Partida Rol por web

Os encontráis en Ubersreik, veis varios anuncios que dicen todos lo mismo:

¿NECESITAN TRABAJO?

Se buscan aventureros intrépidos y perspicaces para ayudar en mudanza. El trabajo implica discreción, peligro y acarrear algo de peso. Sólo se tomarán en cuenta a candidatos honestos. Nada de haraganes.

El salario es de 6 chelines de plata por jornada (más gastos).

¿INTERESADOS?

Pregunten por Herr Hendrick en la posada de la Luna Roja de Ubersreik. ¡No se demoren, acudan hoy mismo!

Paseando por las calles húmedas y embarradas de Ubersreik, el viejo Gerhardt se acerca a uno de los tablones de anuncios y recompensas. Lleva un tiempo buscando nuevas almas lo suficientemente locas o desesperadas como para unirse a él. Desde que perdió a todos los hombres de su vieja banda de patriotas no ha sido capaz de encontrar a nadie dispuesto a unírsele en su cruzada para limpiar el estigma del caos del reino de los hombres. Había tenido que empezar a hacer trabajos nimios para subsistir, de hecho.

En el tablón no había ninguna noticia de importancia. Nada sobre asaltos de hombres bestia, terribles horrores demoníacos, ni siquiera una caza de brujas. Todo eran ofertas de trabajos poco gratificantes. Una de ellas, no obstante, llamó su atención. El trabajo decía ser una mudanza, algo para lo que Gerhardt ya no tenía el cuerpo. Cargar objetos pesados, lo que le faltaba a su lumbago. Sin embargo había algo extraño, por eso le había llamado la atención. Buscaban "aventureros intrépidos y perspicaces". ¿Para qué demonios necesitaba alguien aventureros en una mudanza? Y lo que es más inquietante, ¿para que los necesitaba perspicaces?

Hmmm, algo me huele a chamusquina aquí. Herr Hendrick, Posada de la Luna Roja. Bien bien...

Musitando para sí, Gerhardt se alejó del tablón de anuncios hacia un callejón cercano, pero lo mantuvo en su rango de visión. Sentía curiosidad por ver qué clase de gente iba a atraer este cartel. Y si no veía a nadie, de todas formas se acercaría la posada esa misma noche para hablar con el tal Hendrick.

Tambaleándose por las calles del viejo Ubersreik, a los pies de las amadas montañas, una figura tosca pero de escasa altura, apareció farfullando por una esquina y se acercó al tablón - Maldito tabernero**hip**, querer que le de una sola corona por ese meado aguado al que llaman cerveza **hip** ¡¡Cerveza dicen!!**hip** - exclama, como si discutiera con alguien - Me gustaría que se lo dijeran al mismísimo Bugman **hip**. Pasa por delante del tablón, haciendo un esfuerzo por permanecer en pie. El gran hacha que lleva en al hombro parece desequilibrarle de forma continua, pero no es eso, no, el enano va como una cuba. ¿¿Aaaa-veeeeen**hip**tureros?? Eso lo soy yo!! además, se me ha **hip** terminado el dinero para **hip** cerveza - haciendo un esfuerzo mayor consigue leer la dirección de la posada, recuerda haber bebido allí, así que sin dudarlo ni un momento, y preguntándose si podrá cobrar en cerveza o vodka en lugar de en monedas, se dirige sin más dilación, pero con muchos vaivenes, a la posada en cuestión.

Uno tiene en ocasiones la necesidad de hacer algo más que emborracharse hasta caer del taburete. Eso fue lo que animó a botarrota a atender al aviso. Sabía reconocer los anuncios de trabajo, aunque por supuesto no entendía una sola palabra. Nunca tuvo ocasión de aprender a leer, pero no importaba. Era suficientemente grande como para convencer a alguien para que leyese por él.

El mercenario soltó al asustado escriba con un gruñido de agradecimiento y preguntó al tabernero por la posada. Al pobre diablo no le gustó hablar de la competencia, pero Botarrota pagó lo que debía y sin chistar, que siempre era de agradecer, así que le dio su bendición de apóstol de la cerveza.

El mercenario empezó así su camino en esta historia.

Mientras contaba una versión chistosa de mi última cacería alguien había hablado de una tarea sencilla y relativamente bien pagada  pero.... ¿6 chelines?. Pensé mientras agite la bolsa casi vacía. No es que fuera una gran paga y verme reducido a aceptar una tarea tan poco gloriosa me reconcomía sin embargo aún estaba intentando recuperarme. Mi pulso no era el de antes y apenas conseguía ocultar el temblor que se apoderaba de mis manos de vez en cuando. Resoplé decidido a aceptar el trabajo porque... ¿Qué podía ir mal en una mudanza?

LA POSADA DE LA LUNA ROJA

La posada de la Luna Roja se halla en la orilla del río Teufel, y puede accederse fácilmente a ella por carretera o por vía fluvial. El suelo es de adoquines, y el piso superior, con paredes de piedra y entramado de vigas de madera, sobresale por encima de la entrada delantera. 

Entráis y veis:

La sala comunal de la Luna Roja está oscura y llena de humo, y cuando entráis os golpea el rostro un fuerte olor a pescado, hollín y cerveza amarga. La barra del bar es poco más que un tablón alargado, y el mobiliario está en un estado bastante precario. Apoyados contra una pared hay una serie de reservados bastante apretados, y muchos de ellos están provistos de andrajosas cortinas que pueden correrse para ofrecer algo de intimidad. Varios candelabros y lámparas de aceite dispersas iluminan la sala, pues las pequeñas y mugrientas ventanas apenas dejan pasar la luz del exterior.

Habéis entrado todos en el mismo momento y no tenéis pinta de ser de aquí, con lo que suponéis que todos vais para la misma oferta de empleo, además sois los únicos que lleváis armas. Los demás que están en la posada son aldeanos mugrientos, un parroquiano y una moza picada de viruela.

Gerhardt había pasado un rato en la callejuela lateral, y la espera había dado sus frutos. Nada menos que un matador enano había estado ojeando los carteles, y con paso tambaleante debido a una fuerte borrachera comenzó a caminar en dirección a la posada indicada. No esperando encontrar a nadie más interesante que pudiera interesarle el trabajo que a la pequeña mole de cresta naranja, Gerhardt empredió la marcha detrás suyo, a distancia prudencial para no llamar su atención.

Cuando llegaron a la posada junto al río, el enano coincidió con dos humanos armados de aspecto peligroso que también parecían querer acceder a la posada en ese momento. Jeje, esto va cogiendo ritmo.

Apretó el paso y se unió al imponente trío para entrar a la posada justo tras ellos. No parecía que hubiese nadie más allí dentro con el mismo objetivo, pues sólo eran campesinos desarmados.

Una mudanza, si, claro. Por eso han venido estos tres...

Con esfuerzo, Gerhardt empujó levemente y se hizo sitio entre los tres mastuerzos para pasar hacia la barra. Golpeando con el bastón en la barra llamó la atención del tabernero para preguntarle.

Amigo, busco a Herr Hendrick. Y creo que estos herren también -dijo con su sonrisa desdentada que tanto incomodaba a la gente, mientras señalaba a los tres mercenarios con el bastón.

Un greñudo se abre paso hacia la barra empujando sin ninguna consideración pero cuando estoy a punto de llamarle la atención me quedo mirando su cara. ¿De qué me suena ?. ¿Tobias el zurdo? ¿Hans el cortacuellos? umm. Echo mano al zurrón y miro discretamente alguno de los carteles de búsqueda. Aprovechando que comienza  a pegar golpes y vocear me coloco a su lado para poder observarle mejor.

Mi tipo de mierda, pensó Botarrota cuando entró en la taberna. Aspiró el aire y asintió complacido. Olía como debían oler los antros, a alcohol, a resignación y a derrota. Las pistas, por otro lado, estaban claras. Los que habían llegado al mismo tiempo eran los únicos que estaban en condiciones de responder al mensaje, así que ya podía inspeccionar a sus nuevos compañeros, si todo iba como debía.

No se olvidó, claro, de dedicar el correspondiente tiempo a la clientela. Su experiencia le había enseñado a no presuponer que un hombre en apariencia desarmado estaba de hecho desarmado. Siempre había diferencias entre los sentidos y la realidad. Nunca estaba de más un segundo vistazo. 

Evidentemente y como siempre, aquel trance con la puta que parecía puta, pero puto resultó, cruzó dolorosamente su memoria. No, nunca estaba de más un segundo vistazo.

Ya que alguien se adelantó a hablar, Botarrota se quedó en un segundo plano. En un...reforzador...segundo plano.

Craneoyerro aun estaba contemplaba la pinta de antro que tenía la taberna (como debe de ser) cuando le adelantó una figura turbia, aunque siendo francos todas las figuras eran turbias para él en ese momento, pues se le estaba pasando la cogorza, una sensación que no le gustaba en absoluto.

Obviando el discurso del personaje al que, como era evidente, nunca le habían partido la cara como es debido, andó hacia la barra apartando de un manotazo el bastón del individuo.

¿Nos conocemos de algo? - le espetó cuando estuvo a su altura - ¡Tabernero! - grito girándose hacia la barra - ¡¡Estoy sediento!! y aquí mi nuevo amigo insiste en invitarme a un trago - se giró hacia el hombre y le guiñó un ojo en un alarde de bipolaridad alcoholica.

Al matador poco le importaba llamar la atención, ya que importándole o no, su apariencia no pasaba desapercibida por nadie.

Gerhardt ya se había encontrado alguna vez con enanos, y sabía lo brutos y tozudos que podían llegar a ser, así que prefirió quedar bien con el matador.

Jejeje, claro, una jarra para el herr Enano mientras esperamos a herr Hendrick -dijo mientras observaba detenidamente, ahora ya de cerca, al enano.

Si, esto definitivamente promete -pensó a la vez que aparecía un pequeño brillo en su ojo ciego.

El posadero se limpia las manos en el delantal de tela y llena unas jarras de barro en cada mano. Las jarras estaban desportilladas, os señala hacia uno de los reservados en cuanto Gerhardt pregunta por Herr Hendrick. Y os sirve mirando las botas sucias y llenas de polvo que provoca que os suelte las jarras si ningún tipo de estupor.

El jayana picada de viruelas, que no había apartado su lúgubre mirada de Gerhardt desde el momento mismo de tu entrada, se levantó y se acercó al mostrador haciéndoos la misma señal que el tabernero.

Una vez que vais hacia el reservado os encontráis con el supuesto hombre, de unos treinta y tanto años. Tiene el cabello ralo y corto, y el rostro surcado por profundas arrugas. Viste un práctico atuendo de criado y cubre su mano con un vendaje la supurante herida que provoca que esté siempre de mal humor.

- Lord Aschaffenberg está muy intranquilo con el estado de su nueva villa. Cree que sus empleados pueden estar preparando algún tipo de insurrección, pues son en su mayoría perezosos y muy poco cooperativos. Ustedes se harán pasar por braceros contratados para descargar el equipaje del señor de su carruaje e instalar sus muebles, pero su verdadero cometido será espiar discretamente a los empleados, averiguar todo lo posible sobre cualquier indicio de insubordinación e informar de todo a mi señor.

Después os muestra su mano vendada provocando un olor en los alrededores de podrido además de la pus que sale de su mano. Hay algunas manadas de hombres bestia vagando por el bosque circundante. La semana pasada una horda de estas criaturas atacó la mansión. Los guardias pudieron ahuyentarlos, pero algunos de los empleados resultaron heridos en el combate. Ellos salieron peor parados, pero si recobran el valor es posible que lo intenten de nuevo.

Tras entrar al reservado que les habían indicado, el tal Herr Hendrick, que resultó ser una persona mucho menos importante de lo que se había figurado, empezó a hablar sin mediar ningún saludo siquiera.

Directos al grano, ¿eh? Jejeje -dijo Gerhardt sonriendo, mostrando su boca carente de ciertos dientes.

Efectivamente, como había sospechado, no se trataba de una mudanza al uso. Se les requería vigilar a los criados. Quizá luego se les pidiera darles alguna lección o incluso acabar con ellos si realmente había alguno planeando un acto vil contra su señor. Y parece que, de forma adicional, servirían como refuerzo de la guardia de Lord Aschaffenberg contra las manadas de hombres bestia... que apropiado.

Esas malditas criaturas habían ocupado toda su vida reciente y parecían no tener fin. Su mera mención le borró la sonrisa de la cara y se sumió en sombríos pensamientos y recuerdos, dejando hablar al resto, si que es que semejante panda de brutos tenía algo que decir...

Botarrota escupió al suelo, y con intención.

-Braceros significa quitarse la piel de malla, joder. Qué cosas que me gaste mis dineros para ir bien chapado y me paguen para enseñar la carne. Para vigilantes ya habrá mozos de buena vista, digo yo.

Apostilló tales argumentos a base de meter bien adentro un ancho dedo en la nariz.

-Pero vamos, que ya nos buscaremos algo para pasar desapercibidos, señores. No es queja, o sí, pero floja. Me río del buen tino que tengo para sacar partido a mis pertrechos. Que acepto, vamos. No se me vayan a asustar.

Manda huevos Sigmar y la puta que lo parió, pensó el jaque. Manda santísimos huevos, el cabrón.

Bueno, si hay hombres bestia por las inmediaciones no creo que a nadie le extrañe que vayamos armados o con un justillo de cuero pero efectivamente una cota de malla puede ser algo llamativa. Respondo casi más pensando en voz alta que entrando en la conversación. De todas formas si sospechan de una posible insurrección eso requiere un jefe y eso me lleva a preguntar si hay algún sirviente que pueda ocupar ese papel.

*BlurpBlurpBlurpBlurpBlurpBlurpBlurpBlurpBlurp* BUUUUUUURP ¡PLONK!*

Acabando la cerveza de un solo trago, lanzó un sonoro eructo sin el más mínimo disimulo a la cara de su anfitrión y el barro de la jarra golpeó fuertemente contra la mesa al dejarla encima, completamente vacía.

Soy un matador Sr. Schefargen, o como se llame, me encanta la idea de aplastar unas cuantas bestias del caos, e incluso no me importaría cargar algún mueble entre combate y combate - dice mientras tensa su musculatura, como reforzando su argumento - ¿pero me ha visto bien? ¿cree que pasaría desapercibido? Un matador no se esconde!! si alguien tiene un problema conmigo estaré encantado de intercambiar "opiniones" hasta convencerle con mis... - muestra los puños cerrados - ...argumentos.

Terminando la perorata con un resoplido, espera la reacción del siviente apoyando su peso en el gran hacha enana que siempre le acompaña.

Saliendo de su ensimismamiento, Gerhardt vuelve a unirse a la conversación, esta vez en tono más serio.

Coincido, herr. Tiene que haber al menos unos sospechosos claros entre los sirvientes con madera de líder, o al menos con una labia o carisma notables.

Y, si... No creo que el matador pueda pasar por bracero tan fácilmente... -sopesó posibles excusas que justificaran aquello, apoyado en su bastón, pero no se le ocurría ninguna creíble.

Ante la pregunta que le hacéis se queda indeciso o tal vez sorprendido que unos hombres de armas empiecen a establecer un plan de investigación sobre los ocupantes de la casa. Pero antes de herir vuestros sentimientos os responde - Yo soy su criado personal, si tuviese alguna duda de que los que viven en la casa representan algún tipo de amenaza lo sabría. No creo que esté entre los más allegados al lord pero respondiendo a vuestra pregunta los empleados de mayor categoría son Piersson, el doctor Sieger y yo. ¿Alguna pregunta más? Dice un poco molesto quizás por la mano o porque pensáis que se le haya podido escapar una buena oportunidad y eso puede que no sea del agrado de Vern Hendrick.

-A mí me parece todo bien -la sonrisa de Botarrota no podía estar más podrida. Sus dientes, sin embargo, aguantaban todos obstinadamente en la boca, produciendo una sensación de cortina apestosa-, incluso afirmo que suena como el mejor trabajo que haya tenido en tiempo. A fe que sí. A fe de Sigmar, se entiende. Empezamos ya mismo, ¿no? Ésa es la única pregunta que tengo.

Bien, si eso es lo que hay supongo que ya veremos  una vez que estemos en el lugar. Es lo único que puedo decir al escuchar la respuesta de nuestro contratador. El hombre no sabe o no quiere decir más así que no insistiré y para no perder más tiempo. Como dice el compañero , ¿cuándo partimos?