Partida Rol por web

—Los procesos de la cabeza y el conocimiento humano en general son cosas que escapan de mis dominios, Mente, pero hasta donde entiendo no haría falta tener nociones de algo tan complejo para plasmarlo, solo dejarse llevar por la inspiración y los sentimientos tras cada pintura. Quizás el autor simplemente dibujó lo que su alma le pedía y se adelantó a su tiempo aun sin saberlo… —Corazón se encogió de hombros y cortó de tajo pues sintió que estaba especulando demasiado, algo que normalmente era terreno para una faceta del cerebral. Vista por otro lado sí que se ciñó a su reino y añadió nuevos detalles a considerar que acompañados por las cavilaciones de Mente impulsaron todavía más lejos la atmósfera trágica en la tercera pintura.

—Quisiera poder ayudarla de alguna forma, o por lo menos hacerle compañía. A su edad yo tampoco creo que esté embarazada, sin embargo lo que quedaría sería hinchazón. ¿Y si está marchita debido a una enfermedad y no al proceso de envejecer? Miseria también es sinónimo de pobreza extrema, y eso trae alteraciones en la salud, hambruna… —al pensar en eso sintió el impulso de abrazar a su núcleo y volvió a encogerse de hombros pero ahora también reflejando una expresión adolorida en su rostro de porcelana.

—Un alma trémula y enclenque también podría simbolizar dualidad con lo que parece un cuerpo joven y sano, al menos de espaldas —planteó.

El tiempo es extraño. Pero mejor dejemos los fantasmas atrás. Si quieren compañía salgamos a la playa.

Vista sonreía ante las palabras de mente y corazón. Por un lado, sabían que nunca llegarían a entender las palabras tan profundas que sus órganos expresaban, pero, el tono de voz y las bonitas palabras que emanaban de los rincones más profundos del cuerpo, les hacían ver todo de otra perspectiva.

Vista se cubrió con el párpado pensando que la luz del exterior los cegaría, pero no ocurrió nada de eso. Aquella playa tenía un cielo cubierto, nublado, gris... Además, el viento no era muy violento, lo suficiente para mover las ropas de los presentes, pues la olas, apenas se mostraban.

Izquierdo pensó que tendría que ser algún momento en la vida de la anciana que habían visto anteriormente, porque las tonalidades eran similares.

— Creo que te equivocas, izquierdo — le comentó derecho —. Pero lo que está claro es que el autor de la obra — dijo mirando a los lados mientras bajaba la voz — siempre pinta mujeres. Al menos... por ahora.

— ¿Su mujer y su hija?

— Y su perra.

Izquierdo asintió, mostrando aprobación.

— Además — continuó derecho —, una vuelve a dar la espalda mientras la otra parece que quiere mirar al frente. De todas maneras, o son gemelas, o son la misma persona. 

— ¿Sujetará otro perro la mujer que está de espaldas? Quizás sea una simetría.

— No sé, puede ser, pero esas conclusiones no son de nuestra competencia. Además, desde que aquí no se aprecia. El caso es que no están la playa, parece que observan desde la altura, desde una colina. 

— ¿Hierba negra? Eso sueña a pesadilla...

— Calla, hombre, no se aprecia nada malo. Aunque a veces... no es necesario verlo para sentirlo. "Veamos" qué tienen que decir Mente y Corazón ahora que saben lo que pensamos.

—El autor ha dicho que es una playa y yo le agradezco eso, porque sin su indicación perfectamente podría creer que lo que miran ambas se trata de un pantano o hasta de un páramo gris y nebuloso que se extiende de manera preocupantemente ilimitada. O al menos eso me hace sentir la atmósfera de esta cuarta escena —la emocional se apresuró a comentar aunque no sin antes escuchar con atención a la dupla de visuales.

—¿Temen a algo que está allá en el horizonte o es que quieren escapar de su lugar actual y añoran alcanzar la lejanía pero carecen de los medios o la fuerza para lograrlo? Lo mío no es interpretar objetivamente las imágenes, pero siento que la mascota tiene prisa por lanzarse a la inmensidad —opinó —¿Cómo saben que es hembra? —y antes de continuar le fue imposible evitar sentir curiosidad por la certeza que mostraron los ojos.  

—Yo también creo que están relacionadas en alguna medida a la mujer del cuadro anterior, si bien no diría que en parentesco. ¿Es la miseria de vivos y muertos el tema central en la obra de Spilliaert?, ¿un grito silencioso que busca ayuda, quizás? —suspiró.

—De todas formas me intriga lo que dicen, Vista, sobre la posible simetría. Si se trata de una pesadilla sería de esperar que hubiese elementos extraños y confusos, ¿pero y si se trata de la vida real?, ¿acaso son gemelas que buscan partir en distintas direcciones?, ¿personas idénticas en el exterior pero que son muy distintas por dentro? —el órgano que compartía nombre con ella comenzó a latir con cierta agitación. Algo en esa pintura le inquietó incluso más que la vieja de la anterior, pero ya que Corazón era puramente visceral optó por confiar en sus compañeros para que arrojaran claridad sobre la niebla emocional que le provocaba esa imagen.

Mente se dejó llevar por sus pensamientos. Aquellas mujeres de los cuadros anteriores necesitaban tiempo de comprensión y, dado lo que podía ver Vista y lo que sentía Corazón, daba por hecho que todas las posibilidades eran válidas, al igual que lo eran todas las versiones si consideraban los multiversos. Podría pasarse horas pensando en las múltiples teorías infinitas, pero la siguiente pintura no se hizo esperar: cuando se dio cuenta, tenían en frente la playa, con dos mujeres y un perro. Su nube de ideas estalló del imprevisto, haciendo que en su piel craneal se notase la onda expansiva.

—Mmmm... interesan... —Vomitó su cerebro, que cayó al suelo dejando un charco cristalino.

Hizo el esfuerzo de recogerlo tirando de su cabeza, luego recogiéndolo con sus manos y tuvo que devorarlo de nuevo para poder pensar correctamente. Por suerte, no le tocaba hablar, hubiese sido un desperdicio de tiempo. En su lugar, esperó a que hablasen los otros dos mientras se recomponía.

—Ya, por fin, estoy bien. Me toca a mi —afirmó con un gorgojo, y abrió las pieles de su cabeza, dejando ver al conocido cerebro colorido. Se dispuso a vomitar, pero no su cerebro—. Ophiopogon planiscapus, de la familia de las asparagáceas. Más conocida como "Dragón negro", "Caballero de Ébano" o "Arábigo". Nativa de Japón y trasladada a los países coreanos.  —Mente estaba en su mundo, casi hablaba para sí mismo—. Como ya os habréis dado cuenta, su nombre viene de palabras grecolatinas, como "serpiente", "barba" y "capa" y "plano", haciendo referencia a lo que se parece. Ya ha sido utilizada en muchas obras teatrales niponas como planta relacionada con el más allá, incluso hay referencias que la relacionan con el mito de Hades y Perséfone. Sí, sí, ¿no es curioso? Siendo japonesa, pero se ve en la mitología griega.

Miró a sus compañeros, buscando ojos abiertos o sentimientos en ellos. Entonces, carraspeó y siguió con el análisis del cuadro, bajo su perspectiva.

—Entonces, si se trata de la planta que digo yo. ¿Qué hace ahí? Es decir, podría ser su hábitat perfectamente, pero, ¿y las mujeres? Como dije antes, las personas que vemos aquí parecen ser del siglo XIX o XX. Esos vestidos pertenecerían a Europa o América, ambos más del norte que del sur. No Japón, precisamente. Japón todavía vivía en el feudalismo y sus ropajes son diferentes, más entubados para la mujer, ya los conocéis. ¿Son extranjeros en Japón? ¿Viajaron allí y trajeron sus plantas?

Agachó la cabeza y dejó que sus pieles se unieran de nuevo. Sabía que podían ser mil posibilidades y que no todo podría resolverse bajo la mente. Entonces, atendió a las palabras de sus compañeros.

—Y si no lo es, entonces no lo comprendo. Creo que no conozco otra forma en que la hierba se vea negra, salvo si... salvo si es de noche, está pisando un páramo carbonizado, si el usuario tiene daltonismo, o si es la visión de un perro, ¿esa perra?, pues el verde lo ven gris. El caso es que, esa hierba, la que nombré, está relacionada con la muerte, los fantasmas, el mundo espiritual, dentro de algunas dimensiones artísticas, más en concreto las del sol naciente. Tal y como llevamos mencionando un buen rato. —Luego se inclinó hacia Vista dándole la razón—. Me parece que la pesadilla está muy relacionada en los motivos de Spilliaert, además de su interés por la muerte.

Hubo unos segundos de silencio.

— Cerebro sabe mucho, ¿verdad? — preguntó izquierdo.

— Ahí es donde está la "información", es normal. Aunque a decir verdad, no todos los cerebros son igual de listos que el nuestro, así que estamos de suerte.

Izquierdo sonrió.

— Aunque corazón no se queda atrás — prosiguió derecho —. La verdad, no sabemos si es una hembra, solo hemos visto personajes femeninos hasta ahora, así que pensamos que sería una hembra. ¿De verdad crees que puede ser un pantano? ¿Huele a agua salada?

Olfato no había llegado aún a la conversación, así que omitieron esa pregunta.

— El caso es que las ropas coinciden con las de pintura de la mujer de la silla, la que quería mirar por la ventana. Parece que no hemos saltado en el tiempo, aunque no seremos quién para decir lo contrario si los sentís y lo pensáis. Quizás el autor nos podría seguir mostrando lo que tiene entre manos.

—No sabría decir a qué huele, sin embargo el mar suele transmitir libertad, pureza, misterio… y de esas cosas solo he percibido la última —respondió aquella que todavía no dejaba de abrazar a la bomba rojiza con la que estaba relacionada.

—En todo caso, Mente, creo que si resultan ser las plantas que dices seguramente tengan utilidad más simbólica que realista; hemos estado ante lo que parecen fantasmas, seres que observan desde la oscuridad y personas rodeadas de un ambiente opresivo. El mundo de Spilliaert está ahogado en lo mórbido y cada vez creo menos posible que encontremos esperanza en alguna de sus obras, a menos claro que de alguna manera enfermiza pretenda inspirarla como respuesta instintiva para defendernos de la atmósfera —dijo al tiempo que se acercaba al retrato. Una vez allí se paró de puntillas como si estuviese intentando “ver” más allá, sin embargo a falta de ojos propios la realidad era que buscaba empatizar.

—Quizás solo hay de esas plantas en el mundo de los muertos. Eso me lleva a pensar… ¿y si no es un mar lo que observan, Vista, sino un rio extremadamente ancho? Mente habló sobre Hades y Perséfone, quizás debamos entonces tomar en cuenta la posibilidad de que se trate del Estigia —la emocional se giró para quedar de cara a sus compañeros.

—Eso explicaría la sensación de incertidumbre, melancolía y oscuridad que percibo, así como la línea que hemos trazado desde la primera pintura, aunque no tengo una manera de asegurarlo, claro, más bien se trata de una corazonada… —confesó.

—Estigia... —musitó, apoyando su diminuta barbilla sobre su puño cerrado—. El río del odio y limítrofe entre Gea, la madre Tierra y el Hades. Uno de los cinco ríos infernales de su mitología que se unen en la ciénaga del inframundo. Los otros ríos son los del fuego, olvido, tristeza y lamentaciones. ¿Estaremos repasando su devoción por el Infierno griego? Ahora que lo recuerdo, tanto buenas personas como las malas convergen allí y reciben su recompensa según sus actos en vida. En ocasiones, los espíritus podían regresar a la Tierra nadando sobre Estigia... Si estas muchachas la pisan, ¿significa que regresaron a la Tierra acumulando odio por el camino? —Valía la pena recoger toda posibilidad, puesto que no sabían lo que pasaba por la cabeza del autor, la telepatía no la dominaba todavía—. Luego, otras historias decían que si los vivos se bañan en Estigia, obtenían resistencia a la muerte, como Aquiles, excepto su talón. Podría ser una representación burlesca al deceso: no solo se divide en dos, también es resistente y tiene un Cerbero atado, pero con una sola cabeza.

Imaginar de esa manera le parecía gracioso, por eso sonrió al decir tantas barbaridades.

—Spilliaert, ¿usted sabe qué es a lo que mira la muchacha? La chica misteriosa, la que solo se ve su nuca. Podría indicarnos el siguiente paso para comprender su arte.

—¡La barca de Caronte! —dijo inmediatamente sin pensarlo un segundo, seguido de lo que acababa de decir anteriormente, pues estaba relacionado—. Es decir, el barquero de Hades que se encargaba de fluir a los recién difuntos por el río de los lamentos, el llamado río Aqueronte, a diferencia del Estigia. Sólo si al cadáver le colocaban una óbolo de plata ajo la lengua, como moneda de cambio. Quien no pagaba, estaba condenado a vagar cien años hasta que Caronte se apiadaba de ellos —les comentó, sin fijarse mucho en el nuevo cuadro, estaba más entretenido a contarles el mito—. Pero... no veo en ningún lado a Caronte, ¿dónde está? ¿Vosotros lo véis, Vista?

Necesitó unos momentos para admirar el detalle del cuadro, que desde su perspectiva era un dibujo muy simple con pocos detalles y oscuro, al igual que el resto de cuadro que habían visto. No daba mucho pie a la información, sino a la imaginación y para ello necesitaba pensar. Cuando estuvo, separó las pieles de su cabeza, como era de costumbre, y dejó ver sus jugosos sesos rosados.

—Dejando a un lado la simbología y misticismo, me gustaría comentar algo de esta imagen que no comprendo. Como os habréis fijado, las olas están en movimiento, común a una playa. Están tranquilas, sin una elevación muy alta, indicando que se encuentran en un lugar con el viento en descanso. Las olas, aunque sean pequeñas y tranquilas, tienen la capacidad de llevar a tierra cualquier objeto que flote en ellas —la extrañeza del barco hablaba por sí sola—. Entonces, ¿qué hace ese barco ahí, en medio de la corriente? ¿Dónde está el cabo que lo amarra a tierra? No tendría sentido que se quedara ahí parado.

Terminado su análisis, volvió a esconder su cerebro bajo su redondo estuche de cuero.

—Al final se hizo de noche… — comentó izquierdo.

—Y desaparecieron las mujeres. Nos hemos quedado solos, al parecer — contestó derecho.

Vista observó cada detalle del cuadro pendiente de encontrar algo que sirviera para mente y corazón. La perspectiva de mente era demasiado profunda para vista. Sabía que todo lo que decía era inteligente y tenía un sentido que los dos ojos nunca podrían entender, pues, para ellos, todo era subjetivo.

— Bueno, un barco hay, y parece que no hay olas, que está tranquilo — dijo izquierdo —¿Se irían alguna de las mujeres en él? Pobre autor, siempre tan solo.

— ¿Caronte? — contestó derecho ante los pensamientos de Mente —. Aquí no hay nadie. Estamos solos y hay mucho silencio, apenas las olas se mueven. Es verdad que está muy oscuro, pero parece que hay sombras, como si alguien estuviera apoyado en la popa del bote.

— ¿Cómo? — preguntó algo asustado izquierdo.

— No te preocupes, no hay que temer. ¿Verdad, corazón?

La playa era un lugar relajante incluso de noche, la brisa rozaba sus rostros y traspasaba todos sus sentidos, otorgándoles una sensación de pertenecer al mar. La barca de Caronte representaba el único medio con el que los humanos podían navegar por las aguas hasta su destino, el horizonte infinito. Pasaron las horas y nadie más medió palabra. Corazón quedó tan impresionada, que su figura parecía una gárgola con las manos en el pecho, emocionada con lo que veía.

—Corazón no dice nada y lo dice todo. Ha quedado perpleja con la pintura, aunque no sabría decirte si es de amor o de odio —le dijo a los que todavía escuchaban, Vista. Después se fijó en las sombras que antes no había detectado—. ¡Es cierto! Allí se ve algo, ¿quién es? Spilliaert, ¿eres tú? ¿A dónde vas? ¿Al norte? ¿Sur? ¿Este? ¿Oeste? La verdad, es que el cuadro no se presta para reconocer la orientación, ya que no sabemos dónde se encuentra el sol. Si el sol sale del horizonte, el barco iría hacia el este; si por el contrario, el sol se esconde en el horizonte, el barco va hacia el oeste. Si el sol se esconde por la derecha, el barco irá hacia el sur; y por el contrario, si el sol se esconde por la izquierda, el barco irá hacia el norte.

Intentó agacharse para ver si se veían los rayos de luz, o no se veían en absoluto. No pudo, solo se veía el agua azul marino, la barca y la sombra misteriosa. De modo que solo quedaba esperar al nuevo lienzo que nos diera la respuesta.

Vista miró de un lado a otro, en todas direcciones mientras Mente decía cada uno de los puntos cardinales, calculando la trayectoria del sol y el lugar por donde podría salir. Pero Vista solo vio de nuevo oscuridad. Aunque aquella oscuridad no le generaba dudas, no le generaba ansiedad, simplemente, soledad; pero también tranquilidad.

— Podemos ver el silencio, un lugar tranquilo con el mar de fondo apaciguando unas débiles olas. Quizás las dos mujeres querían saber qué había en ese barco, pero ya no lo sabremos, o, al menos, por ahora — comentaba derecho.

— ¿Qué veremos ahora, derecho?

— ¿Otra mujer? ¿Un nuevo paisaje? Muchas veces no consiste en lo que vemos nosotros, si no en lo que perciben nuestra Mente y Corazón.

Izquierdo asintió unos instantes.

— Quizás se la calma que precede a la tempestad.

Derecho quedó en silencio unos segundos para después mirar a izquierdo. Por una vez, izquierdo podría tener razón.

Después de un rato, la barca desapareció, pero la sombra escondida en su popa permaneció en su lugar, ahora con diferente forma. El ambiente seguía oscuro, ya no colorido, sino manchado de grises ceniza.

—Ahora que hemos esperado un poco, quizás podamos saber la orientación. Si te fijas, Vista, la luz sale del horizonte, eso es que nos acercamos a la mañana. Estamos en una playa orientada al este. Deben ser las 4 o 5 de la madrugada, pronto amanecerá  —les dijo a los ojos. Mente, obsesionado con la orientación, solo se fijó en ese detalle, hasta que un respingo hizo vibrar su cerebro—. Un momento, ¿escuchan eso? Oído, ¿qué es ese sonido? Pero si no tenemos oído...

Rodeó sus propios ojos para contemplar la pintura el detalle y se centró en lo que creyó que provenía el sonido. Eran los lamentos de alguien moribundo. Entonces, Mente agarró sus pieles y dejó enseñar su cerebro carnoso.

—Ahí tenemos al responsable del susurro, pero es raro, ya que no se escucha nada, porque no tenemos oído, pero sí se siente, como si la figura que se ve fuese capaz de emitir un sonido silencioso. ¿Estará sufriendo? Eso solo lo determinará Corazón, yo lo que veo es otra cosa —comenzó, rascándose las pieles picosas—. Ahí se ve la sombra de un selaquimorfo, o mejor conocido como tiburón. ¿Qué hace allí, tan aproximado a la orilla? Como dije antes, todo lo que esté cerca de la orilla será arrastrado a tierra, así que cualquier criatura que se acerque tendrá un destino cruel. Pero el cruel aquí parece ser el tiburón, porque parece que esté atacando a la persona que pide ayuda. En ese caso, sus lamentos serían gritos de dolor, no creo que otra persona pudiese emitir otro sonido de sus cuerdas vocales cuando es devorado con múltiples colmillos. —Mente meditó un momento, si lo que estaba diciendo no acababa de encajar—. El tiburón todavía no le ha mordido porque no se ve rojo en el agua, sino verde, es una playa llena de algas, a diferencia del azul cristalino de antes. ¿Hemos viajado a otro lugar, entonces?

Mente cerró su cerebro y apoyó su mano en la barbilla, necesitaba pensarlo bien. Mientras tanto, los otros dos podrían comentar su perspectiva, a modo de luces en su cerebro.

Izquierdo ahogó un grito mientras derecho abría mucho los ojos sorprendido por lo que estaba observando. La tranquilidad que habían visto hacía tan solo unos instantes se había convertido en un pequeño caos con una nueva mujer de protagonista. En este caso, estaba desnuda y parecía que en problemas.

— ¿Es alguna de las mujeres que hemos visto hasta ahora? — se lamentó izquierdo, un poco atemorizado.

— Me parece que no, al menos, no la señora mayor. ¿Quizás alguna de las "gemelas"? No creo, no creo que hayan decidido separarse. O quizás... la otra no haya sobrevivido al ataque de... ¿Eso qué es? Mente tiene razón, no hay sangre, ¡no hay rojo! ¿Se está ahogando?

— Esto no me gusta nada... — decía izquierdo encogiéndose por el miedo.

— Pero... ¿Y si en vez de un tiburón... es una sirena? Esa cola parece de una sirena, digo yo.

— O quizás sea su alma — replicó izquierdo, puestos a ponerse trascendente.

— Está viva, izquierdo, todavía sigue con vida. Aunque no está en su mejor momento. En su cara se refleja el miedo y la angustia y, aunque no somos nadie para determinar emociones, creo que está más que claro que está sufriendo, llorando.

—¿La habrán abandonado aquellas barqueros? Mira el final derecho, parece que tienen banderas de algún tipo. ¡O quizás vayan en su rescate! Sí, esa versión me gusta más, aunque quizás no lo sepamos nunca... Puede ser que hayan estado toda la noche en su búsqueda y se las hecho de día, dando con ella, como dice Mente, al amanecer.

— Creo que nunca sabremos si van en su búsqueda o en su abandono. Aunque el barquero alza las manos, como avisando de que están ahí. O, quizás, están avisando a aquella fortificación de que ya han cumplido su misión.

Izquierdo se sintió pesimista.

— Los grises y negros de la imagen no son muy alentadores, la verdad. Y ese barco está muy lejos... espero que puedan rescatarla...

Corazón sintió como sus músculos se contraían ante tal imagen. La angustia y la talasofobia de aquel cuadro generó ansiedad en el mismo, notando como las palpitaciones comenzaban a dispararse, también debido a las indicaciones que Vista había descrito hacía tan solo unos segundos. 

— Aquella mujer se sumerge en angustia y aquella figura la arrastra hasta las profundidades de aquella oscura agua — corazón arrastró las últimas palabras, denotando que no se sentía cómoda con aquella imagen —. ¿Será rencor, será arrepentimiento... odio? Alguna pesada carga le arranca lágrimas. O quizás sea la imagen del abandono, en la cual los demás han partido sin ella por algún motivo. Pena, angustia, rabia... soledad. ¿Qué ha hecho que lleguemos aquí? Esta mujer no parece ninguna de las que hemos visto ahora ahora, quizás. ¿Será una imagen del pasado? Su vida ha podido ser oscura y tenebrosa, de ahí todos los oscuros negros y parcos.

El sonido de la sangre recorriendo sus arterias y vasos sanguíneos bombeaba en el silencio de aquella noche oscura.

— Auxilio, su alma pide auxilio; me entristece no saber qué ha podido ocurrirle o si fue algunas de las mujeres que nos han acompañado durante este viaje.

Es mejor alejarse se esas sombras que te arrastran al fondo, o no saldremos nuncade aquí. Quizá prefieran volver a tierra

Corazón confirmó que sufría de pena y se ahogaba en el mar que parecía dedicado a su muerte. Los tres despidieron a la mujer sin poder hacer otra cosa por salvarla más que mirarla y esperar que la siguiente imagen fuese su salvación. No sabrían qué sería aquella sirena, tiburón o sombra que la arrastraba hasta el fondo. Probablemente la personificación de la misma muerte.

El presentimiento de angustia terminó una vez dejaron ver otra imagen.

—¿Ya es un nuevo día? Todo ha sucedido muy rápido. Hace un momento estábamos dentro de la casa de Spilliaert recién despierto y después de unas cuantas imágenes es un nuevo día. ¿Ven? Como dije, la playa está orientada al este. No sé si ese dato será revelador o solo una curiosidad. —Mente miró todas las sombras, fijándose si alguna tenía cola de sirena o de tiburón—. ¿Dónde está la mujer? Creo que no sobrevivió a lo de anoche. Sin embargo, hay muchas personas navegando por las mismas aguas. Dicen que a quien madruga Dios le ayuda. Es una superstición, pero en realidad significa empezar a las labores cuanto antes posible. Desconozco las labores de estas personas.

Mente no sintió la necesidad de desabrochar su cabeza para mostrar su cerebro. En realidad, estaba muy cómodo con la nueva imagen. Esta vez, no daría la lata con su conocimiento.

—A lo mejor estoy teniendo un sentimiento, Corazón —dijo, mientras jugaba con la arena y bostezaba—. Este cuadro me relaja demasiado y no entiendo por qué. Me parece muy agradable y se presta muy bien a la vista, ¿no crees, Vista?

El párpado de izquierdo se desplegó al máximo contento por lo que estaba observando. Pero, al poco tiempo, se dio cuenta de que la mujer había desaparecido como dijo Mente y su volvió a ponerse tenso.

— ¿Dónde... ha ido? — dijo buscándola —. No está. El caso es que ha pasado toda esta pesadilla, de la noche oscura a un gran amanecer. ¡Puede ser que los barqueros la estén buscando! O que sean los mismos que la habían abandonado... — izquierdo estaba algo confuso y contrariado —. Al menos el paisaje es bonito, colorido y relajante. ¿Mente, corazón, hay silencio? Ojalá pudiera percibir más estímulos...

Izquierdo sonreía ante lo que veía.

— ¡Espera, hay mujeres en el barco, las están llevando! ¿Veis los sombreros? ¡Las protegen del sol! ¿A dónde irán? Deben de estar lejos, porque no se ve tierra por ningún lado. ¿Un viaje poco cómodo, no?