Partida Rol por web

Seguís a Eranor Vista Aguda hasta el interior del óvalo dorado, centrando vuestra atención en sus palabras, apartando la mirada de las imágenes que asaltan vuestra mente, ignorando con toda vuestra voluntad la llamada de auxilio de miles de seres que perecen bajo el avance del Kaos. Allá está Abatis, siendo devorada por las tinieblas. Aquí, la luz del óvalo os ciega, pero Bòlcs no deja que os alejéis de él, cerrando sus patas sobre vosotros y empujándoos al exterior.

Al otro lado, calma. Quietud. Un paisaje devastado de tierra negra, quemada, ceniza. Un cielo gris, cubierto, a punto de resquebrajarse y verter sobre vosotros las mismísimas entrañas del tiempo. El portal os escupe, y caéis rodando al suelo de unas ruinas muy antiguas. Y tras un último y enérgico destello termina por cerrarse, desapareciendo como si jamás hubiese existido.

Una luz rosácea lo inunda todo, como si las cosas mismas la emitiesen, como una luz oscura. Oskura. El techo de esta cámara se derrumbó hace muchos años, las estatuas a vuestro alrededor, las que quedan, representan criaturas desconocidas para vosotros. Muestran branquias y aletas, ojos grandes, miradas vacías, y armas y ropas primitivas. Sin embargo su civilización debió ser poderosa, avanzada. Como este lugar, que debió contener, en algún momento antes de la memoria del hombre, como aquél del Alcázar, un Prin Lumi, un artefacto para viajar entre dimensiones. A vuestro alrededor todo está destrozado, abandonado, devastado, como si el tiempo lo hubiese consumido todo desde siempre. Como si el olvido fuese la única constante de este lugar. Por los huecos, por los muros desplomados, a través de las anchas grietas en los muros de mármol oscurecido, vislumbráis un paisaje aterrador. Nuanta.

Tras la terrible experiencia del viaje, sabedores además, de la caída de Abatis, y de los amigos que allí dejaron. Volvieron a otra realidad, y el portal desapareció. Fue doloroso, hacerse otra vez con los sentidos, y aun mas doloroso, el silencio tras la atronadora travesía. Pero no había tiempo que perder, la Oskuridad acabaría con todo lo que conocía y amaba, y lo haría rápido, era sencillamente inadmisible, no hacer cuanto pudiera por evitarlo.

El lugar le resulto muy extraño, muy alejado de cualquier cosa conocida. Parecía muy antiguo, y un sitio de culto y poder, de alguna poderosa civilización, que en su momento supo como hacer artefactos y portales. Miro a su alrededor, en primer lugar, que sus compañeros, se encontrasen bien. Y si algo del lugar, podía darles alguna idea, de donde ir, o que buscar. Ya que en realidad, estaban muy perdidos, y no sabía donde.-¿Qué tal estáis? Este es un extraño lugar, del que nada se, ningún recuerdo tengo de un sitio así. Tenemos que buscar aquello que pueda ayudarnos, y me parece que no tenemos tiempo. No veo nada aquí, tal vez tengamos que buscar fuera, pero hagámoslo con precaución. No sabemos donde estamos, ni los peligros que puedan acecharnos.-Y registro el lugar, mirando además a través de las grietas, como era el exterior de aquella antigua ruina. 

Me inquieta lo que pueda haber al otro lado de ese óvalo de luz. Quizá la última luz que vea nunca. Intento retenerla en mi mente, como un recordatorio de la fuerza de "El Brillante", para que su recuerdo me guíe en los inciertos pasos que daré a partir de ahora sin la guía de Pelor.

- No siento la presencia de Luz algua ahí adonde nos dirigimos. Esto deben ser... las mismísmas entrañas de la Oskuridad. Quizá la única manera de matar al monstruo sea dejar que nos engulla y herirle desde dentro. 

Ante la advertencia de Eranor, sujeto con fuerza mi espada y escudo, imbuídos de la magia de Pelor, aferrándome a lo único de él que tendré aquí adentro... o afuera... donde quiera que estemos.

Escuchaba a mis compañeros mientras buscaba alrededor una pista que nos indicara el siguiente paso. 

-Todo está tan destruido que no encuentro nada que me aporte algo de información- digo con resignación -Lo que sea contra lo que luchemos no se encuentra aquí dentro ni ha dejado un rastro visible, comparto vuestra opinión de salir en su busca- 

Eranor comprende a la perfección el lugar al que habéis llegado, Lomo Plateado se agita sin separarse de su dueño, mientras Bòlcs adquiere una actitud acechante. Igualmente Alantar siente como un puñal sobre su pecho la ausencia de luz en este lugar. Luz en todos los sentidos, en todos los significados. Nuanta es un lugar lóbrego, polvoriento, antiguo. Aunque no siempre fue así. Allá a lo lejos, cerca de lo que parece una gran llanura, alcanzáis a ver lo que podrían describirse como ríos. Ríos de una luz oskura, de oskuros colores apagados y brillantes. Ríos de lava no sólo rojiza y ardiente, ríos de energía luminosa, ríos de magia. Rodeados de oskuridad, cruzan las llanuras devastadas como si fuesen cuchillas que cortan un trozo de carbón, o como arterias de un descomunal cadáver. Eso es Nuanta, un cadáver, infectado por el Kaos, devorado por la Oskuridad.

Alantar se prepara, a la defensiva, para recibir a algún posible enemigo, a algún ser, enemigo de la luz, que venga a recibiros. Eranor, con mucha precaución, otea el horizonte a través de las grietas del negro mármol del monumental edificio en ruinas. Militsa rebusca, insistentemente, sin la misma precaución de Eranor, sin la misma actitud defensiva de Alantar. Quizá la sacudida a su mente durante el viaje, quizá una excesiva curiosidad...

Cuando la druida introduce su mano en una oscura grieta en la que parece haber visto algo moverse, apenas tiene tiempo de reaccionar. Un spektro, un alma errante, maldita, korrompida por el Kaos, sale a gran velocidad. Deslizándose, oskureciendo el aire, atravesando el cuerpo de la joven, apenas la roza, pero absorbe parte de su vitalidad, parte de su energía, parte de su felicidad.

El spektro se mueve rápidamente, describiendo círculos a vuestro alrededor, atravesando muros, acosándoos. Su rostro es deforme, como torturado por años. Su mirada vacía es rosácea, con un brillo similar al de la mirada del guerrero Desmond. No es él, pero quizá en algún momento de su vida compartiese su mismo destino.

Cuando veo a la ahora druida meter la mano en una grieta entre las ruinas, intento advertirla de que tal vez no sea buena idea.

- Militsa, tenga cui...

No me da tiempo a terminar la frase cuando una sombra oscura sale de la abertura, alcanzando a Militsa. Sólo unos ojos color magenta se distinguen en medio de una nube de oskuridad. El movimiento del espectro es vertiginoso, por fortuna estaba preparado con la mano en la empuñadura de mi espada y la saco para atacar a la sombra.

- Que Pelor guíe mi mano- digo, lanzándome contra el espektro, aunque sin dejar de protegerme con mi escudo.

Al parecer estaban en un mundo donde el Kaos y la Oskuridad habían vencido, acabado con todo lo demás. Si habían venido a este lugar, sería porque allí estaría algo, o alguien que pudiese marcar la diferencia en su lucha, en su amado mundo. Una debilidad, un artefacto, algo que cambiase el trágico final de su mundo. Pero no tuvo mucho tiempo para continuar con sus conjeturas, ya que un spektro atacó a Militsa y amenazaba con hacerlo al resto. Alantar lo golpeo con fuerza y precisión, aun así Eranor sacó su arco y colocó una flecha, apuntando al atormentado espíritu, creyó reconocer un rostro amigo, era increible, pero se parecía al pobre Desmond, que habíamos visto como quedaba en Abatis. Este hecho, hizo que Eranor, de momento, se limitase a apuntar, no dispararía de no ser necesario. Por respeto a su amigo, aunque tenía claro que sería otro Desmond, de otro tiempo y de otro mundo, pero un Desmond a fin de cuentas.-¡Bien hecho Alantar! ¿Estas bien Militsa?-Por si tenía alguna duda de lo peligroso de su misión, el inmediato ataque, las habría terminado de disipar. Lo que tuviesen que hacer allí, no iba a resultarles sencillo, eso les había quedado ya muy claro. 

El spektro apenas tiene opciones frente a la determinación del paladín pelorian. El luminoso Alantar, envuelto en un halo amarillento y enarbolando el Fuego de Pelor, salta sin dudarlo sobre la oskura sombra, destruyéndola de un contundente y certero golpe. La espada flamígera, consume a la kaótica alma con sus sagradas llamas, purgándola de este lugar, reduciéndola a un polvo negro que se volatiliza antes de tocar el suelo.

Poco después el cielo se abre sobre vuestras cabezas y un cálido rayo de Luz dorada ilumina el lugar. Os sentís abrazados, acompañados por una presencia muy poderosa. Bòlcs abre sus alas para recibir la Luz. Mientras permanezcáis aquí obtendréis protección y pureza por la gracia de Pelor. Sin embargo este milagro también es visible desde muy lejos, que es percibido como un faro en mitad de las tinieblas, y terminará por atraer a otras kriaturas enemigas de la Luz.

El fuego purificador de Pelor convierte en polvo al spektro. 

El cielo se abre dando paso a la Luz. Siento como libera a mi alma de la opresión que la atenazaba desde el momento que entró a este mundo de sombras.

Con fuerzas y esperanzas renovadas, me arrodillo en el lugar que nos encontramos y recito una oración a Pelor para sacralizar este lugar.

Padre de Luz,

el mundo es un poco menos oscuro por tu gracia.

Purifica este lugar para que sirva de refugio a  aquellos que te sirven.

Me acerco a Militsa para ver cómo se encuentra. 

- ¿ Cómo está? ¿ Prefiere descansar aquí para poder recuperarse o está lista para continuar?

LLevaremos la Luz de El Brillante a cada rincón de esta oskura realidad.

A pesar de lo rápido y eficaz que Alantar había terminado con la amenaza, la forma de hacerlo y los enormes cambios producidos, alarmaron a Erenor. Estaban llamando demasiado la atención, habría muchas miradas en su dirección, y en poco tiempo vendrían nuevas criaturas.-Es mejor que abandonemos este lugar cuanto antes, esta solo ha sido la entrada a este mundo, en el que tendremos que buscar lo que necesitamos, y creo que sería mejor que no llamásemos demasiado la atención durante nuestra búsqueda. A saber que horrores pueden encontrarse en un mundo así. Como seamos un blanco tan llamativo, nos va a resultar imposible movernos por este lugar. Mejor nos vamos, tratando de no llamar mucho la atención de ninguna de las cosas que pueda haber en este lugar.-Y se puso a buscar cual podría ser el mejor lugar para salir de allí cuanto antes, y tratar de pasar desapercibidos, fuera de miradas indiscretas. Una vez localizada cual podría ser su mejor destino, guía a sus compañeros hasta allí, sin pérdida de tiempo. Tienen que alejarse y pasar inadvertidos, o fracasaran en su misión, y no habrá esperanza para su mundo. 

-Si, me encuentro bien - respondo tanto a Eranor como a Alantar por la preocupación que muestran tras lo sucedido -Suerte que contamos con su espada Alantar- agradezco con una leve sonrisa.

-Pero antes de iniciar la marcha, os ruego me permitáis un momento que me prepare unas hierbas que me ayudarán a soportar mejor el camino, desde que salimos de Abatis siento un malestar que estoy convencida disminuirá con este preparado- digo mientras rebusco en mi bolsa. Saco el mortero y varias hierbas, las huelo y las observo detenidamente para elegir las adecuadas.

El sonido de un viento lejano es el único sonido que alcanzáis a percibir. Ningún otro spektro aparece en el lugar sacralizado del Prin, iluminado por Pelor. Al menos de momento. Sin embargo Bòlcs se muestra inquieto, y emprende el vuelo alejándose de vuestro lado hasta perderse de vista entre la densa neblina de las capas altas de la atmósfera. El paisaje a vuestro alrededor es demoledor. Desde el templo del Prin, en la cima de una colina, alguna vez una ciudad, sólo distinguís aquellos ríos luminosos que discurren por la negra llanura, que se os antoja infinita. Parecen confluir en algún punto, muy lejos de aquí. Todo lo demás es desolación, una sucesión de colinas baldías y oscuras hasta el horizonte.

Cuando la druida termina de consumir su preparado de hierbas, estáis listos para continuar. Lomo Plateado no se separa de Eranor, quien lidera la marcha a través de intrincadas escaleras y traicioneros edificios en ruinas, plagados de extraños esqueletos calcinados y restos de una antigua civilización desconocida. Las extensas ruinas parecen derramarse ladera abajo. Durante el trayecto, en silencio, no podéis dejar de sentir una inquietante presencia, como si alguien os observase, como si alguien os acechase. Hasta que encontráis algo que llama vuestra atención.

Si no fuera por su descomunal tamaño diríais que se trata de una muda de serpiente. Una gigantesca piel escamosa de docenas de metros de longitud, desplegada entre las ruinas, junto a un pequeño montón de huesos, esta vez blanquecinos, esta vez recientes.

Sabes, como druida que eres, que los animales gigantes existen y que aunque no es común verlos, no son historias de leyenda.

Estudias la piel, y para tu sorpresa y preocupación, crees que no pertenece a una serpiente. Al menos no a una serpiente cualquiera. Con toda probabilidad pertenece a un Abeloth. Una criatura casi siempre neutral, extremadamente rara, al menos según las antiguas historias. Un Abeloth es más inteligente que cualquiera de los eruditos y más poderoso que cualquiera de las criaturas. Es evitado por todos, temido por todos, y nunca se ha narrado que nadie haya derrotado a uno. Lo que más te preocupa son sus capacidades psíquicas, con las que es capaz de destruir a una presa, quebrando su mente con sólo desearlo.

Es imposible que se trate de una serpiente. Esta muda no pertenece a una serpiente, por muy grande que sea.

Camino en silencio impresionada al contemplar mi alrededor devastado y atenta a la presencia que siento pero que aún no se ha revelado ante nosotros.

Algo llama mi atención y me acerco a reconocer lo que a simple vista, parece una larga piel escamosa.

Al observarla con más detenimiento no puedo más que sorprenderme a la vez que temer a la criatura a la que pertenece – Se trata de una piel de Abeloth- comento con bastante preocupación – Es una criatura inteligente y ahí reside su poder-

La situación era muy tensa, algo nos estaba acechando, en un mundo tenebroso y oskuro. Eranor no pudo dejar de fijarse, en que aquellos extraños ríos de lava, procedían de algún punto. Tal vez deberían investigar su origen, algo habría en aquel lugar, que desde luego, no sería tan solo un volcán. La tensión era enorme, Bòlcs se alejo volando y se perdió de vista entre las negras nubes. Lomo Plateado, no se separaba, olfateando y presintiendo la cercanía de algo, que de momento nos vigilaba desde las sombras. Y de repente, nos encontramos con la muda de un ser que debería tener un tamaño enorme.-Estos restos son muy recientes, esta criatura que dices se llama Abeloth, se encuentra en las cercanías, y por su tamaño se ve que es un formidable enemigo. Si además, es inteligente, abramos bien los ojos, y alejémonos cuanto antes de este lugar, procurando no hacer ruido.-Si al formidable tamaño, se le unía la inteligencia, mejor no encontrarse con ese monstruo, que no debía de estar muy lejos. Eranor esperaba que no fuese lo que les estaba acechando, que se tratase tan solo de una sensación originada por lo delicado de la situación. Pero se mantuvo mucho más alerta, listo para responder con rapidez ante cualquier amenaza.

A medida que avanzamos por este desolado lugar, no puedo evitar intentar imaginar cómo fue antes de que la oskuridad lo consumiera. Imagino las torres, ahora derruídas, erigidas sobre sus majestuosas naves. Las gentes, de las que ahora no quedaban más que huesos negruzcos, atestando las calles en pura algarabía. ¿ Quién gobernaría este lugar? ¿ Formó parte de los Orbis o estamos en otra dimensión ajena a ellos?

Al ver la muda de piel de un monstruo, que Militsa reconoce, agarro el pomo de mi espada como preparación, sin llegar a desenvainarla. No quiero que su luz llame la atención de lo que quiera que ha dejado ese siniestro rastro. 

Dejo a la druida que investigue la piel, por si puede obtener alguna información referente a su antiguo dueño. Mientras lo hace, no dejo de observar los alrededores por si detecto algún movimiento.

Los Abeloth son criaturas raras, de las que poco se sabe realmente. Lo que sabes lo sabes por historias que te han contado los druidas, por canciones o sueños que has tenido durante tu educación druídica.

Los Abeloth son criaturas que suelen proteger lugares especialmente singulares. Erigen sus moradas en zonas húmedas y pantanosas, donde se sienten cómodos. Suelen estar cerca de enclaves de poder, cerca de puntos donde la energía mágica se concentra o sencillamente en paisajes de los que por algún ignorado motivo se encaprichan. A veces incluso se nombran a sí mismos guardianes y protectores de terribles secretos. Por todo ello rivalizan con criaturas igualmente poderosas, como grandes dragones o incluso dioses.

Un Abeloth es casi imposible de destruir. No presenta puntos débiles, al menos no como los animales o monstruos corrientes. Sus debilidades son más bien del tipo ambición, codicia, soberbia, o elitismo. No suelen alejarse de sus moradas, de los lugares que custodian. Por eso es más fácil evitarlos que enfrentarlos.