Partida Rol por web

- Preparaos por si acaso- ordeno a mis acompañantes- Que no nos vean como una amenaza, pero que podáis desenfundar las armas rápidamente en caso necesario.

Me pongo a la vista del grupo, aunque manteniendo una cierta distancia y digo en tono cordial:

- Que Pelor os colme de bendiciones.

Espero su respuesta, para ver si son o no hostiles antes de continuar.

- ¡Pero qué díñipen sorpresa! Si nos visita el mismísimo planoró hermano de la Marquesa, ¡Alantar Reginloc! -hago una reverencia burlesca- Le aseguro, Consejero, que era la última persona con la que esperaba encontrarme en estos toberjelíes bosques ¡y a estas ocanas horas! Le advierto que su underel dios Pelor no se alegrará tanto de verme como yo a usted. Dígame, ¿qué le trae por atocé aquí?

A pesar de llevar cubierto el rostro, le reconoces en cuanto se presenta. Es Oriam Natiac, conocido como Orandë, un afamado ladrón perteneciente al GULA (Gremio Unificado de Ladrones y Asesinos) muy buscado por la justicia de Abatis. Se mueve en las sombras del norte del marquesado, entre las aldeas de Oibur y Arerer, asaltando a viajeros y nobles en los caminos. Está algo lejos de lo que suele ser su zona de "trabajo", por lo que algo ha debido traerle hasta aquí. Sus hombres se colocan cerca de él, sujetando las empuñaduras de sus espadas pero sin desenvainarlas, al igual que hacen Vaulo, Saitor y Satios. Imara permanece más relajada, o eso aparenta al menos.

- Vaya, vaya... Orandë- digo intentando relajar el ambiente- Yo en cambio espero encontrarme a los de tu calaña en cualquier parte. No me voy a andar con rodeos contigo, ya bastante "diplomacia" he tenido por hoy. ¿ Cuánto te pagan, quién y para qué? Seguro que puedo mejorar la oferta para que te pongas de mi lado.

- Jajaja, y estamos en todas gaus partes. No dudo que un Reginloc pueda comprarse muchos quiribós amigos con su sonacay oro. Pero el GULA no traiciona sus lías acuerdos, ¿qué sería de nuestra uluga reputación si nos dejásemos comprar así por las buenas? Si ya tuviese un lía acuerdo con alguno de tus enormés enemigos, ten por seguro que tu jeró cabeza habría llegado a mis manos separada de tu tintiñí noble cuerpo. ¡Pero estás de bají suerte, Alantar Reginloc! Escucharé tu oferta, pero por favor no me ofendas, seamos monronés amables, mis candonerís hombres son los mejores. ¿Cuál es el trocané trabajo que quieres proponerme, y cuánto sonacay me pagarás por ello?

- Te... "honra"... dado tu oficio, que no quieras hablar sobre quien te paga. Me parece justo. Pero antes de proponerte nada, me gustaría saber si estáis detrás de lo que ha sucedido esta mañana en el campamento de Abatis. 

- ¿Creerás mi varda palabra si te digo que no tengo la menor jestlá idea de lo que me hablas?

- No, la verdad es que no. De hecho... estoy dispuesto a pagarte sólo por la información. No habrás ganado un dinero más fácil en tu vida.

- Te aseguro que el almiforero GULA no tiene nada que ver con lo que le ha pasado a tus candonerís hombres esta mañana. Pero sé quién lo ha hecho, mis sacais cueros lo ven todo. ¿Cuánto sonacay llevas encima, balbalí noble de Abatis?

- Eso depende de lo valiosa que sea la información que tengas... ¿ Cuánto crees tú que vale?

- Mi información es valiosa, ¿no me crees? Pero te costará oro, mucho oro. Me pagarás por saber que los mercenarios que tenías contigo eran fieles a Erik van Hunden, y no a ti. Ese tipo de información es valiosa, y cada una de las palabras te costará tu oro. La información que poseo vale muchísimo. ¿No crees que saber que ese canalla también tiene untados, infiltrados y coaccionados en los campamentos de Anelûk y Anodiräs deberías pagármelo? Pero no te diré nada, no, ni una sola palabra saldrá de mi boca hasta que me pagues. Pienso estrujarte, pienso convertirte en mi gallina de los huevos de oro, Reginloc. Sobretodo me haré un hombre rico cuando te cuente, tras haber recibido una auténtica fortuna, que Erik van Hunden lleva detrás del artefacto años, y que lo busca para entregárselo al Príncipe del Kaos. ¡Eso sí que vale cada una de sus palabras en carros cargados de oro. Y ahora dime, ¿es o no es mi información valios...

Para de hablar en seco, sus hombres le miran boquiabiertos. Ni él mismo puede creerse que te haya contado todo eso, sin haber recibido aún ni una sola moneda. No alcanza a comprender cómo ha sido, qué le ha ocurrido. Su lengua no podía parar, y cuanto más hablaba más quería contarte.

Contengo una carcajada al ver cómo el tipo se va de la lengua sin necesidad de sacar una sola moneda de oro de mi bolsa. 

- Bien... soy un hombre de palabra- digo con una sonrisa de superioridad- Te dije que te pagaría por la información y lo haré. Pero lo siento, no tengo un carro de oro en mi campamento.

Cuento algunas monedas de oro y las dejo sobre una piedra delante de mí, no quiero acercarme a él más de lo imprescindible.

- Y dime...- intento aprovechar que el ladrón está parlanchín- ¿ está Erik por aquí cerca? Si lleva años detrás del artefacto, no debe andar lejos de él ahora que sabe exactamente donde está...

Oriandë parece confuso, y enfadado, sobretodo porque a todos los presentes, incluidos sus hombres, se os nota que contenéis la risa. El reputado ladrón guarda silencio, y parece enfadarse gradualmente, consigo mismo, y con todos los que con seguridad se mofarán de él después. Cuando habla lo hace descentrado, a golpes. Está claro que tu juego le ha dejado muy descolocado.

- No... eh... no te voy a decir nada más. Y... ese oro... es poco*... para toda la información... que te acabo de dar. Pon más... ahí. Pon más, y te contaré más.

Había puesto sobre la piedra una moneda de oro por cada mercenario a la vista, 4 en total.

- Vamos, Oriandë, podría haberme marchado sin darte nada después de tu fanfarronada. El pago es justo. Pero si me hablas un poco más de ese Erik van Hunden, donde se encuentra y si conoces algo más de sus planes, estoy dispuesto a doblarlo.

Oriandë mira las monedas, y las coge antes de seguir hablando, igual de desorientado. Su enfado va en aumento, más aún con tus palabras y tu burla al llamarle "fanfarrón".

Erik van Hunden, o el León Blanco como se le conoce en ambientes al margen de la ley, es un conocido criminal, traficante, ladrón y asesino. Opera de forma independiente al GULA, siendo también un problema para este gremio. Cuenta con docenas de hombres a su servicio, y su influencia abarca toda la frontera con el Yermo, desde Arbak hasta Ramelok. No se esconde, y actúa a plena luz del día en incursiones rápidas y poco predecibles; masacrando, saqueando, torturando y esclavizando a su voluntad por allá donde va. A veces da la oportunidad de unirse a sus filas a los guerreros y gobernantes más corruptos de los mismos orbis que arrasa, incrementando así sus filas. Se le acusa de manipular magia oskura y de asociarse con el kaos, aunque ninguna de las fuentes deja claro si forma verdaderamente parte de las Hordas del Príncipe, o si sencillamente se beneficia del tráfico de información y de almas a través de la frontera entre el Yermo y los reinos del oeste.

emblema de Erik van Hunden

- Erik está... en todas partes... lo ve todo... lo sabe todo. Está aquí, en Ûldatär... y ha venido a por lo que le pertecene... ese artefacto del Akerüm... lleva buscándolo años.

- Bien, pues si no puedes ser más específico, ya me encargaré yo de averiguarlo. Gracias por la información. Si consigues averiguar algo más, lo cual tendría su correspondiente pago, envía un mensajero discreto. No te quiero merodeando por mi campamento.

Hago además de marcharme pero tengo una última cosa que decir a los hombres de Oriandë:

- Eso de ahí-digo señalando las monedas y guiñando un ojo- es para todos, ¿ de acuerdo? 

Indico con la mano a mis acompañantes que me sigan, ya que nos marchamos

Camino al campamento indico a Imara que camine junto a mí para poder ir hablando:

- Quiero que averigües donde está Erik, así como si tiene a más hombres infiltrados en nuestro campamento.