Partida Rol por web

Al igual que su compañero Izquierdo, Derecho se desplegó al máximo y rápidamente lo entrecerró, resentido por tanta luz directa en el ojo.

—¡Ah! Una mancha en el ojo... ¡Ay! A ver si se me quita pronto. ¡Tanta luz de repente me puede dejar ciego! Espero que nunca necesitemos llevar anteojos. —Después de un rato frotándose el ojo, al final pudo ver con normalidad, acostumbrado a la nueva tonalidad—. Veo que este cuadro te gusta bastante, Izquierdo, se ve tranquilo, ¿no? mucha viveza y colores cálidos. Como te dije antes, este autor parece que tiene debilidad en dibujar a mujeres, aunque el barquero que navega —miró un segundo a Mente— ¿Caronte múltiple? parece ser hombre. La última vez que vimos un hombre fue al principio de todo, en el autoretrato asomado al espejo. Quizás, todas estas mujeres sean las que ya vimos y los hombres sean él mismo, todos ocultos tras la sombra.

Derecho contempló el cuadro un rato más, tenía una pinta muy agradecida a la vista. Excepto Corazón, que todavía no sabían lo que pensaba, todos los demás pareció gustarles.

—Ahora que lo veo, no todo son colores cálidos, amarillo y naranja. También hay azules y oscuros contorneando las olas, lo que las hace ver como el medio acuoso que es y, a un lado, mezclado con la luz yema, la tonalidad cambia a verde. Me pregunto este verde qué representa. En el cielo, sin embargo, en vez de tonos oscuros hay otros más claros, como rosa, para hacerlo más esponjoso y el sol... —pega un respingo, sobresaltado por la antítesis— Tiene un contorno negro y perfectamente redondeado, ¡qué raro! Cuanto más me fijo, más extraño me parece, como si hubiese utilizado un molde. ¿Por qué lo habrá dibujado así?

Dejó la respuesta al aire, por si a los otros se les ocurría un motivo desde su dominio intelectual, sentimental o izquierdista.

— La luz espanta las sombras y con ello los malos pensamientos; pero también se lleva parte de nosotros que no queremos que se vayan. Al final, somos un todo y cuando algo se va arrastra a todo lo demás. Me alegra que todo rebose de luz y tranquilidad, pues venimos de imágenes escalofriantes y oscuras... — corazón sentía una ligera pena, pero su cara comenzó a cambiar con lo que veía —. Quizás sea el reflejo de una nueva oportunidad, el sol se dibuja alto y eso es una buena señal. Y, aunque todavía haya sombras que dibujen solo las siluetas de aquellos barqueros; no son sombras en un panorama gris.

En el silencio se podía escuchar los latidos de Corazón.

— Mente lleva razón, bien aconsejado por Vista, la tranquilidad se puede respirar en este mar tan soleado. Incluso tiene un esbozo de esperanza, donde quizás la mujer haya sido rescatada. Pero, no nos dejemos llevar por los impulsos, pues no sabemos nada de lo que vamos a contemplar ahora... Este torbellino de emociones se tuercen más por lo siniestro que por lo alegre, aunque ahora mismo podemos confiar en que la imagen no tiene ápice de negatividad.

Corazón había hablado, ahora solo quedaba ver hacia dónde se dirigían ahora.

Llegamos a tierra, espero que aquí estemos mejor.

Corazón latió unos segundos con fuerza para volver a su estado normal. El esfuerzo y la tensión de los cambios lo aceleraba, pero después sonreía al ver cómo, poco a poco, parecía que su viaje iba a mejor. Pum, pum; pum, pum. El órgano vital tenía sentimientos encontrados ante la visión. 

— Algo me dice que el silencio de este lugar es algo que nos ayuda a pesar de que también despierte escalofríos en mí. De noche sería una ciénaga escalofriante, pero de día y nublado, hace de este lugar un sitio que invita a reflexionar. Solos, estamos solos, con nuestros pensamientos, ¿verdad, Mente? Diría que Vista no ha dado con ninguna mujer ni con ningún barquero, pero a veces no es necesario ver para imaginar. Este mundo está algo loco, ¿no creen? — pum, pum; pum, pum —. Hemos pasado por bonitos paisajes para sentirnos seguros en uno de las imágenes más frías. Nunca sabremos qué sentía el autor con sus obras a través de este viaje que ha tenido tantas sensaciones... — Corazón parecía cansado, después de todo, estaban llegando al final de su viaje —. No hay que deseé más que un final cálido y radiante, pero me temo que ninguno de nosotros tendremos poder decisión sobre los acontecimientos.

Corazón iba de un lado a otro.

— ¿Qué ves, Vista? Cuéntame lo que ven tus ojos para que podamos sentir...

Vista parpadeó y con cada uno de sus pestañeos la imagen iba cambiando poco a poco. Si el anterior cuadro era radiante e invitaba al baño, el nuevo lienzo estaba alejado de esa imagen. El día estaba gris de nuevo.

—¿Otra vez un cuadro gris? Creí que nos libraríamos, parece que al autor le fascinan los colores oscuros. Lo cierto es que un paisaje así, tan fresco, pero no tan lúgubre como los anteriores, humedece mi ojo después de una mañana soleada. ¡Qué alivio! —Vista parpadeó ampliamente y se frotó sintiendo el helado viento en su ojo derecho—. ¿Qué veo aquí? Veo ramas negras de árboles sin hojas, pero con el suelo verde. Veo el inicio de una desembocadura o el final de un río. Tiene aguas cristalinas y como antes, transmite los movimientos del viento con sus ondulaciones. Parece agua viva. El talento del autor con el agua es muy bueno, parece realista, pero con el viento no consigue el mismo efecto, veo las ramas quietas y las nubes estáticas. Eso lleva a lo que dijo Corazón: es un lugar tranquilo, pero siniestro.

Al decir la palabra siniestro, miró a Izquierdo, que probablemente se haya asustado.

—No te preocupes, Izquierdo, de momento no veo ningún fantasma —sonrió, a veces le gustaba asustar a su compañero, pero luego le tranquilizó con sus preguntas, a modo de no centrase en el terror—. ¿Y tú que ves? o... ¿qué no ves? ¿Qué te gustaría ver?

Izquierdo permanecía en silencio ante las palabras de su par, pero su aspecto no era como el de otras ocasiones, pues notaba como si todo lo que negativo, todo lo que pudiera asustarles o hacerles daño, hubiera desaparecido. Tiritó por la brisa y miró hacia ambos lados antes de comenzar a hablar.

— ¿Dónde estará todo el mundo? — preguntó al aire mientras seguía observando —. Es un lugar difícil al de llegar, seguramente escondido. Aquí hace más frío que en cualquier otro lugar. Aunque me gustaba más el sol radiante de antes, aquí no se está mal... por ahora. Me gustaría terminar nuestro viaje con mucha luz y gente sonriendo — un atisbo de esperanza y felicidad se reflejó en órgano visual —. Pero, ¿qué es eso que hay sobre todos los árboles? ¿Niebla? ¿La noche? No creo que la noche se derrame sobre nosotros tan temprano en la mañana. No puedo ver más arriba si no se mueve la cabeza, me voy a quedar bizco — susurró, sabiendo que no dependía de ellos en ningún momento.

Otro momento de silencio.

— Las hojas hacen más bonitas a los árboles, pero también las personas; y estamos solos.

Mente esperó a que terminaran de hablar sus otros compañeros. Esta vez, él sería el último en opinar lo que acababa de ocurrir. Si pensaban que Spilliaert había acabado con sus trágicas pinturas, es porque todavía no le conocían.

—Lo que tenemos aquí es un claro paisaje de otoño tardío, casi invierno, pero sin nieve —reafirmó, por si no se habían dado cuenta todavía—. Como bien dijo Vista, las hojas de los árboles ya no están. Eso solo pasa en árboles de hoja caduca, en otoño. Si os fijáis bien, a lo lejos del bosque podréis ver otros árboles color anaranjado, que indican su próxima caída y muerte. Los que tenemos en frente son de caduca más temprana.

Entonces, Mente agarró de sus pieles mostrando su cerebro. Su cerebro rosado latía, deseando compartir los pensamientos más allá de lo que todo el mundo podía apreciar a simple vista.

—¿Dónde están las hojas caídas, Corazón, Vista? ¿Las veis? —les preguntó, como inicio a que se dieran cuenta de la extrañeza—. No están, ¿por qué? Si es otoño, debería haber un suelo completamente marrón. Son pocas las razones que llevan a un suelo desaparecer sus hojas tan temprano y la mayoría de ellas es por la mano humana. La naturaleza suele recoger las hojas, ya sea por animales que las comen o hacen sus nidos, descomposición o los vientos huracanados se las llevan. —Mente se rascó la barbilla, pensando cómo había sido el paso de lo que había antes a lo que hay ahora—. El suelo es verde, al contrario del manto negro de antes con las gemelas. ¿Estamos en el mismo lugar, antes de noche y ahora de día? El paisaje soleado de antes pudo ser uno de esos días de invierno en que la naturaleza da tregua de su comportamiento y otorga un día agradable de descanso. Como recordarás, las señoras iban abrigadas, así que entendemos que siempre hubo frío en sus cuadros, a pesar de todo.

Soltó de sus pieles y se juntaron por sí mismas. Mente ya no tenía nada más que pensar, pero sí podía hacerse preguntas.

—Me pregunto qué le ocurre al pintor para dibujar estos cuadros tan lúgubres todo el rato. En psicología se conoce que la persona siempre deja una muestra de su esencia en el arte, pintura en este caso. Me pregunto qué encontraremos a continuación, si volveremos a la casa o iremos donde su vida termina.

En el bosque es donde la vida termina. Raro es el fruto que da el árbol en otoño.

— ¡No, no! — gritaba izquierdo mientras intentaba girarse hacia otro lado — ¡Qué ha pasado, qué han hecho! Yo solo quería un día soleado... pero, no así. ¿Lo ves, derecho? Han colgado a las mujeres, aquellos barqueros estaban llevando a las mujeres a algún lugar cerca del bosque quemado para ahorcarlas. ¡Todavía alguna sigue convida retorciéndose! ¿Dónde estamos? ¿A la vuelta del bosque quemado? Pero, ¿cuánto tiempo ha pasado? Quizás solo se hayan ido las nubes que cubrían el cielo...

Izquierdo tomó un poco de aire.

— Las sombras negras que hundían a las mujeres en el mar... pueden ser las raíces de este árbol, negro, oscuro y siniestro. Pero, mejor dejárselo a mente y corazón. Es que me pongo nervioso cuando observo estas cosas — decía con cierto aire de tristeza —. Ay, derecho, me esperaba un ambiente soleado pero no mujeres colgadas. Por allí se van, míralos, sujetan linternas, han estado colgándolas durante la noche mientras nosotros veníamos de camino hacia aquí... esto no me gusta.

Izquierdo se junto a derecho todo lo que pudo.

Derecho se juntó a Izquierdo y ambos quedaron bizcos. En ocasiones así le tranquilizaría, diciéndole que la vista podía ser engañosa, pero en esta ocasión no podía mentirle. Lo que había ahí en frente estaba claro y no daba lugar a interpretaciones.

—Es cierto, no se puede mentir, no hay nada más allá de lo que vemos, ¿no Corazón? Mente opinará lo mismo... —Su rostro se entristeció, la imagen era demasiado cruel. Intentó no centrarse en lo que colgaba para emitir un juicio de lo que veía, pero tardó unos segundos—. Veo 4 mujeres colgadas, alguna retorciéndose y otras ya muertas. Atrás dos y más a lo lejos una tercera, como si no quisiera presenciarlo. Los únicos colores que puedo ver son el negro de las sombras y el amarillo del sol. Ni un solo detalle más. Eso es porque la pintura está focalizada en el acto que se está sucediendo, una atrocidad, en vez la belleza de las pinturas, pero no es nada despreciable.

Ojo Derecho parpadeó para ver mejor, había algo que no cuadraba en toda la pintura, justo en el sitio que señalaba Izquierdo. Era una parte del dibujo que parecía de otras pinturas o editado posteriormente.

—Es cierto, esa parte está borrosa, como si un papel lo hubiese tocado recién pintado y hubiese arrastrado parte de los colores. Tienes razón, ahí desembocan las sombras de las barcas... No nos dimos cuenta, las barcas llevaban a su destino, el árbol de la muerte...

Tragó saliva y quedó en silencio, a la espera de que los otros dos dieran sus comentarios.

Mente se rascaba la cabeza y luego la barbilla y luego el cuerpo. Le picaba la curiosidad. ¿Qué ha pasado de repente? Estaban en un paisaje otoñal y de vuelta a un sol como antes, pero donde solo se veía un árbol con mujeres colgando. Eso significaba su muerte, pero que estuvieran desnudas también indicaba la razón.

—Son brujas. ¿No es curioso, Vista? Brujas... Spilliaert... Bélgica. El pintor es belga y allí hay una ciudad llamada Brujas, lo mismo que vemos en su cuadro. Quizás esté relacionado. Eso me lleva a preguntar si todos sus cuadros son un homenaje, no a brujas, sino a su país.

Después, separó de nuevo las pieles de su cráneo y mostró los gusanos rosados.

—Hagamos memoria... Por allá del siglo XVII, a principios del Renacimiento, cazar brujas una actividad común en el norte de Europa, Estados Unidos, incluso España. Las víctimas en su mayoría eran mujeres condenadas a la hoguera o colgadas, también hombres y algunos gatos. —Intentaba resumir los datos, pero eran muchos y complicados, podría tirarse allí horas y horas contando todo—. Algunos casos famosos fueron las de Salem en Massachussets, Juana de Arco en Francia, Ana Bolena en Reino Unido, Elly Kedward en Blair, las colgadas de Zugarramundi, entre muchos, muchos otros... —Hubo un silencio, mientras que Mente volvía a cerrar su cabeza—. ¿Y sí...? La mujer contemplativa, la otra mujer enfermiza y las gemelas, la mujer con una sirena. ¿Eran todas brujas? ¿Por qué Spilliaert está interesado en dibujarlas? Sabemos —miró a todos por si alguien lo dudaba—, sabemos que la brujería no existe. ¿Entonces?

Volvió a sentarse, confundido, quería saber la razón de por qué el autor pintaba tales cuadros. Corazón podría darle un toque de luz y juntos descubrir los verdaderos motivos.

Corazón se sentía indeciso ante sus palabras por lo que vista, en especial, izquierdo, pudiera interpretar de su juicio. Pero no hay nada más sano que un corazón sincero. Sabía que lo allí ocurría no era casualidad, y que todo el camino había tenido un propósito con las mujeres y el largo viaje.

— Tus datos son interesantes y dignos de tu inteligencia, Mente — contestó a su cerebro, halagando lo aportado —, pero no dejan de ser personas colgadas sin vida en un árbol putrefacto y siniestro. Entiendo tu percepción intelectual, pero aquí existen unos sentimientos inevitables. Hay dolor, traición, abandono... el sol cae y la soledad y la muerte cubrirá a estas mujeres colgadas sin ningún miramiento. Sus vidas se irán entre gritos de ahogados de auxilio.

Corazón calló unos segundos.

— Pero ni yo, ni tú, podemos asegurar la justicia de este viaje. ¿Fueron esas mujeres justamente condenadas? Si es así, la justicia se ha hecho, aunque la muerte no sea la solución. ¿El fin justifica los medios? Creo que eso esta más lejos de nuestro juicio. No conocemos ambas partes, no sabemos la historia real de lo que ha pasado aquí, aunque siento que Mente tiene razón y ha sido una caza de brujas por cualquier motivo, injusta. El autor nos ha mostrado varias mujeres que no tenían un comportamiento ni un aspecto acorde al final que han sufrido. Me siento... apresumbrado.

Corazón tenía sentimientos encontrados. La violencia y la muerte no eran soluciones bajo ningún concepto, pero si se encontraban en una época pasada, era algo habitual.

¿justicia? ¿Justicia en este mundo? Quizá ya han estado demasiado aquí dentro. ¿Quieren salir? Por este sendero podrán salir a eso que llaman realidad.

O también pueden quedarse dentro de la obra para siempre. ¿Quién dice que la realidad es mejor que este reflejo? ¿Qué quieren hacer?

Vista, Corazón y Mente decidieron abandonar la horrible escena, siguiendo los pasos de aquellas personas que se alejaban y llegaron a un lugar mucho más pacífico. El lugar estaba rodeado de árboles de uno y otro lado, perfectamente dividido en dos. En medio había una alfombra de césped que conducía a una fuente donde se estaría la salida. Detrás de ella, a lo lejos, una figura que hablaba. La voz del fondo les invitaba a salir o quedarse.

—Esta escena me gusta. No invita tanto a la relajación como la playa soleada, pero es igualmente relajante, como la anterior del bosque otoñal. —Mente no tuvo la necesidad de separar sus pieles esta vez, pues no había mucho más que analizar desde su perspectiva—. ¿Esta es la salida?, ¿aquella fuente o charco decorado? Eso me recuerda a algo, si nos prestamos a la imaginación. Si quieren os lo digo —miró a sus compañeros, nadie se negó, así que lo dijo. Lo iba a hacer igualmente—. Es como el Bosque entre los Mundos, de la novela "El sobrino del mago", de Clive Staples Lewis. ¿No? —A lo mejor no sabían a qué se refería, pero estaba seguro de que podría explicarles—. En aquél lugar había muchos charcos y cada uno de ellos llevaba a un mundo diferente. Así fue como la bruja blanca Jadis encontró la recién creada Narnia, cuyo creador es el león Aslan. ¿Ahora sí? —asintió, ahora sí lo sabrían con seguridad—. Entonces, lo que hemos visto todo este rato, ¿es un mundo de aquéllos? ¿Un mundo dentro de la pintura de Spilliaert? Es muy extraño. Si es así, en cuanto nos zambullamos estaremos en en el Bosque entre los Mundos y deberemos elegir bien nuestro hogar, o algún otro...

Mente se cruzó de brazos. Tenía que decidir si cruzar el líquido o quedarse. No había más opciones.

—Me muero de curiosidad, ya lo sabéis. Mi destino es conocer todo cuanto me sea posible. Yo cruzaré —aseguró dando un paso adelante.

Una sensación de paz se hizo con Corazón. Después las reflexiones de la última imagen, aquello era más esperanzador, una invitación a abandonar aquella crueldad a la que se habían visto sometidos. Corazón latió con fuerza, pero con tranquilidad. Sabía que era necesario respirar sentir emociones correctas y no dejarse llevar por falsas interpretaciones. Para ello, Mente los ayudó como siempre hacía.

—El mundo se abre al final de este pasillo de árboles. Puedo sentirlo. La humedad, el olor a resina... Es una buena sensación. Aunque algo me dice que no será tan sencillo como parece. Vista, ¿qué eso es del final? Mis emociones son contrariadas, condicionadas por todo lo que llevamos sintiendo en este, tan peculiar viaje. ¿Es una oportunidad? ¿O es una trampa? Nosotros — habló en plural, aunque sabían que era una sola persona — somos igual de impredecibles para él, eso hace tener dos visiones distintas de este momento.

Corazón dejó latir sus emociones.

— ¿Y si son sus recuerdos? ¿O su visión? ¿Y si el autor era un de los partícipes de los actos que hemos vivido? Me temo que pronto obtendremos una respuestas, o al menos, esa es mi intención.

Era el turno de Vista.

Derecho se alejó del anterior tormento junto de la mano de Izquierdo hasta que los colores, los trazos y las pinturas se relajaron de nuevo. Esta vez, el lienzo volvió a emitir una imagen agradable a la vista, sin contraluces ni sombras oscuras. Era el final del viaje, se veía a simple vista.

—Izquierdo, mira, el fin del trayecto. Allí está la salida, ¿lo ves? —le animó, dándole palmaditas en la espalda—. Es un pasillo lleno de árboles sin hojas ni frutos, una alfombra verde y el cielo claro. Es el final de los colores. En cuanto avancemos no habrá más. Si te fijas, todo está barnizado en un tono amarillento, como si el viento arrastrase la tierra hacia el fondo, en donde se respira aire fresco. Un momento...

Derecho se alejó de la imagen y dio un grito. Algo no estaba bien en este cuadro. Había algo raro, un eco... un espejo...

—¡Mirad! ¡Alejaos de la imagen, veréis! —invitó a todos a alejarse de la imagen para poder ver con claridad la otra figura que ocupaba todo el cuadro—. En todo el centro se ve la silueta de una señora. ¡OTRA FANTASMA! No me refiero a la sombra pequeña, sino a otra más transparente, más fantasmal, que ocupa todo el cuadro. Creo que entrega su mano y porta un un objeto rectangular con el símbolo de una manzana mordida. A los lados se ven las mitades de dos cuadros traslúcidos, probablemente del mismo autor. ¿Los veis? ¿No estoy ciego, verdad?

Derecho esperó la respuesta de Izquierdo, era el único que podría verlo con claridad.

Izquierdo estaba indeciso. No sabía qué hacer. Después de tanto tiempo, tantas impresiones y tantos sustos, no se fiaba de lo que veía. Pero las palabras de Mente y Corazón, pero sobre todo, derecho, lo animaron.

— Si el trayecto termina aquí, sería una alegría. Aunque el final se rodeé de árboles deshojados, los colores pasteles tienen gran vitalidad, a pesar de los tonos apagados. ¿Qué bonito sería que todo terminará así, verdad? — Izquierdo estaba más tranquilo ahora que había analizado la imagen.

Andaba de un lado a otro, observando y acercándose a examinar en detalle.

— ¿Otra fantasma? — Izquierdo dio un respingo — ¿Dónde? No me digas eso, derecho. Por un momento me gustaría dejar de ver, pero no puedo — el párpado cubrió a Izquierdo, intentando no observar ninguna cosa horrible —. Vamos, derecho, sigamos.

E Izquierdo siguió conversando con derecho, hasta que Corazón y Mente intervenían para darle forma a lo que los órganos de visión veían.

FIN