobre su piel, sus puntas negras y húmedas se abren en forma de ventosa.

Sin opción de desplazarte buscas dentro de tu chaleco, encuentras el revólver y lanzando un grito de agonía lo vacías sobre esa cosa sin apenas mirar. Sería imposible fallar, pero cuando has terminado el tambor de tu arma y ves que nada ha cambiado empiezas a sollozar sin remedio.

Te parece escuchar unas risas detrás de ti, pero ahora esto ya da igual porqué algunos tentáculos empiezan a buscarte.

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19/10/2015, 16:31
Director

Las bocanadas de pipa llenan todos tus sentidos y notas como el humo meloso recorre tu cuerpo. Te sientes aislado y solo en la tienda y no puedes apartar la mirada de las danzantes llamas. Ahora mismo no parece que vayas a redimirte de ningún pecado pasado, sino que estás a punto de perder tu batalla para mantener la vela de la Justícia a flote.

El calor de la hoguera, las sombras que bailan, el humo de esa pipa larga y blanca… te sientes mareado y adormecido. Como si tu consciencia se hubiera desplazado unos centímetros de tu cuerpo, notas como tu campo de visión cambia lentamente.

De repente te sobresalta el estruendoso trote de caballos. Estás en los Llanos y el Sol brilla en el cielo. La pequeña carreta que conduces va dando saltos bruscamente sobre las piedras del desierto y los dos caballos que tienes enfrente galopan desbocados.

A tu lado tu padre está tumbado casi encima de ti. Su cara refleja mucho dolor y con la mano derecha se agarra la ropa encima de su pecho izquierdo. El otro brazo lo tiene tieso contra su costado.

Lleváis un minuto a la carrera pero parece una eternidad. Echas otro breve vistazo para atrás y tampoco ves nada pero sabes que sí lo hay. Tienes la certeza de que hay alguna cosa cerca vuestro que os está persiguiendo y que enseguida os va atrapar. Vuelves a agitar las riendas pero es inútil: los caballos también notan esa presencia acongojante y corren al límite.

Confirmando tus miedos, alguna cosa enorme impacta contra el costado de la carreta y oyes el crujir de la madera. Enseguida ves como el paisaje se ladea y empieza a dar vueltas hasta que tú impactas duramente contra el suelo. La carreta sale disparada dando tumbos con los caballos atados.

El dolor que te sube por la espalda es indescriptible y gritas con todas tus fuerzas. Te intentas incorporar para poner la mano en tu espalda pero te das cuenta de que no puedes. Tus piernas no responden. A tu lado tu padre está en posición fetal y continua agarrándose muy fuerte su pecho.

Esa presencia se acerca. La temperatura baja de repente y el aire se vuelve denso, te cuesta mucho respirar y tus movimientos se vuelves pesados. No ves nada, no sabes nada pero es evidente que vais a morir aquí.

Un sinfín de rayas empiezan a dibujarse en la arena como si unos dedos invisibles estuvieran acariciando suavemente el suelo. El rastro se acerca a tu padre y entonces… para tu asombro unas formas largas, negras y delgadas aparecen de la nada. Al principio solo ves unos pequeños “dedos” pero a medida que subes la mirada, estos se van ensanchando y enlazándose entre sí hasta que forman una masa negra y purulenta grande como un carro de cuatro caballos. Entre medio de este ovillo de tentáculos crees ver un gigante ojo ciego que parpadea de abajo para arriba, pero el horror de su visión es tanto que cierras los ojos antes de vomitar. Cuando vuelves a abrirlos ves como esa cosa ya está encima de tu padre. Sus centenares de terminaciones están palpando su cuerpo y a medida que se van posando sobre su piel, sus puntas negras y húmedas se abren en forma de ventosa.

Sin opción de desplazarte buscas dentro de tu chaleco, encuentras el revólver y lanzando un grito de agonía lo vacías sobre esa cosa sin apenas mirar. Sería imposible fallar, pero cuando has terminado el tambor de tu arma y ves que nada ha cambiado empiezas a sollozar sin remedio.

Te parece escuchar unas risas detrás de ti, pero ahora esto ya da igual porqué algunos tentáculos empiezan a buscarte.

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19/10/2015, 16:34
Director

Las bocanadas de pipa llenan todos tus sentidos y notas como el humo meloso recorre tu cuerpo. Te sientes aislado y solo en la tienda y no puedes apartar la mirada de las danzantes llamas. Te acuerdas de esas primeras semanas en las Guerras Indias, entonces como soldado raso de infanteria. Aún recuerdas la última mirada de alguno de esos pobres desgraciados indios, mal armados y peor protegidos. Al principio todas las noches tenías que emborracharte para olvidar, pero al cabo de dos semanas ya llegabas a la hora de cenar con hambre.

El calor de la hoguera, las sombras que bailan, el humo de esa pipa larga y blanca… te sientes mareado y adormecido. Como si tu consciencia se hubiera desplazado unos centímetros de tu cuerpo, notas como tu campo de visión cambia lentamente.

De repente te sobresalta el estruendoso trote de caballos. Estás en los Llanos y el Sol brilla en el cielo. La pequeña carreta que conduces va dando saltos bruscamente sobre las piedras del desierto y los dos caballos que tienes enfrente galopan desbocados.

A tu lado tu padre está tumbado casi encima de ti. Su cara refleja mucho dolor y con la mano derecha se agarra la ropa encima de su pecho izquierdo. El otro brazo lo tiene tieso contra su costado.

Lleváis un minuto a la carrera pero parece una eternidad. Echas otro breve vistazo para atrás y tampoco ves nada pero sabes que sí lo hay. Tienes la certeza de que hay alguna cosa cerca vuestro que os está persiguiendo y que enseguida os va atrapar. Vuelves a agitar las riendas pero es inútil: los caballos también notan esa presencia acongojante y corren al límite.

Confirmando tus miedos, alguna cosa enorme impacta contra el costado de la carreta y oyes el crujir de la madera. Enseguida ves como el paisaje se ladea y empieza a dar vueltas hasta que tú impactas duramente contra el suelo. La carreta sale disparada dando tumbos con los caballos atados.

El dolor que te sube por la espalda es indescriptible y gritas con todas tus fuerzas. Te intentas incorporar para poner la mano en tu espalda pero te das cuenta de que no puedes. Tus piernas no responden. A tu lado tu padre está en posición fetal y continua agarrándose muy fuerte su pecho.

Esa presencia se acerca. La temperatura baja de repente y el aire se vuelve denso, te cuesta mucho respirar y tus movimientos se vuelves pesados. No ves nada, no sabes nada pero es evidente que vais a morir aquí.

Un sinfín de rayas empiezan a dibujarse en la arena como si unos dedos invisibles estuvieran acariciando suavemente el suelo. El rastro se acerca a tu padre y entonces… para tu asombro unas formas largas, negras y delgadas aparecen de la nada. Al principio solo ves unos pequeños “dedos” pero a medida que subes la mirada, estos se van ensanchando y enlazándose entre sí hasta que forman una masa negra y purulenta grande como un carro de cuatro caballos. Entre medio de este ovillo de tentáculos crees ver un gigante ojo ciego que parpadea de abajo para arriba, pero el horror de su visión es tanto que cierras los ojos antes de vomitar. Cuando vuelves a abrirlos ves como esa cosa ya está encima de tu padre. Sus centenares de terminaciones están palpando su cuerpo y a medida que se van posando sobre su piel, sus puntas negras y húmedas se abren en forma de ventosa.

Sin opción de desplazarte buscas dentro de tu chaleco, encuentras el revólver y lanzando un grito de agonía lo vacías sobre esa cosa sin apenas mirar. Sería imposible fallar, pero cuando has terminado el tambor de tu arma y ves que nada ha cambiado empiezas a sollozar sin remedio.

Te parece escuchar unas risas detrás de ti, pero ahora esto ya da igual porqué algunos tentáculos empiezan a buscarte.

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19/10/2015, 16:44
Director

Las bocanadas de pipa llenan todos tus sentidos y notas como el humo meloso recorre tu cuerpo. Te sientes aislado y solo en la tienda y no puedes apartar la mirada de las danzantes llamas. ¿Esto era irse de aventuras? La muerte de Fox te ha hecho ver que el riesgo es real y piensas que si te ocurre algo, tu madre se quedaría totalmente sola. La echas de menos.

El calor de la hoguera, las sombras que bailan, el humo de esa pipa larga y blanca… te sientes mareado y adormecido. Como si tu consciencia se hubiera desplazado unos centímetros de tu cuerpo, notas como tu campo de visión cambia lentamente.

De repente te sobresalta el estruendoso trote de caballos. Estás en los Llanos y el Sol brilla en el cielo. La pequeña carreta que conduces va dando saltos bruscamente sobre las piedras del desierto y los dos caballos que tienes enfrente galopan desbocados.

A tu lado tu padre está tumbado casi encima de ti. Su cara refleja mucho dolor y con la mano derecha se agarra la ropa encima de su pecho izquierdo. El otro brazo lo tiene tieso contra su costado.

Lleváis un minuto a la carrera pero parece una eternidad. Echas otro breve vistazo para atrás y tampoco ves nada pero sabes que sí lo hay. Tienes la certeza de que hay alguna cosa cerca vuestro que os está persiguiendo y que enseguida os va atrapar. Vuelves a agitar las riendas pero es inútil: los caballos también notan esa presencia acongojante y corren al límite.

Confirmando tus miedos, alguna cosa enorme impacta contra el costado de la carreta y oyes el crujir de la madera. Enseguida ves como el paisaje se ladea y empieza a dar vueltas hasta que tú impactas duramente contra el suelo. La carreta sale disparada dando tumbos con los caballos atados.

El dolor que te sube por la espalda es indescriptible y gritas con todas tus fuerzas. Te intentas incorporar para poner la mano en tu espalda pero te das cuenta de que no puedes. Tus piernas no responden. A tu lado tu padre está en posición fetal y continua agarrándose muy fuerte su pecho.

Esa presencia se acerca. La temperatura baja de repente y el aire se vuelve denso, te cuesta mucho respirar y tus movimientos se vuelves pesados. No ves nada, no sabes nada pero es evidente que vais a morir aquí.

Un sinfín de rayas empiezan a dibujarse en la arena como si unos dedos invisibles estuvieran acariciando suavemente el suelo. El rastro se acerca a tu padre y entonces… para tu asombro unas formas largas, negras y delgadas aparecen de la nada. Al principio solo ves unos pequeños “dedos” pero a medida que subes la mirada, estos se van ensanchando y enlazándose entre sí hasta que forman una masa negra y purulenta grande como un carro de cuatro caballos. Entre medio de este ovillo de tentáculos crees ver un gigante ojo ciego que parpadea de abajo para arriba, pero el horror de su visión es tanto que cierras los ojos antes de vomitar. Cuando vuelves a abrirlos ves como esa cosa ya está encima de tu padre. Sus centenares de terminaciones están palpando su cuerpo y a medida que se van posando sobre su piel, sus puntas negras y húmedas se abren en forma de ventosa.

Sin opción de desplazarte buscas dentro de tu chaleco, encuentras el revólver y lanzando un grito de agonía lo vacías sobre esa cosa sin apenas mirar. Sería imposible fallar, pero cuando has terminado el tambor de tu arma y ves que nada ha cambiado empiezas a sollozar sin remedio.

Te parece escuchar unas risas detrás de ti, pero ahora esto ya da igual porqué algunos tentáculos empiezan a buscarte.

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19/10/2015, 16:49
Hombre de las Medicinas

¡¡¡KAHORE!!!

El Hombre de las Medicinas lanza un grito. Está de pie frente la hoguera y con sus dos manos está vaciando a toda prisa un cuenco grande de arena encima de las llamas. Poco a poco el fuego pierde fuerza y la tienda recupera su color natural de ramas y maderas secas. Mirando a vuestro alrededor confirmáis que nunca os habéis ido de aquí.

Notas de juego

Las pérdidas de cordura por lo que acaba de suceder en la tienda son:

1d6 por el “traslado corporal”

1/1d8 por ver a esa entidad monstruosa.

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20/10/2015, 09:41
Bruce Coulon

El grito del anciano me trae de vuelta, afortunadamente

Jadeo, estoy sudoroso, intento recuperar el aliento mientras observo a mi alrededor. Ahí están el anciano, el niño y mis compañeros

Sí, sigo aquí

A mi mente viene la imagen de la visión, de esa extraña criatura, de esos téntaculos de ese ojo. Me quedo paralizado y mirando hacia el infinito con la vista perdida, ensimismado en mi visión.

- Tiradas (3)

Motivo: Traslado temporal

Tirada: 1d100

Dificultad: 80-

Resultado: 43 (Exito)

Motivo: Monstruo

Tirada: 1d100

Dificultad: 80-

Resultado: 86 (Fracaso)

Motivo: Pérdida cordura

Tirada: 1d8

Resultado: 6

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20/10/2015, 23:38
Ben Rumson

Ben grita, y sigue gritando una vez que el anciano lo saca de aquella pesadilla. maldice y echa rayos por su boca, levantándose rápidamente, empapado en sudor, y pegando la espalda contra la lona de la tienda. No puede creer lo que ha visto. No debe creer lo que ha visto.

Hunde el rostro entre sus manos, luchando contra el horrible impulso de arrancarse los ojos y, con los nervios a flor de piel, todos los malos recuerdos se agolpan en su mente, cubriéndola de un manto rojo sangre acompasado con el grito de todos los bandidos a los que ha disparado a lo largo de su vida como sheriff.

Con un horrible sonido, vomita jugos gástricos doblándose sobre su propio estómago.

—Qué coño... —Farfulla, entre violentas arcadas—¡QUÉ DEMONIOS HA SIDO ESO! ¡QUÉ MIERDA HAS ECHADO AL FUEGO, QUÉ ES LO QUE HEMOS VISTO! ¿NOS HAS DROGADO, VERDAD? ¡NOS HAS DROGADO, MALDITA SEA!

No le salen lágrimas, porque está demasiado aterrado para ello, pero aun así, la debilidad hace que le fallen las piernas y cae de rodillas de nuevo.

—Qué cojones... Hemos visto...

Durante unos instantes, todo en lo que cree, todo lo bueno que cree encontrar en el mundo, se desvanece de su cabeza, para dejar paso a una oscuridad absoluta en la que rezuman los apéndices del monstruoso ser. Incluso su mano temblorosa busca su pistolera para sacar el revólver, descerrajarse un tiro y acabar con todo.

"No, saco de huesos"

Se dice.

"Aun no tienes permitido morirte. No hasta que te demuestres a ti mismo que aún tienes ese derecho"

Otra arcada seguida de una nueva devolución.

- Tiradas (3)

Motivo: Cordura cambio corporal

Tirada: 1d6

Resultado: 5

Motivo: Cordura monstruo chungo

Tirada: 1d100

Dificultad: 60-

Resultado: 100 (Fracaso)

Motivo: Cordura monstruo chungo

Tirada: 1d8

Resultado: 3

Notas de juego

-8 puntos de cordura menos, me los anoto

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21/10/2015, 01:12
Allan Dewey

Después de sentir tan vívida experiencia el predicador rezo fervientemente guardando silencio ... por un momento mientras que veía y escuchaba a sus vecinos de Tombstone reaccionar posiblemente a algo pareceido a lo que acaba de ver en la visión infundad por el jefe indio, tratando de mantener la compostura dijo con aparente seguridad y convicción fanática:

" Esta visión que nos has provocado jefe es una herejía!! Sin embargo podría ser que ese demonio oscuro y frío sea lo que atacó al padre e hijo que dirigían en la carreta que dejamos atras hermanos míos, si es así creo que necesitamos saber de que manera esa cosa se relaciona con el sujeto que buscamos, así como toda la ayuda que dios nos quiera mandar para enfrentar a ese esbirrio maligno del demonio! "

- Tiradas (1)

Motivo: Tirada de cordura

Tirada: 1d100

Dificultad: 66-

Resultado: 10 (Exito)

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21/10/2015, 09:59
Bruce Coulon

Al escuchar al predicador, Bruce reacciona

-Entonces hemos visto lo mismo....hemos visto...."eso"

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22/10/2015, 10:49
Hombre de las Medicinas

El viejo se vuelve a sentar una vez que el fuego está adormecido.  Parece un poco conmocionado y también alertado ante vuestras reacciones. Clem se ha terminado la botella de whisky que le regaló antes el predicador y está bastante borracho, aun así continúa con sus labores de traductor.

La situación es peor de lo que imaginaba. No esperaba ver al segundo Espíritu Corrupto ahora. La Oscuridad no viaja sola y ningún Apache se acercará a ellos, sería una batalla perdida. Lleva luchando contra el Coyote desde el inicio de los Tiempos en una batalla que está más allá de nuestra comprensión pero que ahora amenaza con destruir toda la vida de los Llanos.

Ellos lanzaron los lobos contra vosotros, pusieron la Oscuridad dentro de su corazón y los forzaron a atacaros. Entonces supe que vosotros eráis sus enemigos y que debía de ayudaros. El Coyote que anda como el Hombre debe ser matado.

- Tiradas (8)

Motivo: Perdida cordura traslado corporal de Coulon

Tirada: 1d6

Resultado: 2

Motivo: Perdida cordura traslado corporal de Dewey

Tirada: 1d6

Resultado: 2

Motivo: Perdida cordura traslado corporal de Willis

Tirada: 1d6

Resultado: 3

Motivo: Tirada Cordura Willis

Tirada: 1d100

Dificultad: 60-

Resultado: 61 (Fracaso)

Motivo: Perdida de Cordura Willis

Tirada: 1d8

Resultado: 8

Motivo: Idea Coulon

Tirada: 1d100

Dificultad: 75+

Resultado: 19 (Fracaso)

Motivo: Idea Rumson

Tirada: 1d100

Dificultad: 50+

Resultado: 64 (Exito)

Motivo: Idea Willis

Tirada: 1d100

Dificultad: 45+

Resultado: 97 (Exito)

Notas de juego

Sobre la pérdida de cordura:

El 1d6 correspondiente al traslado de cuerpo es automático.

Aunque se acierte la tirada de Cordura sobre la visión del monstruo se pierde igualmente 1 punto (1/1d6).

He hecho yo las tiradas que quedan para avanzar.

Pérdida total de cordura:

Coulon: 2+6=8

Rumson: 5+3=8

Dewey: 2+1=3

Willis: 3+8=11

Coulon ha perdido 5 puntos o más en una única tirada de Cordura y además ha acertado una tirada de Idea (lo que significa que ha comprendido perfectamente el horror que ha visto) así que sufre un leve pasaje de locura temporal que durará al menos hasta que termine esta escena. Te lo describo en privado.

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22/10/2015, 11:54
Director

Tu locura temporal: no tienes claro si eres Bruce Coulon o el joven conductor del Pony Express, o uno metido en el cuerpo del otro… Reconoces a tus compañeros pero tus objetivos aquí están un poco borrosos.

En resumen: la locura temporal debe putearte un poco pero sin estropear tu participación en la partida.

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26/10/2015, 12:06
Clem

¡Por el sable del General Lee! Ya lo creo Coronel Coulon que todos hemos visto lo mismo. Creo que tenía guardado un poco de bourbon por aquí… -el viejo tarado rebusca entre su ropa- Jamás había visto al jefe indio ofrecer su pipa sagrada a ningún hombre blanco –Clem ha encontrado un pequeño botellín de licor y empieza a dar cuenta de él-. ¿Se encuentra bien amigo? –pregunta dirigiéndose a Rumson- No sé si drogado es la palabra, pero ellos mantienen en secreto este ritual a los blancos porque creen que así les debilitan en su frente espiritual. Espero que lo que hayamos visto sea fruto de esta pipa y no de ninguna visión real, pero yo no sé decirlo. ¡Maldita la hora en que nos conocimos!

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27/10/2015, 08:17
Bruce Coulon

Tengo la mirada perdida, miro a mi alrededor, asustado, intentando situarme. Hay varias personas, las conozco, creo que las conozco, pero lo último que recuerdo es viajar en mi carro del Pony Express...¿o no era mi carro?. Todo está confuso, me veo las manos, son viejas, arrugadas.

De pronto un viejo me habla, le miro con cara de sorpresa, su aliento huele a alcohol

¿Coulon?, ¿quien es Coulon?, ¿yo soy Coulon?

No le respondo, miro a mi alrededor, un anciano indio, un niño, un joven y dos adultos blancos

Coulon

-¿Dónde estoy?, no....no me sitúo....¿yo soy Coulon?...sí...creo....no sé

 

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27/10/2015, 23:00
Ben Rumson

Ben se enjuga el sudor de la cara, pasando la palma de la mano sin mucha ceremonia. Respira pesada e irregularmente, y se vuelve a incorporar, rumiando lo que acaban de presenciar.

—No he visto nada igual en toda mi vida... Dice, mirando directamente al Indio anciano—. Pero, que Dios nos ayude, porque yo no me pienso enfrentar a eso que acabamos de ver.

Habla de forma tensa, nerviosa, le tiembla la voz del miedo, pero también de estupefacción. Su mente acaba de abrirse a cosas en las que jamás ha creido, y ello le está pasando factura. Nota su sangre pulsante en las sienes, como para recordarle que su cerebro aun sigue intacto... Pero el daño ha sido mucho más profundo que eso.

—Nosotros tenemos una misión. Dar caza a un asesino.

 

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27/10/2015, 23:40
Allan Dewey

Toció repetidamente el predicador para llamear la atención y aclarar el punto mientras que resa y se persina fervientemente:

" Señores, de hecho no hemos venido a eso señor Rumson, sino a detener si es posible a un sospechoso de un asesinato de una pequeña e inocente niña, conciudadana nuestra de Tombstone, los jueces haran justicia! POrque aunque la visión fue muy perturbadora, por si misma no basta para que juzguemos al hombre que buscamos "

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28/10/2015, 17:29
Hombre de las Medicinas

Dah-Keyah asiente ante las palabras de Rumson.

Si cortáis el Hombre Blanco del Coyote, los dos podrán descansar de nuevo y los otros males se alejarán de estas tierras. Al final seréis vosotros quienes tendréis que tomar una decisión –dice mirando al predicador- y yo os deseo que tengáis el pensamiento claro.

Ahora el motivo por el cual os he invitado ya se ha cumplido. Las llamas nos han dado unos conocimientos muy valiosos y tengo que meditar sobre lo que hemos visto y pedir consejo a mis antepasados.

El niño se levanta y os acerca un objeto plano cubierto en trapos.

Por favor, tomad esto como mi última petición.

El pequeño destapa el paquete y todos podéis ver un largo cuchillo con un mango de hueso.

Este cuchillo es poderoso. Usadlo para cortar la enfermedad del Coyote.

Notas de juego

Todos os dais cuenta de que Coulon está bastante mareado, o mejor dicho desorientado.

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29/10/2015, 18:10
Allan Dewey

       " Muy bien señor Dah-Keyah, tomaremos la decisión en su momento, le agradezco mucho toda su ayuda y también le agradeceriamos mucho si nos ayuda por favor con algún otro apoyo para el camino y algunas indicaciones para poder ubicar la mina donde debe estar ese coyote agazapado "    

       El predicador toma el cuchillo mientras dice lo anterior y al final se de cuenta de que Coulon está bastante mareado, por lo que después de guardar el cuchillo se acerca a este para apoyarlo mientras le dice:

       " ¿Se encuentra bien señor Coulon? ¿Que siente o percibe en este momento? Creo que será mejor que tome asiento un momento y descanse, tal vez el jefe le pueda dar algo para que se sienta mejor "   

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30/10/2015, 08:43
Bruce Coulon

Alzo la mirada hacia el reverendo

-¿Coulon?, ¿yo soy Coulon?...pensaba que era...no sé -me observo la mano- Debo ser Coulon, tengo la mano arrugada por el paso del tiempo como para ser un muchacho....

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02/11/2015, 12:05
Hombre de las Medicinas

El líder Apache medita la petición de Dewey.

Está bien, vuestra petición es justa. Clem os acompañará hasta el límite de la tierra Sagrada –en este punto vuestro traductor da un sobresalto- pero luego deberéis continuar solos.

No temáis por vuestro compañero -dice refiriéndose a Coulon-. Cuando se invocan los Poderes Antiguos siempre te exigen un sacrificio, pero esta vez han sido generosos. Ellos también están preocupados por lo que está sucediendo.

Vuestro compañero aún tiene su Espíritu danzando en el viento, pero pronto se recuperará.

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02/11/2015, 20:43
Ben Rumson

Ben entiende bastante bien a Coulon. Al fin y al cabo lo que han visto ha sido horroroso. Al verlo tan afectado, en cierto modo siente un ligero alivio por no haber acabado tan desorientado y al menos seguir teniendo noción de la realidad, que ya es algo. 

Por otra parte, no confía demasiado en el gesto de Clanton de tomar el cuchillo que les ha ofrecido el Piel Roja. Según él lo ha visto, ha resultado algo similar a una confirmación de que van a asesinar a Duvall sin celebrar un juicio justo previamente. No obstante, antes de decir nada, una sombra de mezquindad se apodera de su estómago y decide callar, y vigilar él mismo a Clanton. Si intenta asesinar a Duvall, él mismo será quien le detenga y los lleve a los dos ante la justicia.

—Gracias, creo que habría que marcharse —En su voz hay un matiz de urgencia, queriendo abandonar lo más rápidamente posible el campamento de los Indios.