Partida Rol por web

Wright se odió a si mismo cuando ni siquiera parpadeó en el momento del disparo. El mundo le había convertido en un tipo frío, un tipo que le daba miedo. El guardia se apoyó el rifle en el hombro y miró a Morrow, luego miró a Maiara.

-Hay que seguir.

Opinó. Aquellos tipos estaban fuertemente armados y ellos no tendrían la mas minima posibilidad de atacarlos pero ¿de donde vendrían aquellos imitadores de caballeros?

Sentía mucha lástima por aquel hombre, aunque fuera mayor y le quedara poco tiempo de vida, pero tenían razón, había que mirar más por nosotros que por los demás. Vió como aquel grupo se acercó a ellos y le sorprendió lo armados que iban.

Parecieron no dudar y fueron a por el hombre mayor, al que mataron de un disparo en la cabeza sin darle tiempo a decir nada. Parpadeó del disparo y tuve que sujetar a los animales y calmarlos, se habían puesto nerviosos por el ruido.

Asintió a las palabras de Wright, contra esa gente, no podían hacer nada si tuvieran que enfrentarse.

Morrow, que no parece ser la primera vez que se topa con esa especie de soldados, se lamenta por el desenlace. Debido al tiempo que corre en vuestra contra y la carencia de palas toma la decision de no enterrar al anciano. No obstante no es una costumbre muy extendida por el mundo actual, los cadaveres se saquean y se abandonan para festin de los animales carroñeros y los gusanos.
De hecho seguramente todo el mundo se ha encontrado un cadaver y mas de los que lo admiten lo ha registrado en busca de algo de valor.

Continuais el viaje por cañones y desfiladeros hasta que las paredes de las montañas comienzan a separarse hasta formar un enorme valle carente de vegetacion. Llegais a un ancho desfiladero desde el que podeis ver en el centro del valle una ciudad de unos cuatro kilometros cuadrados. Pese a la proteccion que ofrece el entorno montañoso la ciudad esta completamente arrasada. Aunque parece mas obra de humanos que de impactos de meteoritos.
El descenso se hace por la misma carretera que llevais recorriendo desde Termopilas, hace un par de eses hasta llegar al nivel del suelo. Desde alli hasta la ciudad hay un par de kilometros en linea recta.

Tal y como dijo Morrow esta anocheciendo cuando os acercais a las proximidades de Romeo. Los guardias acortan la distancia con los carruajes y sacan sus armas. Haceis lo mismo en vista del territorio hostil que os han descrito anteriormente.
Entrais en la ciudad sin ver a nadie, aunque sentis cientos de miradas desde cada rincon de los ruinosos edificios. Se oyen gritos y disparos en la lejania, desde luego el ambiente oscuro y abandonado invita al crimen.
Avanzais por lo que parece ser la avenida principal de la ciudad sin ver a absolutamente a nadie. Morrow, en completo silencio como el resto de sus hombres, toma las riendas de uno de los caballos de carga y lo dirige hacia un lado de la calle. Alli el asfalto desciende hasta el acceso a un aparcamiento subterraneo.
Una voz os sorprende desde alguna ventana en el segundo piso del edificio proximo a la entrada.

- ¿Quien va?

- Soy Morrow. Dejame pasar.

No hay respuesta durante aproximadamente un minuto. Despues se abre la puerta del portal y sale un tipo sucio con el pelo largo. Viste pantalones de cuero y un chaleco a juego. Como no podia ser de otra manera va armado con una escopeta. Sin ni siquiera miraros baja caminando la cuesta y da un par de golpes en la puerta metalica. Intercambia un par de frases con alguien al otro lado y la puerta se abre pesadamente.

El hombre vuelve a su posicion y el convoy entero descendeis y entrais en el aparcamiento subterraneo.
Dentro veis un gran trabajo de iluminacion y escuchais un gran bullicio. Os hace recordar los antiguos centros comerciales que existian antes del caos.
Cientos de tiendas ocupan lo que antes eran plazas de aparcamiento, de columna a columna hay todo tipo de puestos improvisados mostrando materiales de todo tipo. Apenas cada cinco o seis comercios hay un guardia, se diferencian por unas vistosas gorras blancas donde pone Romeo.

Morrow, que sigue guiando a los animales se gira hacia vosotros.

- Bienvenidos a Romeo. Vigilad vuestras posesiones y no mireis mal a nadie, sobretodo a los hombres de Romeo. Voy a poner esto a buen recaudo y despues os invitaré a una suculenta cena. Nos veremos dentro de media hora en la segunda planta, no os metais en problemas.

El comerciante y su escolta desaparecen por una rampa camino de la segunda planta. El parking, tan grande que debe tener mas de cien metros de longitud y otros tantos de anchura, esta dividido en zonas. Aunque desde vuestra posicion no podeis verlo bien jurariais que al fondo hay un casino repleto de mesas e incluso algunas maquinas tragaperras.

Wright observó Romeo. Era la primera vez que sus pasos le llevaban allí. Parecía todo lo contrario a las Termo. Un sitio peligroso, de corrupcion, juego y prostitución. No se había equivocado diciendo que antes se sentiría como en casa en Romeo.

Asintió a lo que dijo Morrow y ató con fuerza su mochila.

-Nos veremos en media hora.

Dijo serio. Luego se apoyó la escopeta en el hombro y miró a la chica.

-Te prometí que te acompañaría para arreglar tus cosas. Aunque no parece un buen sitio donde quedarse a vivir, personalmente.

Informó a Maiara. Luego se quedó mirando a uno de los puestos y disimuladamente miró a los guardias para calibrar su armamento.

Cuando llegaron a Romeo se alegró de seguir los consejos que le dieron, no se parecía para nada a Termopilas, para un lugar de lo más peligroso y ella sola solo habria encontrado problemas.

Asintió a lo que dijo Morrow y sujetó su mochila colocandosela delante para asi poder controlar que nadie metiera la man.

Mira a Wright y busca en el bolsillo de su mochila la nota.

- Tienes razón, esto no es para nada parecido a Termopilas. Tengo que buscar a alguien.

Al ver que él miraba en uno de los puestos, se acercó a hablar con el tendero.

- Disculpe, estoy buscando a una persona, Heinkel, ¿sabe donde le puedo encontrar?

Los guardias de Romeo llevan subfusiles MP5, de sobra para controlar cualquier problema. Podeis ver en sus cinturones porras y esposas, como hace decadas llevaba la policia.
No dejan de ser mercenarios, asi que dais por supuesto que llevan algun arma adicional al equipo reglamentario.

Maiara se acerca a preguntar a un puesto. El hombre, vendedor de cuchillos y armas blancas, mira extrañado a la mujer.

- ¿Te crees que esto es el jodido puesto de informacion? Si quieres una navaja dimelo, pero si no vas a comprar nada aparta de aqui.

Mientras tanto Wright ve interrumpido su reconocimiento del entorno con la visita de una mujer. Por su aspecto y actitud esta claro que es una prostituta. Por su rostro y su fisico esta claro que lleva muchos años siendolo.

- Hola forastero. Por una lata de comida pasarás el mejor rato de tu vida. Nada como la tia Minny para alegrar a hombretones como tu. ¿Que dices, hay trato?

La mujer pone las manos sobre los hombros de Wright mientras intenta, sin mucho exito, parecer sensual para mejorar la oferta.

Wright observaba a los guardias con su tipica expresión seria,  por lo que pudiera pasar, no se le escapó ningun detalle: desde sus armas reglamentarias, hasta sus esposas viejas y en algunas zonas oxidadas.

Segundos después su visión fue obstruida por una chica, no era fea, pero el mercenario sabía a lo que se enfrentaba si decidía hacerlo, aun, las ganas no eran demasiado como para arriesgarse a contraer una enfermedad, por no decir, que odiaba que le tocaran desconocidos, por el riesgo de robo.

Wright apartó a la mujer con el brazo, un poco bruto.

-No.

Ella insistió y el mercenario volvió a mirarla a los ojos.

-He dicho que no. Vete.

Pone mala cara cuando el hombre no es capaz de darla ninguna información, pero al girarse ve que una mujer se acerca demasiado a su compañero pidiendole una lata de comida. Quizás a ella podría sacarle la información que necesita..

- Puedo darte una lata si me dices donde puedo encontrar a una persona - le dice a la mujer - ¿Sabes quien es Heinkel? - le pregunta colocándose al lado de Wrigth.

La poco agraciada prostituta se separa ofendida, apenas se le oye maldecir entre dientes la orientacion sexual de Wright.
Maiara le hace una oferta a la mujer antes de que se aleje. Mira de arriba a abajo a Maiara y su rostro cambia a una mezcla de desconfianza y asco.

- ¿Heinkel? Te puedo llevar hasta él, pero te costará tres latas de comida. Lo que le iba a hacer a él se lo puede hacer cualquiera en este lugar, pero llevarte hasta Heinkel solo puedo yo. Asi que seran cuatro latas de comida.

La mujer adopta una pose chulesca y sonrie ante su aparente superioridad. No mira a Wright, con el que parece haber desestimado cualquier relacion comercial, tan solo se fija en Maiara y en el suculento negocio emergente.

Mira a la mujer, se está intentando aprovechar de ella y eso no le gusta, no caerá a la primera.

- Has dicho que por 3 latas me llevabas, y me pides 4? Te doy dos latas por la información.

La prostituta lo piensa durante un par de segundos, suspira y responde.

- Esta bien encanto, tres latas de comida y te llevaré hasta Heinkel. En marcha, no quiero estar haciendo de guia cuando aparezcan nuevos clientes.

Seguis a la mujer a traves del mercadillo. Por el camino veis multitud de puestos, tan variados que incluso intercambian cosas que dudabais que siguieran existiendo. Os llaman la atencion un puesto de muñecas hinchables con varios modelos distintos y otro puesto enorme con toda clase de espadas y armas medievales.

Justo antes de llegar a la zona del casino la mujer pide que la sigais a traves de una puerta de emergencia del aparcamiento. Bajais un piso y seguis un largo tunel, en el suelo hay gente tirada, estan vivos pero parecen colocados con algun tipo de droga o abundante cantidad de alcohol.
Tras unos 50 metros de pasillo os abre la puerta a una diminuta sala de calderas, ahora inutiles, donde tan solo os espera un hombre joven de avanzada alopecia y abundante barba.
A ambos lados de sala hay enormes tuberias con agujas y valvulas destrozadas.
La prostituta se adelanta y os presenta al hombre.

- Este es Heinkel. Señor, estas dos personas han venido hasta aqui para veros.

La mujer camina hasta colocarse tras la silla de madera donde descansa Heinkel. El hombre os examina durante un momento antes de hablar.

- Soy Hainkel. ¿Que quereis de mi?

Wright siguió a las dos mujeres desde atrás, parándose, en ocasiones, a ver lo que los vendedores tenían en sus puestos; tenian cosas la mar de interesantes, incluso tal vez luego vendría a comprar algún arma.

El siguiente lugar fue mas oscuro, con yonkis a medio morir tirados por las esquinas. Tras eso llegaron a su destino, había un tipo allí que decía llamarse Heinkel, y le habría creído de ser alguien normal, pero Wright era demasiado retorcido y siempre pensaba en lo peor, y lo que dijo el tipo, quizá no fue de mucha ayuda.

Wright desenfundó el cuchillo disimuladamente y miró a su alrededor. Poco a poco se fue colocando en un lateral, justo al lado de la puta.

-Soy yo, Mark. ¿Te acuerdas de mi?

Dejó caer, como una trampa. De hacerse realidad su sospecha, tendría a la puta para amenazarla o bien como escudo si decidieran atacar para robarles.

El hombre de la silla sonrie como si te recordase.

- Oh, si, claro. ¿Que tal todo Mark? Cuanto tiempo, no nos vemos desde aquella vez... ¿Cuanto hace?

Mientras Wright intenta tomar posiciones aparece por la puerta, a vuestra espalda, una mujer. Tambien parece por su aspecto una prostituta, pero lo que mas os preocupa es la escopeta que lleva en la mano y con la cual os apunta.

- Dime Mark. ¿Que te trae por aqui? ¿Que puede tu viejo amigo Hainkel por ti?

Veis como la prostituta que os trajo hasta aqui tambien esta armada, al situarse tras la silla ha debido coger una pistola que estaba oculta tras el respaldo.

Siguió a la prostituta hasta el lugar donde estaba Heinkel. Una vez llegan allí, tanto su compañero como Heinkel parecen conocerse, aunque no está del todo segura.. sobretodo por los movimientos que cada uno realiza.

En segundos, otra mujer entra tras ella con una escopeta en la mano, la mira de reojo y sigue con la mirada donde se coloca, al igual que controla la puerta.

- ¿Es usted Heinkel? Yo venía a buscarle.. - mira a Wrigth y despues al hombre de nuevo - me dijeron que preguntara por ti.

Wright sonrió levemente, cuando sonreía así, era por algo malo. Quiso jugarsela a una última carta, quizá la prostituta no tuviera el pulso de un soldado o de un saqueador, quizá bajo presión lo perdería todo.

Mientras Maiara estaba hablando, aprovechó para dar unos pasos hacia delante, agarró luego la muñeca de la mujer que tenía la escopeta, dejando que el cañón le pasara bajo la axila, luego golpeó en ese mismo brazo, utilizando su codo, la culata de la escopeta para hacerla caer al suelo, y a continuación la atrajo a él, para ponerla delante, a la par, rápido como una centella, colocó el cuchillo en el gaznate de la puta.

-¡Chica, sal de aquí!

Bramó, así se aseguraría de tener un escudo humano.